Ocupación de Las Mercedes

Ocupación de Las Mercedes
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Fecha:26 de mayo de 1958.
Lugar:Las Mercedes
Consecuencias:
Caída del poblado en manos del Ejército Batistiano
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba.
Ejecutores o responsables del hecho:
Ejército Batistiano.

Ocupación del poblado Las Mercedes. Se produce el 26 de mayo del 1958 fecha en la cual, después de una tenaz resistencia ofrecida por un puñado de hombres del Ejército Rebelde al mando del capitán Ángel Verdecia es ocupada por el Ejército Batistiano.

Antecedentes de la ocupación

El mando enemigo desencadenó la primera fase de su ofensiva el 25 de mayo. Ese día comenzó a avanzar hacia el caserío de Las Mercedes, desde su base de operaciones en Cerro Pelado, el fuerte Batallón 17, al mando del comandante Pablo Corzo, reforzado por la Compañía 81 del Batallón 20. Allí, en Las Mercedes, donde comenzó la gran ofensiva enemiga con la que se esperaba dar el golpe de muerte al núcleo principal de la guerrilla, terminará también la operación, 74 días después, con una rotunda victoria del Ejército Rebelde. Este primer combate de Las Mercedes tipifica la estrategia que Fidel Castro Ruz había elaborado para hacer frente al empuje del Ejército de la tiranía.

Las fuerzas enemigas, con el apoyo de su número y su poder de fuego, incomparablemente superiores, lograron en definitiva el objetivo inmediato que se habían trazado de ocupar la posición, pero solo después de tener que vencer una resistencia tenaz que demoró su avance, desarticuló sus planes, comenzó a desgastar su poderío y demostró la moral superior del combatiente rebelde.

Primera línea de contención

El 25 de mayo, un rato antes del mediodía, las fuerzas del Batallón 17 comenzaron a avanzar desde el Cerro, una parte a pie y otra en camiones. Cinco tanquetas T-17 de la Compañía C del Regimiento Mixto 10 de Marzo acompañaron ese avance. Durante toda la primera parte del trayecto no ocurrieron incidentes importantes. Confiados en que el intenso ataque aéreo había destruido las posiciones defensivas de los rebeldes y obligado a replegarse, los guardias, no obstante, avanzaron lentamente y con extremas precauciones, efectuando un incesante fuego de registro. De esa manera cruzaron el Arroyón o río Caney, por donde comienzan actualmente los terrenos de la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos y, poco después dejaron atrás el caserío de Sao Grande.

La punta de vanguardia enemiga prosiguió su avance a lo largo del camino y a sus dos lados. Ya los guardias estaban casi seguros, en vista de la ausencia de indicios rebeldes, de que solo dos o tres horas más de marcha descansada y sin incidencias los separaban de su objetivo. Fue entonces, apenas a 200 metros de coronar el firme, cuando Angelito dio la orden de iniciar el fuego.

La sorpresa paralizó el avance enemigo durante un buen rato. Administrando inteligentemente sus disparos, la escuadra rebelde combatió durante todo el resto de la tarde. Solo el despliegue enemigo en un ancho frente en la falda de la loma -entonces, como ahora, cubierta de potreros y algunas guásimas salteadas obligó al capitán rebelde a ordenar la retirada, alrededor de las 5:00 de la tarde.

Segunda línea de contención

Después de este primer ataque los combatientes ocuparon, entonces, una segunda posición defensiva detrás del cementerio, aproximadamente a medio camino entre el firme de La Herradura y el poblado. Poco antes de la caída de la noche, cuando los primeros guardias comenzaron a bajar del firme, estalló entre sus filas una mina de 50 libras de explosivos que la escuadra de Angelito había colocado en el camino. Esta explosión, que sumó nuevas bajas enemigas a las ocurridas durante el combate de la tarde, detuvo de manera definitiva el avance enemigo ese día. Por la noche los guardias acamparon en el firme y la falda interior de la loma, a unos 400 metros de distancia de la segunda posición rebelde.

Poco después del amanecer del día 26 de mayo se reanudó el combate. El enemigo prosiguió su avance, desplegado en dirección al cementerio, y una vez más el puñado de hombres de Ángel Verdecia luchó tenazmente hasta que no le quedó otra opción que replegarse ante la amenaza de ver rodeada su posición por la enorme superioridad numérica de la fuerza enemiga, a la que ayudaban en su desplazamiento el poco relieve y las condiciones abiertas del terreno.

Tercera línea de contención

Ante el empuje del enemigo el capitán rebelde Ángel Verdecia ordenó ocupar una tercera línea de defensa, y situó el grueso de sus hombres a la entrada del caserío, del otro lado del río Jibacoa en su margen izquierda, mientras otro pequeño grupo se ubicaba en la más alta de las colinas que bordean la margen derecha, frente al poblado y a pocos cientos de metros detrás del cementerio.

El comandante Pablo Corzo Izaguirre ordenó un intenso fuego de morteros en dirección a las casas, con la esperanza de quebrar de esa forma la resistencia rebelde. Una avioneta, en la que viajaba el coronel Manuel Ugalde Carrillo, oficial ejecutivo del puesto de mando de Bayamo, sobrevolaba constantemente a gran altura la zona del combate. Desde ella, seguro y prepotente, daba órdenes constantes al jefe del Batallón 17.

A pesar de todo su poder y sus esfuerzos, el enemigo no había logrado aún cruzar el río a las 4:00 de la tarde.

Apareció entonces de nuevo la aviación y se reanudó también el bombardeo con morteros. Dos de las tanquetas pasaron a ocupar la posición de vanguardia. Finalmente, después de una última resistencia de más de una hora, Angelito dio la orden de retirada, y los combatientes rebeldes se replegaron organizadamente ante el empuje incontenible de la abrumadora fuerza enemiga.

Toma del poblado

A las 6:45 de la tarde del día 26 de mayo, los guardias entraron en Las Mercedes. Un batallón completo, reforzado con morteros y armas automáticas y apoyados por tanquetas y aviones, debió combatir durante casi 30 horas contra menos de una veintena de hombres, armados con sencillos fusiles y parque más que limitado para poder tomar el poblado.

Resultados

La escuadra rebelde no sufrió en esta acción ni una sola baja, a pesar de que inicialmente se informó que un hombre había resultado herido; además se puede decir que sin duda, la resistencia ofrecida por la escuadra rebelde de Ángel Verdecia en Las Mercedes fue un símbolo que cubrió de gloria y prestigio al aguerrido capitán guerrillero, quien pocas semanas después encontraría la muerte en desigual combate, y un anuncio claro de lo que vendría más tarde.

Para el enemigo, esta primera resistencia en Las Mercedes resultó un golpe psicológico importante. Aquí sufrió las primeras bajas de su ofensiva. La cifra no pudo determinarse, pero debieron ser numerosas. El propio Angelito Verdecia reportaba, después del primer día de enfrentamiento, haber ocasionado siete muertos.

Pero para el mando enemigo, más grave aún fue constatar que las fuerzas rebeldes eran capaces de sostener con éxito una lucha de posiciones, desarrollar una táctica defensiva de desgaste progresivo, que por primera vez se veían obligados a enfrentar.

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