Operación de Nicaro

Operación en Nicaro
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Posiciones enemigas y del Ejército Rebelde
Fecha:desde el 20 de octubre de 1958 hasta el 24 de octubre de 1958
Lugar:Nicaro, Holguín

Operación de Nicaro. Acción del Ejército Rebelde para tomar el pueblo de Nicaro y la importante propiedad yanqui enclavada en ese lugar. Esta operación se desarrolló del 20 al 24 de octubre de 1958.

Antecedentes geográficos, económicos, políticos y sociales

Nicaro, Lengua de Pájaro, conocida así por su figura alargada que asemeja la lengua de esta ave_ es un pequeño pueblo situado al norte del municipio Mayarí. La Níckel Processing Corporation, transnacional yanqui, tenía el control económico de la industria procesadora del niquel. Explotaba los yacimientos minerales que extraían de las minas de Ocujal y La Ramona, los que trasladaban por ferrocarril hasta la planta que los procesaba en Nicaro, distante unos 13 kilómetros.

Era esta industria la principal fuente de trabajo de los habitantes de Nicaro y sus alrededores, así como de otros lugares del país.

Hubo allí un núcleo fuerte de revolucionarios de la talla de René Ramos Latour (Daniel) y Rafael Orejón Forment, ése último asesinado por la tiranía en las “Pascuas Sangrientas”, quienes habían trabajado en esta industria norteamericana. Ellos fueron los organizadores del Movimiento 26 de julio (M-26-7) en esta importante zona de Oriente.

Los gobiernos de turno de la neocolonia respaldaban incondicionalmente esta propiedad yanqui que contribuía, como otras, a saquear las riquezas de nuestro país. La protección a estas instalaciones las hacía el ejército de la tiranía, que había aumentado la guarnición en Nicaro después del ataque realizado a la misma por fuerzas revolucionarias, en Febrero de 1958.

El pueblo de Nicaro y sus alrededores, las minas de Ocujal y La Romana, fueron decisivas fuentes de avituallamiento del II Frente. La columna 19 “José Tey” también fue testigo y beneficiaria de esa solidaria ayuda. El M-26-7 contó siempre con una sólida organización de base entre los trabajadores y vecinos de Nicaro. Esta organización se puso en función del frente y de la Columna 19 que operaba en la zona.

La compañía A “Orlando Regalado” de dicha Columna era la que operaba en toda esta región donde frecuentemente se realizaban acciones revolucionarias de distinta naturaleza. Transcurrieron más de ocho meses para que los rebeldes volvieran a entrar a Nicaro.

Inicio de las primeras acciones

Alrededor de las 5:00 de la tarde del días 20 de octubre, encontrándose el teniente Renato Rabilero, de la Comandancia, y dos combatientes más en la curva de Levisa, a la entrada de Nicaro, recibieron un mensaje del movimiento en el que se decía que dos compañeros habían desarmado a dos casquitos y que el ejército los tenía acorralados en un punto del pueblo, por lo que solicitan ayuda para poder salir.

Los dos compañeros que hicieron la “acción rescate”, José Miguel Guerra Jardines y Germán Valle, habían sido autorizados por Melquíades González, quien les entregó un arma corta a cada uno para esta misión. Ellos fueron a desarmar a dos guardias que se encontraban en un comedor de Nicaro, y al hacer resistencia éstos, los pusieron de baja, y se llevaron los fusiles.

De inmediato se organizó un grupo de 15 hombres de los que estaban destacados en el campamento de Levisa. Aproximadamente a las 6:00 de la tarde, este grupo se dirigió por la carretera hasta Nicaro, y llegaron cerca del cuartel, donde abrieron fuego sobre el mismo, con el propósito de que los guardias no salieran y permitir así que los compañeros cercados pudieran escapar. Este objetivo se logró y el grupo se retiró un poco más tarde por la misma carretera hacia el campamento.

La presencia de los rebeldes hizo que el pueblo saliera a las calles y sus voces de apoyo y solidaridad hacia los combatientes fueron acicate para el cumplimiento del fin propuesto.

