René Descartes

René Descartes
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René Descartes, filósofo francés
Fecha de nacimiento31 de marzo de 1596
Lugar de nacimientovilla de La Haye,
región de Turena,
Francia Bandera de Francia
Fecha de fallecimiento11 de febrero de 1650 (53 años)
Lugar de fallecimientociudad de Estocolmo,
Suecia Bandera de Suecia
Nacionalidadfrancesa
Campofilosofía
matemática
física
fisiología
Conocido porel padre de la filosofía moderna

René Descartes (Turena, 31 de marzo de 1596 - Estocolmo, 11 de febrero de 1650) fue un filósofo, matemático, físico y fisiólogo francés, considerado como el padre de la filosofía moderna, así como uno de los nombres más destacados de la revolución científica. Formuló el célebre cogito ergo sum, elemento esencial del racionalismo occidental.[1]

En física está considerado como el creador del mecanicismo, y en matemáticas, de la Geometría Analítica. No obstante algunas de sus teorías han sido rebatidas ―como la teoría del animal-máquina― o incluso abandonadas ―teoría de los vórtices―. Su pensamiento ha sido comparado con la pintura de Poussín por su estilo claro y ordenado.

Síntesis biográfica

Pertenecía a una familia de la baja nobleza, siendo su padre, Joachim Descartes, consejero en el Parlamento de Bretaña (Francia). La temprana muerte de su madre, Jeanne Brochard, pocos meses después de su nacimiento, le llevará a ser criado en casa de su abuela materna, a cargo de una nodriza a la que permanecerá ligado toda su vida. Posteriormente hará sus estudios en el colegio de los jesuitas de La Flèche, hasta los dieciséis años, estudiando luego Derecho en la Universidad de Poitiers. Según la propia confesión de Descartes, tanto en el Discurso del método como en las Meditaciones, las enseñanzas del colegio le decepcionaron, debido a las numerosas lagunas que presentaban los saberes recibidos, a excepción de las matemáticas, en donde veía la posibilidad de encontrar un verdadero saber.

Esta muestra de escepticismo, que Descartes presenta como un rasgo personal es, sin embargo, una característica del pensamiento de finales del siglo XVI y principios del XVII, en los que el pirronismo ejerció una notable influencia. Terminados sus estudios Descartes comienza un período de viajes, apartándose de las aulas, convencido de no poder encontrar en ellas el verdadero saber:

Por ello, tan pronto como la edad me permitió salir de la sujeción de mis preceptores, abandoné completamente el estudio de las letras. Y, tomando la decisión de no buscar otra ciencia que la que pudiera hallar en mí mismo o en el gran libro del mundo, dediqué el resto de mi juventud a viajar, a conocer cortes y ejércitos, a tratar con gentes de diversos temperamentos y condiciones, a recoger diferentes experiencias, a ponerme a mí mismo a prueba en las ocasiones que la fortuna me deparaba, y a hacer siempre tal reflexión sobre las cosas que se me presentaban, que pudiese obtener algún provecho de ellas.
Renato Descartes, Discurso del método

Carrera de las armas

Después de sus estudios opta, pues, por la carrera de las armas y se enrola en 1618, en Holanda, en las tropas de Maurice de Nassau, príncipe de Orange. Allí conocerá a un joven científico, Isaac Beeckman, para quien escribe pequeños trabajos de física, como Sobre la presión del agua en un vaso y Sobre la caída de una piedra en el vacío, así como un Compendio de música. Durante varios años mantienen una intensa y estrecha amistad, ejerciendo Beeckman una influencia decisiva sobre Descartes, sobre todo en la concepción de una física matemática, en la que había sido instruido por Beeckman. Continúa posteriormente sus investigaciones en geometría, álgebra y mecánica, orientado hacia la búsqueda de un método científico y universal.

En 1619 abandona Holanda y se instala en Dinamarca, y luego en Alemania, asistiendo a la coronación del emperador Fernando en Frankfurt. Se enrola entonces en el ejército del duque Maximiliano de Baviera. Acuartelado cerca de Baviera durante el invierno, pasa su tiempo en una habitación calentada por una estufa, donde elabora su método, fusión de procedimientos lógicos, geométricos y algebraicos. De esa época será la concepción de la posibilidad de una matemática universal (la idea de una ciencia universal, de un verdadero saber) y se promete emplearla en renovar toda la ciencia y toda la filosofía.

