Rogelio Payret Silvera

Rogelio Payret
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Combatiente revolucionario cubano, miembro del M-26-7 y del Ejército Rebelde.
NombreRogelio Payret Silvera
Nacimiento15 de mayo de 1937.
Cabañas, Pinar del Río, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento9 de julio de 2003
Bandera de Cuba Cuba
ResidenciaCubana
NacionalidadCubana
CiudadaníaCubana
OcupaciónMilitar
Conocido porCapitán Claudio
Partido políticoPartido Comunista de Cuba
PadresRogelio Payret y Dolores Silvera

Rogelio Payret Silvera. Fue coronel del Ministerio del Interior, capitán del Ejército Rebelde, fundador del Frente Guerrillero de Pinar del Río, jefe de su columna No. 2 Ciro Redondo, y fundador del Partido Comunista de Cuba. Participó en varias actividades revolucionarias durante la tiranía de Fulgencio Batista, entre ellas la Huelga del 9 de Abril de 1958.

Al triunfar la Revolución cumplió diversas tareas y por sus resultados en las filas del Ministerio del Interior, fue ascendido al grado militar de Coronel.

Síntesis biográfica

Niñez y juventud

Casa natal de Rogelio Payret Silvera, en el central Merceditas. Cabañas.

Nació el 15 de mayo de 1937 en el central Merceditas, del entonces municipio Cabañas, provincia de Pinar del Río; hijo de Rogelio (Yoye) y Dolores (Lola). El padre, era obrero del central en varios perfiles y su madre, maestra de escuelas. Tuvo dos hermanos menores que él.

Cursó sus estudios primarios en las escuelas públicas de Merceditas y en el pueblo de Cabañas. Hasta el octavo grado estuvo en la Escuela Superior de Guanajay. Obtuvo la única beca que se ofertaba en la provincia, por oposición, para la Escuela de Bellas Artes San Alejandro, en la Ciudad de La Habana, en el año 1956.

En esta escuela se relacionó con estudiantes de la capital y de otras provincias, muchos de los cuales tenían ideas revolucionarias. Participó en una huelga que fue reprimida por el régimen batistiano, donde al ser golpeado respondió con algunos puñetazos a la policía. Desde aquel momento se convirtió en revolucionario.

La policía y el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) concentraron la vigilancia sobre un pequeño grupo en el que él estaba incluido. Trataron de acosarlo y lo registraron en repetidas ocasiones. Ante esta situación, tomó la decisión de abandonar la escuela y regresó al central Merceditas.

Primeras actividades revolucionarias

Vista del central Merceditas, posteriormente Augusto César Sandino, donde vivió Rogelio Payret y su familia.

De vuelta al central Merceditas, hizo contacto con Agripino Cuellar García (Pino), representante de la Dirección del Movimiento 26 de Julio (MR 26–7) en el batey, quien le presentó a José Vicente Cubillas (Chente), Jefe del Movimiento en el municipio Cabañas; y a Severino Paula Alor, jefe de Acción y Sabotaje en ese territorio; a los cuales les expresó sus puntos de vista con relación a la tranquilidad que reinaba en la zona, y que él tenía la opinión de que era necesario realizar algunas actividades para destacar la existencia del MR 26–7 en el territorio.

Los compañeros allí presentes estuvieron de acuerdo con su propuesta y a partir de entonces comenzaron a recolectar escopetas, revólveres y rifles, que unos los entregaban voluntariamente y otros, a los que tenían que convencer.

Comenzaron a realizar ejercicios de tiro con calibres reducidos, regar alcayatas, tirar cadenas a los cables para interrumpir el fluido eléctrico, quemar caña, pintar letreros y otras actividades.

Entre Santa Isabel y El Timbao, en Cabañas, quemaron una guagua de la ruta Cabañas–Bahía Honda en plena carretera. Así los sorprendió el año 1958. Lo que iban adquiriendo de armamentos, medicinas y alimentos, lo trasladaban para la zona de El Rubí, con vista a un futuro alzamiento.

Este grupo estaba integrado por los compañeros: Pedro y Jorge Miranda, Waldo García (Tite), Francisco Bello(Pancho), Juan Paz y otros. También se creó una red de colaboradores en las zonas campesinas y la premontaña. Por aquella época, los principales contactos en El Rubí eran Nicolás Yañez y Melchor Pérez.