Ocupación de Nicaro por nuestras fuerzas

Poco tiempo después, esa misma noche, el teniente Melquíades Gonzáles, de la Compañía A, recibió la noticia de que los guardias estaban abandonando Nicaro en una embarcación por el muelle, y de inmediato organizó un pequeño grupo, que en dos jeeps entró al pueblo, y comprobó en el terreno la veracidad de lo informado. Más tarde, se pudo conocer que para esa fecha había en el cuartel de Nicaro una fuerza enemiga de 26 soldados al mando del sargento Guatón, de la Guardia Rural, los cuales, al producirse la entrada del pequeño grupo rebelde que acudieron en ayuda de los dos compañeros cercados, abandonaron la península en una lancha rumbo a Antilla.

El pueblo estaba jubiloso en las calles. Melquiades envió un mensaje al jefe de la Columna, Comandante Aníbal, en el que le planteaba la situación existente en Nicaro.

Teniendo conocimiento de los hechos, el teniente Francisco Gonzáles, segundo jefe de la Compañía A, muy poco tiempo después entra en Nicaro con más fuerzas y con el propósito de mantener la ocupación de la ciudad, hasta tanto se recibieran las órdenes precisas del jefe de la Columna, el cual había comunicado su decisión de entrar en el poblado. Las fuerzas que allí se reunieron fueron situadas en las posibles vías de acceso por donde podían venir los guardias.

El sargento Ernesto Darias con un grupo de compañeros fueron enviados para el puente de Felton. Un grupo fue situado en las lomas que están a la izquierda de la salida de Nicaro por la carretera que va hacia Mayarí y otro se puso en el entronque de Ocujal.

El jefe de la Columna con un pequeño grupo de la comandancia que lo acompañaba, legó al campamento de Levisa al siguiente día (21) por la mañana, y recibió del teniente Francisco González, quien lo esperaba, un informe sobre la situación que allí había. También llegó el capitán Cardero con un pequeño grupo móvil que tenía esta compañía.

A su llegada, el jefe de la Columna impartió nuevas instrucciones a fin de mantener Nicaro, y se reforzaron algunas posiciones. Se situó una emboscada en la carretera que venía de Mayarí, en el lugar conocido por guerrita, con personal de la Compañía B al mando del capitán José L. Cuza. También se coordinó con la organización del movimiento en Nicaro, pues se hacía necesario canalizar el desbordarte entusiasmo de los trabajadores, quienes incluso habían comenzado a hacer barricadas frente a la plata y otros lugares.

Los trabajadores y vecinos daban su respaldo sin límites al ejército rebelde. Aquella alegría, aquel entusiasmo desbordante del pueblo que se sentía liberado, es difícil poder describirlo.

Movimiento del enemigo para recuperar Nicaro

Ese mismo día 21, se recibió a través de una operadora de teléfono de Antilla, quien era colaboradora del M-26-7, un mensaje en el que se decía que los guardias se estaban preparando para venir por mar, utilizando unos lanchones. Por tal motivo el comandante Aníbal decidió poner una emboscada en el lugar conocido como Punta de Dos Bahías, por donde debían pasar las embarcaciones enemigas. Para cumplir esa misión fue escogido el teniente Melquíades González, gran conocedor de la zona, con un grupo de 11 hombres. A todos los compañeros que iban con él se les armó con Springfields, más la San Cristobal de Melquíades.

Mas tarde se obstruyó también la otra entrada por mar, más pequeña, que se encontraba en el costado de Saetía, lanzándose algunos carros viejos al agua; además, se tomó la decisión de enviar al compañero Reinaldo Assef y otros combatientes más a cubrir la entrada de Carenerito, para impedir el paso de la fragata por ese lugar; ese último grupo luego fue reforzado con unos 10 hombres de la tropa de Efigenio Ameijeiras que llegaron más tarde, e incluso se tirotearon con la fragata.

Después de tomadas estas primeras medidas para rechazar el posible intento del enemigo por recuperar Nicaro, el jefe de la Columna envió un mensaje al jefe del frente, Comandante Raúl Castro, en el que le informaba las situación que allí había hasta ese momento. Además le proponía mantener Nicaro en manos del Ejército Rebelde hasta tanto él decidiera el plan a seguir. Se tenía en cuenta la importancia política de aquel enclave yanqui en nuestro suelo y la repercusión de la toma del mismo por el Ejército Rebelde, a pocos días de la farsa electoral convocada por el tirano para el 3 de noviembre.

