Pinus tropicalis

Pinus tropicalis Morelet
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Pinus tropicalis two.jpg
Nombre Científico:Pinus tropicalis Morelet
Reino:Plantae
División:Pinophyta
Clase:Pinopsida
Orden:Pinales
Familia:Pinaceae
Género:Pinus
Subgénero:Pinus
Especie:Pinus tropicalis

Pinus tropicalis, Morelet (Pino blanco; Pino hembra). Es una especie conífera endémica de Cuba, que se distribuye naturalmente en suelos arenosos, preferentemente en lugares secos, de la provincia de Pinar del Río (extremo occidental de Cuba) y del municipio Isla de la Juventud (al Sureste de la isla de Cuba), con árboles de hasta 20 m de altura total (Bisse, 1998). Ibáñez, Sosa y Manzanares (inédito) plantean que el área de distribución natural se extiende en P. del Río desde San Diego de los Baños hasta el límite oriental de la península de Guanahacabibes y en la I. de la Juventud, desde su extremo norte hasta las proximidades de la Ciénaga de Lanier, en el sur y en ambos lugares, con árboles de tronco recto y cilíndrico que pueden alcanzar hasta 30 m de altura total y 30 cm de diámetro a 1,30 m sobre el suelo, de corteza rugosa y con grietas profundas.


Fenología, floración y producción de semilla

Tras cinco años de estudios fenológicos del P. tropicalis en Viñales, P. Río, (área de distribución natural), los árboles adultos de 10 a 20 años de edad presentaron una ligera caída de sus acículas, en tanto que la brotación de las mismas ocurrió entre marzo y junio. La floración apareció entre enero y mayo, aunque la mayor parte sucedió a fines de marzo y principios de abril, completaron su desarrollo durante el resto del año y maduraron entre julio y agosto del año siguiente, época en que se produjo la dehiscencia y la liberación de las semillas. En Tope de Collantes, provincia de Sancti Spíritus (región centro-sur de Cuba), sobre suelo Ferralítico Rojo muy profundo con abundantes afloramientos rocosos, y a 400 m de altitud, en una plantación fuera del área natural de la especie y en árboles adultos de 25 a 40 años de edad, presentó fenofases poco masivas: la caída y la brotación de las acículas ocurrieron en abril, mayo y agosto; la floración se presentó sólo en algunos árboles entre febrero y mayo y en dos de los cinco años de observaciones no se registró, madurando los frutos en agosto del año siguiente, mes en que se produjo la dehiscencia y liberación de las semillas (Hechavarría et al, 1990).

Se caracteriza por producir 40.671 ± 272 semillas por kilogramo, distribuidas en 60,5 % ± 1,0 % de semillas sanas, 7,2 % ± 0,4 % de semillas vanas y 32,3 % ± 1,0 % de semillas enfermas. Las semillas alcanzan 14,1 % ± 0,7 % de capacidad germinativa, lo que representa un 23,3 % de eficiencia y da lugar a 3.512 ± 414 plantas por cada kilogramo de semilla utilizado (Alvarez y Peña, 1980a).

La evaluación de los resultados de los análisis de los lotes de semillas utilizados por las empresas forestales durante más de 10 años puso de manifiesto la existencia de una marcada variabilidad entre procedencias para estas características (Alvarez y Peña, 1980a). Sumergiendo las semillas previamente en agua durante 48 horas resultó evidente, la reducida eficiencia del proceso germinativo y la elevada rasa de semillas registradas como enfermas en los análisis. Sin embargo, y a pesar de más de 20 años de investigaciones sistemáticas para dar solución a la problemática de la germinación de esta especie, los resultados alcanzados han sido negativos y permiten suponer la existencia de un nivel de protección fitopatológica marcadamente insuficiente en las semillas (Alvarez y Peña, 1980b), mientras que el análisis del comportamiento de la capacidad germinativa de las semillas con diferentes períodos de almacenamiento en frío (5° C ± 2° C) indicó la probable existencia de un proceso de postmaduración, dado que ésta aumenta continuamente desde el año de cosecha hasta tres años después, a partir de lo cual comienza a disminuir rápidamente (Alvarez y Peña, 1980a).

