Metalistería como arte


Metalistería como arte
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La máscara del faraón egipcio Tut Anj Amón, que data de alrededor del 1325 a.n.e., está realizada en oro con incrustaciones de lapislázuli y cornalina. Procede del sarcófago donde se encontraba la momia, dentro de la tumba del faraón. Mide 54 cm de largo.

Metalistería como arte. Cuando se considera el uso de los metales dentro de las manifestaciones artísticas, no hay que olvidar que hasta la Revolución Industrial no se distinguía entre objetos utilitarios fabricados a máquina y objetos decorativos hechos a mano. Durante miles de años, hasta mediado el siglo XVIII, todo se hizo necesariamente a mano y, aunque tuviesen un propósito práctico, los objetos se hacían y decoraban de modo que tuviesen un atractivo estético.

Tipos de Metalistería

La forma, función y aspecto de los objetos de metal vienen dados en gran parte por el tipo de material utilizado. Los metales preciosos (oro y plata) son los más blandos; los metales no preciosos (Cobre, Estaño, Plomo y Hierro) y sus aleaciones (Bronce, Latón y Peltre) pueden tener características muy diferentes entre sí. Sin embargo, en la metalistería del renacimiento y de los siglos posteriores, estas características se entremezclan como ocurrió, por ejemplo, en el siglo XVII y siglo XVIII cuando se trabajó el hierro forjado con exquisito refinamiento.

El Oro

Las pepitas y el polvo de Oro se encuentran en muchas partes del mundo, ya sea en la superficie de la Tierra o en arroyos y ríos poco profundos, y su belleza y relativa maleabilidad hicieron de él desde tiempos remotos un material atractivo para fines religiosos u ornamentales.

El Oro en la antigüedad

Los objetos de Oro más antiguos son las cuentas halladas en tumbas prehistóricas en Egipto, probablemente anteriores al sexto milenio a.n.e. El oro abundaba en las zonas del desierto egipcio situadas entre la franja de tierra cultivada, sobre la margen oriental del Río Nilo, y el Mar Rojo, así como en Nubia, al sur de Egipto. Gracias a las excavaciones arqueológicas realizadas en diferentes zonas durante los últimos 200 años, se tiene un conocimiento bastante amplio del trabajo del oro en la civilización del antiguo Egipto a lo largo de sus 4.000 años de historia. Durante el Imperio Antiguo (c. 2755-c. 2255 a.n.e) el oro estaba reservado para uso de los faraones y en períodos posteriores para la nobleza y los sacerdotes. Se utilizaba en joyería —diademas, grandes pectorales, anillos, pendientes y brazaletes— y en objetos funerarios especiales que incluían los mencionados en joyería así como protectores para los dedos de las manos y los pies y sandalias ceremoniales. También se utilizaba para decorar las insignias del poder real —mayal, cetro y trono— y para vasos y armas de uso personal, como las dagas. El sarcófago de oro macizo (1360 a.C., Museo de El Cairo), descubierto en 1922 en la tumba del faraón Tut Anj Amón, que pesa 1.128,5 kg, demuestra la abundancia de oro durante la XVIII Dinastía. Los romanos que entraron en contacto con Egipto durante el reinado de Cleopatra en el siglo I a.n.e quedaron asombrados por su riqueza. En ese tiempo se hacían en Alejandría grandes cantidades de objetos y adornos de oro, además de abundantes artículos de lujo. Cuando Egipto se convirtió en una provincia romana, la orfebrería y otros oficios afines llegaron a través de la inmigración a Roma y, más especialmente, a Pompeya. La utilización del oro en las antiguas civilizaciones mesopotámicas de Sumeria, Babilonia y Asiria, y más adelante en las de Siria y Persia (actual Irán), así como en Anatolia y Grecia, igualó a la desarrollada en Egipto, aunque cada cultura presenta un estilo artístico característico. También poseían oro los grandes jefes de las tribus nómadas escitas que recorrían los territorios comprendidos entre la cuenca del bajo Danubio, en Europa, hasta el Kazajstán oriental, en Asia central. A través de los contactos comerciales con pueblos sedentarios del sur obtenían grandes cantidades de adornos de oro y objetos personales como vasos y puñales.

