Mario Romañach Paniagua

Mario Romañach Paniagua
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Destacado arquitecto cubano de los años 50 del Siglo XX
Nacimiento1917
Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento8 de marzo de 1984
NacionalidadCubana
EducaciónUniversidad de La Habana
OcupaciónArquitecto

Mario Romañach Paniagua. Uno de los más destacados arquitectos cubanos de los años 50 del siglo XX. La calidad espacial y formal de sus edificios está dentro de la mejor tradición latinoamericana e internacional del momento.

Sintesis biográfica

Mario Romañach nació en 1917.

Estudios realizados

Inició sus estudios superiores en la Universidad de La Habana y fue uno de los arquitectos que participó en el suceso denominado la Quema de los Vignolas (suceso ocurrido en el patio de la entonces Escuela de Arquitectura de la Universidad de La Habana en 1944, cuando un grupo de estudiantes y recién graduados quemaron varios ejemplares del Tratado Práctico Elemental de Arquitectura o Estudio de los Cinco Órdenes de Jacopo (Giacomo) Barozzi da Vignola (1507-1573), exponente de la enseñanza de la arquitectura clásica) junto con Max Borges Recio, Frank Martínez, Nicolás Quintana, Ricardo Porro Hidalgo y Antonio Quintana Simonetti.

Trayectoria profesional

A partir de aquel suceso, Mario Romañach inició su carrera como uno de los más destacados profesionales de la arquitectura moderna en Cuba.

En 1944 trabajó junto a los arquitectos Pedro Martínez Inclán y Antonio Quintana en el Barrio Residencial Obrero de Luyanó, localizado en un área al sur de la bahía de La Habana.

El proyecto se realizó siguiendo los conceptos de la arquitectura moderna. Contaba con 1 500 viviendas, ocho complejos de apartamentos en edificios de cuatro pisos y todos los servicios complementarios: mercados, centros escolares, campos deportivos y parques.

En la línea desarrollada en sus obras en este período, Mario Romañach mantuvo como elemento fundamental la adaptación de la construcción racionalista al ambiente tropical, con el uso de los quiebrasoles de Le Corbusier. En la búsqueda de una arquitectura regional, en este período se desarrolló un diálogo dialéctico entre las soluciones formales de la edificación moderna y las soluciones vernáculas que ofrece la vivienda colonial cubana.

Muerte

Murió en Estados Unidos, el 8 de marzo de 1984.

Influencia

Resulta interesante señalar la influencia, en la mayoría de sus obras, de la arquitectura japonesa, cultura por la cual tenía una especial predilección.

Obras

Sus obras se enmarcan en dos variantes fundamentales: las residencias y los edificios polifuncionales para las empresas privadas y los de apartamentos.

Su trabajo se pone de manifiesto en la vivienda de Rufino Álvarez, edificada en 1957 y ubicada en 214 entre 13 y 15, Siboney, Playa, y en la casa de Ana Carolina Font, de 1956, levantada en 216 A entre 7ma. A y 9na., Siboney, Playa. En ambas se evidencia esa influencia en la horizontalidad, la adaptación y respeto por la naturaleza circundante, la disposición de sus techos y la expresión de la estructura; además es indudable el uso de la madera en detalles como las barandas, las celosías y toda la carpintería. Estas dos casas son de las mejores obras de Romañach por su excelente composición formal y espacialidad, además de un exquisito manejo de los detalles. Se observa también la preocupación del arquitecto por la adaptación climática.

Entre otras residencias habaneras con similares características a las anteriores, pero con inteligentes variaciones en los proyectos, se destacan la de Manuel Saavedra, de 1951, ubicada en 5ta. Avenida esquina a 82, Miramar, y la de Evangelina Aristigueta de Vidaña, de 1953, situada en 146 entre 23 y 25, Cubanacán.

Entre los edificios construidos en La Habana pueden señalarse: la peletería California, edificada en 1951 y dispuesta en Galiano entre San José y Barcelona, de sobrio estilo en su fachada, con un agradable interior para el cliente con amplios espacios funcionales; el de apartamentos de Josefina Odoardo de1953, sito en 7ma. Entre 62 y 66, Miramar, en el que prima el uso de la celosías de cerámica, las escaleras exteriores y terrazas sin techar, estas últimas con barandas rectangulares de madera; el de Oswaldo Pardo, de 1954, ubicado en 98 entre 5ta. F y 7ma., Miramar, en el que se destaca la forma vertical en el exterior conformado por entrantes y salientes en el que sobresalen las ventanasMiami de madera, los closet construidos con ladrillos a vista, material este que utiliza en todas las paredes de la edificación, y las terrazas laterales con barandas rectangulares de madera. Su interior es sencillo, con pocas paredes para que la ventilación no se obstaculice.

