Tragedia del Morro Castle

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Tragedia del Morro Castle
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Morro Castle 1.jpg
El Morro Castle, perteneciente a la naviera Ward Line.
Fecha:8 de septiembre de 1934
Lugar:Ruta La Habana-Nueva York. Océano Atlántico.
Descripción:
Barco de pasaje que se incendió frente a la costa este de los Estados Unidos, fallecieron 134 pasajeros, muchos de ellos carbonizados y otros ahogados en las frías aguas del Atlántico. Las causas del incendio permanecieron muchos años sin esclarecer.
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba


Tragedia del Morro Castle. Una de las tristemente célebres tragedias de la historia naval de Cuba, que protagonizó un lujoso barco de pasaje que cubría la ruta La Habana-Nueva York y que el 8 de septiembre de 1934 sufrió un incendio que se desató en su biblioteca. En poco tiempo las llamas se hicieron incontrolables y se extendieron rápidamente por salones, camarotes y cubierta, muriendo más de un centenar de sus pasajeros frente a las costas de Nueva Jersey. El suceso conmovió a la prensa y la sociedad cubana de la época, pasando el trasatlántico Morro Castle a la lista de las grandes catástrofes en el mar.

Los desastres marítimos en la historia

Los desastres marítimos han marcado, como hitos, la historia de la navegación y de las comunicaciones humanas. Hasta la primera mitad del siglo XX era algo bastante frecuente que un navío zarpara de un puerto cualquiera y naufragara días después con su consabida cuota de víctimas mortales. De nada valía ser el último grito de la tecnología naval. Barcos con semejante currículo también se fueron a pique.

Así le ocurrió al famoso trasatlántico Titanic en su viaje inaugural de Inglaterra a Estados Unidos. En la noche del 14 de abril de 1912, cuatro días después de zarpar del puerto de Southampton, aquella joya ingeniera, considerada insumergible por sus vanidosos armadores, impactó por la banda de babor contra un gigantesco iceberg a 153 kilómetros de Terranova, se partió en dos y se hundió. Se salvaron solo unos 700 pasajeros de los más de 1 300 que llevaba a bordo.

Relacionados con Cuba han ocurrido varios desastres navales a lo largo de la historia, dentro de ellos se tiene la tragedia del Valbanera, el incendio del Morro Castle y también, algunos años antes la tragedia del crucero español Sánchez Barcaíztegui, embestido por el vapor Mortera, en la noche del 18 de septiembre de 1895, a pocos metros del castillo del Morro. Los tres sucesos dejaron un número cuantioso de víctimas mortales y un amargo recuerdo en la memoria social.

El Valbanera, buque de bandera española, se hundió con 488 personas a bordo, de las cuales ninguna logró sobrevivir. El siniestro del Morro Castle dejó un saldo de 134 fallecidos, algunos de ellos carbonizados por el incendio que consumió el barco, y otros, que quisieron eludir las llamas, ahogados en las aguas heladas del Atlántico. A consecuencia del accidente del Sánchez Barcaíztegui murieron 31 marineros, casi todos comidos por los tiburones, entonces numerosos en la bahía, mientras que decenas de personas que a esa hora paseaban o gozaban del fresco de la noche en los alrededores del castillo de la Punta, escuchaban sus gritos de terror sin poder ayudarlos.

Hoy la ciencia y la técnica aplicadas al transporte marítimo han neutralizado casi por completo la posibilidad de un naufragio. Los navíos modernos cuentan en su equipamiento con instrumentos de navegación altamente precisos. Esas herramientas propician no solo maniobrar sobre el mar con extraordinarios niveles de seguridad. También garantizan las comunicaciones para que, en caso de peligro, se solicite auxilio con la certeza de recibirlo en breve tiempo.

