Ramiro Guerra Suárez

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Ramiro Guerra
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Bailarín, coreógrafo, promotor y maestro de las primeras generaciones.
NombrePedro Ramiro Guerra Suárez
Nacimiento29 de junio de 1922
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento1 de mayo de 2019
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
NacionalidadCubana
CiudadaníaCubana
EducaciónUniversitario
Alma materLicenciado en Derecho, Universidad de la Habana, La Habana, Cuba
OcupaciónCoreógrafo, investigador, ensayista y crítico
Conocido porRamiro Guerra
TítuloDoctor Honoris Causa. Instituto Superior de Arte
PremiosPremio Nacional de Danza 1999
Premio Nacional de Enseñanza Artística 2006
Premio Nacional de Investigación Cultural 2009

Pedro Ramiro Guerra Suárez. Coreógrafo, director artístico, escritor, investigador, ensayista y crítico. Fundador de la danza contemporánea en Cuba, a partir de la creación del Conjunto Nacional de Danza Moderna (hoy Danza Contemporánea), en 1959 y fundador del Conjunto Folklórico Nacional. Doctor Honoris Causa. Premio Nacional de Danza. Reconocido como uno de los más insignes creadores del espectáculo y la danza en Cuba en el siglo XX. Su obra constituye el inicio de una tradición danzaria que enaltece el arte cubano. Fue un creador en el cual su estética danzaria estuvo dada por una extensa fusión de técnicas y estudios, educados en el ballet clásico en el cual asumió los principios básicos.

Síntesis biográfica

Nació el 29 de junio de 1922. Se ha desempeñado como bailarín, coreógrafo, promotor y maestro de las primeras generaciones de esta técnica en el país y con su trabajo creó las bases para el desarrollo del estilo de la actual danza cubana. Presidente del Centro de la Danza.

Estudios

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Graduado en Derecho (1949) por la Universidad de La Habana.

Recibió la categoría de Doctor Honoris Causa en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

Inicios en su carrera

En 1943, siendo aún alumno universitario, se inició en la danza con Alberto Alonso en la Escuela de Baile de la Sociedad Pro Arte Musical de La Habana, donde realizó los estrenos de Sinfonía y Rascacielos, del propio maestro.

Con esa institución tomó parte en las producciones de Petroushka y El príncipe Igor. Pero casi al mismo tiempo comenzó a recibir clases en la academia de la bailarina y profesora rusa Nina Verchinina, quien era primera figura de los Ballet Rusos del Coronel Basil.

La Verchinina tenía una peculiar forma de impartir sus clases, incorporando movimientos en el piso y otros ejercicios poco ortodoxos para la disciplina del ballet. Esto atrajo a Guerra y lo preparó para empeños más ambiciosos.

Decidió abandonar la Escuela de Pro Arte Musical y con la agrupación de su maestra realizó su debut en el teatro América en 1946, en la danza de los bufones de la ópera La doncella de las nieves, además de interpretar Danzas eslavas, Sinfonía moderna y Vals triste. Ese año, por gestión de la propia Verchinina, ingresó en el Ballet Ruso del Coronel Basil y realizó una gira por las ciudades brasileñas de Río de Janeiro, Sao Paulo y Pernambuco, con la interpretación de pequeños papeles y el estreno mundial de Yara, del coreógrafo Vania Psota.

Cuando arribó a Nueva York (todavía formando parte del Ballet Ruso del Coronel Basil) se le abrieron nuevos horizontes al conocer la estética de la danza moderna a través de una de sus principales cultoras, Martha Graham, en cuya academia comenzó a adentrarse en los principios de esa novedosa manera de movimiento. También tomó cursos con Doris Humphrey, José Limón y Charles Weidman.

De regreso a Cuba

De regreso a Cuba integró, como bailarín y coreógrafo, las llamadas Misiones Culturales que en 1950 recorrieron el país presentado diversas formas de arte. Allí introdujo en la danza moderna sus estudios etnológicos sobre el folklore latinoamericano. Se vinculó al Ballet Alicia Alonso y a la Academia de igual nombre, donde impartió clases de danza moderna y creó las obras Toque y Habana 1830, en 1952. Al año siguiente viajó a España, donde fundó el grupo Danza-Drama.

De nuevo en La Habana en 1954, realizó una serie de recitales de danza en que estrenó un grupo de trabajos unipersonales y colaboró con dramaturgos y músicos cubanos. En 1956 fundó y dirigió el Taller Experimental de Danza en la Academia de Ballet Alicia Alonso, presentó su obra Llanto por Ignacio Sánchez Mejías y estrenó Sensemayá, sobre textos de Nicolás Guillén. En 1957 creó el Grupo Nacional de Danza Moderna y dio a conocer nuevas obras: Rítmicas y Tres danzas fantásticas.

