Manuel de la Revilla

Manuel de la Revilla
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Escritor y crítico español
Nombre completoManuel de la Revilla Moreno
Nacimiento26 de octubre de 1846
Madrid, Bandera de España España
Defunción13 de septiembre de 1881
El Escorial, Madrid, Bandera de España España
Ocupaciónescritor
Nacionalidadespañol

Manuel de la Revilla. Escritor y crítico español

Síntesis biográfica

Nació el 26 de octubre de 1846 en Madrid, España. Hijo de José de la Revilla (1800-1859). Estudió derecho y filosofía y letras en la Universidad Central de Madrid, por la que se doctoró en 1870 y en la que ejerció como profesor, tras ganar en 1876 la cátedra de literatura general. Tomó además parte activa en la política del momento, llegando a ocupar altos cargos en el Ministerio de Fomento.

Su ideario filosófico y estético muestra afinidades con Kant, el krausismo y el positivismo. Fundador de la revista El Amigo del Pueblo, polemizó, a menudo de forma virulenta, con destacadas figuras de la literatura española del momento, como «Clarín» y Emilia Pardo Bazán, y con eruditos como Menéndez y Pelayo.

Expuso sus ideas estéticas, entre otras obras, en Principios de literatura general (1872) y en La filosofía española (1876), así como en diversos ensayos literarios:El naturalismo en el arte, El Quijote y La tendencia docente en la literatura contemporánea, entre otros. Es autor también de un poemario (Dudas y tristezas, 1875) y de numerosos retratos literarios de escritores como López de Ayala, Mesonero Romanos, Campoamor o Pérez Galdós. Su traducción de las obras de Descartes se publicó en dos volúmenes en 1878.

Trayectoria

Fue «Una de las inteligencias más miserablemente asesinadas por el Ateneo y por la cátedra de Sanz del Río», asegura Marcelino Menéndez Pelayo en su Historia de los heterodoxos españoles. Desde cierta pedantería filokrausista dice de él Mario Méndez Bejarano, en su Historia de la filosofía en España, al tratar del kantismo: «Hombre de talento claro y no profundo, dotado de palabra tan fácil como su pluma, publicó estudios de filosofía islámica e india harto ligeros y se inició en la especulación dentro del cenáculo krausista.

En esta época escribió libros en colaboración con González Serrano y un programa de literatura con D. Francisco Giner. De pronto, se desvió de la escuela y abrazó el neo-kantismo, dedicándose a zaherir cuanto pudo al krausismo y a negar la realidad de una filosofía española, en unión con D. José del Perojo, desde la Revista Contemporánea. No parece extraña la defección: Revilla, con todo su talento, carecía de estructura cerebral metafísica y, a mi juicio, no llegó jamás a penetrar en la entraña del sistema de Krause. Su misma obra de Literatura en colaboración con Alcántara lo delata, pues el tomo I, redactado por él, donde trata la Estética y las generalidades de la ciencia literaria, no es más que la Estética de Krause, desnaturalizada por imperfecta visión de los principios, y la Literatura de don Francisco de P. Canalejas, despojada de su alto sentido y su brillante idealidad. Por eso siempre anduvo vacilante su criterio y de cuanto habló o escribió sobre filosofía no puede recoger la crítica una sola afirmación. No tenía el neo-kantismo otro valor que el de un puente por donde los krausistas poco convencidos pudiesen derivar al positivismo, y así aconteció con muchos, incluso D. Nicolás Salmerón.»

Marcelino Menéndez Pelayo, diez años más joven que Revilla, en la cruzada contra los krausistas que inició siendo estudiante, publicó en septiembre de 1874 –sólo tenía 17 años–, en Barcelona, una primera feroz andanada contra Manuel de la Revilla (que transcribimos más abajo), un personaje en el que había fijado su atención: en agosto de 1874 su amigo Clemente Cortejón ya le informaba que la «mamá de ese señorito se ha hecho protestante, de lo cual se alaba en el círculo de sus relaciones...» Es bien sabido que a finales de ese mismo mes de septiembre de 1874, el Menéndez Pelayo que en junio había decidido evitar al Salmerón con el que no podría licenciarse, pudo encontrarse en Valladolid con Gumersindo Laverde, quien tanto habría de influir en el precoz y brillante Marcelino, formándose entrambos una famosa y fecunda simbiosis, cuyo primer resultado fue la famosa polémica sobre la «filosofía española», encendida sobre la pavesa que Revilla dejó escrita en su atinada «Revista crítica» del día 30 de mayo de 1876, en la que pueden leerse prudentes y ajustados comentarios suscitados por el discurso de entrada en la Academia Española que había pronunciado, el 21 de mayo de 1876, Gaspar Núñez de Arce («Causas de la precipitada decadencia y total ruina de la literatura nacional bajo los últimos reinados de la casa de Austria»), contestado en aquella ceremonia por don Juan Valera (ver «Gumersindo Laverde y la Historia de la Filosofía Española»). Ofrecemos más abajo una selección cronológica de menciones a Manuel de la Revilla extraidas del epistolario y de las obras de Menéndez Pelayo, que permiten seguir la evolución de una tormentosa relación culminada en fraternal amistad.

