Portal:Isla de la Juventud/Historia

Los aborígenes la llamaban Camarco cuando Cristóbal Colón descubrió para Europa este territorio el 13 de junio de 1494, durante el segundo viaje al Archipiélago cubano. No obstante, según costumbre de la época, el propio almirante le cambió el nombre aborigen y la denominó La Evangelista, primer nombre que le dio Cristóbal Colón a la Isla de la Juventud, sirvió por espacio de 400 años a piratas y contrabandistas como base para fechorías, hasta el renacimiento con el triunfo revolucionario de 1959. Además al territorio se le conoció por otros nombres:
Santiago, Ahao, Isla de las Cotorras, Isla de los piratas, Isla del Tesoro, Siberia de Cuba.
Conocida hasta 1975 como Isla de Pinos, recibió a partir de esta fecha el nombre actual en justo reconocimiento a los miles de jóvenes que allí estudiaron y desarrollaron una labor creadora.
Permaneció olvidada de España y de los gobernadores en Cuba. En 1627 fue mercedada al capitán Hernando de Pedroso, pasando de tiempo en tiempo a manos de sucesores, quienes en permutas y transacciones fueron obteniendo los pequeños beneficios de tierras. En 1765, el Conde de Ricla se propuso colonizarla, pero al partir para España el proyecto pasó al desván. El propietario y gobernador Domingo Duarte tuvo el empeño de hacerlo y no fueron pocos los esfuerzos, pero nadie se interesaba por este proyecto.
La isla continuó con los escasos habitantes. En 1787 el capitán de fragata Julián Terry y Lacy presentó al Conde de Santa Clara, capitán general de la isla, una voluminosa memoria de los estudios y trabajos, como le fuera encomendado a fin de organizar la colonización. Para estas fechas contaba la isla con 300 habitantes y no obstante el relato minucioso de dicho capitán nada se realizó. Otra vez se olvidaron los buenos propósitos, hasta que en 1822 un aventurero llamado Pepe el Mallorquín, acompañado de un grupo de bandoleros, se hizo el “amo” de la isla. Fueron los ingleses de dos goletas quienes se atrevieron a enfrentarse con los aventureros del Mallorquín, siendo destrozados por éstos en la primera tentativa, que reanudaron después de obtener permiso de las autoridades españolas de La Habana para una nueva operación, que emprendieron y en la que emplearon hasta un año en acabar con el famoso aventurero.
Mucho ha cambiado también la historia de ese territorio, que durante cuatro siglos fue refugio de piratas y contrabandistas, hasta el punto que no pocos estudiosos estimaron que había sido la fuente de inspiración del escritor inglés Robert L. Stevenson para escribir su célebre “La Isla del Tesoro” .Hoy ofrece al visitante un panorama muy diferente al de la etapa anterior a 1959.