Masacre de Fenastras (San Salvador, 1989)

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Masacre de Fenastars
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Homenaje de salvadoreños a víctimas del Gobierno de Alfredo Cristiani.
Fecha:31 de octubre de 1989
Lugar:Local de la FENASTRAS (Federación Nacional de Sindicatos de Trabajadores Salvadoreños), en la ciudad de San Salvador
Consecuencias:
Con este atentado, el Gobierno de Cristiani involuntariamente aceleró la puesta en marcha de la ofensiva final del FMLN (11 de noviembre de 1989).[1]
País(es) involucrado(s)
El Salvador Bandera de El Salvador


Masacre de Fenastras. Fue perpetrada el 31 de octubre de 1989 por agentes policiales, que colocaron una bomba en el comedor popular del local de FENASTRAS (Federación Nacional Sindical de Trabajadores Salvadoreños) y que estalló cuando activistas y dirigentes se reunían para su acostumbrada jornada de coordinación. La explosión destruyó las dos plantas del edificio, mató a 6 sindicalistas y causó lesiones a 36, de los cuales después murieron 4.

En el atentado murió Febe Elizabeth Velázquez (de 28 años de edad).

[Febe Velázquez fue] una leyenda por su fuerza de liderazgo, la primera mujer en servir como secretaria general de la Federación, reconocida en muchos países como una vocera importante del movimiento revolucionario salvadoreño.
Lorena Peña, diputada del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional)[1]

Este ataque brutal fue solo uno de muchos perpetrados en contra de sindicalistas durante el conflicto armado en El Salvador. Fue el tercer atentado en contra de la sede de FENASTRAS durante 1989, aunque los dos ataques previos no dejaron muertos. El atentado ocurrió dentro de un contexto de una serie de ataques durante la última etapa de la guerra.[2]

Con la muerte de estos diez sindicalistas, incluyendo a la secretaria general, Febe Elizabeth Velásquez, el Gobierno de Cristiani involuntariamente aceleró la puesta en marcha de la ofensiva final del FMLN, realizada once días después, el 11 de noviembre de 1989.[1]

Hoy los areneros[3] hablan de derechos laborales, pero cuando tuvieron el poder esto es lo que hacían con los sindicatos y los trabajadores.
Lorena Peña, diputada del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional)[1]

Historia

En el local de FENASTRAS (Federación Nacional de Sindicatos de Trabajadores Salvadoreños), en el centro de la ciudad de San Salvador, atestada de público y dirigentes reunidos. Apenas pasado del mediodía estalla una bomba que destruye todo el edificio. Los cuerpos presentan mutilaciones, desfiguración de los rostros, sin cabeza y laceraciones en todo el cuerpo. La masacre se considera como una reacción del Gobierno al atentado contra el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, a cargo de un comando del FMLN (Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional).

  • Febe Elizabeth Velásquez, del Comité Ejecutivo de la Unidad Nacional de Trabajadores (UNTS) y secretaria general de FENASTRAS, muy conocida por su trayectoria de lucha;
  • Ricardo Humberto Cestoni (35 años de edad), secretario de actas del SETA (Sindicato de Empresa de Trabajadores de ANDA);
  • Rosa Hilda Saravia de Elías (35), del Sindicato de Trabajadores de la Industria Textil de Algodón, Sintéticos, Acabados Textiles Similares y Conexos (STITAS);
  • Julia Tatiana Mendoza Aguirre (22), trabajadora del Sindicato Gastronómico (STITGASC);
  • Vicente Melgar (42), secretario de Asistencia Social del SETA (Sindicato de Empresa de Trabajadores de ANDA);
  • José Daniel López Meléndez (42), del SETA (Sindicato de Empresa de Trabajadores de ANDA) y secretario de conflictos de la Federación;
  • Luis Gerardo Vásquez, del SIGEBAN (Sindicato General de Empleados Bancarios);
  • María Magdalena Sánchez (17), estudiante y miembra de STITAS;
  • Carmen Hernández, cocinera de FENASTRAS;
  • Juan Tejada, cuya filiación sindical no puede determinarse.

Entre los heridos estaba el miembro de Solidaridad Internacional, Mark Agner, que en esa época colaboraba con la recopilación de material fotográfico y de video, y ahora reside en Estados Unidos.

Una comisión gubernamental deslindó las responsabilidades del Gobierno de Alfredo Cristiani (mientras omitió informar que el presidente era comandante en jefe del ejército, y que el alto mando militar era subordinado a los mandatos del «presidente» de la república), deploró el atentado, considerandolo de injustificable, y concluyó:

Representa la continuación de una serie de acciones que el alto mando militar impulsa contra el movimiento popular, lo que contradice el discurso humanitario y pacificador del presidente Cristiani.
Comisión gubernamental creada con el fin de diluir las investigaciones

Reacción del pueblo ante la masacre

La masacre de Fenastras provoca una reacción de repudio en todas las organizaciones, partidos y en el pueblo salvadoreño. Las iglesias se manifiestan con declaraciones y actos religiosos. El obispo Rivera Damas alude a ella en dos homilías «para consolar a los dolientes, orar por los difuntos, solidarizarse con los obreros, condenar el hecho salvaje y aconseja madurez». Silenciosamente, dolorido una vez más, el pueblo salvadoreño lleva sobre sus hombros, hasta el cementerio de La Bermeja, a sus nuevos mártires.[2]

Este ataque brutal fue solo uno de muchos perpetrados en contra de sindicalistas durante el conflicto armado en El Salvador. Fue el tercer atentado en contra de la sede de FENASTRAS durante 1989, aunque los dos ataques previos no dejaron muertos. El atentado ocurrió dentro de un contexto de una serie de ataques durante la última etapa de la guerra. El 31 de octubre de 1989, el mismo día del ataque en contra de FENASTRAS, se estalló una bomba en las oficinas de Comité de Madres y Familiares de Presos, Desaparecidos y Asesinados Políticos de El Salvador (atentado contra COMADRES). Y dieciséis días después, fueron acribillados los seis sacerdotes jesuitas, su colaboradora y su hija en el campus de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, una masacre que capturó la atención a nivel mundial y reveló la profundidad del problema de la violencia del estado en El Salvador.[2]

Homenaje

Cada 31 de octubre se conmemora la muerte de quienes ofrendaron sus vidas por la consolidación de una sociedad más justa y más humana, en un momento político que los opositores al gobierno eran perseguidos, desaparecidos o asesinados. En ese atentado, los nombres de los sindicalistas están escritos en la historia sindical del país, cuyo sacrifico aún se recuerda en algunas organizaciones y está guardado en los corazones de quienes compartieron con ellos la lucha del pueblo.

En el Cementerio General La Bermeja, este día diferentes organizaciones rinden tributo a la memoria de los caídos, no sólo en el ataque a FENASTRAS, sino a todos aquellos que cayeron durante la guerra bajo la convicción de que se debía hacer de El Salvador un país mejor.[4]

Fuentes