La respuesta del jefe del frente fue mantener Nicaro; que él enviaría más fuerzas para asegurar el éxito de la operación y que esperar su llegada a dicho lugar.

Las primeras fuerzas de otras Columnas en llegar fueron de la 17 “Abel Santamaría” al mando del Comandante Luzón, el día 22 por la noche. Eran unos 50 hombres.

Con estas nuevas fuerzas se reforzaron las emboscadas que se habían preparado en el entronque de Ocujal, en la carretera Mayarí-Nicaro. Otro grupo de la Compañía C de la Columna 17, al mando del capitán Abelardo Colomé (Furry), que operaba al sudoeste de Mayarí, recibió la misión de hacer un hostigamiento al cuartel de esa población y situarse más tarde en la carretera entre Mayarí y Nicaro, en el punto conocido por Guerrita.

Después de las medidas iniciales tomadas, se procedió a preparar, con las demás fuerzas con que hasta ese momento se contaba, algunos puntos dentro del pueblo que eran favorables para poder enfrentar al enemigo que intentara desembarcar en Nicaro por el muelle u otros lugares.

Ese mismo día, un poco más tarde, también llegó el Comandante Efigenio Ameijeiras con una fuerza de 40-50 combatientes de la Columna 6 “Juan M. Ameijeiras”, a su mando. Entre ellos, estaba el capitán Samuel Rodiles, los tenientes Felix Lugones (Pilón), Santiago Terry y otros, así como el teniente Luis A. Carbó Ricardo, con el cañón de 20 mm que él operaba.

Con parte de las fuerzas que trajo Efigenio, se reforzaron también posiciones y se creó una pequeña reserva con el propósito de poder actuar en la dirección por donde pudiera aparecer el enemigo.

Informan que viene una fragata

Al mediodía del 23, se encontraba Aníbal con Luzón en la improvisada jefatura que tenía en la grúa que estaba a la entrada de Nicaro, cerca de la curva de Levisa, cuando llegó hasta allí el compañero Juan López García (Lopito) ex oficial de la Marina de Guerra, quien había sido separado de ese cuerpo armando por actividades revolucionarias. En ese tiempo él trabaja como práctico en el puerto de Nicaro. Les informó que venía una fragata con un refuerzo enemigo por mar y no los lanchones de desembarco que con anterioridad se había informado.

Ante esta noticia, de inmediato se piensa en los compañeros que al mando del teniente Melquíades González estaban emboscados en Dos Bahías, ya con el armamento que tenían, no podían hacerle frente a un buque de guerra de este tipo. El compañero Lopito, algo exaltado, le explicaba al Jefe de la Columna la composición del armamento de estas unidades de de la Marina de Guerra, lo que hacía pensar que podían causar grandes estragos en el pueblo. Se decía, entre otras cosas, que los tanques de amoníaco de la planta podían explotar con un impacto de proyectil y que este sería el fin para el pueblo.

Llegada del jefe del frente

El día 23 en la tarde llegó el jefe del Frente a Levisa, y asumió el mando directo de la operación después de ser informado de la situación por los Comandantes Belarmino Castilla, Luzón y Efigenio, que allí se encontraban. Poco tiempo después, entró en Nicaro el Comandante Raúl Castro en medio del más emocionante respaldo de todo el pueblo que desbordaba las calles de alegría. Así patentizaba Nicaro, núcleo de fuerza obrera, su respaldo al ejército rebelde, a nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, y al Jefe del II Frente, compañero Raúl. Le acompañaban los jefes de Columna, así como la compañera Vilma Espín, el capitán Manuel Piñeiro y otros oficiales de la Comandancia General.

Durante la noche, Raúl se reunión con los distintos jefes en un imprevisto puesto de mando en Levisa, analizó la situación y planteó nuevas misiones.

La idea estratégica consistía en mantener ocupado Nicaro, por varios días, ante la proximidad de la farsa electoral y por lo que significaba aquella industria yanqui, donde se encontraba un grupo de norteamericanos ejecutivos de la empresa. Esto provocaba un tremendo escándalo con repercusión internacional, en el orden de las acciones militares significaba la posibilidad de batir los refuerzos procedentes de Mayarí y los que vendrían en la fragata a desembarcar. También se decidió el ataque a la guarnición que había en las minas de Ocujal, el cual se llevaría a cabo por fuerzas de la Columna 17 y algunas de la 19, dirigidas por el Comandante Antnio E. Lussón.

