Propaganda política

Propaganda política
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Concepto:Llegará a una audiencia de ciudadanos que se constituirán en votantes, manifestantes, voceros públicos, opinión pública entre otros roles definidos.

Propaganda política. La propaganda política genera un contenido que en su representación y soporte puede tener formas variadas; desde discursos, declaraciones, manifiestos, cartel, video, cápsulas de radio; mitin.

Propósitos

La propaganda hoy en dia se respira en el aire. No hay huída posible a su voz insistente. Su poder sería enorme aunque sólo fuera la mitad de eficaz de lo que frecuentemente se pretende que es. Se dice que es capaz de determinar la conducta del más oscuro de los ciudadanos y, al mismo tiempo, de decidir los destinos de las grandes naciones. Actúa en el modelado de la educación del niño, de las ambiciones de la juventud, de las actividades en la flor de la vida, y persigue a los viajeros hasta la tumba. No tiene respeto para las edades, las estaciones o los tópicos.

Estar seguro de lo que significa en el mundo contemporáneo este tremendo crecimiento de la propaganda, si es una fase pasajera o algo profundo y permanente. Parece algunas veces que las majestuosas naciones de la tierra hubiesen llegado a ser como los niños que en la escuela se hacen caras de miedo unos a otros y se lanzan amenazadoras bravatas, Entonces parece como si detrás de todo el tumulto y el aparato escénico hubiese algún oscuro reconocimiento de que las fuerzas finales que mueven el mundo de los hombres son aquellos poderes que componen el entendimiento humano, poderes que, a.hora más que nunca, debe saber la gente ambiciosa cómo se mueven para servir sus propios propósitos, pero que todo el mundo está aún mal dispuesto a estudiar seriamente.

Los grupos sociales, distantes unos de otros en el espacio, tenían, hace poco tiempo todavia, medios de comunicación relativamente incómodos y lentos. Los jefes de un grúpo podían dirigir su política interna con una consideración muy poco impaciente e inmediata de las reacciones que producirla en otros grupos un cambio en aquella política. Hoy no son sólo las noticias las que cruzan velozmente de punta a punta el mundo entero. Las gentes, los elementos de la cultura, los medios económicos de existencia, las ideas, etc., pueden desenvolver-se con una libertad nunca igualada antes en la historia. Y puesto que el contacto con las cosas que son diferentes es el estimulante principal de los cambios en las relaciones humanas, para los jefes de todos los grandes grupos se ha hecho vitalmente necesario buscar la manera de controlar los medios principales de ampliar los contactos, y utilizarlos para conseguir sus ambiciones propias.

Educación

La educación es también un intento de influir y de controlar el pensamiento y la conducta, pero está orientado en tal forma que las personas que piensan y actúan están estimuladas para tratar de entender por sí mismas por qué hacen lo que hacen. Ni que decir tiene que mucho de lo que aparece en cada sistema de educación estatal adquiere formas más apropiadas a los propósitos de la propaganda.

Ciertamente debe ser asi, porque en las acciones generales las opiniones tienen que ser tomadas y adoptadas antes de que la inteligencia pueda estar lo suficientemente desarrollada para preocuparse demasiado sobre razones. Sea en el caso del individuo o en el del grupo social, los primeros escalones de la educación deben estar muy cercanos a las formas características de la propaganda. Pero hay una diferencia vital entre la propaganda destinada a mantener para siempre al pueblo en su propio nivel, y la propaganda que está destinada a conducir a aquellos a quienes se dirige a través de los necesarios pasos preliminares hacia la educación.

Existen razones poderosas para que ningún estado moderno pueda permitirse el descuidar la propaganda política. Como se indicó ya, por muy autónomo que se proponga ser un estado en su política interna, no tiene posibilidad de escapar a las relaciones exteriores con otros estados que estén a un nivel más o menos igual que el suyo. Los problemas prácticos que surgen como resultado de esto son, con frecuencia, de urgencia extrema, y no pueden aguardar a que el gran número de gentes que está naturalmente interesado en ellos haya tenido tiempo para apreciar y reflexionar sobre sus razones.

Los jefes de un Estado se ven muchas veces forzados un tanto apresuradamente a adoptar una política que afecta los intereses de sus propios partidarios inmediatos y de los miembros de otros estados. Deben justificar esta política después de la decisión y deben hacerlo de manera pública. En realidad, la propaganda política, en la vida contemporánea, generalmente se desarrolla primero por el estado, dentro de él y para sus propios habitantes. No hay nada sorprendente en esto, puesto que, por razones que se aclararán más tarde en el presente estudio, la propaganda interna es mucho más fácil que la exterior, de modo especial en los estados altamente autárquicos. A pesar de ello, la propaganda política exterior tiene probablemente más importancia para cada gran grupo en la sociedad moderna, y el descuidarla puede llevar a ese grupo a un serio peligro.

