Oboe

Oboe
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Oboe

Instrumento musical de la familia viento madera
Clasificación

Instrumento de viento
Instrumento de viento-madera

Tesitura
Tesitura del oboe.jpg
Instrumentos relacionados

Corno Inglés

Desarrollado

siglo XVII

Músicos

Jorge Rivero Tirado, Franco Rivero, David Walter

Oboe (en francés, hautbois, ‘madera alta’ o ‘madera aguda’) es un instrumento musical de la familia viento madera, de taladro cónico, cuyo sonido se emite mediante la vibración de una lengüeta doble que hace de conducto para el soplo de aire. Su timbre se caracteriza por una sonoridad penetrante, mordente y algo nasal, dulce y muy expresiva.

Historia

Se desarrolló en Francia en el siglo XVII y su nombre proviene del francés hautbois, y es el nombre de la chirimía o dulzaina, un caramillo de lengüeta doble que se utilizaba en la música popular.

Conocido desde la Antigüedad, el instrumento ha evolucionado en el espacio y el tiempo con una amplia diversidad fruto de la creatividad de las civilizaciones y culturas, que han permitido que siga usándose en la actualidad. Los oboes tradicionales (bombarda, cornamusa, duduk, gaita, hichiriki y zurna) y los oboes modernos (oboe pícolo, oboe, oboe de amor, corno inglés y oboe barítono) forman una gran familia con múltiples facetas.

Tipos de música para el instrumento

Empleado en solo, música concertante, música de cámara, orquesta sinfónica o banda musical, el oboe moderno representa en la orquesta al conjunto de la familia. Las obras para oboe proceden esencialmente del repertorio barroco (Bach) y clásico (Mozart), y tras su renacimiento, del Siglo XIX (Robert Schumann) hasta nuestros días (Berio).

Según la RAE, la persona que toca el oboe se denomina oboísta. El término oboe lo han utilizado también los organólogos como nombre genérico para un instrumento de doble lengüeta de taladro cónico. Asimismo puede referirse a un tipo de registro de órgano.

Sonido

Lilianne López Rodríguez oboista de la ciudad de Matanzas, Cuba[1]

El sonido del oboe se distingue del de los demás instrumentos por ser más gangoso y nasal; también como acre, penetrante, áspero, cortante, ronco y aterciopelado. Éste, junto al fagot y el corno inglés, forma un grupo muy homogéneo, que representa las cualidades más obvias de la doble lengüeta que los distinguen de otros instrumentos. El oboe sería la voz Soprano; el Fagot, el Bajo, y el Corno inglés, el Tenor, y, aunque no se emplee mucho en las Orquestas, el Oboe de amor, el Contralto.

En el oboe los sonidos armónicos se obtienen a partir de las llaves de octava y empleando las digitacione de las notas situadas a la doceava inferior. A diferencia del clarinete o la flauta, que son de taladro cilíndrico, los armónicos suenan ligeramente velados debido al ensanchamiento cónico del tubo, y esto es una ventaja, pues, por otra parte, se pueden conseguir efectos de extrema dulzura. A diferencia de otros instrumentos de viento-madera, el oboe tiene un sonido claro y penetrante.

Ello se debe al taladro cónico, que hace que el oboe sea rico en armónicos, tanto los pares como impares, y tenga un espectro tonal tan amplio. Gracias a esa característica, los oboes se escuchan fácilmente por encima de otros instrumentos en conjuntos musicales amplios. Los matemáticos pueden explicar esto mediante fórmulas derivadas del hecho de que el frente de onda no es plano, sino el segmento de la superficie de una esfera. La belleza y pureza que emiten los sonidos del oboe dependen del sentimiento y el buen gusto que posea el artista, aunque esto no quiere decir que se descuiden las cualidades del sonido como tal.

Por el contrario, es preciso poner la mayor atención en este punto, pues se corre el riesgo de adoptar sonidos que luego sean difíciles de corregir. Debe tenerse un gran cuidado al colocar la lengüeta entre los labios, pues de su posición depende la calidad del sonido emitido. La búsqueda de una buena sonoridad es el principal objetivo del oboísta durante toda su carrera.

