Manuel Lavastida Miranda
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Manuel Lavastida Miranda. Comandante del Ejército Libertador. Combatiente de la Guerra del 95 por la libertad de Cuba.
Sumario
Sintesis biografica
Nació en Mantua el 27 de junio de 1862. Sus padres Don Bartolomé Lavastida y Doña Ana Miranda. Desde temprana edad fue enviado al colegio de Belén, en La Habana, donde cursa estudios hasta la segunda enseñanza.
Cuando muere su padre, regresa a su casa paterna haciéndose cargo de la administración de sus bienes en noviembre de 1887. Contrajo matrimonio con la Sra Catalina Díaz y Sánchez, de cuya unión nacieron antes de la guerra cinco hijos.
Los cuatro últimos perecerían de hambre en la manigua, pasando el padre por el intenso dolor de cavar su sepultura y ver además a su inseparable compañera sufriendo un horrible ataque de parálisis sin tener medios para combatirla.
Incorporación a la lucha
Al estallar la guerra contra la metrópoli española, Lavastida fue uno de los primeros en lanzarse al campo de la redención, luchando a las órdenes de Antonio Maceo, a quien sirvió de práctico en su travesía por la parte occidental de la isla.
Tomó parte en casi todos los combates importantes que tuvieron lugar en la región pinareña, pudiéndose mencionar entre otros Las Taironas, Montezuelo, Tumbas de Estorino, Candelaria y Luis Lazo, además de los múltiples combates que tuvieron lugar en Lomas de Tapia.
Ascensos
Por los servicios prestados a los generales Pedro Díaz Lorente y Antonio Varona Miranda, le es conferido el grado de teniente.
Según testimonio de su madre, Manuel Lavastida terminó la contienda libertadora con los grados de comandante y no aceptó el ascenso de gracia al grado inmediato superior por su negativa rotunda a participar en un desfile de veteranos de la guerra en La Habana, por considerar que había peleado por la libertad de Cuba y no para satisfacer caprichos o vanidades en una revista militar
La República
Una vez terminada la guerra, este hombre digno que sacrificó su familia, su bienestar y sus afectos para lanzarse al campo de batalla contra el gobierno español, regresó victorioso a dedicarse de nuevo al cultivo del tabaco, fase de la agricultura por la que sentía verdadera afición.
Constituida la república, fue consejero provincial por San Juan y Martínez aunque siempre dedicado a sus labores campesinas. Más tarde al solicitársela sus servicios en el naciente gobierno, aceptó un puesto en el ejército nacional al cual ingresó con el grado de capitán.
En 1903 fue destacado a la villa de Guanajay, estableciéndose allí con su familia hasta agosto de 1906. Posteriormente fue trasladado a Matanzas, después a San Juan de los Remedios y más tarde a Colón, en cuyo lugar lo sorprende una injusta cesantía.
Ya en la vida civil, abatido moral y físicamente decide retirarse de la vida política y dedicarse nuevamente a la agricultura. Por mediación de un amigo consigue un puesto de administrador de una colonia cañera.
Una vez establecido, decide ir a Sancti Spíritus en busca de un amigo al que desea emplear consigo. A su regreso es detenido arbitrariamente en el momento en que cambiaba de tren en Placetas y es acusado de conspirador, encontrándosele como única prueba acusatoria una carta para su hijo mayor estudiante a la sazón de una universidad norteamericana y un pequeño estuche con peinetas para sus pequeñas hijas.
Muerte
Fue conducido al cuartel de Placetas incomunicándosele hasta las 12 de la noche, hora en que haciéndole creer que se le trasladaría a La Habana por ferrocarril, fue sacado del cuartel por un grupo de soldados que lo condujeron a unos 200 metros fuera del pueblo y maniatado, lo acribillaron a balazos el 16 de agosto de 1909. Para justificarse ante el pueblo, hicieron 23 disparos al aire fingiendo la aplicación de la ley de fuga.
Fuentes
- Historiadores del municipio Mantua. Investigación de la historia del municipio.