En el mes de febrero, este grupo subió por unos días para la zona de Las Ánimas, hasta que, por falta de recursos y orientaciones, fueron regresando al central, dejando el poco equipamiento que tenían al cuidado del campesino Nicolás Yañez y su hijo, en la finca Encrucijada.

Huelga del 9 de abril

En aquellos días, Rogelio Payret Silvera (Capitán Claudio) conoció a Miguel Martínez (Miguelito), quien era jefe de Acción y Sabotaje de la provincia pinareña. Con él subió hasta Cacarajícara, donde lo presentaron a un grupo de combatientes que preparaban condiciones para un futuro alzamiento, entre ellos: René Somoano (El Gallego), Vicente Martínez, Ramón y Fernando Delgado, Orilio Pérez, Carlos Hidalgo (El Gatico), Armando Pampillo y Ángel Estrada.

Se aproximaba la huelga que estaba programada para abril. Rogelio Payret, nombrado Jefe de Acción y Sabotaje de la Región 2 de la provincia Pinar del Río, compuesta por los municipios de Cabañas, Mariel, Guanajay, Artemisa, Candelaria y San Cristóbal, salió a impartir instrucciones y a distribuir algunas armas cortas y municiones a los grupos que se preparaban para la huelga.

De Guanajay partió con Eduardo Fuentes Azusmendi y Rigoberto Martínez Ramírez, para Artemisa. Contactó con Luis Sánchez, Jefe de Acción y Sabotaje en este poblado y luego, continuó viaje para Candelaria y San Cristóbal.

El 28 de marzo de 1958, a un kilómetro de la salida de Artemisa hacia Candelaria, frente a los almacenes de arroz “To-ti”, en la Carretera Central, lo detuvo un carro patrullero con microonda, al frente del cual se encontraba el cabo del Ejército Pedro Fernández, conocido por el seudónimo de El manzanillero o Pedro el malo, quien se encontraba acompañado del soldado Candelario Pardo.

El primero tenía cuentas pendientes con la Revolución por haber participado en el asesinato de un joven de Guanajay, conocido por Biliki; haber herido al padre del mártir Orlando Nodarse Verde, durante sus funerales; así como por ser autor de abusos y atropellos.

Payret y sus compañeros al ser detenidos iban armados con pistolas, pero en un descuido de sus captores, los encañonaron, los metieron en el Ford 1954 en que andaban y, antes de llegar a Candelaria, por un camino que conducía hasta el Batey de Coweley, partiendo desde Mango Dulce, les hicieron un juicio sumario mientras avanzaban. A Pedro el malo, lo sentenciaron a la pena capital, lo cual se cumplió en un lugar de dicho itinerario.

Al otro uniformado, como no se le conocía del empleo de excesos ni abusos, lo dejaron en libertad, aunque en paños menores y descalzo, para que tardara en avisar. Le ocuparon una ametralladora Thompson, una carabina M-1 y dos pistolas calibre 45 con sus cargadores y municiones.

Con las armas capturadas y algunas más que tenían en la iglesias del pastor Rosti en Guanajay, un promedio de 15 compañeros, entre los cuales se encontraba Ángela Alonso González (Lila), la novia de Orlando Nodarse Verde; así como Nelson y Miguel Martínez, Ramón y Fernando Delgado, Fabio Pacheco, las hermanas Chirino y otros, el 9 de abril, día señalado para la huelga general, estaban listos para actuar cuando recibieran la orden.

Con las armas que disponían varios de los compañeros, marchan hacia Cacarajícara. Este grupo se había ampliado con la incorporación de Eduardo Fuentes, quien resultó herido accidentalmente y hubo que sacarlo del país, y de otros combatientes de la zona. Fracasada la huelga, sin orientaciones y con muy escasos recursos, la situación se tornaba difícil. Algunos compañeros se enfermaron. Otros, cayeron presos haciendo gestiones para la subsistencia de la guerrilla. En tales circunstancias se encontraban cuando se les ordena desmovilizarse ya que otros grupos lo habían hecho disciplinadamente.

Ascenso a la montaña

Posteriormente marchó, con algunos combatientes para la zona de El Rubí, junto a René Somoano como su segundo al mando. Una vez en el lugar, reforzó la guerrilla con parte del grupo de acción del central Merceditas y otros que llegaron procedentes de Artemisa y Guanajay.