El desastre del Morro Castle

Veinticinco años después de la tragedia del Valbanera, el 8 de septiembre de 1934, se incendiaba el Morro Castle. Justo horas antes del inicio del incendio hubo un presagio de la tragedia. El capitán del buque murió de un ataque al corazón mientras se celebraba la fiesta con que la compañía naviera agasajaba a los pasajeros en su última noche en el barco. Hasta ese momento se le consideraba una embarcación bien segura, pues contaba con equipamiento tecnológico bastante adelantado para la época, estaba dotada de un sistema de detección de humo y de un servicio de extinción de incendios a base de reactivos químicos; por ello se le tenía como una nave absolutamente segura, pero lamentablemente los sistemas no funcionaron cuando debieron hacerlo.

Para agravar la situación, el oficial que quedó al frente de la nave por la muerte del capitán, no tomó, según se dice, las decisiones correctas y, sin proponérselo, aceleró la propagación del incendio de forma tal que en unas horas el Morro Castle quedó convertido en una antorcha flotante.

Antecedentes

En la primavera de 1928, el Congreso de los Estados Unidos había aprobado el Acta de la Marina Mercante ( Merchant Marine Act) que creaba un fondo de 250 millones de dólares que serían usados en calidad de préstamos por la compañías navieras norteamericanas para sustituir los viejos y desactualizados barcos que operaban por otros nuevos y eficientes. Cada uno de esos préstamos subsidiaba más del 75% del costo del barco y debería ser devuelto en veinte años con tasas de interés muy bajas. Una de la navieras que más rapidamente estuvo en condiciones de hacer uso de esas facilidades fué la Ward Line (oficialmente denominada: New York and Cuba Mail Steam Ship Company), dedicada a transportar pasajeros, carga y servicio de correo desde y hacia Cuba desde mediados del siglo XIX.

Prestigiosos arquitectos e ingenieros navales fueron convocados por la compañía para diseñar una pareja de buques que sirvieran tanto de cruceros como de buques de carga. Los mismos fueron nombrados Morro Castle (en homenaje a la fortaleza y al faro que custodian la entrada de la Bahía de La Habana) y Oriente (por el nombre de una de las provincias cubanas).

En los astilleros de la Newport News Shipbuilding and Dry Dock Company, comenzaron los trabajos constructivos del Morro Castle en enero de 1929. En marzo de 1930 fué bautizado, mientras su gemelo el crucero Oriente le seguía los pasos en mayo del mismo año. Ambos barcos estaban lujosamente diseñados para acomodar a los más exigentes pasajeros en primera clase y en clase turística. La construcción de cada uno de ellos tuvo un costo aproximado de 5 millones de dólares (al valor de esa época).

Características del buque

El Morro Castle entrando al puerto de La Habana.

El Morro Castle era un lujoso crucero, con 11 300 toneladas de desplazamiento y 503 pies (153,3 metros) de eslora. Su sistema de propulsión estaba integrado por dos poderosas turbinas de vapor, de 16 000 caballos de fuerza, que le permitían mantener una velocidad media de 20 nudos (36 kilómetros por hora). Como toda embarcación de su género disponía de espaciosos restaurantes, tiendas, salones y cámaras de varias clases y verdaderos apartamentos de lujo.

Los exitosos cuatro primeros años

El viaje inaugural del Morro Castle comenzó el 23 de agosto de 1930. El mismo cumplió las espectativas, completando las más de 1100 millas en su viaje de ida exactamente en 59 horas, mientras el viaje de regreso le tomó solamente 58 horas. En los primeros cuatro años de explotación, ambos buques se convirtieron en los lujosos caballos de batalla de la naviera. Muy raramente estuvieron fuera de servicio en todo ese tiempo, a pesar de los efectos negativos de la Gran Depresión que se sufria en los Estados Unidos, siendo capaces de mantener una clientela habitual y repetitiva en el disfrute de sus servicios.

Gran parte del éxito se debió a los efectos de la Ley Seca. Estas regulaciones no le eran aplicables a los ciudadanos americanos, mientras durara su permanencia a bordo, por lo que se podían consumir considerables cantidades de alcohol, y lo más importante, de manera legal, en unas interminables fiestas alcohólicas.