Desarrollo profesional

Al triunfar la Revolución en 1959 fundó y dirigió el Departamento de Danza Moderna del Teatro Nacional de Cuba y creó el Conjunto Nacional de Danza Moderna (hoy Danza Contemporánea de Cuba), cuya dirección estuvo a su cargo hasta 1971.

Con este conjunto creó obras clásicas de la danza cubana y formó la primera generación de bailarines de ese estilo. Logró, apoyado por maestros y coreógrafos norteamericanos y mexicanos, conjugar las técnicas aprendidas en Estados Unidos con la realidad del movimiento del cubano.

Introdujo los tambores batá en el acompañamiento de las clases y conformó la mitología universal en texto simple de comprender, mediante su traslación a nuestra propia mitología. La compañía realizó giras internacionales y participó en el importante Festival del Teatro de las Naciones, en París, en 1961.

Suspensión de sus cargos

Cuando se disponía a estrenar, en 1971, su obra Decálogo del Apocalipsis, un atrevido fresco sobre los problemas que aquejaban a la sociedad de esa década -en el cual desarrollaba sus teorías de intertextualización y alternancias del teatro y del movimiento del objeto escénico más allá del propio escenario- fue suspendido de su cargo y permaneció durante varios años dedicado solamente a la investigación.

Reincorporación

Reincorporado a la actividad artística en 1978, comenzó a trabajar como coreógrafo y asesor en el Conjunto Folklórico Nacional de Cuba, para el que creó las obras Tríptico oriental y Trinitarias. Paralelamente realizó con el Teatro Nacional de Pantomima la puesta en escena de El reino de este mundo, sobre la novela homónima de Alejo Carpentier; El canto del ruiseñor, para el Ballet de Camagüey, y Chacona, para el Ballet Nacional de Cuba, con motivo de la celebración del trigésimo aniversario de Danza Contemporánea de Cuba. En 1989, de su fecunda imaginación brotó De la memoria fragmentada, una especie de collage de toda su obra creada para esa compañía.

Impartió clases, conferencias y cursos de posgrado en Cuba y en diferentes partes del mundo. En 1994 fundó el Centro de Desarrollo de la Danza y el tabloide Toda la danza-La danza toda, para la publicación de trabajos suyos y de otros investigadores cubanos. Escribió los libros Apreciación de la danza, Teatralización del folklore, Calibán danzante, Eros baila, Coordenadas danzarias y De la narratividad a la abstracción en la danza.

Su obra cumbre es Suite yoruba, donde se consagra como creador y logra planos expresivos y formas danzarias que se constituyen en referentes en el imaginario cultural cubano alrededor de la danza. Es considerado un vanguardista y uno de los altos estandarte de la cultura cubana del siglo XX.

Como traductor y prologuista

Su trabajo como traductor y prologuista de textos de autores norteamericanos sobre la danza incluye Danzas preclásicas, de Louis Horst; La danza, de Agnes de Mille; La creatividad en la danza, de Alma Hawkins; La danza moderna en relación con las otras artes contemporáneas, de Horst-Russell; y ha publicado artículos en las revistas Times y Dance Magazine, de Estados Unidos, y Por la Danza, de España.

Libros publicados

Su producción teórica incluye libros como:

  • Apreciación de la danza (1968).
  • Teatralización de la danza y otros ensayos (1988).
  • Una metodología para la enseñanza de la danza (1989).
  • Calibán danzante (1998).
  • Coordenadas danzarias (2000)
  • Eros baila. Danza y sexualidad (2001).

Obras más representativas

  • Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1954).
  • Impromptu galante (1970).
  • Danzas fantásticas (1957).
  • Mambí (1960).
  • El decálogo del apocalipsis (1971).
  • El milagro de Anaquillé (1960).
  • Chacona (1966).
  • Medea y los negreros (1968).
  • Orfeo antillano.
  • Ordalías.
  • Tiempo de quimera.
  • Suite yoruba (1960).
  • Freda (2001).

Premios y reconocimientos

La presencia de Ramiro Guerra en la danza cubana hizo posible la introducción de la modernidad como nueva opción del movimiento. Su obra puso a Cuba en posición privilegiada en esta esfera, en comparación, incluso, con muchos países europeos. Pero además le dio carácter nacional e identitario. Por esa razón se le conoce en Cuba como «el padre de la danza moderna».

Muerte

Falleció en La Habana el 1 de mayo de 2019[1].

Referencias

Fuentes