Rodolfo Guzmán Huerta

Rodolfo Guzmán Huerta
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El Enmascarado de Plata

Rodolfo Guzmán Huerta, mejor conocido como Santo El Enmascarado de Plata, resultó ser una de las grandes personalidades del espectáculo y figura arraigada en la cultura popular. Nació en Tulancingo, Hidalgo, el 23 de septiembre de 1917 y sus padres fueron Jesús Guzmán Campuzano y Josefina Huerta (Márquez) de Guzmán. Rodolfo fue el quinto de siete hermanos. Carismático y de gran presencia física estuvo predestinado desde sus inicios a ser un destacado luchador. Tenía como arma principal sus poderosas piernas. La afición de Rodolfo eran los deportes.

Nacimiento del exito

A principios de los años 40, Rodolfo contrajo matrimonio con María de los Ángeles Rodríguez Montaño (Maruca) en la iglesia de la Magdalena Mixhuca, y su padrino fue Salvador Lutteroth González. El matrimonio procreó diez hijos: Alejandro, María de los Ángeles, Héctor Rodolfo, Blanca Lilia, Víctor Manuel, Miguel Ángel, Silvia Yolanda, María de Lourdes, Mercedes, y el Hijo del Santo.

En esa década, tanto don Jesús Lomelí como Rodolfo regresaron de nuevo a la EMLL. Días después don Jesús ya le tenía un nuevo equipo, uno totalmente plateado. Ahora había que elegir un nombre, Don Jesús había pensado en EL SANTO, EL DIABLO o EL ANGEL; Rodolfo se decidió por el primero de ellos, y con cerca de siete pesos, se puso a hacer el equipo, que fue sumamente humilde, la máscara era un verdadero horno, pues era de piel de cochino, y dentro de ella, el calor era insoportable.

El 26 de julio de 1942 hizo su debut como el Santo, ahí EL SANTO tuvo que medirse con el LOBO NEGRO, quien lo estaba dominando ampliamente, la desesperación hizo presa del plateado, quien no encontraba la forma de derrotar a su enemigo, el joven ENMASCARADO DE PLATA optó entonces por la violencia, empezó a faulear a su rival, el réferi trató de impedirlo, pero lo que logró fue que EL SANTO le hiciera pedazos la camisa, el tercero sobre las cuerdas no atinaba la forma de detener el huracanado ataque del rudo debutante, así que optó por lo más sano: descalificarlo.

A principios de 1943 enfrentó a Jesús “El Murciélago” Velázquez, aquél que no le había permitido enmascararse como Murciélago II. En el ánimo de El Santo había un afán de desquite. El murciélago era el monarca nacional de peso medio, pero El Enmascarado de Plata lo venció. Después vendría un triunfo tras otro. Para tratar con El Plateado había que respetar las reglas del juego que él propondría mediante la frase: “Nadie hay detrás del enmascarado. Todos y ninguno a la vez”.

Desde entonces, El Santo inició una carrera hacia la cumbre que nadie pudo frenar, se convirtió en el mejor Peso Welter, no había quién pudiera con él, luego, fue Campeón Nacional de esta división, y después Campeón Nacional Medio. A mediados de 1944, “Gori” Guerrero busca al Santo y le propone ser su pareja. Éste lo acepta, pero sólo en el interior de la República, ya que el originario de Guadalajara aún no era conocido en la capital y El Santo era de nuevo Campeón Nacional de Peso Medio. Sin embargo, la brutalidad de Salvador Guerrero a hacer ruido y pronto se gana apelativos como el ave de las Tempestades y El Chacal. Eran tiempos de rudos bestiales, como León Kirilenko “El Ruso Loco”, único luchador en la historia cuyo sadismo provocó que el publico le arrojara excremento la noche de su debut.

Todo parecía apuntar hacia el domingo 19 de noviembre de 1944, cuando El Santo y Gori suben al cuadrilátero de la Arena México para destrozar a “Bobby” Bonales y a Jack O’Brien, iniciando una mancuerna sangrienta y destructiva que el cronista Toño Andere no dudó en bautizar como La Pareja Atómica. De este modo Gori aprovechó la fama del Santo (el luchador del año en 1944) para colocarse en los estelares; a cambio, le cedió una llave de su invención: ‘la de a caballo’, que El Santo se encargaría de hacerla suya. En 1946 La Pareja Atómica fue declarada la mejor de año y El Plateado lograría un año de importantes victorias, la principal: obtener el campeonato mundial de peso welter, derrotando al búlgaro Pete Pancoff. También festejó la adquisición de su primera casa propia. La última ocasión que El Santo y Gori subieron al encordado como La Pareja Atómica fue en 1953, cuando le ganaron a “Tarzan” López y a Pilusso.

Los cincuenta marcarían un parteaguas en la vida del Santo. Por un lado, un ataque al corazón ocasionaría la muerte de doña Josefina Huerta, madre del luchador y, por el otro, en 1951 el luchador empezó a perfilarse como icono de la cultura popular, gracias a las historietas de José G. Cruz.

