Mateo Romero

Mateo Romero
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NombreMateo Romero
NacimientoHacia 1575
Lieja, Bandera de Bélgica Bélgica
Fallecimiento10 de mayo de 1647
Fue enterrado en la iglesia de los Premonstratenses de Madrid, siguiendo sus disposiciones testamentarias
OcupaciónMúsico
PadresJean Romarin
Pascale Loart

Mateo Romero. Es considerado el compositor más prestigioso de la corte de Madrid durante la primera mitad del siglo XVII. Son numerosos los testimonios de la época que hablan de su talento y del respeto que le tenían sus contemporáneos.

Síntesis biográfica

Natural de Lieja (Bélgica), donde fue traído al mundo hacia 1575 por Jean Romarin y Pascale Loart. En la ciudad donde nació fue reclutado, en 1585, por emisarios de Felipe II con el fin de servir como niño cantor.

Trayectoria musical

En octubre de ese año pasó a España y a comienzos del año siguiente le encontramos ya entre los músicos de la Capilla Real como “Mathieu Romarin”, junto a los “cantorcillos que vinieron de Flandes”. Allí recibió las enseñanzas de George de la Hèle y el maestro de capilla, Philippe Rogier. Allí, también, debió demostrar el talento sobresaliente entre sus compañeros que le valiera el curioso apodo de “Maestro Capitán” o “Capitán” y que movió a Felipe III a nombrarlo maestro de capilla apenas accedió al trono en 1598.

También es cierto lo afirmado por Valle en cuanto al trato de favor que recibió por parte de Felipe IV, quien le ratificó como maestro en 1621 y le llenó de nombramientos inalcanzables para los músicos de la época. Esto último se debió a la relación personal que el músico tenía con el monarca, a quien había enseñado composición y viola da gamba. Pero también pudo verse facilitado por el linaje que ostentaban sus padres, quienes eran, según Paul Becquart, “nobles que poseían blasones”.

El hecho es que fue nombrado escribano de la orden del Toisón de Oro en 1621 y Capellán de los Reyes Nuevos de Toledo en 1624 (previa concesión de la “naturaleza castellana” en 1623). Obviamente, estos nombramientos tenían muchas veces un carácter honorario y el único fin de incrementar los ingresos y el prestigio social del beneficiario. Aparte de ello, su ordenación como sacerdote en 1605 le había permitido obtener “pensiones” con fondos de diversas diócesis o arquidiócesis: Pamplona (1611), Jaén (1621), Santiago de Compostela y las Canarias (1622) y Toledo (1623). Todo ello le permitió acumular un capital considerable.

Mantuvo un estrecho contacto que mantuvo con el duque Juan de Braganza, uno de los más notables melómanos de la época, quien tenía en su biblioteca musical varias obras de Romero y las hacía ejecutar con frecuencia. En 1638 invitó al compositor a visitar su corte en Portugal durante varios meses, hecho que, a fines del siglo XIX, despertaría las sospechas del compositor e investigador Francisco Barbieri de que Romero hubiese sido enviado allí por el propio Felipe IV como espía, para sondear las posibles intenciones del duque de independizarse de España. De haber sido así, sus gestiones habrían sido infructuosas, pues es bien sabido que el duque iba a encabezar la rebelión de 1640 y a asumir el trono de Portugal con el nombre de Juan IV.

Por estos años la salud de Romero se hallaba fuertemente alicaída, siendo poco probable que se mantuviese activo en la música. En documentos de 1633 y 1642 declara estar en cama y enfermo; luego, en el testamento póstumo otorgado en su nombre por Pedro Varaez de Castro, en agosto de 1647, se mencionan los diversos “accidentes y enfermedades que había tenido”. Aunque estos documentos contienen pocos detalles relacionados con la música, es interesante la mención en 1633 a su “criado” Juan de Navas, a quien deja 100 ducados de vellón.

Como señala Louis Jambou, dicho criado podría corresponder al músico Juan Gómez de Navas, cantor de la Real Capilla y padre del más conocido compositor y arpista de la misma institución, Juan Francisco de Navas.

Muerte

Muere el 10 de mayo de 1647 y fue enterrado en la iglesia de los Premonstratenses de Madrid, siguiendo sus disposiciones testamentarias.

Al año siguiente, el rey Juan IV de Portugal intentó adquirir todos sus “papeles de música” por medio de su embajador en Madrid, cosa que sólo consiguió parcialmente unos años después, en 1652, cuando otro corresponsal le hizo llegar algunas obras de Romero y un tratado de su autoría, hoy perdido.

Características esenciales de su obra

Estas obras en lengua vernácula tienen dos secciones con características diferenciadas: el estribillo presenta una menor cantidad de texto y una mayor elaboración musical, con abundantes imitaciones y momentos descriptivos; en la copla, en cambio, se emplea el diálogo responsorial entre bloques sonoros o la textura homofónica, reservándose la imitación para los versos finales, cuando la narración ya ha sido comprendida. Algunos de sus tonos muestran además un uso abundante de sostenidos y bemoles, que en algunos casos dan la sensación de verdaderas modulaciones.

En cuanto a sus obras sacras en latín, su estilo puede ser descrito, según Judith Etzion, como una “reinterpretación barroca de la música renacentista”. Se trata, pues, de obras que a primera vista se ajustan al formato del siglo XVI, pero muestran una permanente representación de los “afectos” del texto y un uso más atrevido de la disonancia. Dentro de este grupo, sus piezas policorales aparecen como las más cercanas a un estilo “barroco” en un sentido arquetípico, por su preponderancia de la textura en acordes, el tratamiento aun más libre de la disonancia y la presencia de un bajo instrumental.

Legado

El primero de estos tipos los músicos de la Real Capilla a quien el mundo ha dado el laurel fue el maestro Capitán, Mateo Romero, maestro en el arte de la música del rey nuestro señor don Felipe IV y maestro de su Real Capilla, mereciendo por sus obras ser honrado y favorecido de S. M. con plaza de su capellán de honor y capellán de los Reyes Nuevos de Toledo.

Honrole también S. M. con hacerle secretario de la gran caballería del Tusón, todos los cuales dichos oficios, con pensiones que tenía sobre obispados, le valían en cada año cinco mil ducados de renta, sin las ayudas de costa que S. M. le daba. Fue de nación flamenca, natural de Lieja; tuvo el mejor gusto para componer villancicos y tonos de guitarra que se ha conocido en hombre de su arte.

Como afirma el citado Lázaro del Valle, Romero compuso tanto música en castellano (“villancicos y tonos de guitarra”) como obras sacras en latín (misas, salmos y otros), hecho que le muestra como un compositor extraordinariamente completo. Él mismo acompañaba a la guitarra sus numerosos villancicos (piezas polifónicas con texto sacro) y tonos (piezas polifónicas con texto profano) cuando eran interpretados, respectivamente, en la capilla de palacio o la cámara del rey. No en vano es el compositor más representado en el famoso Cancionero de Sablonara, una recopilación de los mejores tonos que se cantaban en la corte madrileña hacia 1625.

Fuentes