Medina Azahara

Medina Azahara
Información sobre la plantilla
EntidadCiudad Palatina
 • PaísBandera de España España
Fundaciónaño 936
Superficie 
 • Total112 hectáreas (intramuros) 1,518 22 hectáreas (conjunto arqueológico) km²
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Yacimiento arqueológico de Medina Azahara


Medina Azahara o Madinat al-Zahra, Ciudad resplandeciente, es la ciudad palatina construida por Abderramán III al-Nasir, como representación del poder tras convertir al-Andalus en el Califato de Córdoba (912), independiente del dominio de Bagdad.

Historia

La leyenda cuenta que la ciudad fue mandada construir con el dinero que la esclava Azahara, favorita del Califa, había recibido de este para rescatar presos cristianos. Al no encontrar ninguno, Abderramán destinó ese dinero para construir un nuevo palacio en su honor. Actualmente, es un gran yacimiento arqueológico, que tras más de 100 años de estudio, apenas se ha excavado 1/3 de la superficie total. Es visitable, si bien no se puede acceder a todo el complejo. Tras la declaración de Califato, y siguiendo los modelos orientales, Abderramán III ordena la construcción de una gran ciudad - palatina, que sea la sede de la Corte Omeya, del poder de su imperio. Córdoba se convierte así en una capital con dos sedes: la madina propiamente dicha y Medina Azahara, donde reside el aparato burocrático y cortesano del imperio. Las obras comienzan en 936, a cargo de Maslama ben Abdallah, maestro alarife. La mezquita de Medina Azahara se construye en 941, y cuatro años después, se produce el traslado de la corte desde el alcázar andulasí. Más adelante se completarán otras construcciones, como la ceca (casa de la Moneda), que se traslada entre 947 y 948. Durante el reinado de al-Hakan II, sucesor de Abderramán se realizan algunas obras, tales como la Casa de Yafar. Son numerosos los testimonios que hablan de su belleza y grandiosidad; su existencia, sin embargo, fue efímera. Tras el fallecimiento de al-Hakam II, el hayid Almanzor se hace definitivamente con el poder, relegando a Hixen II a un segundo plano; Almanzor construye su propio ciudad palativa, madina al-Zaira, en el extremo opuesto de la ciudad, y confina al califa en Medina Azahara, custodiado por guardias de su confianza. El fallecimiento de Almanzor desencadena una lucha por el poder; Córdoba, al-Andalus, entra en una época convulsa e inestable que lleva a la caída del califato y la aparición de los reinos de Taifas. Durante los primeros de lucha, la ciudad había quedado abandonada; después, con la llegada de los invasores -almorávides y almohades-, comienza el saqueo y destrucción, hasta que desaparece prácticamente.

Urbanismo

La ciudad palatina se situó a unos 6 kilómetros de Qurtuva, la madina. El califa impulsó un plan de urbanismo para crear nuevos barrios entre ambos, que dieron como resultado los arrabales de Poniente.Se extendía desde la Monte de la Desposada, Yebel al-Arus, hasta el Valle del Guadalquivir. El terreno en pendiente fue aprovechado para disponer la ciudad en tres terrazas: la superior con las dependencias del alcázar, para la familia real; la segunda, la zona oficial, con los edificios de administración y salón de recepciones; en la tercera, una amplia extensión ajardinada, frente al salón de Abderramán, y en los laterales, las viviendas de la población que trabajaba en Medina Azahara. Entre la segunda y la tercera terraza se sitúa una de las mezquitas, a la que asistía la familia real y altos dignatarios. Existió otra para atender al resto de la población, junto a la muralla Oeste. La ciudad estaba perfectamente trazada, con plano ortogonal: la entrada se realizaba en ángulo, según el tradicional modo oriental, y desembocaba en el cuerpo de guardia, situado en la zona central, que actuaba como distribuidor de la zona oficial y residencial. Una muralla rodeaba la ciudad al completo, y otra aislaba el conjunto real, compuesto por varios palacios. Cada una de las casas habitadas por altos dignatarios y servicio de palacio se dispone según la tradición tipología de casa mediterránea, con patio que actúa como distribuidor del espacio; todas ellas cuentan, en uno de sus ángulos, con letrinas, que desembocaban en la red de alcantarillas que recorrían el subsuelo de la ciudad. Estas viviendas eran sencillas, con suelo de ladrillo cocido -se puede contemplar el original-, frente a la de los grandes dignatarios, como la Casa de Yafar, que pese a contar con la misma planta, tenía suelo de mármol y decoración mural geométrica a la almagra, y paneles de ataurique, también de mármol. Cuenta además esta casa con unos baños propios.