Trofeo

La mascara de black shadow:

“No debe haber hombre en el mundo capaz de privarme la satisfacción de descubrir el rostro del campeoncito ése tan antipático… de una vez por todas voy a destruir la ridiculez que encierra El Santo tras su máscara plateada”

Eso advertía Black Shadow a la prensa pocos días antes del duelo más emblemático de la lucha libre nacional. El hombre de goma como se le conocía, llevaba cinco años en los cuadriláteros, hacía pareja con Blue Demon, ya que decían ser hermanos (aunque en realidad sólo eran compadres), y era famoso por sus topes suicidas. Entre El Santo y él había surgido una rivalidad a muerte. Ambos se jugarían las máscaras y la reputación de la recién dividida EMLL.

El 17 de noviembre de 1952 fue la fecha escogida.El Santo suben al cuadrilátero, seguido por sus asistentes Blue Demon y Dick Medrano, respectivamente. Luego de varios minutos de tantear terreno, de buscar minuciosamente el punto débil del enemigo, Shadow decide lanzarse sobre su rival pero falla en su lance; El Santo aprovecha para hacerle un crotch y dejarlo de espaldas a la lona. En la segunda caída, Black Shadow comienza a dominar al Enmascarado de Plata con golpes de antebrazo y patadas voladoras; el técnico impone su ciencia y trata de abrir al Santo con todas las llaves, finalmente, arremete con un tope contra El Enmascarado de Plata y éste cae noqueado. Todo se decidiría en la última caída: Shadow, crecido, lanza al Santo contra las cuerdas y le aplica varios látigos para rematar con un poderoso cangrejo. El Plateado aguanta y logra zafarse para arremeter contra Shadow con un látigo, preámbulo de su tradicional llave ‘de a caballo’. El público creyó que la lucha había llegado a su fin, pero no por nada le decían: Shadow “El Hombre de Goma”.

Fama

El primer boom de la lucha libre en México se dio durante la última etapa del gobierno de Miguel Alemán, en los albores de los años 50, sobre todo por las transmisiones de las luchas por televisión (suspendidas en 1954). En esos años, José G. Cruz comenzó a publicar su exitosa historieta del Santo y éste por su parte se ganó la devoción de buena parte del público al haber vengado algunas afrentas al orgullo nacional , como cuando derrotó a Sugi Sito en 1954 al ganarle el Campeonato Mundial Medio y de paso vengar a “Tarzan” López; o cuando conquistó para México el cetro mundial welter de la NWA ante Peter Pancoff, triunfo que lo hizo salir en hombros de la arena.

Todo México quería ver al Santo. Era tanta la demanda por verlo, que en varias ocasiones el enmascarado aparecía programado el mismo día y a la misma hora en dos arenas distintas, lo que significaba la aparición de algunos clones del Santo que aprovechaban el uso de la máscara para hacerse de dinero en pequeñas arenas del interior de la República. Rodolfo Guzmán comenzó a hacer su fortuna en esos años, pero también luchaba por un refresco y un plato de comida. Su gran sencillez y la manera obsesiva con que protegía su verdadero rostro, lo acompañarían hasta el día de su muerte.

Para finales de los años 50, Fernando Osés, luchador y actor, invitó al Plateado a trabajar en el cine, y aunque al Santo no le interesaba dejar el cuadrilátero por el set, aceptó. Fernando Osés y Enrique.

Años de gloria

Veinte años después de que naciera como un rudo bestial, el 5 de julio de 1962, El Santo luchó como técnico por primera vez acompañado por Henry Pilusso, contra los Hermanos Espanto. Semanas atrás la alineación era exactamente al revés: El Santo luchaba del lado de los Espanto, mientras que Pilusso conformaba una terna con el Rayo de Jalisco y Rito Romero. Sus compañeros traicionaron al Enmascarado de Plata y Pilusso entró en su ayuda. Había llegado el momento de administrar el cariño del público; ya no era necesario ser el malo y violento de la historia.

La fama que había alcanzado El Santo entre los niños, gracias a las historietas de José G. Cruz y a sus primeras películas, lo había renovado por completo. Desde entonces El Plateado nunca dudó de su condición de héroe, los niños se le acercaban cuando subía al ring y le pedían autógrafos; él los cargaba y se retrataba con ellos. Luego los bajaba cariñosamente, les daba un beso paternal y comenzaba la lucha. La rivalidad con los Hermanos Espanto culminó con una lucha de máscaras contra el Espanto I, celebrada el 30 de noviembre de 1963 y recordada como una de las más sangrientas en la historia de la lucha libre de México. Tanto que al terminar ésta, El Santo seminconsciente, con la máscara totalmente desgarrada y teñida de rojo, le preguntó al legendario aficionado don Erasto García, quién había ganado. “Usted Profe”, le dijo y lo ayudó a llegar al vestidor.