Muy temprano en la mañana del 24, encontrándose el Jefe de la Columna 19, el teniente Francisco González y otros compañeros en uno de los puntos que para la defensa de Nicaro se habían preparado, llegaron varios norteamericanos, algunos de los cuales tenían responsabilidades en la administración de la Empresa, y pidieron les autorizaran salir de Nicaro. De inmediato el Comandante Aníbal lo informé al Jefe del Frente, el que autorizó se dejaran salir.

El teniente Freddy Ramos fue designado por la Jefatura de la Columna para que se encargara de controlar la salida de los norteamericanos. Éstos se disponían a abordar una embarcación que había en el muelle y que fue traída desde la base naval de Guantánamo para trasladarlos. Más tarde se conoció que eran dos las que habían utilizado.

Ya se tenía noticia que la fragata se acercaba a Nicaro y el comentario era la difícil situación que tendrían que afrontar los compañeros que estaban emboscados en Dos Bahías, si la misma los detectaba, por lo cual había que sacarlos de allí de alguna forma.

Estando parado en el muelle el Comandante Aníbal con varios compañeros, observando los preparativos para la retirada de los norteamericanos y la situación que se había presentado, se le ocurre la estratagema de mandar a buscar al jefe de los yanquis y le dice que aunque estaban autorizados a salir, había que esperar algún tiempo más, ya que la salida de la bahía estaba minada y era necesario proceder a quitar las minas para evitar un accidente que pudiera costarles la vida. Este tiempo fue el que permitió que se mandara a buscar al los compañeros que estaban en la emboscada, en una lanchita que allí había.

Estos momentos fueron muy tensos, ya que cuando se distinguió la lanchita que venía con los hombres de la emboscada hacia el centro de la bahía, se vio aparecer la primera fragata que resultaba enorme en comparación con la minúscula embarcación que traía a los rebeldes. Los de la fragata recibieron información por los reconocimientos de la aviación, de la posición rebelde. La fragata cañoneó para Dos Bahías, precisamente para donde estaba puesta la emboscada y por sus alrededores, y los escasos rebeldes que allí quedaban ripostaron con sus fáciles. Poco tiempo después lograban llegar los combatientes que venían en la lancha, y se situaban en otra posición.

Acción contra la fragata

La fragata venía en dirección al muelle y realizaba la maniobra de atraque. Rápidamente, el jefe de la Columna envió a Pancho a buscar el cañón, que estaba montado sobre un camión plancha, situado en la curva de Levisa, de manera tal que pudiera ser utilizado contra el enemigo que viniera por tierra o por mar.

Este cañón de 20 mm lo manejaba con mucha destreza el teniente Luis A. Carbó Ricardo. El mando de la Columna 6, a la cual pertenecía este histórico cañón, había designado para la protección y apoyo del mismo en las acciones, una escuadra al mando del primer teniente Santiago Terry.

La pieza se emplazó en el lugar conocido por el Uno, en el lado nordeste de la península, lo más cerca posible del punto donde estaba la fragata, ya en el muelle, de modo que sus disparos fueran certeros. Había unos 250 metros aproximadamente entre la posición escogida para el cañón y la fragata, que resultó ser la “Antonio Maceo”. Un poco más distante, hacia el centro de la bahía, se encontraba otro buque de la Marina de Guerra batistiana, el PE-203 “Baire”. En la posición del Uno, donde se emplazó el cañón, había unos 14 o 15 compañeros, los que se situaron en posiciones favorables para atacar a la fragata. Entre otros se encontraba el capitán Oriente Fernández, el teniente Pancho González, Terry y su escuadra, Carbó y el Comandante Aníbal como jefe.

Rápidamente, se le da la orden a Carbó para que abriera fuego y le disparara todo el Click del cañón. Carbó, después de tener a tiro la fragata, hace el primer disparo, y de inmediato la fusilería, y logran impactos en la cubierta donde venían los marineros y la compañía de soldados que iba a desembarcar.