En la segunda quincena de mayo, era el único grupo guerrillero que se mantenía alzado en la provincia, preparando condiciones para una larga campaña.

En Guanajay contactó con Agustín Navarrete (Tin) y su esposa Virginia. Navarrete le comunicó, que por órdenes de la Comandancia de la Revolución, él venía para ponerse al frente del Movimiento en Pinar del Río.

Navarrete le entregó a Payret 500 pesos y le dio una serie de indicaciones en aras de reorganizar el Frente Guerrillero de Pinar del Río. Le orientó volverse a ver en un término de diez días. Al regresar, la finca de Margarito, donde se encontraba Navarrete, había sido ocupada por el Ejército. Tanto él como su esposa y Lila, habían tenido que abandonar el lugar. Las fuerzas represivas habían ocupado una planta de radio y varias escopetas y rifles con sus municiones.

Sin contactos con Agustín Navarrete, Payret regresó a El Rubí tratando de buscar recursos. Va a la ciudad de Pinar del Río y hace contacto con algunos dirigentes del MR 26–7 y con Chelo Paredes.

En un lugar de la ciudad, donde se ocultaban dos dirigentes del Movimiento, encontró 16 pistolas marca Star de ráfagas, calibre 38. Las recogió y le envió más de la mitad de estas a Ángel Almejeiras (Machaco), para sus comandos en La Habana, con un aproximado de 2000 tiros. Esto era parte del armamento que se pudo rescatar del desembarco de El Corojo. Machaco le envió algunos rifles y escopetas de caza, equipos y algunos combatientes para incorporarlos a la guerrilla. En estos trajines le ayudaron Rafael Morales, Oliva, Nilda Ravelo, Mercedes Castro, Ángela del Valle y Chelo Paredes.

Por aquellos días el coronel Esteban Ventura Novo, de la Policía, un asesino de la tiranía batistiana, había llegado hasta el central Merceditas y había puesto un “cebo” con algunas armas, tratando de llevar a cabo una de sus redadas. Payret detectó sus intenciones y le ocupó una ametralladora Thompson, dos pistolas y varias granadas.

Integración al Frente Guerrillero de Pinar del Río

En la segunda quincena de junio recibió la orden de la Dirección del MR–26–7 en Pinar del Río, de trasladarse a dicha ciudad. Allí le presentaron al comandante Dermidio Escalona Alonso y a José Algibay Rivero (Pepito). También se encontraban José Ramón Álvarez, José Pitute Arteaga y Alberto Hernández. Este último, coordinador provincial del Movimiento 26 de Julio. Escalona había sido designado por el Comandante en Jefe Fidel, para hacerse cargo del Frente Guerrillero de Pinar de Río. Pepito Algibay, era capitán y su lugarteniente.

En esa reunión Escalona le orientó comenzar las operaciones en la Región No. 2 bajo su responsabilidad. Payret le respondió:

«[…] que desde hacía buen tiempo las operaciones habían comenzado en aquel territorio y que, no obstante, serían incrementadas.»

La tropa bajo su mando no pasaba los 14 combatientes, pues siempre Payret tuvo por costumbre de que todo el que subía a las montañas debía hacerlo en óptimas condiciones físicas y armado. Comenzó a limpiar la región de agentes del enemigo y realizar caminatas y exploraciones.

Gracias a la red de colaboradores que había creado y las coordinaciones que José Vicente Chente Cubillas y su equipo de la Dirección Municipal del Movimiento en Cabañas habían hecho con comerciantes y bodegueros con posibilidades, se pudo mantener en las montañas con su grupo. En una ocasión fue a Pinar del Río y protestó por la falta de ayuda. Esto trajo algunos cambios positivos y mejoró el apoyo del comandante Delio Gómez Ochoa, quien se había hecho cargo del MR 26–7 desde la capital, después de fracasada Huelga del 9 de abril.

A finales de julio, se le comunicó que el comandante Escalona había abierto oficialmente el Frente Guerrillero de Pinar del Río. Payret dijo:

«[…] abierto para otros, pues nuestros guerrilleros, a pesar de contratiempos y adversidades, desde hace tiempo mantienen la bandera de la rebeldía en alto en nuestra provincia.»