Retiro

Vivio los setenta en la más alta gloria, pero ya no como el gran rival mano a mano que era. Su fuerza había mermado y tenía 60 años aproximadamente. Aun así, en 1975, El Santo, Mil Máscaras y El Solitario fueron declarados el mejor trío del año. En 1977 la Empresa Mexicana de Lucha Libre sufrió una ruptura entre sus elementos.

Muerte

Al retirarse se dedicó a la producción se sus propias películas y trabajando como escapista al lado del mago Yeo en el Teatro Blanquita. Aun en las giras teatrales era celoso de su incógnita, nunca se quitaba la máscara; para comer usaba una tapa mas abierta. El Santo supo que estaba desahuciado. No le bastaban sus actos de escapismo ni el efusivo amor que le demostraban sus hijos y seguidores para saciar sus ansias de vivir. Cuando vio al menor de sus vástagos usar su máscara y subir a un encordado, no pudo contener el llanto; la vida que había sido tan pródiga con él le comenzaba a dar la espalda. Semanas antes de morir sorprendió al público cuando descubrió su rostro en el programa Contrapunto, conducido por Jacobo Zabludowsky. Esa fue quizá una señal premonitoria del próximo final de su vida. Ya no tenía sentido conservar en secreto lo que el tiempo se encargaría de hacer polvo. Cuando lo enterraron llevaba puesta su máscara; la convirtió en su propio rostro.

El 5 de febrero de 1984 al concluir una presentación se sintió agotado y en su camerino se acostó para reposar. Pero la muerte lo aguardaba y fue trasladado de urgencia al Hospital donde al poco tiempo dejó de existir, víctima de un infarto al miocardio a la edad de 67 años. En la segunda función que comenzaba a las nueve de la noche dieron la noticia de la muerte del ídolo. Todos los cuadriláteros de la República guardaron un minuto de silencio en memoria de aquel hombre. El 6 de febrero, después de su funeral, El Plateado fue sepultado en Mausoleos del Ángel y más de 10 mil personas fueron a despedirlo y varios luchadores, entre ellos Black Shadow y Blue Demon, cargaron el féretro. A su paso por las calles, la gente se desbordaba, se escuchaban sus gritos, porras y llantos, el tránsito se paró, las instalaciones del cementerio fueron insuficientes para alojar a los admiradores, que con lágrimas en los ojos y expresiones de profunda tristeza, daban el último adiós al héroe de las mil batallas. Durante su vida tuvo la posibilidad de elegir ser dos personas pero ante la muerte quiso ser El Santo y permanecer así para siempre, aun cuando hayan desaparecido todos los que lo vieron sin máscara. Santo, el demonio, el héroe, el que nunca leyó completos los guiones de sus películas, el católico que estudió hasta la secundaria, que pegaba entre las piernas, que rezaba en cada esquina, que luchaba contra los monstruos, y dejaba que los pequeños se le acercaran, había dejado en la lucha libre un hueco difícil de llenar.

Su muerte física no terminó con el, su hijo ha hecho posible que la leyenda que se forjó siga siendo una realidad. Cuando El Plateado vio debutar a su vástago como El Hijo del Santo no pudo contener las lágrimas, y comentó a su hijo Alejandro: “Al ver a tu hermano me estoy regresando 30 años”. Su espíritu encarnó en este nuevo cuerpo, trascendió el personaje y se posesionó de él. Es el Enmascarado de Plata actual, El Santo del siglo XXI, porque el espíritu y la materia se unieron para continuar luchando.

Santo como persona

Su calidad como ser humano era mayor, en un encuentro en el que hizo pareja con Franco Colombo, quién resultó con una gran herida en la frente y al llegar al vestidor se dio cuenta de que todos se habían retirado. El Santo era el único que lo esperó y lo llevó al médico y se mantuvo a su lado hasta que lo curaron, incluso lo acompaño a su casa. “El Güero” Rangel, reconocido réferi, también da testimonio del gran ser humano que era. Según él, en una ocasión llegó a la arena un señor humilde y le preguntó si podía hablar con El Santo, Rangel fue a buscarlo y le expresó el deseo del visitante, a lo cual el luchador respondió que sí, que lo esperaba. El señor había organizado una función de lucha en el Estado de México porque necesitaba con gran urgencia dinero, pues su esposa estaba enferma y requería de una costosa operación.

El Santo aceptó presentarse en la función y al término de ésta, el organizador le preguntó al Plateado cuánto le debía, alo que este último respondió: “Mira tráeme un refresco y una torta porque tengo hambre, con eso me doy por pagado”. En agradecimiento este hombre regresó a buscarlo, ya que gracias al dinero recaudado se salvó su esposa, y le llevó quesos, mantequilla y crema, que fueron recibidos con gran humildad por el enmascarado. A pesar de la gran fama que logró, su calidad como luchador y como ser humano no sufrieron mella. Le ganó la batalla a la soberbia y nunca perdió su sencillez y profesionalismo, luchaba igual en una arena repleta que en la que había sólo algunos.

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