Pareidolia

Pareidolia
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Concepto:Fenómeno psicológico donde un estímulo vago y aleatorio (por lo general una imagen) es percibido erróneamente como una forma reconocible.

Pareidolia. Se derivada etimológicamente del griego eidolon (εἴδωλον): ‘figura’ o ‘imagen’ y el prefijo para (παρά): ‘junto a’ o ‘adjunta’) es un fenómeno psicológico donde un estímulo vago y aleatorio (habitualmente una imagen) es percibido erróneamente como una forma reconocible. Una explicación de este fenómeno, conforme al funcionamiento del cerebro, es descrito por Jeff Hawkins en su teoría de memoria-predicción.

Descripción

El carácter sagrado dado a determinados sitios arqueológicos podría ser explicado con el fenómeno psicológico de hierofanía, generalmente asociado a las experiencias religiosas o con el fenómeno de la pareidolia, el cual es perceptivo y no necesariamente patológico. Este fenómeno es utilizado en evaluaciones psicológicas, como en el test de Rorschach.

Casos conocidos

Ejemplos comunes de la pareidolia son:

  • Visión de animales o rostros en la forma de las nubes.
  • Visión de rostros en las cimas de algunos cerros pedregosos
  • Visión de rostros en la parte delantera o trasera de un vehículo (los faros representarían los ojos, la parrilla la boca o dentadura y el parabrisas la frente o cabeza)
  • Imágenes de rostros en aparatos o edificios.
  • Visión de personas o siluetas en el pavimento.
  • Audición de mensajes reconocibles en grabaciones en idiomas desconocidos o reproducidas al revés.
  • Avistamientos de ovnis, críptidos, fantasmas u otros fenómenos paranormales.
  • Numerosas figuras religiosas o simplemente humanoides en objetos astronómicos como la Luna, la Nebulosa del Águila, etc.
  • Imágenes religiosas en objetos cotidianos (árboles, rocas, plantas).
  • Constelaciones.
  • Contribuye a visualizar parecidos entre personas.
  • La llamada Cara de Marte es un famoso caso de pareidolia.

Alguna vez todos nos hemos entretenido en escudriñar las nubes, o mirar el enlosado de las calles, o simplemente cuando miramos a una tostada o algún artilugio de los muchos que tenemos en casa, seguramente alguna vez nos ha parecido ver una cara o incluso la figura de un animal. Esto es un fenómeno que nos ocurre a todos y aunque los científicos no se ponen del todo de acuerdo, parece que son debidos a la existencia de conexiones entre nuestro cerebro y nuestra visión que hace que el primero no funcione bien. Al fenómeno de relacionar caras en las nubes o las paredes se le ha puesto el nombre de pareidolia.

La pareidolia es un fenómeno que los expertos definen o asocian a una indicación de que el cerebro trabaja de forma equivocada y está emparejando algunos estímulos calificados de ambiguos con la representación de un rostro. Pero el concepto de pareidolia ha traído como consecuencia que surja la hipótesis de que debe existir una zona específica en el cerebro que se encarga de procesar los rostros. Los científicos han localizado esta área en el hemisferio derecho del cerebro. Esta localización es muy interesante porque lo que sí se conoce bien es que el hemisferio derecho controla los sentimientos y la creatividad, y en el fondo la pareidolia es un proceso en el fondo creativo.

Pero las visiones irreales que el cerebro nos hace pensar que estamos observando y percibiendo aunque sea de forma irreal, no terminan con la pareidolia. Existe otro concepto que define una irrealidad que el cerebro nos hace percibir, este otro concepto se llama apofenia. La apofenia consiste en ver patrones o sucesos relacionados de datos sin sentido. Un ejemplo de apofenia es por ejemplo pensar que bajarse de la cama apoyando siempre el pie derecho trae suerte o que va a sonar el teléfono y va y suena. Podríamos decir entonces que en algunos casos la apofenia se acerca a lo que podemos entender como superstición o a veces incluso una posible capacidad predictoria. La pareidolia se considera también un tipo de apofenia. La apofenia parece que es producida por una actividad muy grande del sistema dopaminérgico.

Otra irrealidad que podemos tener es el espejismo. El espejismo es una ilusión óptica. La ilusión óptica se produce por una refracción de la luz. Si prueban con un lapicero y lo introducen en un vaso de agua, les dará la sensación óptica que el lapicero se angula. Cuando las capas de aire adquieren temperaturas diferentes, como ocurre entre el desierto y el aire, la densidad varía entre ellas y al atravesarlas la luz del sol, la luz se refracta superficialmente y se refleja como si fuera un verdadero espejo, dando la sensación de la presencia de agua. Es el espejismo.