Propaganda política usada por el Partido

La propaganda política usada por el partido único debe dirigir grandes masas de gente e intentar llevarlas a la uniformidad de acción y de opinión. Desde que el gran propósito es alcanzar resultados y no promover o estimular una comprensión de éstos, cuanto más fanático y entusiasta es el propagandista más muestra con sus métodos que él cree que los individuos a quienes ha de tratar constituyen un grupo de desgraciados y especialmente que están y estarán a un bajo nivel de desarroilo intelectual.

Es verdad que uno de los trucos de su procedimiento es decirles que son mucho mejores que otras gentes, pero la realidad es que el truco entero de su método de atracción reside en arrogarse a si mismo una superioridad que de modo permanente y último niega a los demás. Pretende que sólo él puede pensar en forma constructiva, que él posee los mejores sentimientos, que es suya la responsabilidad de la decisión, y que los demás únicamente tienen el derecho y la obligación de aceptar. Entre él y su público, dondequiera que pueda ser y de cualquier modo que el último pueda estar compuesto, hay un gran abismo, y la parte más ancha de ese abismo — se sobreentiende — es la que marca la diferencia de inteligencias. Algunas veces defendida en alta voz, ésta es la pretensíón siempre presente.

En psicología para aprender que las gentes que hacen una gran ostentación de su superioridad, muy raras veces suelen ser realmente superiores.

Continua declaración de superioridad

La continua declaración de superioridad surge de la sospecha profunda e imperfectamente comprendida de que en realidad hay otros mejor preparados, y de modo particular en aquellos mismos órdenes en que se proclama de la manera más enfática la mayor de las superioridades. Esto es cierto, sobre todo, cuando la cualidad sobre la que se descarga el énfasis es la inteligencia.

El hombre y el grupo inteligente son los primeros en reconocer y en estimular la inteligencia de los demás. Está ahora lo bastante claro que la distribución de la inteligencia no es marcadamente variable dentro de cualquier gran grupo escogido al azar en el mundo civilizado, y es por completo improbable que cualquier grupo pequeño, no escogido original y especificamente por la inteligencia, pueda, de hecho, ser poseedor de una inteligencia suprema.

No hay hasta ahora grupo político alguno en ningún sitio que haya sido seleccionado de modo principal sobre las bases de ella, y es muy probable que nunca pueda serlo, puesto que en un grupo de este carácter son por lo menos de igual importancia otras cualidades como la rapidez de decisión, el mando, el espíritu público y el sentido de la responsabilidad. Por tanto, si la propaganda se considera en si misma como una final actividad completa, y no como una mera introducción a algún método estatal de enseñar a pensar a la gente, más pronto o más tarde habrá de descubrirse que es infundada y que es una farsa la arrogación de inteligencia superior hecha por sus directores.

La equivocación aún más fundamental. Es la de que la estabilidad social depende de la uniformidad de pensamiento y acción. Es este un error vital, aunque los políticos de todas partes y de todas las épocas parecen naturalmente inclinados a mantenerlo. El moderno director de la propaganda política en el partido único adopta sin reservas el viejo grito de combate propuesto en Inglaterra hace mochos años por Edmundo Burke, en un período de grandes trastornos sociales:

“La habilidad es el enemigo de la estabilidad.”

Los dos quieren significar con esto la habilidad en la masa del pueblo, no en ellos mismos. Creen que la inteligencia difusa e inquieta implica crítica esparcida, debilitamiento de las lealtades y téndencia creciente a la desintegración social. Pero el propagandista moderno en la política es muchisimo menos honrado en su consigna de lo que fué Burke, quien dijo perfectamente claro que deseaba que la dirección de la política estuviese en manos de los pocos, y estaba lleno de ansiedad por que estos pocos fuesen seleccionados de modo específico por su inteligencia.

El típico director moderno de la propaganda política tiene que fingir que su propósito es el de reunir a todas las gentes en una empresa nacional y asegurar su cooperación activa. Por esto, se ve forzado a decir:
“Si nosotros podemos conseguir que todo el mundo actúe, piense y síenta igual, entonces, y sólo entonces, nuestro grupo será estable, y decidido y constante cuando tropiece con algún obstáculo.”

Véase también

Fuente

  • De la propaganda y algo más. Selección de lecturas. Editora Política, La Habana, 1983.
  • La propaganda y su papel en el trabajo ideológico del Partido. Editora Política, La Habana, 1983.
  • Muñiz, Mirta. La publicidad en Cuba. Mito o realidad. Editorial Logos, La Habana, 2003.
  • Pozdniakov .V .P, La eficiencia de la propaganda comunista, Editorial Política, La Habana, 1983