Alejandro VI (papa)

(Redirigido desde «Papa Alejandro VI»)
Alejandro VI
Información sobre la plantilla
Papa de la Iglesia católica
11 de agosto de 1492 - 18 de agosto de 1503
Alejandro VI 2.jpeg
PredecesorInocencio VIII
SucesorPío III
Información personal
Nombre secularRodrigo de Borja o Borgia
Nacimiento1 de enero de 1432
Jativa, Valencia, Bandera de España España
Fallecimiento18 de agosto de 1503
Roma, Bandera de Italia Italia
CónyugeVanozza Catenei
PadresGodofredo Lenzolio o Lenzuolo
Juana de Borja o Borgia
HijosCésar Borgia
Lucrecia Borgia
Juan Borgia
Jofré Borgia
Luis Borgia Duque de Gandía

Papa Alejandro VI. Papa perteneciente a la familia de los Borja o Borgia quien hizo una rápida carrera eclesiástica a base de intrigas, bajo la protección de su tío y padre adoptivo, el Papa Calixto III, quien le nombró cardenal en 1455; más tarde fue elegido Papa en 1492. Su vida disoluta y su ambición fueron denunciadas en sus predicaciones por el reformador florentino Savonarola, a quien excomulgó, torturó y ejecutó en 1498. Su nepotismo llegó hasta el extremo, utilizando los recursos de la Iglesia para enriquecer a su familia y situar a sus ocho hijos ilegítimos. [1] Los aspectos positivos de su papado quedan eclipsados por la corrupción y la ambición.[2]

Biografía

Primeros años

Rodrigo de Borja o Borgia, natural de Jativa, provincia de Valencia, España. Nació el 1 de enero de 1432, hijo de Godofredo Lenzolio o Lenzuolo, oficial español y de Juana de Borja, nunca usó el apellido paterno. Era sobrino del sumo pontífice Calixto III, quien era hermano de su madre y lo tomó en adopción mandándole a llamar a Roma donde cursó estudios religiosos, posteriormente le concedió un beneficio de 12 000 libras anuales, nombrándole después Arzobispo de Valencia, Cardenal en 1456 y Vice canciller de la iglesia con una renta anual de 28000 escudos.

Tuvo cinco hijos reconocidos, el mayor Luis, primer duque de Gandía que casó con una hija bastarda del rey de Nápoles Alfonso II, y murió sin sucesión. De sus amores con Vanozza Catenei tuvo 4 hijos ilegítimos; Juan, segundo en edad, que fue también Duque de Gandía; César, Duque de Valentinois y par de Francia; Jobre, el cuarto, príncipe de Esquilache, que casó con Sancha de Aragón, hija de Alfonso II de Nápoles; y Lucrecia, de famosa memoria, hija única, que casó en primeras nupcias con Juan Esforcia, señor de Pésaro, hijo del Duque de Milán; en segundas con Luis de Aragón, príncipe de Tarento, hijo de Federico II de Nápoles, en terceras con Alfonso de Este, Duque de Ferrara e hijo de Alfonso II de Nápoles.

Poseía gran talento, protegió las letras y las artes, era tolerante con el pueblo, y audaz y sereno en el peligro. Pero con los nobles y ricos se mostró duro en extremo, haciendo sus víctimas a las poderosas familias italianas de los Orsini, los Sforza, los Della Rovere y otra patricias de Roma, cuyos bienes, títulos y estados repartió entre sus hijos.

Ordenó en 1498 la ejecución del florentino Girolamo Savonarola, elocuente dominico, que predicó contra el pontífice y excitó a la cristiandad para la reunión de un concilio general en que este fuera depuesto; mas como que al propio tiempo mezcló en sus predicaciones la política, los comisarios pontificios lograron que se le condenase como hereje, a muerte, que sufrió en una hoguera.