El cuidado de la embocadura en el oboe merece mayor atención que en los demás instrumentos. El sonido del oboe, si es mal tocado, puede ser muy desagradable, agrio e ingrato, como ocurre con los estudiantes al principio, razón de peso que puede inducir al abandono del estudio del mismo. Pero un oboísta avanzado puede producir un timbre rico, cálido y hermoso.

En contraposición a lo anterior, Gustav Mahler, para obtener una sonoridad más estridente, disponía los oboes y clarinetes de tal manera que sus campanas apuntasen directamente hacia el público. Este efecto es indicado en la partitura de su Sinfonía n.º 8 en alemán Schalltrichter auf. Por otro lado, el llamado efecto sordina, que consigue un sonido más apagado, se logra introduciendo un pañuelo en el pabellón del instrumento.

Durante el Renacimiento, las chirimías de lengüeta doble eran los instrumentos de viento-madera más comunes, construidos en diferentes tamaños. Su sonido era ronco y fuerte, por lo que generalmente estaban considerados como instrumentos para ser tocados en el exterior (Lully desterró de sus interpretaciones todos estos instrumentos excepto la flauta dulce cuando entró a formar parte de la corte de Luis XIV). Esto dio lugar al desarrollo de una familia de taladro más estrecho y lengüeta doble para uso en interiores.

Michael Praetorius (1571-1621), en su Syntagma Musicum (1615-1620), nos proporciona la nomenclatura completa de la familia de la bombarda (Pommer en alemán), instrumento musical antecesor del oboe que cuenta con seis agujeros, compuesta de los siguientes miembros: la chirimía pequeña , poco empleada, que medía 43 cm de longitud; la chirimía discantus, el primitivo oboe moderno, con una longitud de 66 cm; el Pommer alto , de 97 cm; el Pommer tenor , que medía 1,3 m; el Pommer bajo , con una longitud aproximada de 1,8 m; y, por último, el Pommer contrabajo, que medía 2,7 m de largo y contaba con cuatro llaves.

Nada sugiere que el nuevo oboe fuera un instrumento de tono más suave que el shawm o la chirimía, pero sobre su variedad de flexibilidad y dinámica, comentadas por Talbot y el autor del libro The Sprightly Companion, se dice que: «era majestuoso, no inferior a una trompeta» y que «con una buena caña y una mano hábil suena tan suave y fácil como una flauta».No hay duda de que los intérpretes buscaban estas características y que fueron las que encomendaron el verdadero oboe a los músicos en general y llevaron a su adopción amplia y rápida.

Desde la segunda mitad del Siglo XVIII hay una primera evidencia positiva, aunque escasa, de las cañas usadas. En algunos museos hay tudeles de láminas de metal enrolladas con restos de cañas sujetos a ellas de en torno al año 1770. Estos restos, junto a una o dos cajas de cañas e roximadamente la misma fecha, dan una pista de las dimensiones de la caña completa. Medía aproximadamente 9 mm de ancho en la punta y era todavía proporcionalmente corta. La ilustración del oboe en L'Encyclopédie de Denis Diderot (1751-1765) muestra una caña muy peculiar, larga, construida sin estar doblada, aparentemente para insertarla directamente en la parte de arriba del instrumento.

Fue durante este periodo cuando el instrumento fue plenamente aceptado dentro de la orquesta, primero doblando la sección de cuerdas; pero muy pronto pasaría a ser una de las voces más expresivas, siendo empleado en solos por derecho propio. En música de cámara, también pronto demostraría sus cualidades, lo que estimuló a los compositores a escribir algunas de las mejoras obras de todos los tiempos para el instrumento.

Aporte en el Oboe

El oboe pronto alcanzó un protagonismo claro gracias a las aportaciones de Johann Sebastian Bach (1685-1750), Georg Friedrich Händel (1685-1759), Jean Baptiste Loeillet de Gante (1688-1750), Georg Philipp Telemann (1681-1787), Jan Dismas Zelenka (1679-1745), entre otros. El instrumento llega a su madurez gracias a Ludwig August Lebrun (1752-1790), un compositor e importante oboísta de la orquesta de Mannheim, quien le dedicó numerosos conciertos.