La noche del 10 de noviembre de 1619 tiene tres sueños sucesivos que interpreta como un mensaje del cielo para consagrarse a su misión filosófica. La importancia que concede Descartes a estos sueños choca con las características que se le atribuyen ordinariamente a su sistema (racionalismo), pero según el mismo Descartes nos relata, estarían en la base de su determinación de dedicarse a la filosofía, y contendrían ya la idea de la posibilidad de fundamentar con certeza el conocimiento y, con ello, reconstruir el edificio del saber sobre cimientos firmes y seguros.

Años 1625- 1628

Habiéndose dotado con su método de una moral provisional, renuncia a su carrera en el ejército. De 1620 a 1628 viaja a través de Europa, residiendo en París entre los años 1625-28, dedicando su tiempo a las relaciones sociales y al estudio, entablando amistad con el cardenal Bérulle, quien le animará a desarrollar sus teorías en afinidad con el catolicismo. Durante este período se ejercita en su método, se libera de los prejuicios, acumula experiencias y elabora múltiples trabajos descubriendo especialmente en 1626 la ley de refracción de los rayos luminosos. También en esta época redacta las Reglas para la dirección del espíritu, obra inacabada que expone lo esencial de su método.

En 1628 se retira a Holanda para trabajar en paz. Permanecerá allí veinte años, cambiando a menudo de residencia, completamente ocupado en su tarea filosófica. Comienza por componer un pequeño tratado de metafísica sobre el alma y Dios del que se dice satisfecho y que debe servir a la vez de arma contra el ateísmo y de fundamento de la física. Dicho tratado contendría ya las ideas fundamentales de lo que serían posteriormente las Meditaciones metafísicas, según algunos estudiosos del cartesianismo, opinión no compartida por otros, que creen demasiado temprana la fecha como para que Descartes estuviese ya en posesión de su metafísica.

Interrumpe la elaboración de dicho tratado para escribir en 1629 un Tratado del mundo y de la luz que acaba en 1633 y que contiene su física, de carácter mecanicista. Pero, habiendo conocido por azar la condena de Galileo por haber sostenido el movimiento de la tierra (que también sostenía Descartes), renuncia a publicar su trabajo. Por una parte no quiere enfrentarse con la Iglesia a la cual está sometido por la fe. Por otra, piensa que el conflicto entre la ciencia y la religión es un malentendido. En fin, espera que un día el mundo comprenderá y que podrá editar su libro.

Este miedo de Descartes ante la condena de Galileo ha llevado a algunos estudiosos a buscar en su obra un significado oculto, llegando a interpretar la demostración de la existencia de Dios que realiza en las Meditaciones como un simple ejercicio de prudencia, que no se correspondería con el auténtico pensamiento cartesiano sobre la cuestión. Para difundir su doctrina mientras tanto publica resúmenes de su física, precedidos por un prefacio. Es el famoso Discurso del método, seguido de La dióptrica, Los meteoros y La geometría, que sólo son ensayos de este método (1637). El éxito le conduce a dedicarse completamente a la filosofía.

Publicaciones en latín

Publica en 1641 en latín, la Meditaciones sobre la filosofía primera, más conocida como Las meditaciones metafísicas, que somete previamente a los grandes espíritus de la época (Mersenne, Gassendi, Arnauld, Hobbes...) cuyas objeciones seguidas de respuestas serán publicadas al mismo tiempo.

En 1644 publica en latín los Principios de la filosofía. La publicación de estas obras le proporciona a Descartes el reconocimiento público, pero también es la causa de numerosas disputas.

Cráneo de Descartes

Director de conciencia

En 1643 conoce a Elizabeth de Bohemia, hija del elector palatino destronado y exiliado en Holanda. La princesa lo adopta como director de conciencia, de donde surgirá una abundante correspondencia en la que Descartes profundiza sobre la moral y sobre sus opiniones políticas y que le conducen en 1649 a la publicación de Las pasiones del alma, más conocida como Tratado de las pasiones, que será la última obra publicada en vida del autor y supervisada por él.

