Reconcentración de Weyler (Artemisa)

La Reconcentración en Artemisa.

Esta inhumana medida ordenada por el general Valeriano Weyler trajo consigo un cuadro tétrico y un saldo de víctimas que se pueden apreciar en los siguientes párrafos.

Ejemplos de la reconcentración

“Una idea de aquella inmersa tragedia la pueden ofrecer algunas cifras. Por ejemplo: Desde el 7 de Enero de 1896 al 2 de Noviembre de 1898, se registraron en Artemisa 4 839 defunciones. De éstas, solo 489 eran militares y 89 vecinos pacíficos avencidados aquí; el resto de las defunciones fueron reconcentrados. Otros datos más, desde 1821 hasta el referido 7 de Enero de 1896, es decir 75 años, fallecieron en Artemisa 3 058 personas. En poco más de dos años, fallecieron 1 781 más que en 75 años”.

El 6 de octubre de 1896 se registró en Artemisa una indignación extraordinaria porque en las primeras horas de la mañana de ese día fue fusilado el joven patriota Manuel Valdés, primer mártir de la gesta del 95.

El 22 de Octubre de 1896, coincidiendo con el primer aniversario de la salida de la Columna Invasora al mando del Titán de Bronce hacia Occidente, Artemisa que fuera una plaza sumamente fortificada por los españoles, ya que era el cuartel general donde radicaba la guarnición que tenía bajo su mando la Trocha de Mariel a Majana fue atacada por las fuerzas del General Maceo. EN dicha acción se utilizó el cañón neumático que trajo el día 8 de septiembre la expedición de Ríus Rivera.

En el año 1896, en el parque de Artemisa, al este de la iglesia, había una glorieta de madera, para recreación de la oficialidad de la numerosa tropa al servicio de la célebre Trocha de Mariel a Majana. La misma fue quemada por los soldados españoles, antes de retirarse, el 3 de diciembre de 1898.

En el mes de septiembre de 1896 llega a Artemisa Monseñor Guillermo González y Arocha, a quien los soldados españoles expulsaron del pueblo por estar acusado de conspirador, aunque Arocha, con la habilidad necesaria en estos casos, mantenía amistad con algunos de los jefes militares españoles de la plaza. Cuéntase que estando en la Habana, cierto día recibió una misión dificilísima, dado lo chequeado que estaba. Era la correspondencia que un agente revolucionario de la capital necesitaba hacer llegar urgentemente al General Maceo que se encontraba por Pinar del Río. Arocha aceptó la tarea, hizo un paquete con la cartas, le puso el cuño del obispado y se dirigió hacia la estación del ferrocarril del oeste. Ya en el andén se encontró a un oficial español que conocía y precisamente regresaba a Artemisa. Arocha, después de saludarlo, le informa: “Capitán, he aquí un expediente de matrimonio que necesito hacer llegar a poder de los interesados a Eduardo Llerena, que ha de ser testigo de la boda”. El capitán cumplió al pie de la letra la tarea encomendada por Arocha, siendo portador de importantes documentos, que llegaron en los siguientes días a manos de Antonio Maceo.

El rápido regreso del Padre Arocha se debió a haber recibido una sensible carta del general Pedro Díaz , donde le informaba que hacía mucha falta su presencia en Artemisa, pues los soldados cubanos se estaba muriendo en el campo, de fiebres palúdicas y viruelaa.

Arocha consiguió 5 000 píldoras de quinina y 20 tubos de vacunas, los cuales empaquetó para conducirlos a la villa. Al llegar a Artemisa solicitó la ayuda del policía Alejandro del Moral, para que lo ayudara a bajar las maletas. Al observar que todos los paquetes eran registrados minuciosamente, con valentía le expresa al celador del Moral:
“Estas 2 maletas contienen quiquina y vacunas contra la viruela, para tus hermanos que están en la manigua peleando por tu patria”.

Y con voz firme añadió: “Tienes aquí dos caminos, denunciarnos inmediatamente a los españoles, o ayudarme hacer llegar al campo revolucionario estos valiosos elementos”.
Con esta heroica acción del Padre Arocha resolvió dos problemas: hizo llegar las medicinas al campo insurrecto y ganó al policía celador Alejandro del Moral que desde aquella ocasión se portó como un cubano.

El día 7 de diciembre de 1896, caen en San Pedro, Punta brava, La Habana, el Lugarteniente General Antonio Maceo y Grajales y su ayudante Francisco Gómez Toro, hijo del Generalísimo.

