Rodney Batista Herrera

Rodney Batista Herrera
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Obra de Rodney batista.jpg
Obra de Rodney Batista
Nacimiento1988
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
OcupaciónFotógrafo

Rodney Batista Herrera .Joven fotógrafo que en su corta carrera que ha dedicado a visualizar en su lente la muerte. No cualquier tipo de cadáveres, los que le interesan a Rodney son cadáveres añejados en las piscinas de formol de las morgues, cadáveres que nunca han tenido su entierro y, por tal, aún siguen disputándole al tiempo la persistencia de su materialidad.

Síntesis biográfica

Nació en La Habana en 1988 se graduó en la escuela de Bellas Artes en el año 2007.

Exposiciones

Ha participado en diversas exposiciones tanto personales y colectivas dentro de las que se destacan:

  • 2003- Exposición colectiva. Rompan Fila. Salón de exposiciones de la Academia.
  • 2004- Mural colectivo por la paz. Tribuna antiimperialista. Plaza. Ciudad Habana.
  • 2006- Efecto acción reacción. Casa de la Cultura de Plaza. Ciudad Habana.
  • 2006- Expo personal. En la cuadra de mi casa. Galería impacto. Municipio Playa. Ciudad Habana. Cuba
  • 2007- Expo colectiva en el Reparto La Ceiba, municipio Playa. Ciudad Habana.
  • 2008- Galería Provincial de Artes Plásticas y Diseño “Luz y Oficio”. Ciudad Habana. Cuba.
  • 2008- Expo colectiva “Crónicas del Entusiasmo” Galería “Luz y Suárez del Villar”, Madrid, España.

Críticas sobre su obra

Frency.

La Habana, marzo de 2009 Pensar la muerte ha sido una obsesión para la cultura de Occidente. Y el arte dentro de ella se ha erigido en espacio donde confluyen lo ético y lo estético de una manera delicada, problemática. Por ello, cuando nos proponemos acercarnos a los elementos que hacen generar a un artista un discurso donde la finitud física es su núcleo, debemos develar que no resulte una impostación.

Pienso que lo que se ha venido proponiendo Rodney Batista desde hace más de dos años, con la fotografía como el medio para generar situaciones entre procesuales, performáticas, litúrgicas, con sensibilidad objetual e instalativa dentro de un gran “set” que proviene de la vida, todo ello le nace de problemáticas muy personales que le han movido su experiencia personal y lo han conducido a crear de este modo, peliagudo, sí; mas no impostado.

Rodney no juega realmente con sus obras, se expone a energías, hace su exorcismo con un resultado fuertemente plagado de simbolismos y produce un campo visual de interconexiones sígnicas donde yace la agonía –aquella que fantasmagorizó al Medioevo, iluminó al Renacimiento y explotó en el Barroco. Donde se halla un dolor plausible que resalta por encima de cualquier estetización. Son estas obras de fuerte sentido dramático y considero que extrañamente poéticas... Allí, donde el filo de la navaja oscila entre lo mortecino y lo vívido. Para invocar una espiritualidad que posee fuertes vínculos con lo antropológico y lo teleológico.

Lástima que lo espinoso del terreno en que se mueve halla cegado la mirada y la reflexión de algunos, que no han logrado captar que Rodney trasciende miedos y representaciones timoratas dentro de una sospechosa “naturaleza muerta” para ser más extremo, más radical. Y en ello, con una ética que se cuestiona, Rodney se hace más fuerte porque son obras muy suyas: le debe a muchos, bebe de muchos; pero no engaña a nadie.

Hamlet Fernández.

Rodney Batista y su estética de la muerte. Noticias de Arte Cubano, 2008

(...) En uno de los Inventarios del mes de noviembre tuvo su presentación el joven artista Rodney Batista, recién egresado de la Academia de San Alejandro. Tengo que confesar que hacía tiempo que no experimentaba tal sugestión frente al arte. Cuando varado en la puerta de la habitación saturada de personas donde Rodney hacía su auto presentación logré encontrar un ángulo visual que me permitiera observar lo que se proyectaba, primero dudé de la veracidad de aquellas imágenes y me apresuré a concluir que era argucia ilusionista, tan propia del arte. Pero no, las palabras de Rodney desvanecieron mis dudas y tuve que ir aceptando la realidad de lo que veía, nada más y nada menos que fotos de cadáveres. Pero no cualquier tipo de cadáveres, los que le interesan a Rodney son cadáveres añejados en las piscinas de formol de las morgues, cadáveres que nunca han tenido su entierro y, por tal, aún siguen disputándole al tiempo la persistencia de su materialidad. Mis pelos terminaron de ponerse de punta cuando Rodney comenzó a pasar fotos que le mostraban en plena faena de trabajo sacando cadáveres a la luz, transportándolos en camillas, construyendo la escenografía, vistiéndoles, haciéndoles posar frente al lente, etc. Mientras que Rodney, previendo cualquier ataque moralista que acusara de profanador su trabajo, advirtió sobre la seriedad y el respeto con que trataba a los cadáveres e hizo explícita su concepción sobre la muerte y las razones que le motivaban a hacer este tipo de trabajo fotográfico.

En aquel momento, envuelto en el proceso de recepción, me vino a la mente una definición para la poética que viene desarrollando este joven artista: una estética de la muerte, me dije. Veamos. El punto clave, pienso, es que Rodney no discursa sobre la muerte, sino que la documenta, y lo hace acertadamente de la única forma en que es posible hacerlo, a partir de los residuos materiales que han pasado al estado físico de la no-vida, y estos residuos son los cadáveres. La muerte, cuando sucede, debe ser asumida como un hecho natural; pero también es una idea, un concepto, para Haidegger la única posibilidad pura para el hombre, la única posibilidad de la que este no se puede sustraer, y de la cual dependen el resto de las posibilidades que constituyen la existencia, por eso, para este pensador, se vive para la muerte. Pero, aunque en el plano conceptual se pueda reflexionar sobre la muerte, cómo mostrarle, cómo representarle en el plano de lo estético, cómo captar su esencia en el lenguaje de las formas. Creo que es en ese sentido en el que la obra de Rodney se hace sumamente interesante. Al trabajar con cadáveres que nunca han sido enterrados, logra penetrar el plano mismo de la no-vida, situándonos sin veladuras en el escalofriante pero natural reino de la muerte, que no es otro que el estado de descomposición de la materia, el proceso, en esos cadáveres retardado, mediante el cual el cuerpo, cual cascarón hueco despojado de vida, se va consumiendo en un desecho pestilente.

Otra arista interesante del trabajo fotográfico de este creador es la forma en que hace posar a los cadáveres junto a diferentes objetos, fundamentalmente muñecas y peluches. Lo curioso es que estos muñecos y peluches, o a veces trozos de ellos, también se encuentran mutilados, medio descompuestos. De manera que estos objetos que pertenecen de igual modo al plano de la no-vida, son presentados también como cadáveres, aunque artificiales, ya que su descomposición es producto de una muerte simbólica, consecuencia no de un proceso natural sino de la acción destructiva del propio hombre. Y aquí se abren dos planos, uno natural y otro artificial, del estado físico de la no-vida; y ambos residuos de materia, tanto el natural como el artificial, se reconocen en un estado similar de destrucción, de perecimiento postmortem, incluso en su devenir hacia la tierra. Por eso, al ser llevado al plano del arte, este inconcluso proceso cíclico de vida y muerte es restaurado virtualmente, al concederle a los residuos de la muerte una nueva existencia en el reino de lo estético.

Fuentes