Real Cárcel de Santiago de Cuba

Real Cárcel. Vivac de Santiago de Cuba
Información sobre la plantilla
Obra Arquitectónica  |  (Edificio)
Real carcel.jpg
Descripción
Tipo:Edificio
Localización:Santiago de Cuba. Bandera de Cuba Cuba
Uso inicial:Penal
Uso actual:Archivo Histórico Municipal y Sede de la Oficina del Historiador de la Ciudad

Real Cárcel de Santiago de Cuba. También conocido como Vivac. El edificio constituye un referente dentro de la arquitectura civil de la época colonial, y forma parte indisoluble del entorno donde quedó emplazado pues es un hito del desarrollo urbano y social de la ciudad de Santiago de Cuba por su forma y carácter arquitectónicos. En la actualidad alberga al Archivo Histórico Municipal y la Sede de la Oficina del Historiador de Santiago de Cuba. Fue declarado Monumento Nacional por Resolución no. 153 de 1999.

Ubicación

El edificio fue inscrito en el Registro de la Propiedad a nombre del Municipio de Santiago de Cuba como un edificio de mampostería de dos pisos, con frente por el Sur a la calle de La Marina, hoy Aguilera; colindaba por el Este con la calle Hospital, hoy Padre Pico; y por el Oeste y Norte con las casas de algunos vecinos.

Antecedentes

La primera edificación que ocupó el lugar fue la iglesia de Santa Catalina, edificada en 1515, donde presuntamente se celebrara la primera misa por la fundación de la villa. Este templo fue destruido por un terremoto en 1528, y el terreno quedó abandonado.

En 1828, ante la necesidad de que la ciudad contara con una cárcel adecuada, el Ayuntamiento, creó una comisión que se encargara de todo lo concerniente a la realización de las obras. Los regidores Pedro Villalón y Buenaventura Bravo, fueron los encargados de buscar el lugar adecuado, que se determinó fuera la plazuela de Santa Catalina.

A pesar de las reclamaciones de los vecinos que vivían en las cercanías, las obras fueron iniciadas. Innumerables contratiempos con el presupuesto destinado a las obras, provocaron demoras y paralizaciones en varias oportunidades.

A pesar de los esfuerzos del Ayuntamiento, para finales de 1843 el edificio seguía sin terminar. Todo hacía suponer que el encargado de su construcción, el regidor Buenaventura Bravo, se apropiaba de buena parte de los recursos asignados, razón por la cual fue sometido a un proceso judicial del cual salió ileso.

Finalmente, el 17 de noviembre de 1845, día en que cumplía años la reina Isabel II, y diecisiete años después de haberse iniciado las obras, fue inaugurada la Real Cárcel de Santiago de Cuba. Al acto asistieron los miembros del Cabildo, autoridades militares y eclesiásticas.

El costo de la obra fue estimado en 100 000 pesos fuertes. Concebido como cárcel para hombres y mujeres, las galeras de la planta baja tenían capacidad para 400 presos; la planta alta, estaba dividida en 10 habitaciones, una parte para los presos de distinción, quienes pagarían cuotas diarias por su estancia, y otras destinadas a múltiples usos, incluyendo la administración. Dos días después del acto inaugural fueron trasladados los primeros 171 presos al recinto carcelario, entre los que había 12 mujeres.

A propuesta de miembros del Ayuntamiento, en el año 1847, se establecieron en el edificio los primeros talleres de oficios, entre ellos los de hojalatería, orfebrería y carpintería, que contribuían a la recaudación de fondos para el Municipio.

El 27 de noviembre de ese año fue inaugurada la Capilla de la cárcel, con la idea de que los presos “tuvieran a Dios y al trabajo para su regeneración moral”. Tras la misa de consagración, el párroco encargado de su atención, recibiría entre 70 y 76 pesos anuales por sus servicios, entre los que se encontraban acompañar a los reos condenados a muerte desde que entraban a aquel lugar hasta que enfrentaban el Garrote Vil, ubicado en la planta baja del mismo edificio.

La cárcel fue también reclusorio para los dementes que vagaban por la ciudad, quienes, en una primera etapa, se mezclaban con el resto de la población penal y eran víctimas de malos tratos. Otro de los usos de la Real Cárcel fue como depósito de cimarrones tras ser capturados para ser identificados y clasificados. Los dueños de los esclavos debían pagar los gastos de la estancia de su propiedad al Ayuntamiento.

Los problemas constructivos y de mantenimientos afectaron a la edificación desde los primeros momentos. Varios son los reportes de las autoridades carcelarias sobre la escasez de fondos para enfrentarlos. El terremoto de agosto de 1852, afectó severamente la planta alta del edificio. La comisión encargada de evaluar y dictaminar sobre el estado del edificio dispuso la demolición casi total de esa parte del edificio. No fue hasta 1855 que se aprobó un presupuesto para la realización de una reforma general. Las reparaciones consistirían en la redistribución de locales, limpieza del excusado, composición del aljibe, entre otras obras menores.

