Primera guerra de los Balcanes (1912-1913)

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Fecha 8 de octubre de 1912 hasta el 30 de mayo de 1913 (7 meses, 3 semanas y 1 día)
Lugar península de los Balcanes y mar Egeo
Causas El Imperio otomano había perdido poder pero pretendía mantener invadidos a sus vecinos.
Resultado Victoria de la Liga Balcánica
Consecuencias Tratado de Londres (1913): Albania se independiza, el Imperio otomano pierde todos sus territorios europeos salvo Constantinopla.
Beligerantes
Reino de Bulgaria,
Reino de Serbia,
Reino de Grecia,
Reino de Montenegro
Imperio otomano
Comandantes
Nicolás I,
Radomir Putnik,
Petar Bojović,
Stepa Stepanović,
Vladimir Vazov,
Constantino I,
Panagiotis Danglis,
Pavlos Kunturiotis
Nazim Bajá,
Essad Bajá,
Ali Rizah Bajá
Fuerzas en combate
35 000 (montenegrinos),
230 000 (serbios),
300 000 (búlgaros),
115 000 (griegos)
250 000 (otomanos)

La Primera Guerra de los Balcanes ―también conocida como Primera Guerra Balcánica― fue un conflicto militar que duró desde el 8 de octubre de 1912 hasta el 30 de mayo de 1913, y colocó a la Liga Balcánica (Serbia, Montenegro, Grecia y Bulgaria) contra el Imperio otomano (la actual Turquía).

Las fuerzas combinadas de los estados balcánicos lograron superar en número a las fuerzas otomanas, numéricamente inferiores y en desventaja estratégica, logrando una rápida victoria. Como resultado de la guerra, casi todos los territorios europeos del Imperio otomano fueron conquistados y divididos entre los aliados, y se creó un estado independiente albanés, bajo la presión del Imperio austrohúngaro e Italia.

A pesar de este logro, las naciones balcánicas estaban insatisfechas con el resultado de la guerra, y las tensiones internas que habían surgido con la retirada de la amenaza otomana, que hasta ese momento las había unido, las condujeron a la Segunda Guerra Balcánica (1913).[1]

Antecedentes

Las tensiones entre los estados balcánicos por sus aspiraciones por las provincias de Rumelia ocupadas por los otomanos ―como Rumelia Oriental, Tracia y Macedonia―, fueron interrumpidas por la intervención de las grandes potencias en los Balcanes a mediados del siglo XIX, que querían asegurar la protección de las mayorías cristianas de la región y el mantenimiento del statu quo. En 1867, Grecia, Serbia y Montenegro ya habían asegurado su independencia, confirmada por el Tratado de Berlín, una década más tarde. Pero la cuestión de la viabilidad del dominio otomano resurgiría con la Joven Revolución Turca en julio de 1908, que obligó al sultán Abd-ul-Hamid II a restaurar la Constitución otomana suspendida.

Las aspiraciones serbias por el territorio de Bosnia-Herzegovina fueron derrocadas por Austria-Hungría, que anexó formalmente la provincia en octubre de 1908, por lo que los serbios dirigieron su atención a Kosovo, que consideraban un territorio histórico serbio, y hacia una posible expansión hacia el sur.

Los funcionarios griegos, que se habían alzado contra el gobierno en agosto de 1909, habían asegurado un gobierno progresista dirigido por Eleftherios Venizelos, que esperaban resolvería el problema de la isla de Creta a su favor y vengaría la derrota en la guerra greco-turca de 1897.

Bulgaria ―que obtuvo su independencia del Imperio otomano en abril de 1909 y era amiga del Imperio ruso― también codiciaba territorios otomanos en Tracia y Macedonia, para asegurar su expansión.

En marzo de 1910, estalló un levantamiento albanés en Kosovo, y en agosto del mismo año Montenegro siguió el precedente de Bulgaria y se convirtió en una monarquía.

En 1911, Italia inició la invasión de Tripolitania, en el norte de África, a la que siguió la ocupación de las islas del Dodecaneso. Las decisivas victorias militares italianas sobre el Imperio otomano influyeron en los estados balcánicos para preparar una guerra contra los otomanos. Con ese fin, se habían realizado varias reuniones entre representantes de las naciones balcánicas durante la primavera de 1912, que alcanzaron una red de alianzas militares que se conocería como la Liga Balcánica.

Las grandes potencias, especialmente Francia y Austria-Hungría, reaccionaron a estas reuniones diplomáticas en un intento de disuadir a la Liga de provocar la guerra, pero fracasaron. Hacia finales de septiembre de 1912, tanto los Estados de la Liga como el Imperio otomano movilizaron sus ejércitos. Montenegro fue el primer país en declarar la guerra al Imperio el 25 de septiembre de 1912. Los otros tres miembros de la alianza enviaron un ultimátum al Imperio otomano el 13 de octubre de 1912, y le declararon la guerra el 17 del mismo mes.

Planes de batalla

Los cuatro aliados no habían planeado un plan de batalla general y no hicieron ningún esfuerzo por coordinar sus fuerzas. En cambio, la guerra eventualmente sería librada por cada estado individualmente y, como tal, podría dividirse en cuatro frentes de batalla definidos geográficamente. Los búlgaros se enfrentaron a la mayoría de las fuerzas otomanas, que protegían las rutas a Constantinopla, especialmente en Tracia y Macedonia. Serbios y montenegrinos actuaron en Kosovo, Sandjak, el norte de Macedonia y la región que formaría Albania. Los griegos concentraron sus esfuerzos de guerra en el sur de Macedonia y el área de Tesalónica.[2]

Fuentes