Miguel Ángel Estrella

Miguel Ángel Estrella
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Miguel Angel Estrella (n. 1940) tocando el piano en La Habana. Foto en la revista La Jiribilla.png
Nacimiento4 de julio de 1940
ciudad de
San Miguel de Tucumán,[1]
provincia de Tucumán,
República Argentina Bandera de Argentina
Ocupaciónpianista

Miguel Ángel Estrella (San Miguel de Tucumán, 4 de julio de 1940), es un pianista clásico argentino de renombre internacional. Nació en la ciudad de Tucumán pero fue criado en un pueblo de la provincia de Santiago del Estero.[2]

Entre 2007 y 2015 ejerció como embajador argentino ante la UNESCO.

Síntesis biográfica

Infancia

El apellido de su abuelo paterno era Nashem (que significa ‘estrella’ en árabe). Cuando sus abuelos inmigrantes llegaron a Argentina, el funcionario de Migraciones les preguntó su nombre y el abuelo se limitó a señalar el cielo varias veces, sin decir una palabra. El funcionario vaciló unos segundos y luego ordenó: «Póngale "Estrella" a estos turcos de mierda».[3] Hijo de una santiagueña y de un poeta libanés, pasó su infancia y su adolescencia en Santiago del Estero.[4]

En 1950, a los diez años de edad, conoció a Eva Perón, y esto marcó a fuego su carácter de peronista visceral. «Soy cristiano y peronista», suele remarcar con orgullo el pianista, que tiene entre sus compositores clásicos favoritos a Wolfgang Amadeus Mozart, Johann Sebastian Bach y Frederic Chopin.[4] En 1952, a la edad de doce años, su padre lo llevó a un concierto de la Orquesta Sinfónica de Tucumán, y allí tuvo la «revelación del piano» al descubrir el Concierto en mi menor de Chopin.[5] Inmediatamente empezó a estudiar y tocar el piano en su ciudad natal, San Miguel de Tucumán.[6]

Mi viejo era socialista, y mi vieja, una librepensadora de izquierda que venía de familia yrigoyenista. Clase media baja, pocos recursos, inteligentes y de una generosidad extraordinaria. Sin embargo, en casa se respiraba un antiperonismo fuerte, a pesar de todo lo que el movimiento nos había beneficiado. Yo estaba enamorado de Evita desde muy pendejo, me escapaba para escuchar sus discursos en la radio de los vecinos. Y nunca me voy a olvidar de la reacción de papá cuando anunciaron su muerte: dejó de amasar pan, se le cayó una lágrima, y susurró: «Era una gran muchacha». Vivíamos en una casona tucumana enorme, visitada por artistas de todas partes: Pablo Neruda, Nicolás Guillén, el titiritero Javier Villafañe y su mujer Elba, gran pintora. Javier y el viejo organizaban viajes por el interior de la provincia, y hacían funciones de títeres en pueblitos perdidos. Para Reyes me habían regalado un pianito, y yo le ponía música a las actuaciones. Me salía piel de gallina cuando veía a los críos revolcarse de risa.
Miguel Ángel Estrella[7]

Estudios

Cursó sus estudios secundarios en el Gymnasium de la UNT (Universidad Nacional de Tucumán). A partir de los 18 años estudió en el Conservatorio Nacional de la ciudad de Buenos Aires. Allí estudió con los pianistas Celia de Bronstein, Orestes Castronuovo y Erwin Leuchter. Cuando se recibió viajó a Europa.

Perfeccionó su arte en Bélgica, Inglaterra y Francia, donde fueron sus maestros Vlado Perlemuter, Yvonne Loriod, Marguerite Long; y el propio pianista reivindica fundamentalmente los años de trabajo con Nadia Boulanger, en la ciudad de París (Francia), entre 1969 y 1972.[8]

Militancia

Al peronismo lo descubrí en los sesenta, cursando una beca en Europa del Fondo Nacional de las Artes. Perón quiso entrevistar a jóvenes argentinos que estaban estudiando, y ahí empezó todo. Ni bien empezó la charla cuestionamos a la derecha, a la burocracia sindical, y en eso, nos mira y nos dice [imita la voz de Perón]: «¡Muchachos, ustedes son todos hijos de Evita!». El tipo, con ternura que era firmeza a la vez, y con un tremendo carisma, nos metió en el bolsillo. Dijo que estábamos en el país de Descartes, que éramos de izquierda y que eso estaba bien, porque el mundo iba para ese lado. Y nos habló del cura Carlos Mugica: «Nació en cuna de oro, pero vive en la Villa 31 con los pibes: ese sí es un verdadero peronista».
Miguel Ángel Estrella[7]