Ataque al cuartel de San Andrés

El 13 de agosto, el grupo de Escalona atacó el cuartelito del caserío de San Andrés. El 18 del mismo mes, Escalona y su grupo fueron emboscados en la zona de Seboruco, donde caen dos guerrilleros y Escalona resulta herido en una pierna, disolviéndose este grupo de combatientes.

Las noticias eran muy confusas. Algunos de los informantes decían que estaban rodeados por el Ejército. Partían a marcha forzada para socorrerlos, pero a la altura de Cacarajícara les informaron que por el momento no se podía hacer nada. Les envió Payert un mensaje de que podían reagruparse en El Rubí y que allí los esperaría y partió de inmediato para dicho lugar. La travesía de ida y vuelta (El Rubí – Cacarajícara) fue difícil, dada la distancia entre ambos lugares y los combatientes casi descalzos, cruzando ríos crecidos, la zona montañosa y además, con el Ejército detrás de ellos.

En los últimos días de agosto comenzaron a llegar al campamento en Bocourt, loma de El Rubí, los combatientes del grupo de Escalona, incluyéndolo a él, que luego de atenderse en La Habana la herida de la pierna, se reincorporó el 5 de septiembre. También lo hacen Francisco Franco Lemus, Agustín Díaz Cartaza (Thompson), Luis E. Tellería, El Gallego, Narciso Cevallosy otros, de nueva incorporación, como José R. Álvarez, de la Dirección del MR 26-7 en Pinar del Río, y el norteamericano Neil Macaulay, enviado por Delio Gómez Ochoa a través de Manuel Nogueira.

El Gallego Somoano, con dos guerrilleros, fue hasta la finca Los Curas, en las montañas de San Cristóbal y recogió a varios compañeros del referido grupo. El Frente Guerrillero se había salvado.

Reorganización de las fuerzas

En septiembre, mientras reorganizaban las fuerzas, ahora compuestas por más de 35 combatientes, marchaban hacia el Oeste, con el Ejército con apoyo aéreo, siguiéndolos de cerca. En los primeros días de octubre fueron sorprendidos en el río Zapirén, entre Valdés y San Blas, pero pudieron evadir al Ejército y la aviación, aunque hubo un cruce de disparos con la posta principal. El día 5 de octubre, el Capitán Claudio tomó la decisión de darle a Clodomiro Miranda Martínez y René González Novales, la misión de formar una guerrilla móvil en el Circuito Norte de la región.

Esta guerrilla, una vez formada con ambos compañeros como jefe y segundo jefe respectivamente, tendría la misión principal de hostigar a los vehículos y efectivos de la tiranía en el territorio asignado e impedir, en lo que estuviera a su alcance, las farsas electorales y realizar otras acciones que estimaran pertinentes.

El día 9 de octubre el grupo de Escalona y el de Payret, que marchaban unidos en esa ocasión, llegaron a la finca El Llano, entre Cacarajícara y Las Pozas. Desarmaron a un grupo de la Organización Auténtica (OA), uniéndose de ellos tres compañeros a las fuerzas rebeldes y marchándose los demás. El grupo venía con el autotitulado comandante Lauro Blanco.

Ataque al cuartel de Las Pozas

El 10 de octubre, en honor a los 90 años del inicio de las Guerras de Independencia, deciden atacar el cuartel de Las Pozas.

El capitán José Algibay, con un grupo se apostaría por la carretera a la salida de Las Pozas para evitar refuerzos del Ejército desde La Palma; el comandante Escalona, con otro grupo, estaría cercano al puente del río San Miguel, para impedir el refuerzo desde Bahía Honda. Escalona les dio solo una hora para tomar el cuartel que tenía un aproximado a 20 efectivos bien armados.

Después de cincuenta minutos de combate, el enemigo casi no disparaba. Algunos habían escapado por la caballeriza, otros estaban heridos o muertos. Los rebeldes, escasos de municiones, disparaban por las ventanas y se disponían a entrar. Waldo García (Tite) casi lo había logrado cuando fue alcanzado por un disparo calibre 45 en medio del pecho, hiriéndole de gravedad. Los rebeldes estaban a punto de lograr el objetivo, cuando se percataron de las luces de vehículos que se acercaban por la carretera. Escalona, pensando que se había agotado el tiempo, aún faltando unos minutos para la hora, y después de abatir un jeep del ejército donde muere un soldado, levantó la emboscada y todos los carros que estaban retenidos continuaron viaje.