Entre estas obras cabe destacar el edificio de apartamentos de Guillermo Alonso que realizó junto a Silverio Bosh, de 1950, ubicado en 8 entre 5ta. y 7ma. avenidas, Miramar. Está conformado por dos bloques racionalistas alrededor de grandes espacios verdes, que actúan como especie de patio interior. Igualmente sobresale el edificio de apartamentos de Evangelina Aristigueta de Vidaña por su simpleza formal y su fuerte identidad cubana, dado en una serie de detalles como el uso de los materiales tradicionales de la arquitectura del país, presencia de celosías y de vitrales, se encuentra en la esquina de 7ma. Y 60, en Miramar, Playa.

Por último, también debe mencionarse el edificio de apartamentos de The Goods and Bonds Investment Co., construido entre 1956-1958 y ubicado en C entre 29 y Zapata, El Vedado. Es una obra de gran hermetismo, de una bastante simpleza formal y su riqueza compositiva está dada por el movimiento de un módulo en su fachada. En el interior se observa el interés de Romañach por la cultura japonesa en detalles como las barandas de la escalera.

Además de todos estos proyectos, el arquitecto Mario Romañach colaboró bajo el auspicio del ministro de Obras Públicas, Nicolás Arroyo Márquez, y la Junta Nacional de Planificación de Cuba entre 1955 y 1958, en la elaboración de un Plan Piloto de La Habana, contratado a Town Planning Associates, firma consultora de Nueva York, dirigida por el arquitecto catalán Joseph Lluis Sert, y sus socios Paul Lester Wiener y Paul Schulz, con la intención de guiar de manera adecuada el desarrollo del continuo y acelerado crecimiento de la ciudad de La Habana durante la siguiente década. Dentro de este plan cabe destacar el proyecto de Romañach, Gabriela Menéndez y Joseph Lluis Sert para el nuevo Palacio Presidencial, el cual se ubicaría cerca del Castillo de San Carlos de la Cabaña y del Castillo de los Tres Reyes de El Morro, obra que no se llegó a ejecutar.

Posterior a 1959 pasó a residir a Estados Unidos, donde fue profesor de las universidades de Harvard, Cornell y Pennsylvania.

En la década del 70 tuvo un papel clave en los momentos iniciales de la Carrera de Arquitectura de la Universidad Simón Bolívar de Caracas, donde participó en su conceptualización, definición y orientación.

Mario Romañach supo sacar partido creativo a las soluciones tradicionales de la arquitectura cubana e incorporarla en un proceso de síntesis acelerada, pero muy juiciosa, las lecciones de los grandes maestros del modernismo occidental y de la arquitectura japonesa tradicional, creando un lenguaje moderno y regionalista al mismo tiempo. Por ello se le considera el más imaginativo y transgresor arquitecto cubano de la década del 50 y uno de los mejores de todos los tiempos

Al final de su producción en Cuba, Romañach había alcanzado niveles muy altos de elaboración formal en su lenguaje muy propio que ya se apartaba de la modernidad. Con ello se adelantó a las contradicciones que condujeron a enfrentar la arquitectura latinoamericana con el ascético racionalismo del movimiento moderno europeo.

Premios otorgados

En 1949 obtuvo junto a Silverio Bosh, con quien codirigía por esa época la firma Bosh y Romañach, la Medalla de Oro del Colegio Nacional de Arquitectos por la vivienda de José Noval Cueto, de 1949, ubicada en 17A entre 174 y 190, Cubanacán, Playa. Esta residencia es, tal vez, uno de los principales exponentes de la arquitectura cubana de todos los tiempos y, sin duda, el mejor ejemplo del racionalismo en Cuba; Romañach logró una excelente adaptación de este estilo con los elementos de la tradición cubana.

La obra es un gran prisma alargado (la típica caja blanca) al cual se le sustrae una porción, lo que crea una especie de «patio interior», a manera de la morada colonial cubana. Los volúmenes separados por este «patio» se unen a través de dos espectaculares galerías que los conectan. Cumple con los dictados racionalistas al pie de la letra: planta libre, ventanas corridas, fachada libre, etc. La casa no es solo excepcional por sus extraordinarios valores visuales, sino también por su asombrosa adaptación al clima tropical cubano.

En 1979, fue nombrado miembro de Nacional Academy of design de los Estados Unidos de América.

Fuente

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