Tanto la apofenia como la pareidolia o los espejismos no son patologías y prácticamente todo el mundo hemos creído ver alguna vez alguno de los fenómenos asociados con ellas.

Dice la historia que Platón narró la alegoría de la cueva en la que una serie de hombres encadenados tenían como único horizonte el fondo de la cueva donde se proyectaban debido a la luz de una hoguera, las sombras de animales y otras personas. Los prisioneros de Platón como no miraban hacia atrás no se daban cuenta que las sombras eran solo simples reflejos de las cosas que estaban detrás de ellos. Decía Graham Greene “nunca convencerás a un ratón de que un gato negro trae suerte”. Es probable que el ratón no conozca la apofenia.

La Pareidolia como forma de encontrar significados

Nuestro cerebro está equipado con mecanismos para reconocer patrones y continuidades en medio de todo ese desbarajuste sensorial. Las redes neuronales son el medio perfecto para crear sistemas que se activen siempre igual ante estímulos aparentemente distintos. De ahí, que podamos reconocer a las personas próximas a nosotros a pesar de sus cambios físicos y psicológicos. De ahí también que podamos aplicar estrategias similares en diferentes contextos, aplicar lo aprendido a situaciones diferentes e incluso reconocer un plagio en una pieza musical. Sin embargo, esta capacidad tiene también un efecto secundario muy llamativo que recibe el nombre de pareidolia.

La pareidolia es un fenómeno psicológico consistente en el reconocimiento de patrones significativos (como caras) en estímulos ambiguos y aleatorios. Cabeza silvestre.jpg Puede ser que te des cuenta de que este pedazo de roca tiene forma de rostro humano, es asombroso y al mismo tiempo fantástico. Pero no todas las pareidolias son tan visibles como esta. Evolutivamente hemos desarrollado redes neuronales encargadas de procesar estímulos relevantes, de manera que algunos patrones se nos hacen mucho más evidentes que otros, mientras que en otros casos hay que observar bien para poder ver lo que otros sí lo han visto. En algún momento de nuestra evolución el sistema visual con el que vamos equipados se volvió increíblemente sensible ante aquellos estímulos que recuerdan a caras humanas, una parte del cuerpo que resulta de gran importancia para la comunicación no verbal. Más adelante, en un punto de nuestra historia nos volvimos capaces de confeccionar infinidad de objetos siguiendo patrones simples, reconocibles y regulares. Y en ese momento comenzó la fiesta:

Giro fusiforme: nuestro radar de rostros

Nuestro cerebro están dotado de unos circuitos específicos que se activan para procesar la información visual relativa a las caras de manera distinta al resto de datos, y la parte del encéfalo que contiene estos circuitos es también la responsable del fenómeno de la pareidolia. Esta estructura se llama giro fusiforme, y en cuestión de centésimas de segundos nos hace ver caras allí donde las hay, pero también allí donde no las hay. Además, cuando ocurre esta segunda posibilidad no podemos evitar tener la fuerte sensación de estar contemplando a alguien, aunque ese alguien sea en realidad un grifo, un peñasco o una fachada. Ese es el poder subconsciente del giro fusiforme: lo queramos o no, se activará cada vez que veamos algo que recuerda vagamente a un rostro. Es la contrapartida por haber diseñado un cerebro que está preparado para enfrentarse a gran cantidad de estímulos cambiantes e imprevisibles.

Casa pareidolia.jpg Así que, aunque por culpa de estas pareidolias a veces nos sintamos vigilados, recuerde que solo es nuestro cerebro haciéndonos jugadas.

Grandezas del cerebro

Estos fenómenos tienen su razón de ser en el trato especial que nuestro cerebro dispensa a los patrones que pueden leerse en pleno ir y venir de imágenes confusas. Nuestros cerebros nos hacen sabios, pero la naturaleza hace útiles a nuestros cerebros. A partir de hoy, cuando tu cerebro detecte una cara ahí donde solamente hay un objeto, recordarás también este artículo. Este fenómeno ha sido ampliamente estudiado y lejos de ser el reflejo de algún problema mental, es un buen síntoma. El profesor Kang Lee, de la Universidad de Toronto, explica que ver rostros en cosas inanimadas es un síntoma de que nuestras conexiones cerebrales funcionan perfectamente. "El cerebro humano está conectado de manera única para reconocer caras, así que incluso cuando sólo hay una ligera sugerencia de rasgos faciales, nuestro cerebro los interpreta automáticamente como una cara.

Fuentes

  • Pareidolia en la percepción del entorno astronómico y geográfico [1]. Consultado: 13 de julio de 2017
  • Pareidolia [2]. Consultado: 13 de julio de 2017