Posteriormente realiza tres viajes a Francia, en 1644, 47 y 48. Será en el curso del segundo cuando conozca a Pascal. Su fama le valdrá la atención de la reina Cristina de Suecia. Es invitado por ella en febrero de 1649 para que le introduzca en su filosofía. Descartes, reticente, parte sin embargo en septiembre para Suecia. El alejamiento, el rigor del invierno, la envidia de los doctos, contraría su estancia. La reina le cita en palacio cada mañana a las cinco de la madrugada para recibir sus lecciones.

El método racionalista de Renato Descartes

El racionalismo cartesiano tiene una sólida manifestación en su método, elaborado a partir de los descubrimientos de Galileo, Kepler y de sus propias investigaciones científicas. De ese modo, planteó la necesidad de elaborar una nueva lógica de la ciencia natural mecanicista, que sería, según él, el método universal que establecería la vía adecuada de la investigación científica. En Descartes, el método racionalista estaba vinculado, en gran medida, al idealismo porque él consideraba que en la razón humana conviven las ideas innatas, independientes de la experiencia. De esta forma determinó que los principios lógicos y matemáticos fundamentales del método son principios innatos, independientes de la experiencia.

Descartes propugnó la unidad de todas las ciencias que dependen de un único método, obtenido a partir del modelo que ofrecen las matemáticas. Así otorgó a la razón la condición de fuente principal de conocimiento y seguro criterio de verdad.

Según su expresión, sólo puede alcanzarse la meta de formular el método reclamado por la ciencia si el investigador lograba revelar la célula del mismo; es decir, la condición que permite al método convertirse en teoría y a la teoría en método, y esta necesidad derivaba del carácter instrumental del método. Sobre tales principios asentó su método que era, al mismo tiempo, el punto de partida y el cierre de su filosofía. Como la inteligencia es propia de todos los hombres, el método debe ser uno y universal, no limitado a materia alguna en particular, sino aplicable a todo conocimiento. El método tiene como principal objetivo facilitar el uso natural de la razón. En este sentido, Descartes transformó su método matemático en el método de estudio de toda la realidad. Ello exigía la consideración de las ideas como modelos a los que debía ajustarse la realidad, o más bien la realidad misma. De esta manera, el pensamiento fue para Descartes la condición del ser y el cogito el principio o punto de partida del que la realidad puede ser deducida.

El método de Descartes parte de verdades evidentes (axiomas) para extraer o deducir a partir de ellas otras verdades. Lo primero que hay que hacer es indagar, investigar, dudar, y así la propia duda deviene método o camino que orienta la búsqueda del saber. Según sus criterios, para pensar correctamente hay que pensar ordenadamente; es decir, hay que seguir un método para avanzar paso a paso.

Para Descartes, "intuición" y "deducción" son las dos operaciones fundamentales de la mente. La intuición es el acto intelectual mediante el cual la razón alcanza la evidencia. Según el propio Descartes no es el testimonio vacilante de los sentidos o el juicio fullero de la imaginación, sino un concepto de la mente pura y atenta, tan sencilla e innegable que no queda ninguna duda alrededor de su veracidad. Lo planteado significa, que la intuición, se autofundamenta y se autojustifica así misma, ya que tiene como garantía la transparencia entre razón y contenido intuitivo; por tanto, es aquella idea clara y diferente que refleja "sólo la luz de la razón", aún cuando haya sido comparad con otras ideas. La deducción racional es la operación discursiva que orienta el curso de la búsqueda de la verdad; por consiguiente, supone un camino, una demostración o encadenamiento lógico o sucesión. La deducción representa el movimiento ordenado del saber, que va de proposición en proposición estableciendo lazos entre las verdades intuitivas. En otro momento Descarte incorporó una tercera operación: la enumeración incompleta o inducción cuyo aporte al conocimiento complementa la calidad de los resultados. El uso limitado de la inducción en el método, fundamentalmente deductivo de Descartes, constituye un atisbo de dialéctica que incorpora frescura y precisión al método cartesiano; Federico Engels reconoció que independientemente del predominio del método metafísico en el filosofía moderna en ella hubo "alguno que otro brillante representante de la dialéctica (como, por ejemplo, Descartes y Spinoza)".

De acuerdo con Descartes, el método consiste en dictar reglas ciertas y sencillas para emplear correctamente estas dos operaciones mentales e impedir que jamás la razón admita un error por una verdad. La finalidad del método consistirá en posibilitar el ejercicio de la intuición, y en señalar la manera adecuada de realizar deducciones, así como en seguir el orden.