Defensor de la ortodoxia, renovó la bula In Coena Domini contra los herejes y reprimió la predicación de Savonarola. Su figura ha sido criticada por su poco ejemplar vida privada, ya que se le atribuyen diez hijos, entre los cuales los más conocidos son César y Lucrecia Borgia. [3]

No falta quien elogie su censura sobre los libros; pero aún esto cabe sospechar que se debiera, más que a su buen deseo, al afán de oponer un fuerte dique a las manifestaciones de la opinión pública en el mundo cristiano, que estaba claramente pronunciada contra él.

Trayectoria eclesiástica

Tras los pontiticados de Paulo II, Sixto IV e Inocencio VIII, fue elevado Rodrigo a la silla de San Pedro con el nombre de Alejandro VI, el 2 de agosto de 1492.

Su nombramiento como Papa desencadenó una fuerte oposición en Roma, por considerar que su vida era licenciosa e inmoral, además, por el hecho de ser extranjero. Para alcanzar este puesto, compró votos, prometió rentas, dignidades y palacios; más una vez coronado procuró deshacerse de los mismos que le habían elevado, siendo todos perseguidos o muertos. Públicamente vendía los beneficios eclesiásticos, los obispados y las dignidades todas de la iglesia. Para satisfacer sus violentas pasiones, no se detenía ante medio alguno, ni siquiera ante el perjurio, el asesinato y el veneno.

Esta hostilidad explicaría la leyenda negra que se creó alrededor de su figura, y que llegó a deformarla hasta hacer parecer a Alejandro VI y a su familia seres monstruosos.

Intervención en la política

Intervino activamente en la política italiana, con un claro propósito de ampliar sus dominios de la Iglesia. Confiscó a nombre de la iglesia y en provecho de sus hijos los estados de los Gaetanos, después de ahora al último de los herederos. Se apropió cuantos bienes dejaban al morir los sacerdotes. Vendió indulgencias, y exigió fuertes contribuciones pretextando una cruzada.

En sus relaciones con los monarcas europeos, se dejó guiar siempre por la ambición, y turbó, con sus varios y encontrados proyectos, la paz de España, Francia, Nápoles, Milán, toda Italia y aún Europa, sin que las quejas y amenazas de Carlos VIII, Fernando el Católico y Manuel de Portugal le corrigieran.

Carlos VIII de Francia pretendía hacer valer sus derechos a la corona de Nápoles. El sumo pontífice, obligado por la generosidad del rey Fernando de Nápoles con los hijos bastardos de Alejandro, se declaró contra Francia, apoyó algún tiempo después al hijo de Fernando, Alfonso II, y se alió con este último y con el sultán Bayezid II, siempre en oposición a Carlos VIII. El monarca francés, excomulgado marchó contra Roma el 31 de diciembre de 1494; el Papa entonces adoptó el partido de Carlos, en cuyas manos puso a Zizim, hermano y rival del sultán Bayaceto. Zizim murió en el campamento francés por efecto de un veneno lento que Alejandro le hizo tomar antes de entregarle y como medio de recibir la cuantiosa suma de 300 000 ducados y la amistad perpetua ofrecida por Bayaceto al Papa, si le libera de su hermano. Escritores distinguidos ponen en duda este envenenamiento.

Dueño Carlos VIII del reino de Nápoles, forma Alejandro contra el Francés una liga en que entraron el emperador Maximiliano, el rey de España Fernando el Católico, Venecia y Milán, viéndose precisado Carlos de evacuar Italia. Desde entonces el papa, sostenido por su feroz hijo César, castigó cruelmente a todos los vicarios independientes que oprimían los estados de la iglesia.

Muy pronto hubo un rompimiento entre el Papa y Federico de Nápoles con la muerte de Juan, Duque de Benevento, que según rumores había sido asesinado por mandato de su hermano César quien ambicionaba su puesto, momento en que Alejandro pensó en abdicar la tierra, pero fue una idea pasajera. César, a quien su padre había hecho arzobispo de Valencia y cardenal, fue relevado de sus votos espirituales y se pretendió colmarle de bienes.