De vuelta en Argentina, durante el retorno de la democracia (en 1973), el Gobierno peronista lo contrató para tocar en las villas miseria:

El pianista Miguel Ángel Estrella brindó un concierto, gratuito y al aire libre en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex-ESMA), junto a estudiantes de la Tecnicatura de Música Popular que se dicta en dicha institución. Buenos Aires, 16 de marzo de 2014.
Yo era un tipo exótico: jugaba al fútbol, tocaba en el Colón, en Europa y en las villas miseria. Cuando adquirí un nombre en el mundo, hubo una época en la que junto a mi mujer nos querían vender como la pareja ideal y nos querían invitar a los almuerzos televisivos. Pero como me gustaba el fútbol, querían que hablara de fútbol y no de Brahms o de Bach. Me decían «es parte del perfil que tenemos que hacer de vos: un tipo exótico, un tipo sofisticado». Y los mandé a la puta que los parió. Con mi mujer, a los 25 años, nos quedamos toda una noche tomando mate, porque podríamos haber sido riquísimos y vivíamos al día, pero nos prometimos nunca vendernos a un empresario.
Miguel Ángel Estrella[9]

Persecución y tortura

En 1976 debió exilarse a Uruguay a raíz de las persecuciones de las que fue objeto por parte de la dictadura cívico-militar antiperonista (1976-1983). Sin embargo, en la ciudad de Montevideo fue secuestrado y torturado por grupos paramilitares.[10]

El Chango ―como le decía Néstor Kirchner cuando lo trataba de convencer para que aceptara ser embajador cultural en la Unesco―, jura que en el medio del dolor físico, en un oído su mujer Marta ―cantante, que había fallecido en 1975― le decía que no estaba solo.

Liberación

Después de dos años y medio de cárcel, fue liberado gracias a una campaña de solidaridad que iniciaron Yves Haguenauer y Henri Dutilleux ―que reunieron a cientos de músicos y amantes de la música del mundo entero, artistas, defensores de los Derechos Humanos e intelectuales de renombre mundial, y amigos de Miguel Ángel Estrella, Nadia Boulanger y el violinista Yehudi Menuhin―, las Naciones Unidas, la UNESCO, el Vaticano, la Asociación Internacional de Juristas, Amnistía Internacional y organizaciones de derechos humanos se movilizaron para apoyarlo.[11]

Cuando Yves Haguenauer salió a recorrer el mundo al rescate de Estrella, se despediría de su hermano en clave trágica: «Te entrego las llaves de mi fábrica, ahora tú te haces cargo de esto. Hasta que no encuentre a Miguel Angel, yo no existo». Yves buscó el apoyo de dos emisarios secretos de la Unesco y viajaron juntos a Montevideo: golpearon puertas, intentaron negociar con los militares, pidieron ver a Estrella, pero no lograron hacerlos ceder. Entonces, surgió la gran idea. Yves reprodujo en cassettes los recitales públicos de Miguel Angel para testimoniar su talento y empezó a repartirlos entre los artistas más reconocidos del siglo XX, que todavía no lo conocían, para persuadirlos de apoyar la cruzada internacional. «Movió cielo y tierra ―cuenta Estrella―, convocó al compositor Henrí Dutilleux, el pianista Arthur Rubinstein, la actriz Simone Signoret, el dramaturgo Eugène Ionesco, entre otros, para que todos juntos colaboraran con mi liberación. A todos les decía: "Ha desaparecido el más grande entre los jóvenes pianistas. Se lo llevaron porque su opción eran los pobres"».[12]

En el marco del Foro Nacional y Latinoamericano por una Nueva Independencia, que se llevó a cabo en el Teatro San Martín (San Miguel de Tucumán) el 8 de julio de 2015, se realizó el diálogo abierto entre el pianista Miguel Ángel Estrella, la cantante folclórica venezolana Cecilia Todd (n. 1951) y el periodista rioplatense Víctor Hugo Morales (n. 1947). Fotos: Mauro Rico (Ministerio de Cultura de la Nación).
Tuvimos una relación entrañable, tocábamos juntos a cuatro manos temas de Mozart y Beethoven, era una figura paterna aunque yo le dijera «mi hermano». Discutíamos a veces por mi condición de peronista, porque él creía en las versiones europeas que lo comparaban con el fascismo o el stalinismo. Yo le pedía: «¡No creas!». Pero luego cooperaba conmigo en cuanto emprendimiento surgía.
Miguel Ángel Estrella[12]
Ahora junto a su familia, que es la mía, decidimos homenajearlo el próximo viernes en el Museo de Arte Judío de París, con un concierto en el que tocaré junto a su hijo Jean Louis, que es pianista.
Miguel Ángel Estrella[12]