Realmente, fue a mansalva como fueron sorprendidas las fuerzas de la tiranía a pesar de que, para los fusiles, la distancia era algo alejada. El cañón realizó tres disparos y hubo que rastrillarlo en cada ocasión ya que tenía algún desperfecto. El compañero Carbó se molestó ante la dificultad que se le había presentado a la mejor arma que se tenía, pero cumplió cabalmente su misión.

La fragata, al verse atacada, se aleja hacia el centro de la bahía y riposta con un atronador fuego de cañones y ametralladoras. Uno de sus disparos le da a un automóvil que en ese momento llevaba un mensaje y se movía cerca de la planta metalúrgica, y le partió el motor. Más tarde, al percatarse el enemigo de que no se le ofrecía resistencia , se acercó nuevamente al muelle y precedió a desembarcar sus fuerzas.

Se había previsto la situación de los tanques de amoníaco que hay en Nicaro, producto altamente inflamable que se utiliza en el proceso de lixiviación en la planta metalúrgica. Se corría el peligro de que si eran tocados por los proyectiles de la fragata, estos tanques podrían explotar lo que, de producirse, la afectación a la población iba a ser muy desfavorable. Ante esa situación, el jefe de la Columna 19 decide retirarse del lugar con los demás compañeros, a sus posiciones anteriores. Por los partes del enemigo se pudo conocer más tarde que se le había causado seis bajas (heridos) al personal de la fragata.

Las tropas rebeldes que habían ocupado Nicaro lograron demorar por un largo rato el desembarco enemigo. Al producirse éste, el Comandante Raúl Castro ordenó el repliegue de las fuerzas que estaban dentro de Nicaro, hacia las afueras del mismo, en evitación de que quedaran cercadas dentro de la península. Estas fuerzas pasaron a ocupar posiciones en el lugar conocido por La Pesa en la loma que se encuentra a la salida de Nicaro, con el propósito de hacerle una última resistencia al refuerzo del ejército que venía desde Mayarí y a los que pudieran salir de Nicaro.

En la madrugada del 24 las fuerzas del capitán Abelardo Colomé Ibarra capturaron a dos casquitos que venían de Mayarí hacia Guerrita a pie, y les ocuparon dos fusiles Garand, al parecer habían sido enviados por el enemigo en esa dirección con el fin de detectar las emboscadas rebeldes, según se dedujo del interrogatorio que se les hizo.

Lucha contra el refuerzo por tierra

El refuerzo enemigo que venía por tierra salió de Mayarí en la madrugada del día 24, en composición de dos compañías de Infantería con morteros, al mando del comandante Pino Águila. Ya de mañana, avanzaba por la ruta de las Corúas con una cobertura aérea de tres B-26, evadiendo la carretera, donde estaban situadas las emboscadas rebeldes más fuertes. Rápidamente, se enviaron dos grupos del personal que estaba de reserva, a interceptar dicho refuerzo. En realidad resultaba prácticamente imposible detener al enemigo en el terreno llano que éste escogió. Según testimonio del comandante Pino Águila, él había detectado la presencia de fuertes emboscadas rebeldes en la carretera Mayarí-Nicaro, por lo que optó por el terreno de abajo, aprovechando las guardarrayas y caminos cañeros allí existentes.

La primera emboscada rebelde que hace contacto temprano en la mañana con ese refuerzo fue la que quedó situada en el crucero de Felton, próximo al río Mayarí (en Franco). Al mando de la misma estaba el sargento Darias con unos 13 hombres, los que le hacen una resistencia al ejército sin lograr detenerlo, y cae prisionero un soldado rebelde que había sido adelantado para la observación del enemigo.

La segunda resistencia la hace una emboscada que se situó en herradura, Vuelta Larga, al mando del capitán Gilberto Cardero, jefe de la Compañía A con varios hombres y dos minas, la que logra detener por algún tiempo el refuerzo, pero tiene que retirarse mas tarde a causa de la desventaja del terreno y de la superioridad enemiga.

La última resistencia a esta Columna enemiga se le hizo en el lugar conocido por Río Grande, a donde había sido enviado un pequeño destacamento de las fuerzas que quedaban al mando de Pancho González y Santiago Terry. Este grupo fue violentamente atacado por el enemigo con fuego de infantería y morteros, y se vio obligado a replegarse en dirección a Levisa, alrededor de las 5:00 de la tarde.