Con la caída del Titán de Bronce Cuba perdía, en menos de dos años de reiniciada la lucha armada contra el yugo opresor de España, a dos de sus grande figuras.

En este combate resultó herido al artemiseño nacido en el barrios de cayajabos, Alberto Nodarse, quien al finalizar la guerra ostentaba los grados de general.

Después de la muerte de Maceo

Después de la muerte de Maceo, para reforzar las plazas de Artemisa, Guanajay, Mariel y Cayajabos, Valeriano Weyler designó al general de división Arola para hacerse cargo de estas zonas. Estos lo hizo Weyler teniendo la llegada del general Máximo Gómez a la provincia má occidental de Cuba. Por aquella fecha, el comandante Duelo gobernaba la plaza artemiseña y, a menos de 500 metros de la guarnición de este oficial español, morían diariamente, producto del hambre y enfermedades, niños y mujeres del campo, que reconcentraron en la localidad. Se dice que a veces no alcanzaba el único carro que había para trasladar los cadáveres al cementerio. También, en ocasiones, el personal que laboraba en el necrocomio no era suficiente para brindar el servicio a tantas víctimas, producto de la inhumana medida ordenada por el general Weyler y cumplida en esta comarca por sus seguidores, sus secuaces.
Miseria, dolor y muerte. Esta era la situación que atravesaba la provincia pinareña y sobre todo Artemisa, por estar en esa villa el cuartel general de las fuerzas que cuidaban la Trocha de Mariel a Majana, cuando el 27 de octubre de 1897 se efectuaba la Asamblea Constituyente de La Yaya. Dos días después fue elegido e nuevo Consejo de Gobierno, presidido por Bartolomé Masó.

El 15 de febrero de 1897 estalla en el puerto de La Habana el crucero acorazado “Maine”, el cual, 21 días antes, había anclado en la bahía habanera, en visita de “amistad”.

En abril del mismo año es detenida en Artemisa la delegada del Partido Revolucionario Cubano en Pinar del Río, Magdalena Peñarredonda Dolley. La valiosa patriota estuvo presa en bartolina hasta el final de la guerra del 1895, en que regresó a la villa.

El 19 de abril de 1898, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Resolución Conjunta donde “se justifica internacionalmente la declaración de guerra y la intervención en la guerra de independencia de Cuba”. Con este acuerdo el Congreso norteamericano empezaba a prepara las condiciones necesarias para la intervención en Cuba. Además, eran sabedores de que la guerra estaba llegando a su fin, por las fuertes batidas que venía arremetiendo el Ejército Libertador cubano al español. Palpaban claramente que sólo era menester el toque final para el derrumbe total.

En Viñales, Pinar del Río, nace el 13 de septiembre de 1898, Amada Cruz Hernández, madre de Emilio Hernández Cruz.

El día 24 de octubre de 1898 se inician las reuniones de la Asamblea de Santa Cruz. Posteriormente sesionó en el barrio del Cerro, La Habana, y por ello es conocida también como Asamblea del Cerro. En dicho lugar deliberó hasta abril del siguiente año.

El 30 de noviembre de1898, el general Ramón Blanco entrega el mando de Cuba a Jiménez de Castellanos.

El día 3 de diciembre de 1898 se retiraron las tropas españolas que permanecían en esta localidad para vigilar la célebre Trocha de Mariel a Majana. Y, sin pérdida de tiempo, el propio día hicieron su entrada triunfal las fuerzas libertadoras cubanas del mayor general Pedro Díaz Molina a los acordes del Himno Nacional y a los vítores y exclamaciones de ¡Viva Cuba Libre! ¡Viva Cuba Independiente! ¡Viva Cuba Libre y Soberana! En este acto de recuento patriótico hubo alegría y llanto pues, como en todas las guerras, no todos los combatientes regresaron. Hubo quienes quedaron en los combatientes regresaron. Hubo quienes quedaron en los campos de batalla, luchando por hacer realidad este día. Otros fallecieron, víctimas del tifus o la viruela. A todos ellos la patria siempre los recordará con cariño, con admiración, con respeto y les estará eternamente agradecida, porque supieron dar sus valiosas vidas por verla libre, soberana e independiente.
Algunos combatientes que vivían en los barrios limítrofes al pueblo, al regresar encontraron que sus familiares más allegados, madre, hijo, o hermano menor, habían fallecido, víctimas del hambre o las enfermedades que se produjeron como consecuencia de la inhumana reconcentración de las personas del campo para la ciudad, ordenada por Weyler.