Al mismo tiempo, el hecho de mantener precios relativamente baratos, permitía que fuera una opción muy atractiva para hombres de negocio cubanos y norteamericanos, convirtiendo al barco un proverbial microcosmos de Norteamérica. Tal como en los cruceros de hoy en día, la alimentación a bordo era muy variada y satisfactoria.

Comienzo del incendio

El día fatal cubría la ruta La Habana-Nueva York, con 400 pasajeros y 240 tripulantes a bordo, aunque otras fuentes consignan que transportaba a 558 personas en total. Soplaba un viento huracanado. La tragedia que marcó su fin tuvo lugar cuando la hermosa nave estaba por llegar a las costas de los Estados Unidos, por la costa de New Jersey, procedente de La Habana.

A eso de la medianoche del sábado 8 de septiembre de 1934, sin que nadie se percatase, se originó un fuego en la elegante biblioteca de la nave, situada en la cubierta C, el cual se extendió rápidamente hacia otros salones aledaños. Esto es, al menos, lo que recogen las versiones más generalizadas acerca de lo ocurrido. En esa cubierta se hallaban también un salón de estar y una sala de escritura.

[[Archivo: Steamship Morro Castle on fire.jpg|right|thumb|350px|El Morro Castle envuelto en llamas, 8 de septiembre de 1934. Tres horas después, en la fría madrugada del Océano Atlántico, la luz y el calor de las llamas fueron detectados, seguidos por la orden de abandonar la nave. Esta terminante decisión nos induce a pensar que en ese momento ya el siniestro había alcanzado grandes proporciones y se había hecho incontrolable. Los camareros, mozos y demás miembros de la dotación cruzaron los corredores, llamando a los ocupantes de los camarotes. Al tocar, decían a los adormecidos pasajeros: ¡póngase el salvavidas y suba a cubierta!

Muchos pasajeros quedaron atrapados por las llamas en sus camarotes y los que pudieron llegar a las plataformas superiores, encontraban un panorama marcado por el caos más absoluto. Pocos atinaban a obedecer las instrucciones de dirigirse a los botes de salvamento, pues las recalentadas planchas de acero hacían imposible el caminar sobre ellas. Nunca se puso nunca en claro por qué no funcionó el sistema contra incendios y muchos se preguntaron por qué el telegrafista demoró tanto en transmitir la señal de auxilio.

Los botes salvavidas se hicieron a la mar llevando como promedio a unos 30 tripulantes y solo a dos pasajeros cuando disponían de 58 capacidades. Para mal de males, el primer oficial, que asumió el mando de la nave a la muerte del capitán, insistió en navegar de frente al temporal de viento, lo que hizo que las llamas se propagaran con más fuerza y rapidez.

Ya para entonces la planta radiotelegráfica transmitía sin cesar la trágica señal de auxilio.

Embarcaciones al auxilio

Numerosas naves acudieron en socorro del buque en llamas; la motonave City of Savannah recogió a varias decenas de náufragos que se habían lanzado al mar huyendo de las llamas, y otras embarcaciones hicieron lo mismo. Aún hubo tiempo de que el remolcador Tampa, ya detenidas las máquinas del Morro Castle, le hiciera llegar varios cabos y le remolcase hacia la costa como una antorcha flotante, pero el fuego rompió las estachas o cabos del remolque y el barco quedó al garete frente a Ausbury Park. Los equipos de rescate vieron entonces escenas horribles, pues muchos de los pasajeros habían encontrado la muerte aprisionados en los ojos de buey de los camarotes. Finalmente, el gran navío quedó embarrancado a pocos metros de la costa.

Destino de la nave

El casco del Morro Castle, encallado en la costa de Nueva Jersey.

