Reyes Católicos

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Reyes Católicos
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Reyes Católicos españoles impulsaron durante su gobierno una serie de empresas y tomaron una serie de transcendentes decisiones que han marcado decisivamente la historia de España.

Biografía de los Reyes Católicos

El período de su gobierno coincide con una etapa transcendental de la historia de Europa, la que supone la muerte definitiva de los valores, sistemas de la Edad Media y el advenimiento del nuevo mundo del llamado Renacimiento, marcado políticamente por la concentración del poder político en manos de los reyes absolutistas.

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A mediado del siglo XV, inmediatamente los Reyes Católicos estaba constituida por cinco reinos independientes, pero muy relacionados entre sí: Castilla, Aragón, Portugal, Navarra y Granada. Todos ellos, en mayor o menor medida se veían inmersos en la crisis multifactorial en que había caído Europa durante el siglo XIV y los comienzos del XV. La Corona de Castilla, tras el ímprobo esfuerzo conquistador y repoblador del siglo XIII, había quedado exhausta.

En este sentido hay que recordar que las conquistas cristianas habían sido paulatinas durante cinco siglos y en la mayor parte de los casos se trataba de tierras poco pobladas como consecuencia del desgaste de las guerras.

Sin embargo, las conquistas del siglo XIII supusieron la incorporación súbita de amplísimos territorios repletos de populosas ciudades que había que organizar con arreglo a un orden político nuevo. Al complejo crisol de pueblos, razas y religiones que constituía Al-Andalus, se sumaban los conquistadores cristianos del norte.

Los reyes castellanos, para agradecer el éxito bélicos; donaron amplios territorios a estos nobles guerreros que acumularon inmensas propiedades. En este contexto hay que citar la relevancia política, económica y territorial que tuvieron las órdenes militares en la Baja Edad Media española.

El prestigio de la monarquía castellana se debilitó en la guerra civil entre Pedro I y Enrique de Trastámara.

El ascenso en autoridad de los grandes linajes nobiliarios tenía un efecto colateral negativo añadido, pues era muy frecuente las rencillas entre estas familias, frecuentemente enemistadas, que llegaban a convertirse en auténticas guerras que afectaban al conjunto de la sociedad.

Por su parte, La Corona de Aragón, tras la finalización de la reconquista peninsular pactada con Castilla y que no había esquilmado las energías conquistadoras, por lo que los catalanoaragonesas redirigieron pronto sus energías hacia el Mediterráneo, tanto en el orden militar como comercial. Sin embargo el auge económico de la segunda mitad del siglo XIII y primera del XIV se frenan también tras las pestes y guerras vividas posteriormente y Barcelona cede su protagonismo a Valencia.

Reinos vecinos

Navarra

Es un pequeño reino con relaciones hispanas (frecuentemente constreñido por los dos reinos vecinos de Castilla y Aragón) pero también con Francia por motivos dinásticos y geográficos.

Portugal

Era un reino independiente desde el siglo anterior y así siguió siendo. Por último, al sur de la Península quedaba el Reino Nazarí de Granada, que había logrado permanecer independiente tras el desplome del imperio almohade del siglo XIII y que había logrado no caer en manos castellanas por la abrupta orografía de sus tierras y por los esfuerzos de organización que Castilla debió asumir tras la conquista de Extremadura, la Mancha, Murcia y el Valle del Guadalquivir.

Sin embargo, la independencia de Granada tenía un precio pues era tributaria de Castilla. Esta situación favoreció una cierta relación de tolerancia aunque fueron frecuentes las guerras de frontera entre moros granadinos y cristianos castellanos.

Atendiendo a la globalidad de estos reinos, hay que decir que, como en toda la Edad Media las relaciones entre ellos fueron estrechas, en uno casos como aliados y en otros como francos enemigos y con frecuentes roces fronterizos.

La unión dinástica de los Reyes Católicos

El año 1476, parte de la nobleza y de las ciudades de Castilla proclamaron reina a Isabel, hermana del anterior monarca, Enrique IV. Otro sector no menos importante del reino.

El principal valedor de los derechos de Juana era Alfonso V de Portugal, que se desposó con ella en Plasencia y se proclamó rey de Castilla. En la guerra civil entre los dos bandos la suerte de las armas sonrió a Isabel, casada con Fernando, el heredero de la corona aragonesa. Cabe pensar que de aquella contienda sucesoria era inevitable que saliera alguna unión dinástica y decisiva entre los reinos peninsulares. De haber triunfado Juana, lo más probable es que las coronas de Castilla y Portugal se hubiesen unido. Al inclinarse la balanza por su tía y rival, se consumó la unión con Aragón.

En 1479, en virtud del tratamiento de Alcaçovas, Alfonso y Juana renunciaron a sus derechos a la corona de Castilla e Isabel y Fernando a los suyos sobre la de Portugal. De este modo tan turbulento se inició un reinado que sería decisivo para el futuro de la península.

El sometimiento de la nobleza

Uno de los asuntos de estado en que más energía emplearon los Reyes Católicos fue en reafirmar la autoridad real frente a la altiva nobleza. En muchos casos la fórmula fue bastante expeditiva.

Uno de los instrumentos de que se sirvieron en esta lucha fue la Santa Hermandad, institución de raíz mucho más antigua, pero a la que infundieron nueva vida y centralizaron, especie de milicia concejil permanente que, a la larga, acabaría consagrada casi exclusivamente a la lucha contra el bandolerismo.

La pacificación de los reinos

Los Reyes Católicos consiguieron pacificar sus reinos respectivos. La sentencia arbitral de Guadalupe (1486) puso fin a las Guerras Remensas en Cataluña y dio al principado el sosiego de que carecía desde hacía decenios. Por otra parte, el reforzamiento de la autoridad real tuvo su contrapartida en las autonomías municipales y locales.

Se acentuó la intervención de los reyes en el gobierno de las ciudades mediante el nombramiento de corregidores. En la Generalidad catalana el rey empezó a nombrar directamente a los diputados. Y para evitar que las Cortes aragonesas manifestasen con demasiada vehemencia su desacuerdo ante sus medidas autoritarias, el rey apenas las convocó en el curso de su reinado. Algo parecido ocurrió en Castilla, donde siempre que se reunieron fue con el propósito de refrendar el reforzamiento de la autoridad real.

La conquista de Granada

Una de las acciones más célebres de las emprendidas por los Reyes Católicos fue la de emprender la Guerra de Granada. Tomando como pretexto el ataque moro contra Zabara en 1481, se inició una contienda de larga duración (por más de 10 años) aunque de irregular e intermitente desarrollo.

Las razones verdaderas de la conquista de Granada se fueron a la tumba con los propios monarcas, aunque probablemente y tras el esfuerzo de pacificación y fortalecimiento del reino, los monarcas vieron la oportunidad de culminar el proceso de reconquista y de paso desahogar las belicosas energías de la nobleza recién domesticada en empresas menos dañinas para los propios cristianos.

Fue el 2 de enero de 1492 cuando tras este decenio de sangrientos enfrentamientos el Rey Nazarí Muhammad XI (Boabdil el Chico) entrega la ciudad de Granada, último reducto del reino que se había ido perdiendo poco a poco.


Las condiciones de la capitulación permitían a la población musulmana conservar sus bienes y religión por lo que la población mudéjar resultante fue cuantiosa a pesar de que la aristocracia nazarí prefirió emigrar al norte de África.

Véase también

Fuentes