Movimiento de los Focolares

Movimiento de los Focolares
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Focolares.jpg
Obra de María
Nombre comúnObra de María
GentilicioFocolarino(a)
FundadorChiara Lubich
Fundación7 de diciembre de 1943
Lugar de fundaciónTrento Bandera de Italia Italia
Aprobación1947 por Mons. Carlo de Ferrari (Nivel de Iglesia local)
1962 por el Papa Juan Pablo II (Aprobación Pontificia)
Marzo de 2007 (Aprobación Pontificia)
ActividadesEspiritualidad de la unidad.
Personas destacadasChiara Lubich, María Emmaus Voce, Giancarlo Faletti, Chiara Badano "Luce", María Cecilia Perrín de Buide, Manuel Perrín "Manolo", Margarita Bavosi "Luminosa", Igino Giordani, Alberto Michelotti, Carlo Grisolia
Sitio webSitio Oficial en España
Sitio Oficial Internacional
Sitio Oficial en Argentina

Movimiento de los Focolares. También llamado Obra de María, es un movimiento dentro de la Iglesia Católica, que promueve la unidad y la fraternidad universal, por lo que sobresale su fuerte vocación al ecumenismo y al diálogo con personas de diversas religiones.

Focolar

Es un movimiento que se define como una nueva corriente de espiritualidad centrada en el amor evangélico, para suscitar "la espiritualidad de la unidad" en toda "la familia humana".

El nombre viene del italiano "Fuego del hogar". El Movimiento fue denominado "de los Focolares" por la gente de Trento, por "el fuego" del amor evangélico que animaba a Chiara Lubich y a sus primeras compañeras. Inspirándose en el hogar de la Sagrada Familia, Chiara Lubich fundó el Movimiento de los Focolares, que hoy cuenta con más de dos millones de seguidores en 182 países y se caracteriza por la espiritualidad familiar, la ayuda al prójimo y el diálogo ecuménico e interreligioso basado en la caridad.

Desde el inicio, el Movimiento fue denominado "de los Focolares" por la gente de Trento, por "el fuego" del amor evangélico que animaba a Chiara Lubich y a sus primeras compañeras.

Fundación

Como ideal fue fundado el 7 de diciembre de 1943 en Trento por Chiara, una joven italiana estudiante de filosofía que debió abandonar los estudios debido a la Segunda Guerra Mundial. La premisa que guiaba a Chiara y sus compañeras era y sigue siendo vivir la palabra del Evangelio diariamente.

En un refugio antiaéreo, abrimos por casualidad el Evangelio en la página del Testamento de Jesús; "que todos sean uno, Padre, como tú y yo". Aquellas palabras parecían iluminarse una a una. Aquel "todos" habría sido nuestro horizonte. Aquel proyecto de unidad la razón de nuestra vida.
Chiara Lubich - Trento, 1944

Historia

A partir del primer núcleo de Trento

En el marco de odio y violencia del segundo conflicto mundial, en Trento, Italia, se enciende la chispa inspiradora, el "descubrimiento fulgurante" del único que "ninguna bomba puede destruir": Dios. Dios, experimentado como Amor, cambia radicalmente la vida de Chiara Lubich, quien tenía entonces poco más de veinte años. Una experiencia que enseguida es comunicada y compartida por sus primeras compañeras.

A los refugios antiaéreos llevan sólo el Evangelio. Allí encuentran el "cómo" responder al Amor. En aquel período Chiara escribe: "Cada día hay nuevos descubrimientos: el Evangelio se convierte en nuestro único libro, única luz de vida". En el mandamiento del amor recíproco descubren la ley para recomponer la fraternidad de la sociedad disgregada. "Ponemos todo en común: cosas, casas, ayuda, dinero. La vida es otra".

Con maravilla, aquel primer grupo experimenta la fuerza, la luz, el valor, el amor que dona la presencia de Jesús "donde dos o tres se reúnen en Su nombre". Una luz que ilumina la última oración de Jesús al Padre: "que todos sean uno". Este proyecto de Dios sobre la familia humana, se convierte en el programa de sus vidas: "Hagamos de la unidad entre nosotras el trampolín para correr donde no hay unidad y suscitarla".