El Oro en Europa

Las restricciones en el uso del Oro que existieron en la antigüedad continuaron durante los imperios romano y bizantino, así como en los reinos europeos subsiguientes. Las mismas restricciones se extendieron a las colonias y asentamientos europeos que luego se convertirían en los estados soberanos modernos del Norte y del Sur de América, Sudáfrica y Australia. Aún hoy, el oro se reserva para objetos religiosos y símbolos de poder estatal (sobre todo coronas, cetros y sellos), para anillos de matrimonio, joyería personal y para premios y trofeos. El oro sigue imponiendo un respeto profundo, casi reverencial. La utilización de este material para hacer el gran salero de oro esmaltado (1540, Mueso de Viena) que realizó Benvenuto Cellini para Francisco I de Francia, no se consideró como una escandalosa extravagancia, ya que en aquella época la sal era todavía considerada como un producto precioso, de importancia casi mística. En los casos en los que la fabricación en oro de una pieza hubiera resultado poco práctica —por ejemplo en las copas, que serían demasiado pesadas y se rayarían o abollarían con gran facilidad— fue muy común en Europa durante muchos siglos que se doraran vasijas de Plata. Sin embargo, algunos reyes, príncipes y dirigentes religiosos y civiles todavía usan objetos de oro puro, como copas y cálices, en las grandes ceremonias.

El Oro en África

En los reinos del litoral de África Occidental, con los que entraron en contacto los exploradores portugueses en el siglo XV, había restricciones similares. El Oro estaba reservado para los jefes y nobles, no tanto por razones de vanidad u orgullo, sino para que la atracción y los poderes místicos del oro estuvieran al alcance sólo de un determinado individuo o de una casta. Los conquistadores españoles que llegaron a las Antillas, México y al imperio inca de América del Sur, movidos por el deseo de encontrar los lugares místicos en donde se aseguraba que abundaba el oro, tomaron cuanto les fue posible en forma de objetos relativamente pequeños que estaban hechos de oro aluvial.

El Oro en el Nuevo Mundo

En los primeros años posteriores a la invasión española se extrajeron cantidades considerables de los placeres del Nuevo Mundo pero, al cabo de dos décadas, el metal que tanto codiciaban estaba prácticamente agotado y no les quedó más remedio que extraerlo de las minas, lo que indujo a la creación de las llamadas ‘encomiendas de indios’ a los que se hacía trabajar en la extracción y la explotación de otro metal muy abundante: la Plata. En términos generales, el oro en el mundo prehispánico tenía un valor simbólico y estaba destinado a la producción de joyas, máscaras, algunos objetos rituales y recipientes para el uso de los sacerdotes, reyes y grandes guerreros; no estaba al alcance de las mayorías, pero tampoco despertaba un afán incontenible de poseerlo, puesto que estaba asumido que pertenecía al ámbito del poder y de la religión. El maestro del renacimiento alemán Alberto Durero, que vió el oro y los tesoros llegados del Nuevo Mundo durante su estancia en Amberes en 1521, quedó sorprendido ante las formas inusuales y el arte con los que estaba trabajado el oro, y dejó constancia de la admiración que le producía la belleza de aquellos objetos, aun cuando el lenguaje artístico era radicalmente diferente al del arte europeo.

El oro en China

El oro, posiblemente proveniente de pepitas de oro de la región, se utilizó en pequeñas cantidades —sobre todo para labores de taracea— a finales de la dinastía Zhou (1122-221 a.n.e). Sin embargo, al iniciarse los contactos con Occidente, entraron en China grandes cantidades de oro y plata que fueron trabajados con el refinamiento oriental característico. Los mercaderes de seda de comienzos de la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.) exigían el pago en oro a los intermediarios que abastecían al comercio romano de artículos de lujo. La orfebrería de la dinastía Han es especialmente exquisita; utilizaba la granulación, aprendida de los modelos europeos, y realizaba objetos con el método de colado a la cera perdida que se usaba en China para trabajar el bronce hacía ya mucho tiempo. Los objetos más característicos del periodo Ming (1368-1644 d.C.) son los adornos para el pelo y las tiaras de delicado calado, que solían estar decorados con filigrana y joyas sostenidas por hilos de oro que se agitaban con cada movimiento de la persona que los usaba.

