Los bosques

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Concepto:Formación natural (bosque natural) o artificial (plantación) constituida por árboles, arbustos y otras especies de plantas y animales superiores e inferiores, que resultan un ecosistema de relevancia económica y social por las funciones que desempeña.

Los bosques. Existen muchas definiciones  pero todas coinciden de una u otra forma. En el bosque crecen diversas especies de plantas, entre las que predominan fundamentalmente árboles de diferentes tamaño, altura y diámetro, aunque también se presentan arbustos, hierbas, lianas y epífitas.

¿Qué es un bosque?

Existen muchas definiciones de bosque pero todas coinciden de una u otra forma, estas son:

- En el bosque crecen diversas especies de plantas, entre las que predominan fundamentalmente árboles de diferentes tamaño, altura y diámetro, aunque también se presentan arbustos, hierbas, lianas y epífitas.

Pueden ser naturales o plantados, ya sean explotados o no, son capaces de producir madera y otros productos que se conocen como productos forestales no maderables; en su fisonomía influyen el clima, el régimen hidrológico y las características ecológicas que les rodean. Además, brindan protección a la vida silvestre.

- Según el uso principal del suelo en Bolivia se considera un bosque como la superficie cubierta de especies naturales vegetales, cultivadas y destinadas a diferentes usos. Esta definición se utiliza generalmente donde se identifica el espacio que ocupan como terreno forestal.

- Para la FAO, la definición del bosque, o de las tierras forestales, se basa en la estructura de la formación (porcentaje de cubierta arbórea, altura de las especies leñosas) y su superficie.

- Para los países que hacen referencia a la formación forestal, el umbral considerado en la cobertura terrestre que ocupan es variable, y puede ser inferior a 10 % (por ejemplo, en Irán), alcanzar 70 % (en Costa Rica), e incluso, tener más de 75 %, como sucede en Sudáfrica.

-En Cuba, en la Ley no. 85, conocida como Ley Forestal, se identifica al bosque como formación natural (bosque natural) o artificial (plantación) constituida por árboles, arbustos y otras especies de plantas y animales superiores e inferiores, que resultan un ecosistema de relevancia económica y social por las funciones que desempeña.

En la actualidad hay un creciente reconocimiento mundial a la función que desempeñan los bosques en la estabilización del cambio climático, protegiendo la biodiversidad y la subsistencia de 1,6 mil millones de personas que dependen de ellos.

Importancia de los bosques

Los bosques proporcionan un hábitat a una amplia variedad de plantas y animales; además, cumplen otras muchas funciones relacionadas de forma directa con los seres humanos. El follaje de las plantas libera el oxígeno tan necesario para la respiración, mediante la fotosíntesis, proceso químico que se realiza en las hojas utilizando la luz solar y el dióxido de carbono de la atmósfera.

Mediante este proceso se producen azúcares que proporcionan energía a las plantas. Los bosques también impiden la erosión, el desgaste del suelo por el viento y la lluvia. En parajes desnudos con poca o ninguna vegetación, las fuertes lluvias que caen sobre grandes áreas pueden arrastrar el suelo hasta ríos y arroyos, y provocan corrimientos de tierra e inundaciones.

En áreas boscosas la copa de los árboles intercepta y redistribuye gradualmente la precipitación, que de otro modo podría causar inundaciones y erosión, una parte de la precipitación fluye por la corteza de los troncos; el resto se filtra a través de las ramas y el follaje, y penetra en el suelo. Esa distribución más lenta y poco uniforme de la lluvia asegura que el suelo y el agua no sean arrastrados de forma inmediata.

Las raíces de los árboles y las de otras plantas retienen el suelo e impiden inundaciones y el enturbamiento de ríos y arroyos. Los bosques también pueden aumentar la capacidad de la tierra para capturar y almacenar reservas de agua.