Elementos de interés en la ciudad palatina

La puerta norte

Se abre en el centro de la muralla septentrional, es el punto de llegada del denominado camino de los Nogales, la vía de comunicación más rápida con la ciudad de Córdoba en aquel entonces. Presenta una disposición acodada que nos conduce a la estancia del cuerpo de guardia. Está constituida por sillares de piedra bien formados colocados a soga y tizón. Desde la puerta norte se inicia, hacia la izquierda, una rampa descendente de forma quebrada, que conecta con cuatro puertas y que nos lleva, a su vez, a la siguiente estructura destacable del sector público del alcázar.

La Casa Militar

Se trata de un edificio de planta basilical con cinco naves longitudinales y una transversal rematada por saletas en sus extremos, donde se define un núcleo jerárquico formado por las tres naves centrales, aisladas del resto mediante puertas. El conjunto se completa con una gran plaza al sur, de la que no se conserva el suelo original, flanqueada por varias estancias en su lado oeste y una vivienda en el costado oriental. El edificio tiene la peculiaridad de conservar prácticamente integro su pavimento original de ladrillo. Por otra parte, el revestido de los muros se realizó con mortero pintado de almagra en el zócalo y blanco en el reto.

El Gran Pórtico

El Gran Pórtico

Constituye la entrada más emblemática, simbólica y ceremonial al corazón del recinto del Alcázar, la zona más noble de la ciudad palatina, dando acceso a la zona administrativa y política del mismo. Se concibió inicialmente con catorce arcos practicables, constituyendo la fachada oriental de una gran plaza rodeada de otras construcciones. Todos los arcos son escarzanos, excepto el central, que es de herradura; los arcos están erigidos sobre pilares y alineados en dirección norte-sur a partir del amurallado norte. La decoración de la arquería consistía en un enlucido blanco con la presencia alterna de dovelas de ladrillo y piedra. Se trata de una organización efectista, puramente escenográfica, ya que su principal función era impresionar a todos aquellos que se acercasen, sin correspondencia alguna con el espacio trasero, donde se abre una sola puerta de reducidas dimensiones.

Salón de Abderramán III

Recreación en 3D del Salón de Abderramán III.El también llamado Salón Rico fue el salón utilizado para la recepción de embajadas importantes y que tiene planta basilical de tres naves longitudinales con otra transversal en su entrada que actúa de pórtico. Este salón está decorado con relieves de ataurique en mármol en sus zócalos, seguido por relieves de distintos motivos hasta la típica cubierta de artesonado de madera. Sus columnas alternan los fustes de mármol rosa y azul, rematados por cimacios y los típicos capiteles de avispero califales, desde los que arrancan los característicos arcos de herradura califales, en los que se da la alternancia de dovelas decoradas con ataurique y con pintura a la almagra.

Vista de los restos de la Mezquita

Mezquita Aljama

Es una de las primeras edificaciones construidas en Madinat al-Zahra entre los años 941 y 945. Es la mezquita principal de la ciudad, donde el soberano, o la persona en quien este delegara, dirigía la oración comunitaria de los viernes. La mezquita se encuentra adosada al costado oriental del Jardín Alto, pero externa al recinto del Alcázar, la parte central del conjunto califal. El edificio, a diferencia de la mezquita de Córdoba, está bien orientado hacia La Meca. Consta de un patio porticado en tres de sus lados y una sala de oración de cinco naves longitudinales separadas por arquerías perpendiculares al muro de qibla. Sólo el espacio de la maqsura, reservado para uso exclusivo del califa, se pavimentó con losas de barro, cubriéndose con esteras el suelo terrizo del resto del oratorio. El alminar, torre desde donde se llamaba a la oración, es de planta cuadrada al exterior y octogonal en el interior, ubicándose junto a la puerta norte del acceso al patio.

