Ramón López Peña

Ramón López
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Combatiente cubano de la Brigada de la Frontera
NombreRamón López Peña
Nacimiento15 de diciembre de 1946
Puerto Padre, Las Tunas, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento19 de julio de 1964
Caimanera, Guantánamo, Bandera de Cuba Cuba
Causa de la muerteDisparos realizados desde la Base Naval de Guantánamo

' Ramón López Peña. Combatiente cubano de la Brigada de la Frontera, que murió víctima de disparos realizados por el ejército norteamericano desde la Base Naval de Guantánamo.

Sus primeros pasos

Nació el 15 de diciembre de 1946 en el Barrio La Morena, municipio de Puerto Padre, en la antigua Provincia de Oriente (actualmente Las Tunas).

Hijo Andrés López y Eunomia Peña Pérez de procedencia campesina, el matrimonio había formado un hogar humilde donde crecieron 12 hijos. Era el mayor de los hermanos de la familia carbonera fundada sobre extrema humildad por Andrés y Eunomia.

Pudo asistir a la escuela, donde alcanzó el cuarto grado. Más tarde en Puerto Padre logró llegar hasta el sexto grado de escolaridad porque la situación económica familiar no le permitió continuar estudiando.

Como hijo de una familia pobre de campesinos, tuvo que empezar a trabajar tempranamente cortando caña.

Sobre Ramón, Melanio su hermano rememora: “Desde niño fue muy preocupado por todas las cosas de la casa. Ya desde los siete u ocho años trabajaba con el abuelo, y ayudaba a papá en la fabricación de carbón. Estudiábamos en una escuelita del barrio La Morena, aquí en Puerto Padre, y por las noches cuidábamos el horno. Casi íbamos del monte para la escuela”.

La Revolución marcó su vida

Momento en que solicita su ingreso a la Unión de Jóvenes Comunistas

Cuando triunfó la Revolución en 1959, Ramón aunque era un adolescente, supo comprender enseguida que había llegado su momento. Con solo 15 años de edad ingresó en las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR) y poco después en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

En 1962 ya era miembro activo del Ejército Regular y formaba parte de la División No. 59 de Las Tunas, con la cual participó en la lucha contra bandidos en la zona de Manatí.

En febrero de 1963 por sus méritos y disciplina fue destinado al Batallón de la Frontera. Con toda la humildad de su oficio (carbonero) Andrés López sostuvo entre sus callosas manos las de su hijo Ramón, y le dijo: “No te descuides, mijo, esa gente es capaz de cualquier cosa”. El joven apenas esbozó una sonrisa y respondió: “No se preocupe, papá, voy a seguir cuidándome allá y a cumplir mi deber”.

Ya en el frente, Ramón López Peña mantiene una firme y decidida participación en la preparación combativa y política, la técnica de armamento, la superación cultural y protagoniza tres zafras del pueblo.

Continúa su hermano Melanio rememorando: “Él venía cada siete meses y nos hacía anécdotas de las provocaciones de los soldados yanquis: “Aquí me dieron con una piedra”, y nos mostraba. Y papá insistía: “Cuídate, mi´jo”, pero él siempre reiteraba: “Papá, esto es de Patria o Muerte” y supo ser fiel a sus ideas.

Con sólo 17 meses que llevaba en la Frontera resultó seleccionado joven ejemplar durante el proceso de construcción de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en las FAR.

El carácter enérgico y la nobleza campesina del joven ya había predispuesto a todos para su ingreso a la organización juvenil comunista: "Quiero ser comunista", había escrito en su solicitud.

Se encontraba entre los jóvenes ejemplares que fueron procesados para la creación de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en las FAR, y el carné de miembro de esta fue entregado a sus padres, con carácter póstumo, convirtiéndose así en el primer militante de esa organización política en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

Víctima del odio

El atardecer del 19 de julio de 1964 fue tenso en la localidad guantanamera de Caimanera, territorio cubano ocupado ilegalmente por el gobierno de Estados Unidos.

A las 5:37, desde la posta norteamericana ubicada en las coordenadas 43-67 los marines yanquis comenzaron a rastrillar fusiles, a apuntar a los combatientes cubanos que casi concluían su guardia y hasta un soldado enemigo se acercó para ofender verbalmente y lanzar piedras.

A las 6:00 PM se mantenía esta situación, cuando como de costumbre se produce el relevo en las postas del Batallón Fronterizo, entre quienes se incorporaban estaba Ramón López Peña y Héctor Pupo Sucarno. En ese momento Ramón López Peña debe haber recordado una vez más el consejo de su padre y también su decisión de cumplir allí con la Patria.