La cobertura boscosa es especialmente eficiente para capturar agua procedente de la niebla, que distribuye como precipitación en la vegetación y el suelo. El agua almacenada en las raíces de los árboles, troncos, tallos, follaje y el suelo del terreno forestal, permite a los bosques mantener un flujo constante de agua en ríos y arroyos.

Aunque a menudo se han considerado como consumidores de dióxido de carbono, los bosques maduros desempeñan una importante función en el ciclo global del carbono, como reservorios estables de carbono y su eliminación conlleva un incremento de los niveles atmosféricos del dióxido de carbono.

Tipos de bosques en el mundo

Universalmente aún no existe una clasificación de los bosques con criterio único, lo que supone una dificultad a la hora de interpretar las cifras que diferentes estudios aportan para conocer extensiones de bosques, índices de destrucción, etc. La FAO está preparando un sistema de clasificación que intentará convertirse en la norma para este tipo de estudios, pero todavía no está terminado.

Los bosques pueden ser clasificados de diferentes maneras y grados de especificación. Una forma es determinar el medio ambiente (ecosistema) en el que existen, junto con la longevidad de las hojas de la mayoría de los árboles (sea de hojas perennes o caducas). Otra clasificación es por la composición predominante de los bosques según el tipo de hoja: ancha (bosques latifolios) o aciculifolia (coníferas, pinos).

Bosques Boreales

Ocupan la zona subártica, y están integrados por coníferas y, por lo general, sus árboles presentan hojas perennes.

Bosques de las Zonas Templadas

En ellos se encuentran bosques caducifolios (pierden sus hojas en un período determinado) de hoja ancha, y bosques perennifolios de coníferas. En las zonas templadas cálidas hay árboles perennifolios de hojas anchas, incluyendo bosques de laureles.

Bosques tropicales y subtropicales

Incluyen a los húmedos, secos y los de coníferas. La fisonomía, como se ve, clasifica los bosques por su estructura física aunque también pueden ser clasificados, más específicamente, por la presencia de especies dominantes, y existen numerosos tipos de bosques.

Dos tercios de las 250 000 especies de plantas vasculares del mundo crecen en regiones tropicales, la mayoría de ellas se presentan sólo en los bosques tropicales húmedos. Los bosques lluviosos tropicales albergan más de la mitad de las especies vegetales y animales de la tierra, pero apenas cubren 7 % de la superficie terrestre.

Estado de los bosques a nivel mundial

Los bosques mundiales abarcan, según los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cerca de 4 mil millones de hectáreas, y cubren casi 30 % del área mundial. Desde 1990 hasta el 2005, el mundo perdió 3 % de su área total de bosques, una disminución promedio de 0,2 % al año.

Hoy los bosques ocupan más de la cuarta parte de las tierras emergidas, excluyendo la Antártida y Groenlandia. La mitad de los bosques están en los trópicos; y el resto en las zonas templadas y boreales. Siete países albergan más de 60 % de la superficie forestal mundial: Rusia, Brasil, Canadá, Estados Unidos, China, Indonesia y Congo.

La mitad de los bosques que una vez cubrieron la tierra, 29 millones de km2, desaparecieron y lo más importante en términos de biodiversidad, cerca de 78 % de los bosques primarios se encuentran ya destruidos y el resto, amenazado por la extracción de madera, la conversión a otros usos como la agricultura y la ganadería, la especulación, la minería, los grandes embalses, las carreteras y caminos forestales, el crecimiento demográfico, el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad.

Al comenzar el Siglo XXI, hay una disminución neta anual de 11,3 millones de hectáreas de bosques, según la FAO, que se destinan a otros usos. Cuba se sitúa entre las naciones que mayor crecimiento mantiene de sus recursos forestales, al tener cubierto 24,5 % del territorio nacional y proponerse llegar a 29 % en el año 2015.

Creencias, mitos y realidades

Alrededor de los bosques y los árboles existen creencias y mitos de singulares características, que se han tejido sobre todo a partir de las religiones afrocubanas, donde se le asignan cualidades y propiedades en ocasiones fantásticas.