Los efectos: "Cada día crece a nuestro alrededor el número de personas de todas las edades y condiciones sociales. Se apagan odios y rencores. Muchas familias se recomponen". Nace la certeza de que en el Evangelio está la solución de cada problema, individual o social.

El Movimiento

Muy pronto aquel primer grupo se convierte en un Movimiento que suscita una renovación espiritual y social. En poco más de 60 años de vida ha alcanzado una difusión mundial (182 países), con más de dos millones de adherentes y una irradiación de varios millones, difícilmente cuantificable.

  • Un pequeño pueblo: Por la variedad de su composición, con los años, el Movimiento asume las dimensiones de un pequeño pueblo, como lo definió Juan Pablo II: abraza no sólo a católicos, sino también a cristianos de varias Iglesias y comunidades eclesiales, y judíos. Poco a poco forman parte de él seguidores de las grandes religiones, y personas sin una referencia religiosa. La adhesión al Movimiento tiene lugar sin sincretismos, en la plena fidelidad a la propia identidad. Es común el compromiso de vivir, aún en distintos modos, el amor y la unidad, que están inscriptos en el ADN de cada hombre.
  • Fundadora y presidente: Chiara Lubich subraya que el Movimiento "no ha sido diseñado por una mente humana, sino que es el fruto de un carisma que viene de lo Alto. Nosotros tratamos de seguir, a través de las circunstancias, la voluntad de Dios día tras día".
  • Las aprobaciones: En 1947 el obispo de Trento, Mons. Carlo de Ferrari, da la primera aprobación a nivel de Iglesia local. "Aquí está la mano de Dios". Seguirán las aprobaciones pontificias: la primera en 1962; por sus sucesivos desarrollos otras varias, la más reciente en marzo de 2007.
  • Un Movimiento eclesial: Los Focolares se injertan en el actual fenómeno de florecimiento de Movimientos Eclesiales originados por un "carisma preciso donado a la persona del fundador" (Juan Pablo II) es decir por "un don del Espíritu" que incesantemente suscita "la novedad del cristianismo" (Cardenal Ratzinger). Juan Pablo II reconocerá en el carisma de Chiara Lubich, un "radicalismo del amor" y en el Movimiento los lineamientos de la Iglesia del Concilio, abierta a los varios diálogos (19 de agosto de 1984).

Espiritualidad de la unidad

"Mientras creíamos que simplemente vivíamos el Evangelio inadvertidamente el Espíritu iba subrayando algunas Palabras que debían llegar a ser los principios operantes de una nueva corriente espiritual: la espiritualidad de la unidad".
Chiara Lubich

La espiritualidad enunciada por Chiara Lubich a los largo de los años, ha sido definida como una espiritualidad “colectiva” o, mejor dicho, “comunitaria”, es decir en función de la unidad, del “que todos sean uno” (Jn 17,21).

Dicha espiritualidad se desarrolla en doce puntos, entrelazados uno en el otro.

  1. Dios Amor;
  2. la Voluntad de Dios;
  3. la Palabra;
  4. el hermano;
  5. el amor recíproco;
  6. Jesús Eucaristía;
  7. la unidad;
  8. Jesús abandonado
  9. María;
  10. la Iglesia;
  11. el Espíritu Santo
  12. Jesús en medio.

Finalidad

En el actual cambio histórico, compartiendo con la humanidad la difícil gestación de una nueva civilización globalizada, interdependiente, multicultural y multirreligiosa, el Movimiento se ha comprometido, junto a la multiplicidad de iniciativas que se mueven en esa dirección, a componer en unidad la familia humana, enriquecida por la diversidad.

Instrumentos de unidad

Primariamente los "focolares", reunidos por "zonas", que convergen en un único "Centro Internacional". Poco a poco, del único árbol, nacen numerosas ramificaciones entre las cuales movimientos de vasto alcance, que llevan aires de de renovación en los distintos ámbitos de la sociedad y de la Iglesia abriendo espacios de fraternidad y de unidad.