La desgracia de unos trajo la fortuna momentánea de otros. No faltó gente inescrupulosa que saqueó lo que pudo del barco para venderlo luego como souvenir, y cuando se acabaron las piezas verdaderas, vendió piezas falsas, mientras que el Morro Castle, o lo que quedaba de aquella lujosa embarcación, se convertía en atracción turística.

El barco que había quedado encallado en la costa en el Asbury Park, de New Jersey permaneció allí por muchos años hsta que fué desarmado y vendido como chatarra.

Causas del incendio

En la prensa de la época pronto comenzaron las especulaciones sobre las causas del incendio. Se habló de que había sido un rayo que cayó cerca de los depósitos de combustible, pero muy pronto surgió la teoría, ratificada a resultas de investigaciones exhaustivas de que en el Morro Castle hubo un sabotaje. Para los que así opinaban, la causa de la catástrofe había sido una pluma de fuente con un dispositivo de ignición dentro dejada en la biblioteca del barco.

La hipótesis del sabotaje sería comprobada 25 años después del suceso, por el investigador Thomas Gallagher, cuando señaló que George W. Rogers, radiotelegrafista-jefe en la nave, efectivamente había colocado el tal dispositivo en la biblioteca, y que ese era el causante de la catástrofe.

Los propósitos que lo movieron para tal proceder, se desconocen, pero el hecho de que el responsable del siniestro fuera el telegrafista-jefe explica porqué el Morro Castle no transmitió a tiempo sus llamados de auxilio. El telegrafista de guardia que se decidió a pedir ayuda lo hizo por su propia voluntad y sin haber recibido orden alguna en tal sentido. La empresa naviera Ward Line fue multada a causa del incendio y se condenó a penas de prisión a los oficiales del buque; sentencias que después fueron anuladas.

Curiosidades y coincidencias

  • El naufragio tuvo lugar en 1934, el 8 de septiembre. Ese mes y ese día coinciden con la fecha en la que en Cuba se celebra la festividad de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de la Isla. Según la leyenda, la imagen de la Virgen fue hallada a principios del siglo XVII por tres humildes pescadores, sobre las aguas del mar... en medio de una tormenta.
  • El capitán del Morro Castle, Robert Willmott, había fallecido en su puesto de trabajo, horas antes de desatarse el fuego, víctima de un infarto cardiaco. Por esos días, Willmott cumplía un año de casado con Mathilde Howe, a quien había conocido en el mismo barco, mientras la dama regresaba a Estados Unidos procedente de La Habana.
  • El notable deportista cubano Frank De Beche , campeón de natación, confiado en sus propias fuerzas y habilidades, cedió caballerosamente su salvavidas a la señorita Rosario Camacho y pereció en el intento de mantenerse vivo en el mar hasta que lo rescataran de las gélidas aguas.
  • Renée Méndez Capote, colaboradora del periódico “El Mundo”, quien después sería una conocida escritora, (por ella misma nombrada la cubanita que nació con el siglo), era una de las pasajeras del Morro Castle en su viaje final. Transcurría el Gobierno de los cien días y el presidente Grau San Martín le había confiado a Renée hacerse cargo del consulado de Cuba en París. Antes, ella había planificado pasar unos días en Nueva York. Renée, que era gorda, había quedado atrapada por las llamas en su camarote y la tripulación logró sacarla por la escotilla. Renée pudo contarse entre los sobrevivientes porque el camarero estadounidense Carol Prior tuvo un gesto de cortesía para con ella, le cedió su salvavidas y, de pronto, sin saber cómo, se vio metida, con otras 35 personas en un bote de salvamento, donde pasó cuatro horas de angustia antes de arribar a la costa de Nueva Jersey. Ya en Nueva York, uno de los periodistas que acudió a entrevistarla, le preguntó si era comunista. Renée habló entonces de sus simpatías por la izquierda y ahí mismo la opinión pública empezó a tacharla de incendiaria y de haber sido la causante del desastre. Aquel incendio es, decía Méndez Capote, fue el peor recuerdo de su vida.

Véase también

Fuentes