Al conformar su método racionalista puso en duda el valor de la lógica tradicional porque a juicio suyo esta en nada contribuye al descubrimiento de nuevas verdades. La verdadera lógica -aseguraba- no son las formas del silogismo, sino las reglas que guían la razón y permiten al investigador adquirir los nuevos conocimientos. Su método universal comprende tres componentes teóricos básicos estrechamente vinculados entre si:

  1. Todo problema científico es en sí mismo un problema formulado en el lenguaje de la matemática.
  2. Todo problema matemático es en esencia un problema algebraico.
  3. Todo problema algebraico se reduce a la solución de una ecuación única.

De lo anterior puede inferirse que el método racionalista de Descartes es matemático por su naturaleza y se reduce a las siguientes reglas:

  1. No admitir nunca como verdadero aquello que no es conocido con evidencia lo que era, ni aceptar juicios no claros que lleven a la duda. Este principio de la evidencia es subjetivo y tiene un carácter idealista porque incluso, muchas cosas que Descartes consideraba evidentes y claros no eran más que errores.
  2. Dividir cada una de las dificultades investigadas en tantas partes como sea posible y necesario para superarlas mejor.
  3. Mantener determinado orden del razonamiento, empezado por los objetos más sencillos y de más fácil comprensión para ir ascendiendo paulatinamente al conocimiento de lo más complejo, ampliando ese orden incluso allí donde los objetos del razonamiento no aparecen en su vínculo natural.
  4. Elaborar siempre una relación tan completa y general que permita tener la seguridad que no se ha cometido omisiones.

Este método racionalista de Descartes, progresivo para su época, tuvo sin embargo serias limitaciones; por ejemplo:

  • El mismo fue reducido a un conjunto de reglas planteadas subjetivamente porque no tenían en cuenta las leyes propias de los objetos estudiados, lo que demuestra que la concepción cartesiana del método científico no pudo superar su concepción metafísica de las ciencias naturales al fundamentarlo filosóficamente.
  • El método racionalista de Descartes estaba vinculado al idealismo puesto que a través de él el filósofo llegó a la solución de la existencia de ideas innatas independientes de la experiencia.
  • El método absolutiza el papel de la razón, es decir, de las deducciones.
  • Descartes no comprendió el significado gnoseológico de la práctica lo que lo llevó a desligar el pensamiento del mundo exterior.

Independientemente de los argumentos que revelan los puntos débiles del método racionalista de Descartes, el mismo tuvo el innegable mérito de haber constituido un paso de avance en el desarrollo de la concepción acerca de la metodología científica de la Época Moderna, a la vez sirvió de arma teórica en la lucha de la filosofía moderna contra la escolástica.[1]

Conclusiones

El método deductivo elaborado por Descartes, respondía a las exigencias del desarrollo alcanzado por las ciencias de su tiempo y constituyó un poderoso instrumento para la profundización de los conocimientos acerca de la naturaleza y un recurso muy útil para combatir la escolástica y la teología. Desde esa perspectiva, contribuyó denodadamente a convertir a la filosofía en un camino racional hacia la verdad. Uno de sus grandes logros fue su progresiva fundamentación de su proyecto inicial de unidad entre todas las ciencias, para lo cual elaboró su método como propuesta universal del conocimiento científico.

Muerte

Descartes, de salud frágil y acostumbrado a permanecer escribiendo en la cama hasta media mañana, coge frío y muere de una neumonía en Estocolmo el 11 de febrero de 1650 a la edad de 53 años.

Obras

Filosóficas

La obra cartesiana, pese a la temprana muerte de su autor, abarca una extensión considerable, si incluimos en ella la abundante correspondencia mantenida a lo largo de su vida y las obras no publicadas por él. La edición de referencia de sus obras completas es la realizada por Charles Adam y Paul Tannery de 1897 a 1909 en 11 tomos, con un suplemento añadido en 1913. El tomo 12 contiene una vida de Descartes escrita por Charles Adam. La última reedición de estas obras completas data de 1996.