Con Tite herido, se tuvieron que retirar sin poder tomar el cuartel, pero sí dejándolo desolado y con las puertas y ventanas destruidas.

Se volvieron a encontrar con Escalona en el terraplén de Cacarajícara, donde le ratificó a Payret sus grados de capitán y ascendió al mismo grado a Franco Lemus y a César Álvarez. El primero, había jugado su papel en la apertura del Frente Guerrillero de Pinar del Río, por La Palma; el segundo, había sido coordinador del M-26-7 en la provincia y ambos, poseían méritos y trayectoria revolucionaria.

El ataque al cuartel de Las Pozas era el golpe más duro que se le había asestado a la tiranía en la provincia de Pinar del Río, el cual marcó una nueva etapa en la lucha para el Frente Guerrillero de la Cordillera de los Órganos.

Grupo de guerrilleros pertenecientes a la Columna 2 Ciro Redondo, en la zona de El Rubí. Al centro, con barba, el Capitán Claudio

Columna No. 2

Regresaron Payret y sus hombres a su zona en El Rubí; donde recibe la misión de formar la Columna No. 2 , con el nombre de Ciro Redondo, en honor al combatiente artemiseño, asaltante del Moncada y expedicionario del Granma, caído en combate en Marverde, en la Sierra Maestra.

José Algibay se quedó con un grupo en la zona de Cacarajícara, con la misión de organizar la Columna No. 3 Hermanos Saíz.

El comandante Escalona continuó viaje para Seboruco, donde organizaría la Comandancia del Frente Guerrillero con la Columna No. 1 Orlando Nodarse. Con esta estructura, el Frente Guerrillero se ampliaba y extendía su radio de acción.

A Payret, en El Rubí, lo esperaba un grupito de combatientes procedentes de Jovellanos, en Matanzas y tenían de jefe a Evelio Peña. Llegaron con dos fusiles Mendoza, un Winchester, dos escopetas y un revólver. También llegaron cuatro compañeros procedentes de La Habana que solo traían armas cortas.

Le dio un descanso a la tropa y se dedicó por unos días con sus contactos en La Habana y los diferentes municipios de la provincia de Pinar del Río, a solicitar municiones para restablecer lo gastado, lo cual se cumplió.

Teniendo en cuenta que boicotear las farsas electorales era una de las principales tareas y que en el Circuito Norte contaban con la Guerrilla Móvil para tales fines, en los últimos días de octubre cruzó el macizo montañoso hacia la zona de Candelaria y San Cristóbal, donde además, tenía la idea de atacar en una emboscada, al comandante Jacinto Menocal, El chacal de San Cristóbal. A la altura de Soroa conoció que a ese centro turístico subían transportes militares con fuerzas de dicho comandante casi a diario. Con el fin de atraerlos hacia la emboscada, tomaron las posiciones claves del centro turístico, entre ellas, un bar que había en la curva de entrada; donde capturaron a un sargento de la policía de Candelaria, un concejal y otro policía de La Habana; este último, hijo del alcalde de ese municipio.

En el cumplimiento de esa tarea fue herido un colaborador que cayó prisionero de Menocal. Ante esta situación, Payret le envió un ultimátum a dicho alcalde, para que le comunicara al referido esbirro:

«[…] que si le pasaba algo al prisionero, la cosa sería Ojo por ojo y diente por diente

Los tres prisioneros siguieron en su tropa como rehenes hasta el triunfo de la Revolución, pudiéndose así salvar al colaborador.

Archivo:La Columna 2 •” Ciro Redondo” durante un merecido descanso antes de reiniciar la marcha. Obsérvese al capitán “Claudio”, el.jpg
La Columna 2 Ciro Redondo, durante un descanso antes de reiniciar la marcha. Obsérvese al Capitán Claudio, el segundo a la izquierda y al fondo, las Sierras del Rosario.

De regreso a El Rubí, velando por la seguridad de la Guerrilla del Circuito Norte y con el fin de preparar una nueva acción, mandó a buscar, de inmediato, a los integrantes de dicha guerrilla. Hizo un balance de las acciones que este grupo había realizado. Esta pequeña fuerza que nunca sobrepasó los doce combatientes, había realizado las acciones siguientes: Clodomiro Miranda (Clodo) y Pastor Valente Hernández Rojas, participaron, en unión de Miguel y Vicente Martínez; y Héctor González; en el ataque a una patrulla donde fueron ajusticiados el jefe de la policía en Artemisa y un cabo, que lo acompañaba.