Además se destinó la primera sala alta del Sur para escritorio y archivo del Alcaide, la segunda funcionaría como sala de justicia y de actos judiciales, la tercera la habitaría el enfermero, y la cuarta de distinción para blancos con capacidad de pagar su estancia. La enfermería fue ubicada en la primera ala alta del este y las dos contiguas quedarían para mujeres blancas y de color.

Durante las luchas por la independencia del siglo XIX, en la Real Cárcel santiaguera, guardaron prisión varios patriotas. Entre ellos Pedro (Perucho) Figueredo, Rodrigo e Ignacio Tamayo, condenados a muerte por fusilamiento, por su actividad e ideales revolucionarios en 1870; algunos de los expedicionarios del Virginius, en 1873 y Emilio Bacardí Moreau, en 1896.

Tras finalizar el dominio colonial español sobre Cuba en 1898, no hubo cambios sustanciales en el establecimiento carcelario. A mediados de 1900 fueron dictadas las primeras reglas para la administración de las cárceles en un intento por ordenar la caótica situación de los establecimientos penales del país. En la cárcel santiaguera las nuevas regulaciones fueron difíciles de cumplir debido a la alta población penal y el hacinamiento. Convivían en reducidos espacios locos, sospechosos y condenados. Las cárceles fueron puesta bajo la inspección y jurisdicción de la Secretaría de Estado y Gobernación.

Proclamada la República el 20 de mayo de 1902, la cárcel pasó nuevamente a la administración del gobierno de la ciudad. Su nombre varió según las autoridades que lo administraban: Real Cárcel, Cárcel de Audiencia, Correccional y el que ha sobrevivido a la actualidad Vivac Municipal. En 1906 fue designada Cárcel Provincial. El número de convictos sobrepasaba sus capacidades.

Importantes movimientos telúricos marcaron la vida de la edificación durante la primera mitad del siglo XX. En 1913 un sismo dañó parte del edificio sin mayores consecuencias, por lo que el Ayuntamiento no se interesó por la reparación inmediata. El terremoto de febrero de 1932 fue el que sin dudas causó más daño a la edificación, por lo que tuvo que ser evacuada la población penal hacia el fuerte de Punta Blanca, y no fue hasta 1936 que se aprobó el presupuesto para su reconstrucción.

En 1941 se conectó el edificio a la red de alcantarillado, acción importante para el mejoramiento de las condiciones higiénicas. En 1945, el ingeniero Ulises Cruz Bustillo, con un crédito de 7000 pesos dirigió las obras para sustituir los pisos de madera por hormigón armado, y se adosó una escalera que comunicaba directamente la entrada con la planta alta.

Durante las luchas contra la dictadura de Gerardo Machado en el Vivac fueron internados Antonio Guiteras Holmes y Amador Montes de Oca desde el 13 de agosto hasta el 7 de diciembre de 1931, acusados de rebelión, luego de haber participado en el alzamiento de la Gallinita. El sitio continuó siendo Cárcel Provincial hasta 1949, cuando se inauguró la prisión de Boniato.

Al día siguiente al asalto al cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953, comenzaron a arribar a la Cárcel municipal (Vivac) los detenidos, los que fueron tratados con cierta consideración por parte de los carceleros, que eran empleados municipales y no dependían del ejército, lo cual se convirtió en lo sucesivo en una garantía de permanecer con vida. Entre los primeros asaltantes encarcelados estuvieron Haydée Santamaría, Melba Hernández, Raúl Castro, Armando Mestre, Jesús Montané Oropesa, Julio Díaz, Juan Almeida Bosque e Israel Tápanes Vento. El día 30 el establecimiento quedó bajo la custodia militar y se dispuso el aislamiento de todos los detenidos por el asalto, lo que llevó a Haydée Santamaría años más tarde a decir:

“Estuvimos allí no sé cuantos días. Ahí perdimos un poco la conciencia del tiempo, del día y de la noche, de la muerte y de la vida, porque allí no sentimos ni padecimos, estábamos más allá de lo que era morir o vivir.”
Fidel en el Vivac de Santiago de Cuba

El 1 de agosto fue detenido Fidel Castro junto a otros revolucionarios en las serranías de la Gran Piedra y conducido al Vivac por el teniente Pedro Sarria. Una vez en el edificio fue encerrado en la galera derecha de la entrada principal. Con posterioridad fue interrogado por el coronel Alberto del Río Chaviano, en presencia de otros oficiales y autoridades, en las oficinas del Alcaide del presidio. El día 9 de agosto, en horas de la tarde, Fidel junto al resto de los asaltantes al Cuartel Moncada, fueron trasladados a la Cárcel Provincial de Boniato.

Durante el período de 1956 a 1958, varios fueron los encarcelados en el Vivac por la causa revolucionaria. Entre ellos Frank País García, Vilma Espín Guillois, Fernando Vecino Alegret, Otto Parellada, José Tey, Félix Pena, Temístocles Fuentes, Oscar Lucero Moya, Gloria Cuadras, entre otros. A la memoria del joven Ángel René Soublet Figueredo está dedicada la tarja ubicada en la fachada del edificio, mártir asesinado en la cárcel, tras intentar fugarse.

