Mario de la Cueva

Mario de la Cueva
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NombreMario de la Cueva y de la Rosa
Nacimiento11 de julio de 1901
Ciudad de México
Fallecimiento6 de marzo de 1981
Ciudad de México
NacionalidadMexicana

Mario de la Cueva y de la Rosa nació en la ciudad de México el 11 de julio de 1901, falleciendo en la misma ciudad el 6 de marzo de 1981. Fue Licenciado en Derecho por la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Dedicó su vida principalmente a la docencia y a la investigación, desarrollando su actividad académica en México pues fue rector de la UNAM de 1940 a 1942; sin embargo, ha sido considerado el jurista nacional de mayor renombre internacional, sobre todo en el área del derecho del trabajo. Realizó también importantes aportaciones en disciplinas como el derecho constitucional y la teoría del Estado.

Biografía

Sus padres, el médico cirujano don Ricardo de la Cueva y la señora doña María de la Rosa y Berriozábal. tuvieron tres hijos varones. Mario, segundo de los hermanos, hizo sus primeros estudios en la Escuela Florencio María del Castillo, y conservaba su Diploma de Primer Premio de Aplicación y Aprovechamiento en el periodo escolar de 1908, firmado por don Porfirio Díaz y don Justo Sierra.

De 1918 a 1921 Mario de la Cueva hizo sus estudios preparatorios. Cuando llegó el día de escoger carrera, el joven bachiller, cuyo padre y cuyo abuelo paterno habían sido distinguidos galenos, se inscribió, deseoso de prolon­gar la tradición, en la Escuela Nacional de Medicina. En­tre otros, tuvo allí por condiscípulos a Ismael Cosío Ville­gas, Guillermo Montaño y José Juan Castro. De los que fueron sus mentores recuerda con afecto a don Fernando Quiroz, don Tarquino González y don José Olvera.

En el vetusto edificio de la Plaza de Santo Domingo estudió con empeño; mas pronto empezó a preguntarse si había hecho una buena elección, pues tenía tres deficien­cias que para un futuro médico son graves: mal oído, mala vista y mal tacto. Pero otra cosa resultó decisiva. Cierto día que fue con el doctor Tarquino González al Hospital Juárez, vio agonizar, en medio de terribles sufrimientos, a un enfermo desahuciado. Profundamente conmovido, com­prendió que jamás podría acostumbrarse a la impotente contemplación de espectáculos como el que veían sus ojos y, en ese mismo momento, decidió cambiar de carrera. Pensó, sin embarHO, que era su deber presentar las prue­bas finales. Así lo hizo y, con buenas notas, resultó apro­bado en todas las asignaturas.

En los periodos escolares de 1932 y 1933 siguió, con creciente entusiasmo, una serie de cursos sobre temas de filosofía y derecho. Tuvo el privilegio de oír las lecciones de Nicolai Hartmann, que era, a la sazón, el profesor más admirado en la Universidad de Berlín. También oyó di­sertar a David Baumgarten sobre historia del pensamiento filosófico; a Eduardo Spranger sobre individualismo y li­beralismo; a W erner Sombart sobre capitalismo moderno; a Carl Schmitt sobre Teoría de la Constitución ( título del famoso libro que el discutido constitucionalista acababa de publicar) ; a Rodolfo Smend sobre Constitución y derecho constitucional, y a Karl Hans Nipperdey y Hermann Dersch sobre derecho del trabajo. Las enseñanzas que re­cibió de estos mentores ensancharon en forma extraordinaria su horizonte intelectual y contribuyeron a fortalecer su propósito de consagrarse a la investigación y la docen­cia en las disciplinas que con tanto amor cultivó desde entonces: el derecho del trabajo, el derecho constitucional y la teoría del Estado.

También en 1934, publicó su Derecho mexicano del trabajo. Salido de las prensas de la Editorial Cultura, el li­bro alcanzó buen número de ediciones, y pronto se convir­tió en obra de texto para los estudiantes y de obligada consulta para los especialistas de la materia. A mediados del mismo año, el doctor Gustavo Baz, que acababa de ser electo rector de la Universidad, pidió a un grupo de profesores de la Escuela de Jurisprudencia que le propusieran un candidato para el cargo de secreta­rio general de nuestra Casa de Estudios. Ellos sugirieron el nombre del distinguido civilista Manuel Gual Vidal.

El doctor Baz aceptó la sugestión y expidió el correspondiente nombramiento. Pocos meses más tarde, Gual Vidal presentó su renun­cia, y el rector, deseoso de que el puesto de secretario lo siguiera ocupando un maestro de la Escuela de Jurispru­dencia, pidió nuevamente al mismo grupo de profesores el nombre de alguna persona idónea. Esta vez, Mario de la Cueva fue el propuesto, y el rector lo designó de inme­diato. Esto ocurría a fines de 1934.

Fácil es entender que un maestro de tan multifacética y fe cunda actividad recibiera tantas distinciones, lo mismo de México que de otros países. Fue profesor honorario de la Universidad Autónoma de El Salvador y doctor honoris causa de la de San Carlos de Guatemala; se le otorgó la Medalla de Instrucción Pública de Venezuela; fue miembro de la Orden do Mérito Judiciário do Trabalho de Brasil; doctor honoris causa y profesor emérito de la Universidad Nacional de México y Premio Nacional 1978 de Ciencias y Artes en historia, ciencias sociales y filosofía. Además, fue miembro del Instituto de Derecho del Trabajo de la Universidad Nacional del Litorial; del Instituto Venezo­lano de Derecho Social; del Instituto Latinoamericano de Derecho del Trabajo; de la Societé lnternacionale du Tra­vail et de la Sécurité Sociale; figuró entre los miembros honorarios del Ilustre Colegio de Abogados de la Libertad de Trujillo, del Perú, y se le hizo correspondiente de la Asociación Argentina de Ciencia Política.

Cuando obtuvo su jubilación, siguió trabajando con el mismo vigor de sus años juveniles: no sólo dio conferen­cias y publicó ensayos sobre temas muy diversos, sino que tenía en el telar una obra de gran aliento, que esperaba publicar en breve: su Tratado de derecho constitucional.

Sus alumnos han dejado innumerables testimonios de los rasgos y virtudes del maestro Mario de la Cueva. Lo caracterizó el rigor de su razonamiento y el trabajo metódico, sin impedirle esto comunicar con claridad su pensamiento, siempre crítico y original, ya que era ajeno a la imitación extralógica y a la improvisación.

Muerte

Falleció el 6 de marzo de 1981 en la ciudad de México.

Distinciones

  • Profesor honorario de la Universidad Autónoma del El Salvador
  • Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos en Guatemala
  • Medalla de Instrucción Pública de Venezuela
  • Orden do Mérito Judiciario do Trabalho de Brasil
  • Doctor Honoris Causa y Profesor Emérito de la UNAM

Publicaciones

  • El derecho mexicano del trabajo
  • La síntesis del derecho del trabajo
  • La idea del Estado
  • la Constitución política y Teoría de la Constitución

Revista Tierra Nueva

En 1939, como secretario general de la universidad, Mario de la Cueva le propone a Jorge González Durán, quien en ese entonces era estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras, la creación de una revista literaria universitaria. Esta publicación se llamaría Tierra Nueva, con el primer número publicado en enero de 1940 y editada por el mismo González Durán, junto con Leopoldo Zea, José Luis Martínez, y Alí Chumacero.

Fuentes