Museo Egipcio de Turín

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Museo Egipcio de Turín El Museo Egipcio de Turín, fundado en 1824, es el más antiguo museo egipcio del mundo, y segundo por importancia, sólo por detrás del de El Cairo. Dedicado exclusivamente al arte y a la cultura del Egipto antiguo, su colección ha sido objeto de interés por parte de los más importantes estudiosos del pasado como Jean-François Champollion. Por ello y por la importancia de las colecciones presentes en el museo, Turín viene considerada la ciudad donde ha nacido la egiptología. Fue el propio Jean-François Champollion, aquel que gracias a la piedra de Rosetta acabó por descifrar la escritura egipcia, el que dijo: “El camino hacia Menfis y Tebas pasa por Turín”.

Origen del museo egipcio de Turín

Más allá de antiguas leyendas, el germen del museo egipcio de Turín nació en 1724 de la mano de Vittorio Amedeo II –Víctor Amadeo II– que fundó el museo de la real universidad de Turín, Museo della Regia Università di Torino. Cien años después, en 1824, se funda oficialmente el museo de las antigüedades egipcias, conocido como “museo egipcio”, por Carlo Felice di Savoia. En ese momento, ya incluía las piezas recuperadas en Egipto por Vitaliano Donati a las órdenes de Carlo Emanuele III y la colección de Bernardino Drovetti, cónsul de Francia en Egipto. Esto lo convierte en el museo egipcio más antiguo del mundo. El de El Cairo –el único cuya colección es más importante– se fundó en 1902, aunque no abrió sus puertas hasta 1909.

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La colección de Bernardino Drovetti

La mayor adquisición se produjo en 1824 con la compra de la primera colección de antigüedades egipcias al explorador y diplomático italiano Bernardino Drovetti, quien trabajaba en aquella época como cónsul francés en Egipto. Esta fue comprada por el rey Carlos Félix de Saboya, por la suma de 400.000 liras piamontesas, y constaba de más de mil piezas, compuesta por unas cien grandes estatuas, estelas, sarcófagos con momias, papiros, y múltiples objetos funerarios. En la colección destacan las colosales estatuas de Amenofis I, un Ramsés II sedente, la estatua de Tutmosis II y el Canon Real de Turín. Ernesto Schiaparelli fue nombrado director del museo, en 1894, incrementando los fondos mediante compras y campañas de excavación en Heliópolis, Guiza, Asiut, Hermópolis, el Valle de las Reinas (la tumba de Nefertari), Deir el-Medina y Gebelein. Jean-François Champollion visitó este museo para estudiar su importante colección de papiros, los cuales le ayudaron a dar los primeros pasos en el desciframiento de la escritura jeroglífica.

Las piernas de Nefertari

A finales del año 2016, se llegó a la conclusión de que las dos piernas momificadas que se encuentran en el museo egipcio de Turín podían ser de la reina egipcia Nefertari, gran esposa real de Ramsés II el Grande. Después de más de cien años, se les pudo poner “dueña”.

Otras piezas del museo egipcio de Turín

Durante la década de 1960, el templo de Abu Simbel tuvo que ser reubicado para salvarlo de las aguas, la construcción de la presa de Asuán habría acabado por anegarlo. El gobierno egipcio agradeció con distintas donaciones a los países que ayudaron en la empresa y, si a España se donó el templo de Debod –en Madrid–, a Italia le “tocó” el templo de Ellesiya, que hoy se encuentra en el museo egipcio de Turín. El templo fue mandado construir por el faraón Tutmosis III en el siglo XV a.C. el mismo en el que habría salido de Egipto el fundador de la ciudad de Turín. ¿Coincidencia?

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