Publicadas durante su vida

  • 1637. Discours de la méthode pour bien conduire sa raison, et chercher la Verité dans les sciences. Plus la Dioptrique, le Météores et la Géometrie, qui sont des essais de cette méthode. (Discurso del método, seguido de la Dióptrica, los Meteoros y la Geometría), editada en Leyden por Jean Maire.
  • 1641. Renati Descartes Meditationes de Prima Philosophia, editada por Michel Soly en París. En esta primera edición en latín de las Meditaciones metafísicas se incluyen sólo las seis primeras series de objeciones y respuestas.
  • 1642. Renati Descartes Meditationes de Prima Philosophia, segunda edición en Amsterdam, a cargo de Louis Elzevier, en las que se incluyen las séptimas objeciones y la carta al P. Dinet.
  • 1643. Epistola Renati Descartes ad celeberrimum virum D. Gisbertum Voetium, también editada por Louis Elzevier, en la que Descartes responde a un escrito denigratorio editado por Voetius.
  • 1644. Renati Descartes Principia Philosophiae, primera edición de los Principios de la filosofía, a cargo de Louis Elzevier en Amsterdam, obra dedicada a Elisabeth de Bohemia.
  • 1644. Edición en latín del Discurso del método, traducido por Et. de Courcelles y revisado por Descartes, con la Dióptrica y los Meteoros, pero no la Geometría, (que será editada en latín en 1649 por Schooten en traducción no revisada por Descartes.)
  • 1647. Les Méditations métaphysiques de René Descartes, traducidas por el duque de Luynes son la primera edición en francés de las Meditaciones, editadas en París por Veuve Jean Camusat y Pierre Le Petit. Se incluyen las respuestas a las primeras, segundas, terceras, cuartas y sextas objeciones, traducidas por Clerselier. Ambas traducciones fueron revisadas por Descartes
  • 1647. Les principes de la philosophie, primera edición en francés, en París, a cargo de Henri Le Gras. La traducción del abate Picot fue revisada por Descartes, quien añade una carta prefacio.
  • 1649. Les Passions de l'âme, (más conocida entre nosotros como el Tratado de las pasiones), publicada por varios editores: en Holanda por Louis Elzevier y en Francia por Henri Le Gras, entre otros.

Publicadas tras su muerte

El principal editor de Descartes es su cuñado Claude Clerselier. A la muerte de Descartes en Estocolmo, el embajador de Francia Hector-Pierre Chanut se hace cargo de sus escritos, que envía a Clerselier, quien procede a editar algunas de sus obras y gran parte de su correspondencia:

  • 1657. Lettres de Descartes, editadas por Charles Angot y Henri Le Gras, en París. Un segundo volumen será editado en 1659, con traducciones más o menos afortundas de su correspondencia en latín.
  • 1664. L' homme de Descartes (el Tratado del hombre) y el Traité de la formation du foetus, ambas editadas por Charles Angot y Théodore Girard.
  • 1667. Le Monde, según el texto original, editado por Michel Bobin y Nicolas Le Gras, junto a una nueva edición del Tratado del hombre.
  • 1668. Ediciones del Tratado de mecánica y del Tratado de música, así como de nuevas entregas de la correspondencia cartesiana, a cargo de varios editores.

El resto de las obras inéditas de Descartes se publicaron esporádicamente a lo largo de los siglos XVIII y XIX, culminando en la edición de sus obras completas por Charles Adam y Paul Tannery entre los años 1897 y 1909, convertida en la obra de referencia de la bibliografía cartesiana.

Fuentes

Bibliografía

  • Abbagnano, Nicola: Historia de la Filosofía, tomo I. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 1971.
  • Academia de Ciencias Unión Soviética-Cuba: Metodología del conocimiento científico. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 1978.
  • Buch Sánchez, Rita María: Antología. Historia de la Filosofía, tomo III. La Habana: Editorial Félix Varela, 2011.
  • Descartes, Renato: Discurso sobre el método, en: Obras. Clásicos de la Filosofía. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2001.
  • Descartes, Renato: Meditación primera, en: Obras. Clásicos de la Filosofía. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2001.
  • Descartes, Renato: Meditación Segunda, en: Obras. Clásicos de la Filosofía. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2001.
  • Dynnik, M. A.: Historia de la Filosofía. México D. F.: Editorial Grijalbo, 1960.
  • Engels, Federico: Anti-Dühring. La Habana: Editorial Pueblo y Educación, 1975.