El oboe actual ha mejorado en cuanto a la calidad de fabricación de las piezas, pero apenas difiere del sistema de platillos. Hoy es el que más se fabrica en París. Entre las invenciones del Siglo XX cabe destacar la llave de resonancia para el fa de horca (posición conocida como fourchu en francés y fork en inglés ), obra de Bonnet en 1907. La mejora del trino re♯ - mi se la debemos a Bienzet. Se añadió una llave de resonancia para el si♭2 y una tercera llave de octava para facilitar la ejecución de notas sobreagudas y así proporcionar una mayor seguridad para el intérprete.

Las investigaciones de Marigaux (1935), anteriores a 1930 tomaron, en cierto modo, una orientación contraria a la anterior evolución del oboe francés, ya que el cuerpo era un poco más alargado. El resultado fue un instrumento de gran calidad y sonoridad más suave, características que aún mantiene hoy. El oboe de Charles Rigoutat se acerca más a la pureza clásica de Lorée.

Construcción del Oboe

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El oboe se construye en forma de tubo cónico y está provisto de doble lengüeta de caña, situada en la embocadura del instrumento. Las lengüetas vibran entrechocándose periódicamente y causando así las vibraciones en la columna de aire dentro del tubo. El oboe cuenta con un complejo mecanismo de llaves que le permiten, al igual que la flauta o el clarinete, interpretar pasajes de gran dificultad técnica como solista.

La familia de los oboes

La familia moderna del oboe.

  • Oboe pícolo (en francés oboe musette). Afinado en mi♭ o fa, una tercera menor o cuarta justa superior. Se utiliza en raras ocasiones.
  • Oboe. Afinado en do; por tanto no es un instrumento transpositor.
  • Oboe de amor (del italiano oboe d’amore). Afinado en la, una tercera inferior. Posee una campana piriforme (en forma de pera) y una pieza de metal saliente en el extremo para sujetar la lengüeta llamada bocal, característica que mantendrán los siguientes miembros más graves de la familia.
  • Corno inglés (del francés cor anglais). Afinado en fa, una quinta inferior. Es muy apreciado por su sonido y se emplea en numerosos solos orquestales. Tras el oboe suele ser el instrumento de la familia más empleado en formaciones numerosas.
  • Oboe bajo o barítono. Afinado en do, una octava inferior. Su notación es la misma que la del oboe en clave de sol, pero su sonido real es una octava por debajo de lo escrito. Se emplea en raras ocasiones.
  • Heckelfón. Inventado en 1906 por Wilhelm Heckel de Biebrich-am-Rhein. Afinado en do, una octava inferior, se caracteriza por su gran esfera de resonancia en el pabellón y que se mantiene apoyado en el suelo con una pica (como el violonchelo, por ejemplo). Utilizado por Richard Strauss en Salomé, Elektra o la Sinfonía alpina; y Paul Hindemith en su trío para viola, heckelfón y piano. Se discute si este oboe pertenece a la familia, dado que se suele confundir con el oboe bajo.
  • También existe un heckelfón pícolo, homólogo al oboe pícolo (en fa), del que se hicieron muy pocas unidades.

Obras para oboe

Las obras para el oboe abarcan desde las compuestas en el Barroco hasta la actualidad, pasando por el Clasicismo, Romanticismo y la música del siglo XX.

En el Barroco, destacan Tomaso Albinoni, Johann Sebastian Bach, Georg Friedrich Händel, Alessandro Marcello, Henry Purcell, Giuseppe Sammartini, Georg Philipp Telemann, Antonio Vivaldi, entre otros.

En el Clasicismo, cabe mencionar a Vincenzo Bellini, Domenico Cimarosa, Carl Ditters von Dittersdorf, Gaetano Donizetti, Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig August Lebrun, Antonio Salieri, entre otros.

Referencias

Fuente

  • Tratado de instrumento de viento. Oboe