Así rindió tributo Miguel Ángel Estrella a su mayor hombre de confianza, un músico y empresario que se asoció al movimiento Música Esperanza, que difunde la música clásica en zonas marginales, para apoyar al pueblo de Nicaragua, asistir a las víctimas de Chernóbyl o repudiar el bloqueo a Cuba, entre otras acciones.[12]

Miguel Ángel Estrella se radicó en Canadá y luego, en 1982 pudo crear la Fundación Música Esperanza, que en la actualidad cuenta con 55 filiales en América, Europa, Oriente Medio y África, y que financia sus labores con un subsidio de la Unesco (la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo de la Educación y la Cultura). También se suman los ingresos de la mitad de los casi cien conciertos anuales que Estrella ofrece como pianista.[4]

Mi madre me decía: «No acumules herrumbre en el alma, porque no te dejará vivir ni ser feliz». Es una cosa fantástica. Mirá, Arthur Rubinstein, un gran pianista del siglo XX, nos decía que hay que estudiar todos los días, porque cuando uno no estudia y tiene que tocar a la noche se siente que la mano no es la misma de ayer. [...] Porque Maradona se entrenaba todos los días, Messi también lo hace todos los días, y nosotros también. Cuando uno da su concierto y no estudió, siente que no dio lo mejor porque no tenía la maquinaria bien aceitada. Al primer día se dan cuenta los colegas, al segundo los críticos y al tercero el público, y eso es el fin. El estudio y la satisfacción de hacer lo que uno ama tiene línea directa con la perseverancia. Hay que buscar el sonido, y eso es un placer. Me encanta estudiar de la mejor forma posible, por eso mi guerra cotidiana es estudiar cinco horas por día, y te quería comentar esto, porque, como decía mi madre, lo hago para no acumular herrumbre en el alma.
Miguel Ángel Estrella[9]

Francia le concedió asilo político y la nacionalidad francesa.[13] Miguel Ángel Estrella militó además activamente por los derechos humanos y por la difusión de la música como un instrumento de defensa de la dignidad humana y de elevación de la condición humana. Con esta finalidad, fundó en el 10 de diciembre de 1982 el movimiento internacional Música Esperanza.

Derechos humanos

En 1996 dio varios conciertos con fines solidarios junto al cantautor de rock y pianista Fito Páez (n. 1963), en el que combinaban géneros y estilos.[9]

Miguel Ángel Estrella interpreta un concierto de piano en la quinta sesión del Tribunal Russell sobre Palestina, el 16 y 17 de marzo de 2013 en Bruselas (Bélgica). Fotografía tomada el 16 de marzo de 2013 por Renaud Hoyois. El Tribunal Russell sobre Palestina (2009-2014) se creó en Bruselas en marzo de 2009. Tuvo seis sesiones:
1) Barcelona: marzo de 2010
2) Londres: noviembre de 2010
3) Ciudad del Cabo: noviembre de 2011
4) Nueva York: octubre de 2012
5) Bruselas: marzo de 2013
Sesión extraordinaria en Bruselas: septiembre de 2014.
Lo que hacíamos con Fito era básicamente lo mismo que lo que hacemos ahora con el cuarteto. Combinábamos jazz con Beethoven, más tango y folclore. Y Fito tenía una facilidad para tocar todo y jamás se equivocaba. Él había conocido a mi hija Paula, y le dio una nota para mí, en la que decía: «Negro, somos dos», en referencia a su compromiso con Música Esperanza. Y de allí nació una amistad, y tocamos muchos conciertos para la causa, de Madres, de Abuelas.
Miguel Ángel Estrella[9]

En abril de 2004, como delegado permanente de la República Argentina ante la UNESCO, el embajador Miguel Ángel Estrella presentó el proyecto "La Voz de los Sin Voz" en el Salón Dorado del Palacio San Martín (sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Argentina).[14]

Es miembro de la asociación France-Libertés, fundada por Danielle Mitterrand.[13]

Cada año, Miguel Ángel Estrella realiza un centenar de conciertos en Oriente Medio, en África, en los países del Este Europeo, y en los países de sus Dos Patrias, Europa y América Latina. El público le brinda un recibimiento caluroso, tanto en el Teatro Colón de Buenos Aires como en la sala Pleyel de París, en los centros de jubilados, las cárceles, las escuelas, las fábricas y el campo.[8]