Manuel de la Revilla ganó ese mismo año de 1876 la cátedra de Literatura general de la Universidad de Madrid, y continuó siendo uno de los principales animadores del Ateneo, y de los críticos más influyentes del momento (el casi medio centenar de sus famosas e imprescindibles «Revistas críticas», publicadas entre 1875 y 1879 en la Revista contemporánea, disponibles desde agosto de 2006 en edición digital por el Proyecto Filosofía en español), hasta que en abril de 1880 se le manifestó una grave dolencia mental que le dejó incapaz, de la que se recuperó parcialmente un año después, para fallecer en El Escorial el 13 de septiembre de 1881.

Manuel de la Revilla ha sido víctima tanto del menéndez-pelayismo como del filo-krausismo que ha impregnado durante décadas la bibliografía histórico filosófica española, permaneciendo ignorados de hecho buena parte de los ajustados análisis y opiniones con los que fue sembrando sus textos, que se hace necesario recuperar para librar su recuerdo de injustos y cómodos sambenitos. Aunque también para no olvidar las terribles aseveraciones que Revilla dejó escritas sobre la mujer, dignas de aparecer en cualquier negra antología de la misoginia universal, así como sus andanadas contra los proyectos emancipadores, entre otras cosas porque tal desprecio sobre las capacidades de las mujeres era moneda corriente entonces (que Revilla pudo publicar sin mayores inconvenientes, haciendo cómplices, al menos tolerantes de sus ideas, a editores y colegas): no se olvide, por ejemplo, que el público del Ateneo de Madrid era entonces, por costumbre, exclusivamente masculino («y en verdad, en verdad, que no se comprende cómo el bello sexo, que con avidez asiste a las tribunas del Congreso, que figura en primer término en todas las solemnidades de las Academias, que ha concurrido a las Conferencias de la Universidad en 1870 y que hoy mismo favorece con su presencia los cursos de la Institución libre de enseñanza, parece como excluido de los salones de la calle de la Montera», reconocía Labra al escribir en 1878 sobre el Ateneo de Madrid

Muerte

Murió el 13 de septiembre de 1881 en El Escorial, Madrid, España.

Obras

  • La filosofía española, 1876
  • Críticas de D. Manuel de la Revilla, Burgos, Imp. de D. Timoteo Arnaiz, 1884-1885, 2 vols.
  • Con Pedro de Alcántara García, Principios de literatura general e Historia de la literatura española Madrid: Tipografía del Colegio Nacional de Sordomudos y de Ciegos, 1872. Segunda edición, aumentada y completamente refundida. Madrid, 1877, 2 vols. 4º
  • Obras de Manuel de la Revilla. Madrid: Ateneo Científico, Literario y Artístico, 1883. Lleva un prólogo de Antonio Cánovas del Castillo y un discurso preliminar de Urbano González Serrano.
  • Obras filosóficas de Descartes. Tomo I Madrid etc.: Biblioteca Perojo, 1877
  • Historia y defensa de la declaración de la prensa republicana Madrid: Imprenta de La Discusión a cargo de F.G. de Cañas, 1870.
  • Dudas y tristezas: poesías. Madrid: Imprenta de Medina y Navarro, 1875. Hay una segunda edición (Madrid: librería de F. Iravedra, 1882) con una "noticia necrológico-biográfica" por Pedro de Alcantara García y un prólogo de Ramón de Campoamor.
  • Cartas inéditas de D. Julián Sanz del Río publicadas por Manuel de la Revilla. Madrid: Casa Editorial de Medina y Navarro, sin año.

Fuentes