Tras el triunfo de la Revolución el 1ro.de enero de 1959, se depuró la población penal y muchos empleados fueron separados de sus cargos. El edificio siguió siendo cárcel hasta 1968, bajo la dirección del Ministerio del Interior.

Luego de poco más de un siglo de funcionar como cárcel, el Vivac pasó a ser una dependencia de la Academia de Ciencias, y sufrió un estado de abandono parcial. En la década del 70, el deterioro de los componentes de madera hizo necesaria su reparación, entre estos elementos se encuentran las vigas de madera y pies derechos de la segunda planta, algunos fueron restituidos y otros se reprodujeron en hormigón armado y se revistieron con madera; de igual modo se reparó la carpintería de puertas y ventanas en el segundo nivel; las tejas francesas de la cubierta se sustituyen por tejas criollas. El 26 de julio de 1978 fue inaugurado como Museo Histórico, a iniciativa de Arturo Duque de Estrada, presidente de la Comisión Provincial de Monumentos.

En diciembre de 1983, fueron trasladados al edificio los documentos del archivo del Ayuntamiento de la ciudad, y se convierte en el Archivo Histórico del Poder Popular Municipal, el cual se mantuvo funcionando gracias al empeño de un reducido grupo de personas.

En el mes de enero de 1997, se efectuó el traspaso oficial del Archivo, administrado por la Dependencia Interna del Poder Popular Municipal, a la Oficina del Conservador de la Ciudad.

La Oficina del Conservador de la Ciudad acometió un proceso restauración en 1997 para ponerla al servicio de todo el que desee conocer e investigar la historia de la ciudad. Se propuso que fungiera como sede del Archivo Histórico de la ciudad de Santiago de Cuba, y de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad con su equipo de investigadores, en un primer momento el Archivo Histórico constituyó una de las direcciones de la Oficina del Conservador de la Ciudad, y desde el 2003 se subordinó al CITMA. Este proceso de restauración se inició en 1997 por la "Sala de Actas Capitulares Raúl Ibarra Albuerne" como digno tributo a Raúl Ibarra Albuerne, quien fuera el historiador de la ciudad y un celador insigne de esta valiosa documentación, proponiéndose en el proyecto además de las naves donde se almacenan documentos históricos, salas de lecturas, hemeroteca, fototeca, sala de conferencia, oficinas de técnicos, administrativas y de dirección del centro. Cuenta con algunos exponentes como las bartolinas, la antigua capilla y la recepción, estos dos últimos espacios acogen pancartas explicativas de la historia del inmueble.

En la actualidad es sede del Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba, pero la memoria colectiva, sigue refiriendo al inmueble como el vivac.

Arquitectura

Ubicado en esquina, el inmueble presenta dos niveles con altos puntales razón por la cual su expresión urbana se corresponde con dos fachadas de composición simétrica, cuyos vanos a nivel están protegidos por gruesas rejas propias de este tipo de construcción.

Se accede a través de una puerta única que originalmente fue española de clavos, la cual se sustituyó, a consecuencia del terremoto de 1932, por una reja y una portada guarnecida por dos pilastras. Una cornisa moldurada, propia de la influencia neoclásica en la arquitectura de la ciudad, delimita cada uno de los niveles de la edificación.

Su planta alrededor de un patio prácticamente cuadrado, acusa una fuerte simetría en la disposición de los cuatro cuerpos construidos, cada uno cubiertos con armaduras y colgadizazos, estos últimos como cobertura de las galerías interiores.

Hacia el patio, aparecen arcadas sobre los pilares que determinan la imagen del primer nivel. Amplios paños de rejas separados por columnas de madera que cierran los vanos del segundo nivel. Un detalle interesante es la existencia de cuatro pilares adosados a las esquinas del patio interior con la función de bajantes pluviales, diseñados como aporte estético al ambiente interior del inmueble.

Fuentes

  • Colectivo de Autores: Guía de Arquitectura. Oriente de Cuba-Andalucía. 2002.
  • Callejas, Josè Marìa: Historia de Santiago de Cuba. Santiago de Cuba, Editorial Arroyo
  • Libros de Actas Capitulares del Ayuntamiento de Santiago de Cuba
  • Morales Tejeda, Aida, Mariela Rodríguez Joa y Edelsi Palermo Liñero: Testigos patrimoniales de una gesta heroica, Ediciones Santiago, Santiago de Cuba, 2013
  • Portuondo Zùñiga, Olga: Santiago de Cuba, desde su fundación hasta la guerra de los diez años. Santiago de Cuba. Editorial Oriente, 1996.
  • Tauler Lòpez, Arnaldo: Las ideas no se matan. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1988.
  • Periódico El Cubano Libre
  • Periódico El Redactor de Santiago de Cuba