La Casa Real

La Casa Real

Se sitúa en el punto más elevado del Alcázar y es la residencia íntima del califa Abd al-Rahman III. La vivienda se organizó sobre una plataforma cortada en la roca donde se ubicaron una terraza delantera y tres crujías paralelas de habitaciones extendidas a lo ancho, rematadas en los extremos con alcobas y decoradas íntegramente con atauriques. La Casa Real no se adosó sobre el macizo de sillares de la plataforma superior, sino que se separó del mismo a través de un largo corredor de servicio que atraviesa el conjunto. Tanto las fachadas de las habitaciones principales como las portadas interiores recibieron decoración de ataurique labrada en placas de piedra adheridas a los muros. La riqueza de esta ornamentación se extiende también a los pavimentos de ladrillo de las distintas estancias. Algunos son lisos, pero muchos otros recibieron un tratamiento decorativo a base de incrustaciones de piedra caliza blanca que dibujaban cenefas geométricas.

Historia de las Excavaciones

Tras el abandono y posterior destrucción, en época almohade, se perdió la memoria de esta gran ciudad, símbolo del poder del Califato Omeya. Algunos restos quedaron visibles, y durante siglos, se fueron extrayendo materiales para otras construcciones: son numerosas las grandes casas señoriales de Córdoba que conservan piezas. Sin embargo, no se sabía a qué tipo de construcción podía pertenecer. La zona se conocía simplemente como Córdoba la Vieja, y se solía identificar con la ciudad romana. Así lo apuntó, por ejemplo, Ambrosio de Morales. No será hasta el siglo XX cuando se identifique con los restos de la gran ciudad aúlica de Abd al-Rahman al Nasir; las obras comienzan en 1910, a cargo del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco. En 1923, tras su fallecimiento, le sucede Félix Hernández. En estos primeros años los trabajos se centraron en descubrir la estructura general. A partir de 1944 comienza una nueva campaña de excavación; Felix Hernández excavará la zona central del alcázar (10,5 ha), desvelando las líneas generales del urbanismo. Entre 1944 y 1945 descubre el Salón Rico, llevando a cabo la reconstrucción del mismo en la década de 1950. Pese a que la planta del edificio se apreciaba perfectamente, no se contaba con datos referentes al alzado. Así, se adoptó como modelo la mezquita aljama de Córdoba: El siguiente hito es el descubrimiento de la mezquita, en 1964, y en 1965, el pabellón Central frente al Salón Rico. En 1985 el yacimiento pasa a depender de la Junta de Andalucía; prosiguen los trabajos de excavación, estudio y puesta en valor del yacimiento, especialmente centrados en zonas aledañas al alcázar real. Así, a principios del siglo XXI se abrió al público la llamada Casa de Yafar, que entre otros elementos, había recupera la portada que da acceso del patio a las dependencias administrativas e integrado en el patio de la zona residencial las pinturas murales originales, con una técnica que fue pionera a nivel mundial. En 2007 se produjo el hallazgo de otra mezquita, en la zona baja de la ciudad, junto a la muralla oeste; sería la destinada a la población que atendía palacio (alfareros, herreros, trabajadores de la ceca...). Actualmente, se sabe que apenas se ha descubierto un 10% de la extensión total del yacimiento.

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Nueva sede

El 9 de octubre de 2009 se inaugura la nueva sede institucional. Un edificio que cuenta con 7.293 metros cuadrados distribuidos en tres plantas, dotado de un área cultural, expositiva y didáctica, compuesta por auditorio, exposición permanente que muestra la historia de la ciudad califal, con recursos interactivos y audiovisuales, una biblioteca y un aula didáctica. El nuevo centro de interpretación es un edificio que no se ve —está excavado bajo la cota de suelo—, y que sirve de digna puerta de entrada a los vestigios de una de las más bellas ciudades palatinas del mundo islámico. El Museo de Medina Azahara ha sido nombrado, en 2012, Museo del Año por el Forum Europeo de Museos del Consejo de Europa. Es un premio que busca criterios innovadores junto a una tarea de acercamiento de la cultura a los ciudadanos.

Patrimonio Mundial

El 1 de julio de 2018 la ciudad califal de Medina Azahara, fue declarada por la Unesco Patrimonio Mundial de la Humanidad.[1].

Referencias

Fuentes