Monasterio de Santes Creus

El monasterio de Santes Creus
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El Monasterio de Santes Creus. Santes Creus, junto con el Monasterio de Poblet declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y el Monasterio de Vallbona de las Monges localizado ya en tierras leridanas, conforman la denominada Ruta del Císter. Una alternativa turística que permite conocer las comarcas de interior situadas al sudoeste del territorio catalán, teniendo como eje vertebrador el arte de la Orden del Císter.

Historia del Monasterio

El asentamiento cisterciense en Aiguamurcia

Corría el año 1150 cuando la familia Montcada dispone ceder unas tierras que poseían en Valdaura, situadas en la actual ciudad barcelonesa de Cerdanyola el Vallés, a un grupo de monjes de la Orden del Císter que habían llegado desde la abadía de la Gran Selva en Francia.

Los monjes vivieron algo menos de una decena de años en ese lugar, hasta que en el año 1158, otra familia de la nobleza catalana, los señores de Montagut y de Albá, donan a la congregación el paraje conocido como Santes Creus (Santas Cruces), situado en el término municipal de la actual Aiguamurcia, junto al discurrir de las aguas del río Gayá.

No sería hasta el año [1174]] cuando se inician las obras del complejo monástico, al menos de aquellas dependencias destinadas al culto y al quehacer de los monjes, conocidas como “de clausura” y que quedarían finalizadas en 1225.

Las sucesivas donaciones e intereses reales favorecieron que el Monasterio de Santes Creus continuara creciendo y reformándose hasta los siglos XVII y XVIII.

La desamortización de Mendizábal allá por el año 1835, condena a esta abadía a la ruina y al despoblamiento. Se produce la exclaustración de los monjes, y a pesar de que a principios del siglo XX algunos monasterios vuelven a repoblarse, como es el caso de Poblet y Vallbona, Santes Creus sin embargo no volverá a contar con vida monástica en su interior.

El interés de la realeza por Santes Creus

La vida monástica se ve alterada hacia mediados del siglo XIII, cuando la realeza comienza a tomar interés por esta abadía. Son diversos los reyes que intervienen en la ampliación del complejo monacal dotándolo de nuevos y valiosos edificios.

Pedro III el Grande fue uno de los primeros monarcas en dispensar su real patrocinio al Monasterio de Santes Creus. Su hijo Jaime II, quiso construir un nuevo claustro a su antojo, por lo que mandó a sustituir la entonces galería románica por una gótica, que es la que se conserva en el día de hoy. El rey Jaime dispuso asimismo que las habitaciones abaciales fueran convertidas en palacio real, y fue el precursor de la construcción del cimborrio sobre el crucero de la iglesia.

Posteriormente Pedro IV el Ceremonioso mandó amurallar todo el recinto monástico, pero una vez que este conoció el Monasterio de Poblet, por el cuál mostró una notable predilección, Santes Creus dejó de ser el cenobio de los reyes de la Corona de Aragón, finalizando así su etapa como palacio y panteón real.

Previa a esta inclinación de la realeza por el Monasterio de Poblet, los reyes Pedro III, su hijo Jaime II y la esposa de este último Blanca de Nápoles, recibieron sepultura en el interior de la iglesia de Santes Creus, así como el almirante Roger de Lauria, quién pidió ser enterrado a los pies de su rey, Pedro III.

Durante las Guerras Carlistas de 1835, diversas tumbas reales fueron profanadas, entre ellas la del rey Jaime y la de su mujer. Los restos del rey fueron quemados, y la momia de su esposa Blanca fue arrojada a un pozo, donde permanecería hasta el año 1854, momento en el cuál sus restos fueron rescatados de tan triste final. A pesar de ello, los visitantes que se acerquen a Santes Creus podrán admirar las magníficas obras de arte donde recibieron sepultura estos monarcas.

El interés de la realeza por los monasterios cistercienses, se centró también en la figura del abad. San Bernardo Calvó abad de Santes Creus, fue designado consejero del rey Jaime I el Conquistador, al cuál acompañó entre otras hazañas en la conquista de las ciudades de Mallorca y Valencia.

Un espacio abierto a la cultura

Tras su declaración en el año 1921 como Monumento Nacional, el Monasterio de Santes Creus abre sus puertas al arte y a la cultura. El antiguo dormitorio de los monjes se ha convertido en un magnifico escenario donde en época estival se programan diversos conciertos de música clásica. Y es que tras los muros de Santes Creus el arte y la historia de su pasado están latentes en cada rincón, esperando que el visitante los descubra.

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