  • Familias Nuevas: Animado por los focolarinos casados, abre nuevos caminos de respuesta a las crisis de la familia y hace de ella la célula base que contribuye a recomponer en unidad el tejido social.
    El amor se revitaliza. Parejas que están en crisis encuentran la fuerza para restablecer el diálogo. La familia se abre a la sociedad. Promueve una cultura innovadora construida sobre la educación, la formación, la sociabilidad y la solidaridad. Se realizan adopciones, protección de menores, aportes a distancia para países del Sur del mundo y del Este europeo.
  • Humanidad Nueva: Es la expresión en lo social de todo el Movimiento. Los principales animadores son laicos de las más variadas categorías sociales y profesiones, denominados "voluntarios", comprometidos a renovar los distintos ámbitos de la sociedad, como la política y la economía, el arte y la educación, el derecho y la comunicación.
    Nacieron en 1956, después de la invasión soviética de Hungría. Son la respuesta al llamado de Chiara quien, haciendo eco a las palabras del Papa Pío XII, expresó en las páginas de la Revista del Movimiento Città Nuova la urgencia de que surgieran "auténticos discípulos de Jesús que, voluntariamente lo sigan. Un ejército de voluntarios - porque el amor es libre - capaces de edificar una sociedad nueva".
  • Jóvenes por un Mundo Unido: Propone a los jóvenes que se conviertan en protagonistas de un mundo nuevo, con numerosas iniciativas de solidaridad y paz a nivel nacional e internacional.
    Es animado por los jóvenes más comprometidos, los "gen2", "generación nueva", segunda generación del Movimiento, al quienes Chiara dio inicio en 1967, proponiéndoles la radicalidad del Evangelio, como respuesta a las profundas exigencias de cambio que maduran en las nuevas generaciones.
  • Chicos por un Mundo Unido: Su objetivo es contribuir a la realización de la fraternidad universal comenzando por sus ciudades y por los ambientes en los cuales viven. Recorren todas las vías posibles para derribar las barreras y las divisiones.
    Sostenido por los "gen3", tercera generación, los adolescentes son promotores de manifestaciones internacionales, de micro-proyectos de solidaridad y de intercambio de las recíprocas riquezas culturales.
    Muchos de ellos provienen de los "gen4", los niños del Movimiento, entre los 4 y los 8 años.
  • Movimiento parroquial y diocesano: Para hacer de la parroquia una "casa y escuela de comunión", suscitando nueva vitalidad y fuerza evangelizadora. Son animadores de éste, sacerdotes, religiosos y laicos del Movimiento.
    Una acción que se está desarrollando también sobre la base diocesana en algunas Iglesias locales italianas.
  • Movimiento sacerdotal: Para contribuir a renovar con la espiritualidad de la unidad, también las estructuras eclesiásticas, en consonancia con el espíritu del Concilio Vaticano II. Está animado por sacerdotes diocesanos, miembros del Movimiento.

Caminos para la unidad: los diálogos

El diálogo a nivel de individuos, personalidades y Movimientos, comunidades y grupos, se delinea como la vía privilegiada para promover la unidad:

  • dentro de la propia Iglesia para profundizar la comunión entre los Movimientos Eclesiales, las nuevas comunidades y las asociaciones laicales, con los carismas antiguos y nuevos de las congregaciones religiosas;
  • entre las Iglesias cristianas, para entretejer relaciones de comunión fraterna y de testimonio común, que hacen caer prejuicios y abren un diálogo de vida, del pueblo, cual levadura para acelerar el camino hacia la unidad visible de los cristianos;
  • con el judaísmo, para sanar las heridas de siglos y redescubrir el patrimonio y las raíces comunes;
  • entre las religiones, para construir un mundo fraterno basado en los valores del espíritu;
  • con personas de convicciones no religiosas, para colaborar, sobre la base de los valores comunes y del respeto de los derechos humanos, en los campos de la solidaridad y de la paz.