En los últimos años, sus frecuentes viajes a Medio Oriente le permitieron crear la Orquesta para la Paz, con 40 jóvenes pertenecientes a las tres religiones de hijos de Abraham: cristianos, musulmanes y judíos.[8]

Sus grabaciones con obras de Johann Sebastian Bach, Johannes Brahms, Frederic Chopin y Ludwig van Beethoven son consideradas como versiones de referencia.[8]

En una encuesta sobre escuelas pianísticas del siglo XX, realizada por la revista francesa Le Monde de la Musique, Miguel Ángel Estrella es considerado como el heredero natural de Dinu Lipatti y Clara Haskil.[8]

A partir de 2010, abordó columnas de actualidad cultural en el programa Estudio País Bicentenario, transmitido por la TV Pública (Buenos Aires).

En 2010 se estrenó la película El piano mudo, bajo la dirección de Jorge Zuhair Jury (hermano del cineasta y cantautor Leonardo Favio), basada en la vida de Miguel Ángel Estrella.[15]

En 2012, 2013 y 2014, Miguel Ángel Estrella ha sido miembro del jurado del Tribunal Russell sobre Palestina.

Recibió en 2013 una distinción del Senado por su carrera artística y su defensa de los Derechos Humanos.[16]

En febrero de 2016, el Gobierno argentino ―en poder del empresario Mauricio Macri― lo quitó como embajador ante la Unesco. Fue remplazado por el político radical Rodolfo Terragno.[17]

Dirige el cuarteto Dos Mundos, junto a su hijo Javier Estrella, Narciso Espinosa y Raúl Mercado, con un repertorio que incluye clásicos de todos los tiempos y géneros: del tango al folclore, de allí a la música litúrgica y la clásica y también a la canción latinoamericana.[9]

Premios

En 2007 ―durante la Década Ganada (los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, entre 2003 y 2015)― fue nombrado embajador argentino ante la UNESCO.

Recibió numerosas distinciones internacionales:[18]

En 2002, el rey de Marruecos le otorgó el Premio de la Paz por su labor a favor de la infancia.[8]

En 2003 fue nombrado Embajador de Argentina ante UNESCO.[8]

Referencias

Ensayo de Miguel Ángel Estrella al piano, en el campo de concentración ESMA (ciudad de Buenos Aires), en 2014.
El maestro conmovió el sábado al auditorio de la sala Nicolás Guillén, en La Cabaña, con su excelente interpretación de Chopin, que dedicó a los Cinco Héroes Cubanos, cuyos familiares estaban presentes, y a todos los prisioneros de «ese régimen detestable».
El 25 de mayo de 2003 lo conocí personalmente [a Fidel]. Treinta años después de haber estado en la misma plaza [el 25 de mayo de 1973) festejando el fin de la dictadura y la asunción de Cámpora, hablaba mano a mano con Fidel Castro, la noche que mi compañero asumía como presidente de la Nación.
Más tarde nos encontramos en la Cancillería, escuchamos juntos a Miguel Ángel Estrella, el concertista de los changos cañeros [trabajadores que recogen caña de azúcar] en Tucumán. Había terminado de ejecutar una de sus memorables interpretaciones. Otro país y muchos sueños. [Se refiere a que entre 2003 y 2015 sucedió en Argentina la Década Ganada: los gobiernos de los Kirchner].
Lo volví a ver en La Habana, en enero del 2009, casi dos años después de haber asumido mi primera presidencia, en mi primera visita oficial a Cuba. La prensa canalla global decía que Fidel había muerto y que «el régimen» lo estaba ocultando. Le pedí a Raúl si podía verlo a Fidel: me miró fijo y me dijo que no. Le insistí, no me acuerdo con qué argumentos, pero debieron ser convincentes porque al otro día me vino a buscar él, personalmente, en un auto y me llevó a verlo.
No estaba en su casa. Me recibió en una pequeña sala de estar, de uno de los tantos establecimientos de salud con que cuenta la isla, junto a Dalia, su compañera, que no se despegó un instante de su lado. Me acuerdo que en esos días Obama había asumido como el primer presidente afroestadounidense de EE. UU. y un optimismo voluntarista ―ahora puedo decodificarlo― nos invadía a muchos, aunque no a todos. Debo reconocer que Néstor fue escéptico desde un primer momento.
Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de Argentina