De esta forma se dice que «el dueño» del bosque o monte es el orisha Osain; sin su permiso, no se puede hacer uso de ninguno de sus elementos. Pero también la propiedad del bosque la comparte con Oggún, guerrero que protege al hombre de sus enemigos y para ello se auxilia del uso de algunos árboles del monte.

Existe la creencia de que medicina y folclor, folclor y medicina son fenómenos difíciles de separar: el uso de las yerbas medicinales ha ido aparejado al desarrollo socio-cultural del hombre; los primeros pobladores aliviaban sus dolencias utilizando los recursos vegetales que tenían a su alcance, entre ellos los árboles, pero esos mismos recursos se empleaban para satisfacer otras necesidades, como combatir los «males del alma» o dolencias sentimentales que iban desde afecciones amorosas hasta las rivalidades y la lucha por el poder; porello, la tradición es aliada de la medicina y el ritual.

Resulta interesante un tema donde mitos y leyendas, religión, medicina y tradición se mezclan para mostrar algo del acervo cultural del pueblo, arraigado en diferentes grupos sociales, que constituye una riqueza inestimable de la sabiduría popular guardada con celo, para mantenerlo hoy día y que trascienda a las generaciones futuras, para que valoren, mantengan y trasmitan esta parte de la riqueza cultural de nuestra sociedad. Según las creencias o como se utilizan los árboles del bosque se presentaran algunos para rituales, ofrendas y otros considerados sagrados.

El intercambio cultural que se produjo en Cuba con la trata de esclavos, desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XIX, trajo consigo la influencia de sus tradiciones en la cura de diferentes enfermedades, alimentación, religión, bailes y usos de diversos recursos naturales, como los árboles.

Algunos se consideran sagrados, de otros se utilizan sus «palos» (tallos desprovistos de hojas), sus ramas y/o sus frutos en las principales ceremonias: iniciación, bautizo, matrimonio y muerte, o empleados como ofrendas o «addimú» o en trabajos de brujerías. Muchos de estos conocimientos se conservan hoy.

Entre los árboles de nuestros bosques, con diversos usos populares, sobre los cuales se tejen numerosos mitos y leyendas, aparece la ceiba o akoko (Ceiba pentandra (L.) Gaertn), se destaca por su belleza, considerado árbol sagrado de las religiones afrocubanas.

Adorna con frecuencia parques y jardines de la ciudad. Como expresara el apóstol José Martí: «Hacen arcos, de un borde a otro, las ceibas potentes». Nos protege hasta el fin de nuestros días, esparce al viento cada cuatro años motas de algodón (semillas aladas) recolectadas en ocasiones por la población para la confección de almohadas. El culto hacia ella nació debido a su majes-tuosidad.

Ningún otro árbol de Cuba es tan respetado, querido y temido al mismo tiempo. La ceiba representa a Dios y se tiene como superstición que quien la corte sufrirá un castigo fuerte. No se tala jamás pues significa desgracia eterna para el osado y su familia. No se pisa su sombra sin pedir permiso, no se arrancan sus hojas sin pagar derecho (unas monedas en el tronco).

Ceiba

La leyenda cuenta que los indios bailaban alrededor de la ceiba pues consideraban que su tronco representaba al sol, de ahí la tradición de dar tres vueltas alrededor de la ceiba del Templete el 16 de noviembre, día de San Cristóbal y aniversario de la fundación de La Habana, y pedirle tres deseos o milagros; con ello se rinde culto a una tradición y a un árbol que es símbolo de bonanza de los dioses y dado a recibir ofrendas y veneración, y en pago, responder con fortaleza, belleza y comprensión a lo solicitado.

Existen muchas leyendas sobre la ceiba. Las ofrendas pueden tener diferentes orígenes: un objeto, dinero, o formado por diferentes recursos naturales, dentro de los que se destacan algunos componentes del bosque como hojas, flores y frutos.