Bulas Alejandrinas

Al efecto, entró el sumo pontífice en relaciones con Luis XII de Francia, quien le estaba agradecido al Papa por haber este declarado nulo su primer matrimonio. A través de las nuevas amistades logra del francés ayuda para sus planes, respecto a César, los cuales consistían principalmente en formarle un principio a la Romaña.

Consecuente a la doctrina de los grandes pontífices que sostuvieron la supremacía del papado, adjudicó, después del descubrimiento de América, a Castilla y Portugal todo lo que no estuviese poseído por los príncipes cristianos y se encontrase respectivamente a uno u otro lado de una línea divisoria que mandó tirar de norte a sur y que se conoce con el nombre de línea Alejandrina.

Para defender la independencia de los Estados Pontificios frente a la amenaza francesa, reunió a la Liga de Venecia en 1495, con los soberanos de Milán, Venecia, Austria y España. A cambio del apoyo militar, los Reyes Católicos obtuvieron de este papa las llamadas Bulas alejandrinas en 1493, que reservaban para España las tierras descubiertas en América y extendían sobre ellas el patronato de la Corona.

Línea Alejandrina

Después del primer viaje de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo y mientras se preparaba la segunda expedición hubo que zanjar por mediación del romano pontífice dificultades que suscitaban los portugueses al derecho de España a navegar y hacer descubrimientos y conquistas en aquel continente.

El monarca portugués alegaba que por concesión de los Papas, y especialmente de Eugenio IV, le pertenecía el descubrimiento de todas las tierras situadas en el Océano Atlántico. Sometiéndose la contienda a la decisión del sumo pontífice, que lo era entonces Alejandro VI, y este, cual si fuera señor y dueño del mundo, por bula del 4 de mayo de 1493, tiró una línea imaginaria de polo a polo, cien leguas al oeste de las islas Hespérides (Azores o Cabo Verde), y adjudicó a España todas la tierras que desde aquel meridiano se descubriesen hacia el oeste, dejando a Portugal las que quedaran al este de dicha línea.

La llamada línea alejandrina provocó protestas de Portugal, y el rey Juan II se preparó para la guerra. La amenaza hizo que España reconsiderara su posición, y en 1494 ambas naciones firmaron el Tratado de Tordesillas, que movió la línea de demarcación 370 leguas más hacia el oeste de las islas de Cabo Verde, por lo que Brasil, que es el territorio americano que más avanza hacia el oeste, tocaba en la zona asignada a Portugal, con ello se incrementó la porción de este último al este de la línea.

Muerte

Falleció el 18 de agosto de 1503. Alejandro VI puede ser considerado un prototipo de magnate del Renacimiento, que unía a su estilo de vida lujosa y corrompida la protección del arte y una cierta tolerancia (dio refugio a muchos judíos expulsados de España). A su mecenazgo se debe, por ejemplo, la Piedad de Miguel Ángel.[4]

Se dice que habiendo intentado apoderarse por el veneno de las riquezas del cardenal Corneto según unos, de los bienes de 3 o de 9 de cardenales según otros, invitados por Alejandro a un banquete el día de San Pedro del año 1503 y dispuestas una o varias botellas con un veneno sutil, por error casual o voluntario del que debía servirlo, hizo que lo tomaran el Papa y su hijo César este, joven y robusto, se salvó; pero Alejandro, ya septuagenario, murió a las pocas horas en medio de atroces sufrimientos.

Semejante versión de su muerte, contada por Guichardi y Paul Jove, esta rechazada por escritores notables como Muratori y Voltaire; el diario de Buchardi, nada favorable a los Borgia, afirma que la muerte fue producida por una fiebre. Este diario del maestro de ceremonias de la corte pontificia en los días de Alejandro VI fue extracto por Leibnitz en su historia arcana.

Véase también

Referencias

Enlaces externos

Fuentes