El 8 de diciembre de 1898, por iniciativas del Padre Guillermo y Arocha, se estableció en el batey de la finca “La Matilde” un hospital para aliviar en algo la quebrantada salud de los miembros del Ejército Libertador.

El 10 de diciembre del mismo año se firma el Tratado de Paris, Cuba tampoco estuvo presente en este acto. Al día siguiente, muere en los Estados Unidos el general Calixto García.

El 1ro. de enero de 1899 termina el poder español en Cuba. El americano John Brooks asume el gobierno. En esta fecha se inicia la ocupación militar de la patria por el imperialismo norteamericano. En el propio mes y año fue nombrado alcalde de Artemisa, por el gobierno interventor militar, Enrique Zayas y Ayestarán, en sustitución de Apolinar Martínez.

El 24 de febrero de 1899 llega a La Habana el Generalísimo Máximo Gómez y el día 12 de marzo del mismo año la Asamblea del Cerro lo sustituye de su cargo de general en jefe del Ejército Libertado. El imperialismo, sutilmente, va penetrando y ha logrado su interés de dividir la Asamblea y las fuerzas que componen la misma. Con ello, el gobierno norteamericano va regando la semilla de la discordia, de la comprensión que tanto se nesecitaba en aquellos momentos de decisión para la patria.

El día 11 de diciembre de 1899, debido a la necesidad de organizar el magisterio en Artemisa, se constituye la Primera Junta Municipal de Educación, de la cual fue presidente Enrique Zayas Ayestarán y secretario Luis B. Chaple, alcalde municipal y secretario respectivamente, de la villa. El día 19 de propio año, el general Leonardo Wood sustituye a Brooks en el gobierno de la isla.

El 25 de abril de 1900 se constituye en Artemisa la institución “Centro Obrero”, que radicaba en la calle Maceo esquina Colón, siendo sus integrantes miembros del Gremio de Tabaco en Rama de la localidad. Su directiva quedó compuesta de la siguiente forma:

• Presidente: Francisco Noa Quicutis
• Vicepresidente: Eladio Rodríguez Alfonso
• Secretario: Federico Rodríguez Esquijaroza
• Vicesecretario: Federico Arcau Frenquis
• Tesorero: Francisco Galatas Errasti
• Vicetesorero: José Vázquez González
• Vocales: Matías Ruda Sandoval, Valentín Urrutia Peraltas, Julio Troncoso, Antonio Gutiérrez Calderín, Juan Amador, Francisco Rubí Pérez, Valentina Hernández Rodríguez y Justo Recabal Machado.

Elecciones Municipales

En el mes de junio de 1900 se celebraron elecciones municipales en toda Cuba. En Artemisa resultó electo alcalde municipal José Claro Díaz Sarrazola, por un período de 5 años; junto a él se vieron favorecidos para ocupar cargos de concejal las siguientes personas: José M Lorenzo, Laureano Navarrete, Evaristo García, Francisco Galatas, Manuel Harryman, Ernesto Tiant, Carlos Cruz y Baldomero Echevarría. Estos son primeros cargos públicos que se llevaron a elecciones en la etapa “republicana”.

El día 5 de noviembre del año 1900 se hincan las tareas de la Asamblea Constituyente. Las funciones de esta eran redactar la Ley Fundamental de la Proyectada República.

Bajo distintas presiones, el 12 de junio de 1901, la Asamblea Constituyente aprueba la Enmienda Platt. En Artemisa, el 6 de octubre de 1901, circula el primer número y a su vez el primer periódico local, nombrado El Ideal. Para darnos cuenta de la crítica situación política que atravesaba el país en aquella etapa crucial para la patria, nada más esclarecedor que el artículo aparecido en las páginas del primer periódico artemiseño, intitulado, “Males Añejos”, de la insigne patricia, heroína de la gesta del 95, Magdalena Peñarredonda Dolley, quien fuera delegada del Partido Revolucionario Cubano en la provincia de Pinar del Río. Comenzaba tan interesante artículo, diciendo: “A unos sorprendentes y a otros disgusta que existan en Cuba partidarios de la anexión. Pensábamos que después de tantos esfuerzos y de tantas desventuras para libertar la patria, debían ser unánime la aspiración de los cubanos en sus anhelos por la independencia. No sucede así, y el fenómeno ni es nuevo, ni es único; en todos los pueblos y en todos los tiempos han existido menguados incapaces de luchar por una idea, egoísta que no ven más su propia conveniencia y serviles que necesitan doblegarse ante los poderoso. De estos que decimos nos da la historia irrefutables ejemplos.

Fuente

Museo Municipal Artemisa