En una casa templo, puede recrear su vista ante diversas y sabrosas comidas y frutas, entre las que se destacan las preferidas por cada orisha, como el Aguacate (Persea americana) de Oggún, orisha que domina los secretos del monte; y el Mango (Mangifera indica), de Ochún, bella orisha, zalamera, diosa del amor, todo armónicamente dispuesto en un trono bien trabajado donde se elevan, según los orishas, los sopones y ofrendas en fuentes de variados colores de acuerdo a la deidad que representan.

No todo lo que brilla es oro, es curioso que no todas las actividades rituales sean para producir el bienestar de una persona. Dentro de los árboles que se utilizan para hacer daño se encuentra la Yaya (Oxandra lanceolata (Sw.) Baill.) de las anonáceas o Ecmí en lucumí y kurumen en congo, árbol silvestre de los más comunes en todo el archipiélago. Sus palos se utilizan para guerrear y es uno de los fundamentales en la nganga.

Es un gran brujo, con mucha eficacia para buenos o malos propósitos y de ahí que se resaltan las virtudes mágicas de la yaya o yayita, para acabar con todo lo malo. Los religiosos que se dedican a hacer el mal, o mayomberos, siempre lo tienen en su casa porque la yaya tumba y levanta, mata o cura. Las ramas de esta planta vigoriza, limpia y quita ñeque.

Sus hojas depuran la sangre y su corteza cura las llagas de las piernas y de los pies que han pisado brujería. La protección de la yaya en las religiones afrocubanas llega a ser tan valiosa, porque el significado religioso de yaya es madre.

La Yaba (Andira inermis), es un árbol silvestre que aunque algunos le adjudican uso medicinal como antihelmíntico por tener como principio activo la andirina, su leño produce un humo que daña la vista y hasta causa ceguera, según afirman algunos conocedores, hechos que expresan muchos creyentes al referirse a ella: «La yaba tiene espíritu malísimo con el que no se juega pues le gusta apagarle los ojos a la gente». Pero además, cuando florece, no se posa ni una abeja en su flor, pues muere si liba de ella.

Metafóricamente se dice que es uno de los árboles que se apropian los orishas guerreros por excelencia, Changó y Oggún, y se plantea: «Oggún ciega con la yaba y le tapa la vista a los demás guerreros para que no lo vean, y en una guerra en que le perseguían, envenenó con yaba las aguas del río y cegó a todos los enemigos para que no lo viesen escapar a la otra orilla; mientras que Changó se vale de la yaba cuando pelea con Oggún por rivalidades de mujeres, líos de familia, pues no le perdona que cuando llegaba borracho a su casa, le pegaba a su madre Yemayá»

La yaba


Caprichos de la naturaleza

¿Qué atrae en los bosques? Sus grandes guardianes, protectores ambientales que permiten que nuestro planeta sea un lugar habitable. Son capaces de cuidar su entorno, incluyendo al hombre, al cual también les son útiles. Los árboles, en general, son conocidos por todos, pero no por ello dejan de ser atractivos y fáciles de recordar.

Resultan una fuente de energía, protegen, armonizan, dan paz. Despiertan el interés por su arrogancia, su utilidad, por destacarse como melíferos, por presentar caracteres llamativos o atractivos en algunos de sus órganos florales o vegetativos, por prestar apoyo a otras manifestaciones de la vida vegetal o animal, o entristecer el paisaje a modo de naturaleza muerta, cuando desprovistos de sus hojas, siguen altivos desafiando al caminante, en espera de su nueva vestimenta.

La naturaleza muestra al hombre una gama de colores, formas y portes que permiten al observador detallar troncos, ramas y raíces que exhiben las especies del bosque en su desarrollo. Al dejar correr la imaginación aparecerán en mente figuras, factibles de comparar con partes del cuerpo humano, animales o cosas.

