Presencia de aborígenes en Baracoa

Presencia de aborígenes en Baracoa
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Fecha:1492
Lugar:Baracoa, Bandera de Cuba Cuba
Ejecutores o responsables del hecho:
Almirante Cristóbal Colón

Presencia de indios en Baracoa. La primera descripción hecha de los primeros habitantes se debe al Almirante Cristóbal Colón, quien el 27 de noviembre de 1492 entró por el Puerto de Baracoa.

Antecedentes

Como antecedente histórico del estudio de las características físicas de los aborígenes baracoanos, se tiene la recolecta hecha por el geógrafo español Miguel Rodríguez Ferrer en 1847 en la Cueva del Indio, Maisí, de los primeros cráneos.

Los mismos fueron estudiados posteriormente por el sabio cubano Felipe Poey, quién concluyó que su deformación craneana era artificial y no natural, como opinaban algunos investigadores europeos de la época. Con relación a este aspecto, dos importantes estudiosos de la Antropología y la Arqueología cubana, Ramón Dacal Moure y Manuel Rivero de la Calle, afirmaron que la deformación craneana fue una de las costumbres que más llamó la atención a los españoles y se tiene descripciones de la misma que han dejado los cronistas, especialmente las Casas y Fernando Oviedo.

A los aborígenes recién nacidos se les aplicaba en la frente una tablilla que era amarrada en el occipital. Esta tablilla producía un desplazamiento de la zona de la frente hacía atrás, al mismo tiempo por la plasticidad que tiene el cráneo del infante, éste se ensanchaba en forma extraordinaria en sentido transversal, con lo que resultaba que los cráneos lucían muy cortos y anchos.

Se dedicaban a agricultura y la ceramica, los más avanzados de los que habitaban en Cuba, pertenecían a los araucos que procedían de grupos humanos de la América del Sur, que hablaban la lengua arauca y que cuando entraron en las Antillas ya practicaban la siembra de la yuca, hacían el casabe, fumaban el tabaco, dormían en hamacas, poseían canoas, fabricaban hachas de piedras, hacían sus viviendas de madera y hoja de palma y construían una interesante cerámica.

Características

Indios de Baracoa

Se caracterizaban por ser de baja estatura, extremidades cortas, pómulos salientes y arcos superciliares abultados. Su piel era de color aceitunado, pelo lacio y fuerte y de ojos muy hermosos: Estas características se pueden encontrar aún en muchos de los descendientes que viven en determinadas regiones de las provincias orientales del país, especialmente en la zona de Yateras y en algunas áreas de Maisí, Baracoa y de la Sierra maestra.

Hoy es común entre los pobladores baracoanos encontrarse con apellidos como los Ramírez, Romero, Rodríguez, Rojas, Cobas, Acosta y otros.

En las investigaciones arqueológicas realizadas por la Academia de Ciencias de Cuba, el Museo Montané de la Universidad de la Habana, por el norteamericano Mark Harrington, el grupo de arqueología Cacique Hatuey de Baracoa y el Museo Matachín de esta ciudad, se han localizado restos de todas especies enumeradas.

Procedencia

Hatuey

Venían de América del Sur atravesando ríos, como el Amazonas, El Negro, El Orinoco, el Napa, el Caciquiare, las pequeñas Islas de las Antillas Menores,Trinidad, Granada, Martinica, Guadalupe, Islas Vírgenes. Continuaron de isla en isla hacia Puerto Rico, Haití y Cuba.

Su primer contacto en el país fue por la región de Baracoa. En el campo de la agricultura cosechaban boniato, maíz, yuca y tabaco: lo hacían con un instrumento de madera Coa, especie de vara que finalizaba en una punta con lo que habrían los huecos en la tierra.

De la yuca elaboraban el casabe, alimento que ha llegado hasta estos días, también con el maíz, el boniato, la yuca, la jutía y el almiquí cocinaban un rico ajiaco. Se unían a estos productos mencionados, algunos tipos de frijoles que formaban parte de la cosecha de estos grupos y el ají, usado como condimento.


Formas de sustento

Indios trabajando

Pescaban en los ríos y playas por medio de redes y utilizaban el guaicán, rémora o pez pega, sujeto a un hilo delgado, cuyas ventosas se adherían los peces. Otro sistema que usaban era la pesca con anzuelos que confeccionaban con espinas de pescado y huesos, atados a un hilo del algodón fuerte, denominado cabuya y al cual le amarraban un sumergidos de redes que servía como plomada. Pescaban Tiburón, picuas y otras especies.