Sin embargo ya Nicaro no constituía un objetivo militar para los rebeldes; el fin estratégico perseguido se había cumplimentado. El jefe del frente, Comandante Raúl Castro, ordenó entonces a los jefes de columna, la retirada de todas las fuerzas rebeldes de aquella región completamente en el llano. De esta forma logra el enemigo reconquistar Nicaro, donde quedaban los trabajadores y la población, quienes con ejemplar actitud habían apoyado las acciones rebeldes, y que sufrieron luego los desmanes de la soldadesca batistiana.

Ataque a la guarnición de Minas de Ocujal

Mientras la ocupación de Nicaro se realizaba la noche del 24 de octubre, las fuerzas que estaban al mando del Comandante Lussón en el entronque y la carretera, se disponían a atacar a Ocujal, lo cual se había decidido como parte de la ocupación de Nicaro. Este sería el tercer ataque al enemigo en ese lugar.

En Ocujal se encontraba destacada una compañía del ejército que resultó ser la No. 76 del Regimiento de Holguín, a la cual se habían hecho algunos hostigamientos por un grupo bajo el mando del teniente Melquíades González con el objetivo de fijarla en dicha posición y evitar que viniera hacia Nicaro. También una escuadra al mando del sargento Perfecto Álvarez (Mejoral) cuidaba el acceso a la misma.

Las fuerzas que iban con Lussón, unos 60 a 70 hombres, estaban compuestas en su mayoría por la móvil de la Columna 17 y el resto de la Columna 19. saliendo del entronque se aproximaron al caserío de Ocujal. Cerca de las 11:00 de la noche logran llegar al crucero del ferrocarril donde comenzaba el pueblito. En ese momento no se pudo precisar la ubicación del enemigo. El lugar estaba totalmente oscuro. Ante esa situación Lussón decidió avanzar con su personal por escuadras a través del caserío para poder ubicar la posición del enemigo. Ya cerca de las 4:00 de la madrugada, hicieron contacto con los guardias, los que se encontraban al fondo del poblado donde estaba el tanque del agua, en una altura que habían fortificado.

Los atacantes se desplegaron ocupando posiciones con lo que quedó cercada la compañía enemiga, y comenzó el ataque. Los soldados estaban atrincherados en la altura que ocupaban y era prácticamente imposible avanzar sobre ellos en aquellas circunstancias; esta situación se mantuvo todo el día 25. los combatientes revolucionarios atacaron por distintas direcciones y fueron rechazados por el enemigo, que ocupaba la posición más ventajosa. Mientras, la aviación enemiga realizaba constantes ataques sobre los rebeldes. En la mañana del 26, al no poder tomarse la posición enemiga y con la preocupación de que pudieran venir hacia Ocujal las fuerzas del ejército que habían entrado en Nicaro, Lussón ordenó la retirada. En esta acción fue herido el teniente Manuel Céspedes, de la móvil de la Columna 17. no se tuvo conocimiento de bajas por parte del enemigo.

Como resumen de esta opresión en Nicaro se puede decir que la misma logró su objetivo en el orden político, ya que las fuerzas rebeldes mantuvieron ocupada durante cuatro días aquella importante propiedad Yanqui, con la repercusión que este hecho provocó. En el aspecto militar no se alcanzó el éxito esperado, ya que no pudieron ser rechazadas las fuerzas enemigas, que lograron rescatar Nicaro.

El ataque a la guarnición de Ocujal, que se realizó al final con parte de las fuerzas, no logró su objetivo al no poder tomarse dicha posición. No obstante, en la operación en su conjunto se le causaron al enemigo varias bajas, principalmente a los que venían en la fragata (6 heridos), así como dos prisioneros a las fuerzas de tierra, a los que se les ocupó dos fusiles con su parque.

Cabe señalar que fue esta la primera vez en que fuerzas de distintas columnas del Segundo Frente actuaban en una operación de conjunto en el llano.

Esta operación no fue preparada de antemano, sino que se fue desarrollando sobre la marcha a partir de los primeros hechos que se produjeron. No obstante, las dificultades afrontadas permitieron obtener valiosas experiencias para nuevas acciones combinadas, que se realizarían más tarde en la ofensiva final del frente.

Fuentes

  • Comisión de historia de la Columna 19 “José Tey”. Columna 19 “José Tey”. Editorial de Ciencias_Sociales, La Habana,1982.