"Vamos a tomar café, que esta gente está jodiendo mucho; hoy va a haber jodedera", habría dicho sonriendo Ramón López Peña a uno de sus compañeros que llevaba la cantimplora con la infusión, poco antes de que dos marines a la vista echaran cuerpo a tierra y dispararan las primeras ráfagas que silbó muy cerca de ellos. Treinta minutos más tarde los centinelas yanquis, acostados en el suelo, abrieron fuego contra ellos.

En territorio cubano, el segundo jefe del Destacamento (quien chequea la guardia en ese instante) ordena a los jóvenes combatientes entrar rápidamente a la trinchera. Así estaba dispuesto para esos casos, pues como norma la valiente actitud que espontáneamente asumían los soldados cubanos ante tales provocaciones era pararse firmes y serenos frente al enemigo y a sus proyectiles. No hay tiempo, sin embargo, para cumplir del todo aquella orden.

Ramón resultó herido de gravedad, un proyectil le atravesó el cuello. Minutos después a las siete y siete minutos moría. Balas disparadas desde la Base Naval Yanqui, habían truncado cobardemente la vida del soldado de 18 años de edad, quien ocupaba la posta 44, sin darle tiempo a protegerse en la trinchera.

De acuerdo con lo narrado por Genaro Rodríguez Cruz, testigo presencial, de inmediato el jefe de la escuadra ordenó entrar en la trinchera y López Peña, el último en hacerlo, resultó herido. “Venía tambaleándose hacia el sitio seguro (...) cuando se desploma y, ya en el suelo, dice marines, hijos de puta, me han matado”.

Respuesta de una madre digna

Al conocer la fatal noticia, en Puerto Padre una mujer se lleva las manos a la boca y cierra los ojos. En su interior arde todo el dolor de una madre. Se llama Eunomia Peña Pérez y tiene entonces 39 años de edad.

Minutos después no llevará la misma ropa hogareña. Prefiere vestir el uniforme de miliciana, para rendir honor al hijo. Junto a su esposo Andrés parte en un yipi hacia Guantánamo. Antes, deja al cuidado de los vecinos a sus 11 hijos, todos menores que Ramón.

Quiere llorar. Se siente morir. Pero no sucede ni lo uno ni lo otro. No les dará a los asesinos de su retoño el gusto de ver sus lágrimas.

Arrojo y valor muestra en el funeral, según reseña en su agenda una periodista de la agencia Prensa Latina: "Yo, como madre cubana que he perdido un hijo asesinado por los yanquis, pido a las demás madres que sigan la lucha, que no desmayen, que ante un dolor como ese el enemigo no vea muestra de lágrimas, sino que ocupemos el lugar de nuestro hijo caído, y si es necesario dar la vida por defender la Revolución, la daremos Patria o Muerte".

Digno sepelio

En el sepelio el Segundo Secretario del Partido Comunista de Cuba, expresa "símbolo de la valerosa fuerza que en la frontera defendió y defiende nuestra soberanía. Han perdido a un hijo, y en cada uno de nosotros tendrán un hijo. Su dolor lo compartimos todos.

Esa es la especie de testamento que el hijo querido no pudo escribir; pero que escribió la madre, que como dijera Martí, son dolor y no razón y ella supo ser más por mucho que fue su dolor, más razón que dolor, ella manifestó las ideas de su hijo; ella lo escribió con letra firme, la misma madre que se vistió de miliciana. Que viva la paz, pero con los fusiles, cañones y tanques bien engrasados que tenemos nosotros".

Su inhumación en el cementerio de Guantánamo, constituyó una manifestación de duelo popular, que se extendió a toda Cuba, indignada por el crimen cometido contra uno de sus más entrañables hijos.

El recuerdo de un héroe

Eunomia recuerda a su hijo Ramón

George, otro de los hermanos de Ramón, que ha vivido similar experiencia cuenta que en el momento en que fue asesinado su hermano tenía 4 años. “Todo lo que conozco de él son respuestas a mis preguntas a la familia, a lecturas en la prensa y lo que he aprendido en las visitas realizadas a la Frontera.

“Allí su presencia se siente como algo real. En la compañía 2 está su cama en una urna de cristal, hay condecoraciones, fotos y un soldado, el más destacado de la semana, rinde guardia de honor y lee la biografía de Ramón a los visitantes. Los oficiales y los soldados en la Frontera me han hablado mucho de él, porque a las tropas les inculcan el ejemplo de Ramón”.

Para orgullo de Eunomia, de su familia y de todos los cubanos, el nombre de Ramón López Peña honra hoy; la vanguardia combativa de las tropas cubanas que salvaguardan el territorio nacional frente a la ilegal Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo.

Fuentes

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