En relación a las aves cazaban el alcatraz, los flamencos, las garzas, varias especies de palomas cubanas y otras migratorias, la yaguasa, el huyuya y patos que venían de la Florida.

Como parte de su dieta se encontraban las tortugas, los careyes, la jicoteas de agua dulce, diferentes tipos de cangrejos, los moluscos marinos y terrestres como los cobos, el tritón, la sigua y el polidonte imperatore, en proceso de extinción.

De la fauna terrestre consumieron y cazaron varias especies de jutías, iguanas, majase y el perro mudo, mencionado por Colón en su primer viaje.

Conocieron de varias frutas que posiblemente cultivaban o sencillamente les daban atención en zonas donde éstas crecían: el anón, el mamey, la guayaba, el hicaco, la piña, el caimito y el marañón, entre otros.

Transporte que utilizaban

Canoa para transportarse

El transporte más conocido de estos indios fue la canoa, ésta se construía en una sola pieza de madera que podía ser el Cedro o el árbol de la Ceiba, la quemaban y la ahuecaban con hachas, después la impermealizaban con caracoles triturados que unían a la cera, algunas de ellas llegaban a transportar hasta 80 personas y el medio que utilizaban para moverlas era el remo. La empleaban no solo en los ríos, sino también para viajar de isla en isla. En los años 1987 a 1988 en la expedición internacional.

Viviendas

El caney

Las viviendas de este grupo de agricultores-ceramistas se caracterizaban por lo siguiente: Una era de base circular y te techo cónico, a esta le llamaban Caney. La otra tenía un techo de dos aguas y de base rectangular o cuadrada, la denominaban Bohío. Ambas construcciones eran de madera, yaguas y hojas de palmas. Según el historiador Ramiro Guerra Sánchez se agrupaban alrededor de un espacio abierto llamado Batey, en el cual se celebraban fiestas, bailes religiosos y otros actos de carácter público.

Los pueblos taínos se hallaban situados invariablemente en lugares altos, distantes de la costa, donde los habitantes contaban con la seguridad de abundante lluvias para sus cosechas y cerca de manantiales o corrientes de agua potable. Estas construcciones han pasado de generación en generación y han llegado hasta nuestros tiempos. Al referirnos a la cerámica, podemos afirmar que la misma tuvo un desarrollo considerable.

En las investigaciones arqueológicas realizadas en la región de Baracoa, desde el siglo pasado, por el español Miguel Rodríguez Ferrer, en el año 1847 quién localizó la importante hacha de Cueva Ponce y que representa una figura antropomorfa, hasta los cientos y cientos de piezas localizadas por Fermín Valdez Domínguez, Don Carlos de la Torre y Huerta, Luis Montané, Mark Harrington, Irvin Rouse, el Dr. Juan Cross Capote, Constantino Noa, el Dr.

Antonio Núñez Jiménez, el Dr. José Manuel Guarch Delmonte, Dr. Felipe Martínez Arango, los arqueólogos Milton Pino y Nilecta Castellanos, el Dr. Manuel Rivero de la Calle, el arqueólogo Ramón Dacal Moure, el grupo de arqueología Cacique Hatuey y Alejandro Hartmann Matos, han permitido a los arqueólogos identificar distintos momentos del desarrollo cerámico, tanto por las peculiaridades que se puedan presentar en los aspectos técnicos como por las manifestaciones artísticas que han quedado plasmadas en las piezas de barro.

Los indios usaron distintos tipos de barro, de acuerdo a las características de cada zona de Baracoa, les añadieron temperantes y los cocieron en hornos a distintas temperaturas. Sus cazuelas o vasijas son de diferentes tamaños y generalmente de colores rojizos y pardos. Como técnica realizaban la fijación de elementos previamente modelado y el modelado directo.

Concibieron varios tipos de asas, entre las cuales son más conocidas la somorfa y la antropomoría. En la decoración es común encontrarse las líneas paralelas, oblicuas y una variedad de dibujos geométricos. El buren lo hicieron con decoraciones y sin ella. En la sala de arqueología y en el almacén del Museo Matachín se encuentra una valiosa colección de cerámica perteneciente a esta cultura.

Fuentes

  • Diario de Colón, Edición Facsímil publicada por Carlos Sanz Gráficas Yaguas, Madrid. Folio 28.
  • Dacal Moure, Ramón y Manuel Rivero de la Calle, Arqueología aborigen de Cuba, Editorial Gente Nueva. La Habana 1986, p. 123.
  • Guerra Ramiro, Manuela de Historia Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1973, p. 8.
  • Alejandro Hartmann Matos. Museo Matachín