En lo social

La reciprocidad del amor hasta construir la unidad se revela como el "código" para transformar la sociedad, imprimiendo la dimensión de la comunión, de la solidaridad en los distintos ámbitos de la sociedad, como: la política, la economía, la moral pública y la ética social, la salud, el orden social, el arte, la educación, la cultura, la comunicación social, las relaciones entre los pueblos. De especial relevancia:

  • El Movimiento político por la unidad: abierto a personas comprometidas a distintos niveles, de distintos partidos políticos, que propone la fraternidad como categoría política en vista del bien común.[1]
  • La Economía de Comunión: proyecto que, en el mundo de la Economía, inspira la acción de más de 750 empresas y tiene un impacto también a nivel cultural.[2]
  • La cooperación internacional: más de 1000 obras sociales de distinta magnitud en los 5 continentes. Se han desarrollado especialmente en el ámbito socio-sanitario y educativo en las áreas menos favorecidas. La valorización de la reciprocidad suscita auto desarrollo y rescate social, son todas acciones sostenidas por una Ong del Movimiento: Acción mundo unido (AMU).[3]

Modelos de una nueva sociedad: las ciudadelas

Las ciudadelas son 35, en distintos estadíos de desarrollo, con las características de la cultura en la que surgen. Son ciudades en miniatura, con casas, escuelas, empresas, lugares de culto. Por el estilo de vida que promueven, pueden ofrecer a las grandes ciudades un modelo de convivencia.

Formación a la unidad. Son 63 los "Centros Mariápolis" para la formación espiritual y social de los miembros, en 46 naciones. 4 en Argentina.

Cultura de la unidad

Un centro de estudios interdisciplinarios, la Escuela Abbá, reúne a docentes comprometidos en elaborar las primeras líneas de una nueva cultura iluminada por el carisma de la unidad. Un ulterior desarrollo, a nivel cultural, ha sido marcado por la constitución de redes internacionales de investigadores, profesionales, estudiantes que profundizan cada una de las disciplinas y promueven congresos, cursos de formación, publicaciones.

Medios

Para difundir esta cultura:

  • Editorial Ciudad Nueva, presente en 31 países: Ciudad Nueva
  • Revista de opinión Ciudad Nueva, 43 ediciones en otras tantas naciones, publicada en 28 idiomas: Ciudad Nueva
  • Nuova Umanità, revista bimestral de cultura publicada en italiano
  • "Unidad y Carismas" y "Gen's", revistas bimestrales de cultura y actualidad eclesial, editadas en varios idiomas;
  • Centro Santa Chiara y Charisma, centros de producción audiovisual.

Chiara Lubich

Chiara Lubich

Artículo principal: Chiara Lubich.

Chiara Lubich, fue la fundadora y presidenta del Movimiento de los Focolares. A principios de los años 40, una joven de nombre Silvia de poco más de veinte años y maestra en Trento, su ciudad natal daba clases en los bancos de sus alumnos de primaria. Se había matriculado también en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Venecia, pues quería llegar a la verdad más profunda de las cosas y de la vida. Llegaron pero los amargos y difíciles años de la Segunda Guerra Mundial, donde el entorno de odio, muerte y violencia desmoronaba todo aquellos material y las personas.

Palabra de vida

El Evangelio. La aventura de la unidad iniciada por Chiara Lubich tenía un único “texto”: la Biblia, el Evangelio, la Palabra de Dios. Para ellas, sólo en las páginas del Evangelio existía la vida que conducía a Dios.

Fue en ese período que, no por casualidad, comenzó una práctica que ya Chiara había intuido cuando aún era maestra y que se generalizó en todo el mundo focolarino y no sólo: la “Palabra de vida”.

Vivían una frase del Evangelio y la novedad, para aquel tiempo, consistía en el hecho de que Chiara y sus primeras compañeras, para darse ánimo recíprocamente y para crecer juntas, compartían los frutos que la vida de la Palabra producía en sus vidas.

Referencias

Fuentes