La Plata

En la antigüedad la Plata comenzó a producirse en la región conocida como el Ponto, ubicada en la costa sur del Mar Negro, donde hoy se encuentra la zona oriental de Turquía, y se produjo fundiendo galena, mineral que contiene plomo con una pequeña proporción de plata. Este hallazgo fue posterior a la primera fusión de minerales de Cobre que tuvo lugar más al este, aunque es probable que no pasara mucho tiempo entre uno y otro, ya que el mineral de galena tiene un brillo evidentemente prometedor. Puede ser que los primeros en reconocer su potencial metálico fueran fundidores de cobre inmigrantes. Es probable que el descubrimiento de que, sometido a una calcinación prolongada, el Plomo acaba quemándose y desapareciendo en su totalidad, dejando un pequeño glóbulo de plata, fuera accidental.

La plata en la antigüedad

En apariencia, la extracción deliberada de la plata a partir del plomo se desarrolló a finales del tercer milenio a.n.e. En las tumbas reales de Ur se han encontrado objetos de plata que contenían diferentes proporciones de plomo, trabajados con las mismas técnicas utilizadas para el oro y el Cobre. Entre los sumerios y las civilizaciones que les sucedieron en Oriente Próximo la plata se hallaba restringida a los mismos usos y clases sociales que el oro. Sin embargo, durante el segundo milenio, los sacerdotes del templo adjudicaron su uso a algunos mercaderes para poder comprar grandes cantidades de cobre en el extranjero, y las pequeñas piezas de plata con un peso determinado pasaron a tener un valor fijo. La etapa final de este proceso fue la acuñación de monedas. La plata continuó siendo un material de uso restringido hasta la última época de la República romana (hacia el 27 a.n.e), cuando la gran cantidad de este material que había en Roma lo convirtió en vehículo de comercio, riqueza y ostentación. En la época del Imperio romano muchas clase sociales, incluidos los esclavos liberados que habían hecho dinero, poseían vasos, cucharas, jarras para el vino e incluso mesas y bañeras de plata maciza, que presentaban una elaborada ornamentación con repujado y colado.

La plata en Europa

A principios de la edad media había muy pocas existencias de plata en Europa, aunque en muchos reinos se acuñaban monedas de plata y en el ámbito eclesiástico era frecuente que los cálices, las cubiertas de las Biblias y otros objetos litúrgicos se realizaran en este metal. En esa época, la mayor parte de este mineral provenía de las minas de Austria y Alemania, pero en 1550 las existencias aumentaron gracias a la plata que llegaba de las minas de los virreinatos españoles de América. Por este motivo, durante este periodo España destaca, de forma notable, en el arte de la orfebrería y se realizaron sobre todo custodias monumentales de plata, como la de la catedral de Toledo. Se utilizaron grandes cantidades de plata para la acuñación de monedas y más tarde para uso privado, como fondos de reserva o en una gran variedad de utensilios de uso doméstico. Las cucharas de plata o las vasijas de madera con borde de plata eran objetos comunes que muchos poseían, pero las personas acaudaladas hacían ostentación de sus riquezas con saleros, bandejas, platos, copas y elaboradas jarras con tapa, todo ello en plata. En la Europa del siglo XVII las vajillas de este metal adquirieron gran prestigio y durante un breve periodo a finales del siglo las lámparas, las bañeras y los muebles de plata tuvieron tal éxito que comenzó a escasear. En algunas zonas de América, como México, Perú y Ecuador, la plata era muy abundante, y se realizaron preciosas piezas dentro del espíritu barroco. A partir de entonces se restringió su uso a los utensilios de comer y beber. En el siglo XIX gozaron de gran popularidad los objetos de plata, tales como soperas, juegos de té y café, candelabros y centros de mesa. En la actualidad estos utensilios tienden a estar hechos con sustitutos de la plata, como el acero inoxidable, o con metales no preciosos bañados en plata, ya que casi toda la que se extrae se destina a procesos industriales. Durante siglos los artistas europeos también la utilizaron para realizar estatuas religiosas y profanas, figuras y ornamentaciones. Hoy día un número creciente de plateros vuelve a emplearla en sus obras.

La plata en China

En Extremo Oriente, durante la dinastía Tang (618-907) en China y, de nuevo, como resultado del contacto ininterrumpido con Occidente durante el siglo XVI, se vendieron productos comerciales a cambio de lingotes o monedas europeas. Estos metales preciosos se utilizaron en la elaboración de numerosos objetos, en particular los vasos, vasijas y fuentes de plata de la dinastía Tang que estaban trabajados con diseños grabados y pan de oro de extraordinaria belleza.

Véase también

Fuentes

  • Microsoft ® Encarta ® 2008.
  • Sitio Web Joven Club Segundo Frente