Pita y Bonilla (1999) han indicado que las semillas de la especie tienen un 12 % de humedad y Bonilla (2001) plantea que la humedad de las semillas en cuatro de sus procedencias varió entre un mínimo del 10 % y un máximo del 13 %, por lo que, según lo señalado por Navarrete (1980), el incremento de la intensidad respiratoria causado por estos altos contenidos de humedad puede ser considerado entre los posibles motivos que originan las bajas capacidades germinativas registradas para la especie. Al medir el grado de deterioro de las semillas por envejecimiento en condiciones ambientales y sin alterar su contenido de humedad, utilizando como indicador la conductibilidad de 250 ml. de agua desionizada en que se colocaron 50 semillas durante 24 h, Bonilla (2001) informa que a los 30 días de cosecha fue registrada una conductibilidad de 163 m s.cm-1, que a los 9 meses aumentó a 195 m s.cm-1 y que a los 24 meses llegó a 320 m s.cm-1, estimándose como valor máximo posible a obtener 425 m s.cm-1, después de someter las semillas a la acción de un autoclave. Estos resultados sugieren que las semillas de esta especie ya han alcanzado, en estas condiciones, un 38 % de su deterioro potencial al mes de haber sido cosechadas; este valor aumenta hasta el 46 % a los 9 meses de la cosecha y hasta un 75 % de deterioro 24 meses después, pudiéndose esperar que entre los 34 y 35 meses después de la cosecha el deterioro por envejecimiento sea total y prácticamente ninguna semilla germine.

Labrada (1973) señaló que las plántulas de esta especie resultan más susceptibles al ataque de Fusarium spp. que las de P. caribaea var. caribaea, en tanto que Duarte, Alonso y Pérez (1986) indicaron, en concordancia con lo planteado por Alvarez y Peña (1980b), que la presencia de microorganismos saprófitos de los géneros Rhizopus Ehrenb (83,7 % de afectación), Aspergillus Michell ex Fries (2,65 % de afectación) y Penicilium Link ex Fries (0,08 % de afectación) en la superficie de las semillas puede considerarse como una de las causas de su mala germinación. Esto se puede deber a que la cubierta externa de parte de las semillas (65,5 % del total) presenta grietas y rugosidades que facilitan que las esporas puedan alojarse en ellas, impidiendo la penetración de los fungicidas y facilitando así su permanencia en estado latente hasta que existan las condiciones apropiadas para la germinación de las esporas. Además, estos autores informan que entre 24 y 48 h después de la siembra aparecieron casos de exudación por una posible presencia de bacterias, pero que en la bibliografía consultada no se encontró información de estos microorganismos como patógenos del género Pinus.

Los aspectos relacionados con la deficiente germinación de las semillas de P. tropicalis y los problemas que ocasiona en los viveros forestales, así como su característico patrón de crecimiento herbáceo durante los tres primeros años después de la plantación, seguidos de un proceso acelerado de crecimiento en altura que pudiera estar asociado a la aparición de los fenotipos denominados “rabo de zorro” (fox tail), han dado lugar a que en las empresas forestales del occidente de Cuba se haya desarrollado una tendencia a sustituir esta especie en las áreas naturales taladas, plantando en su lugar P. caribaea var. Caribaea. Ello ha despertado una justificada preocupación nacional e internacional sobre los riesgos de erosión de los recursos genéticos de esta prometedora conífera tropical de rápido crecimiento, al punto que en 1993 el Cuadro de Expertos de la FAO en Recursos Genéticos Forestales, en su octava reunión, incluyó el P. tropicalis en la lista de especies identificadas como de alta prioridad a nivel mundial, regional o nacional, señalando la necesidad de atender a la obtención de información biológica de la especie (distribución natural, taxonomía, genética, fenología, etc.) y a la evaluación ex situ de sus recursos genéticos mediante ensayos de procedencias y progenies (FAO, 1994). Por su parte, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza ha clasificado esta especie como en peligro de extinción (IUCN, 1995).

Fuentes

http://www.fao.org/3/y2316s/y2316s04.htm