Si se quiere mostrar vigor, fortaleza, gran porte, se debe traer a su imaginación los imponentes y enormes jagüeyes (Ficus sp.), árboles de la familia de las Moráceas. Su tenacidad la muestran en la capacidad de multiplicar sus peculiares raíces aéreas, salidas donde no corresponde, desarrolladas sin sostén y en ocasiones usadas como cordel, verdaderas cabelleras que se cruzan, se entrelazan cual resistentes lianas y bloquean como fuerte muralla, haciendo que los transeúntes se detengan para admirarlas.

En torno al tronco principal, raíces y ramas se fusionan y esculpen formas que semejan cuevas, cavernas, órganos de los sentidos y reproductores. Los jagüeyes gustan de adornar el paisaje, buscando apoyo en cualquier vecino, y lo cansan, y desplazan hasta ahogarlo. Por ello simbolizan la traición y la ingratitud.

El buen observador encuentra numerosas curiosidades en formas que responden a la imaginación. La cicatriz dejada por la poda de una rama puede parecer el ojo de una mujer que desde el tronco mira; la comunión entre el almácigo, una palma y un pino es como el símbolo de una amistad entrañable; la estrangulación en el tronco de una palma, su renacer, su apego a la vida.

El Árbol de la salchicha (Kigelia pinnata DC.), crea falsas expectativas por sus frutos grandes, semejantes a salchichones que invitan a comerlos, pero son leñosos y no comestibles.

Cualquier fenómeno natural es admirable, como el cambio de coloración en las ramas, flores y frutos de los bosques, que aportan los arbustos, lianas, epífitas, que los invaden. El tronco del dagame (Calycophyllum candidissimum (Vahl) DC.) está veteado en un tono blanco grisáceo primero y después, cuando pierde la corteza, queda liso, de color cobrizo.

Sostén de vida

Los bosques y sus componentes invitan a la vida, dan un remanso de paz, el sosiego y la inspiración necesaria. Al pasear por un bosque, se descubre mucho más de lo imaginable en la comunidad arbórea y se ven asociados a sus vecinos, al resto de las especies vegetales, de la fauna, de hongos, líquenes, musgos y hepáticas, y componentes abióticos que complementan el paisaje, donde el más fuerte, el más viejo, el que domina, parece decidir, es solidario y atrae.

Albergan especies epífitas como los curujeyes y algunos cactos y orquídeas que en ocasiones invaden troncos y ramas tratando de garantizar su propio bienestar. Aun los troncos aparentemente desechados de un árbol muerto, continúan siendo refugio de otras especies de la flora y la fauna.

Características interesantes

La micrantia (flores pequeñas)

Es un fenómeno presente en la flora cubana al igual que en la flora del resto de los países antillanos. Es frecuente encontrar grandes árboles, los cuales se cubren de muchas flores pequeñas en el período de floración, y brindan un toque de belleza y distinción poco común.

Ejemplo de ello es el ocuje (Calophyllum antillanum Britton), que se aprecia en zonas urbanas y rurales; en los meses de verano sus pequeñas flores fragantes logran cautivar y detener a muchos para admirarlas. Se unen en racimos para que el efecto del contraste verde, blanco y amarillo cause el impacto deseado en cualquier observador.

La microfilia (hojas pequeñas)

Es otra característica singular de la flora cubana al contrastar la enorme talla de algunos árboles con las pequeñas dimensiones de las hojas que portan, que en ocasiones sugieren tramos de encajes bien diseñados en esos gigantes de diferentes tonalidades verdes.

Ese carácter les permite adaptarse bien a condiciones ecológicas extremas como la sequía, pues esas hojas de consistencia dura, y a veces espinosas, contribuyen a que sobrevivan en un medio aparentemente incompatible con la vida.

Árboles caducifolios

Cuando la estación es desfavorable, ya sea por la llegada del invierno o período de seca, algunos árboles pierden sus hojas total o parcialmente para combatir las condiciones climáticas adversas; así sucede con las leguminosas, la ceiba, la caoba y el cedro, conocidos como caducifolios. Este mecanismo ayuda a la dispersión de las semillas, que a menudo tienen alas o algodón para volar.


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