De esta acción, Pastor Valente Hernández Rojas, señaló:

«La acción la dirigió Miguel Martínez Rodríguez. Fue él quien orientó lo que se debía hacer. En la preparación y realización de la acción participamos, además: Héctor González, Vicente Martínez (hermano de Miguelito, al que le decíamos Vicentico), Clodomiro Miranda, más conocido por Clodo, y yo. Nosotros cinco fuimos los que participamos. »El enfrentamiento se desarrolló así. Era domingo, 12 de octubre de 1958. El jefe de la Policía se encontraba en casa de la “querida”, esperamos y cuando iba saliendo yo le grito: Oye, estás preso, párate, y todo lo demás que nosotros decíamos en situaciones como estas. El tipo saca la pistola, conocíamos que donde él ponía los ojos ponía la bala. Yo era muy rápido y me tiré delante de su carro (un Chevrolet), con mi pistola española de ráfagas, tipo ametralladora, creo que, de 36 tiros, y no lo dejé tirar. Abrí fuego inmediatamente, no podíamos dejar que él tirara primero, sino éramos hombres muertos. Clodo entró y se puso al lado mío, delante del carro y le tiró al chofer. Vicentico también le tiró por el lado derecho. [1]

En el puente del río Santiago, próximo al entronque del central Orozco, René González Novales (El Rubio), dentro de una guagua ajustició un cabo del Ejército. El mismo Rubio y Luis Iglesias, ajusticiaron un soldado en un tiroteo contra un jeep del Ejército, en la zona de Santiago. Por su parte, Esteban Ramos y Félix Díaz, ajusticiaron a un policía en el bar Las Cabillas, en Artemisa.

También fueron quemados cinco medios de transporte del régimen: un jeep, un pisicorre, una guagua, un camión y un automóvil. Se realizaron ocho escaramuzas de hostigamiento contra medios de la tiranía en la carretera, a fin de impedir el tráfico y evitar las elecciones. En una de estas escaramuzas, fue gravemente herido un oficial procedente de La Habana. Fueron realizados otros cinco sabotajes de varios tipos, entre ellos, la quema de un colegio electoral. Además de otras actividades y de crear una vasta red de colaboradores en cuanto a abastecimientos, comunicaciones y otros factores necesarios para la lucha que se libraba.

Las históricas lomas de El Rubí, en la Cordillera de Guaniguanico, donde la Columna 2 Ciro Redondo tuvo su centro de operaciones.

En aquellos momentos la columna guerrillera comandada por el Capitán Claudio se encontraba con elevada moral combativa. Fue por ello que, con la información acopiada el 10 de noviembre de 1958, prepararon un ataque a los vehículos patrulleros que custodiaban la última guagua que circulaba por el Circuito Norte, desde Guanajay a Bahía Honda. Esta acción se preparó en el puente de Cordero, cercano al central Orozco. No se pudo realizar allí porque el enemigo que se esperaba no entró al central Orozco.

El día 16 de noviembre de 1958 prepararon una nueva emboscada, esta vez, en la curva de La Vigía, en el kilómetro 33 del Circuito Norte, a 6 y medio kilómetros del pueblo de Cabañas. A las 22 horas fueron abatidos dos vehículos patrulleros con microondas que custodiaban la guagua con dirección a Bahía Honda. En la acción se le causó 8 bajas al enemigo, entre muertos y heridos. Ambos carros fueron incendiados y se les ocupó varias armas largas con sus municiones.

Mientras tanto, las fuerzas de la tiranía con pelotones dirigidos por asesinos especializados llegaban a Cabañas y sus alrededores. Comenzaron una matanza contra la población indefensa, produciéndose la conocida Masacre de Cabañas.

En diciembre de 1958, el comandante Dermidio Escalona, jefe del Frente Guerrillero de Pinar del Río, decidió ampliar el territorio donde actuaba la Columna del Capitán Claudio. De esa misión recordó Pastor Valente Hernández Rojas:

«Cumpliendo la orden del comandante Escalona, para ampliar el radio de acción de nuestra Columna, el día 25 de diciembre, el capitán Claudio organizó tres nuevas guerrillas integradas por unos 15 combatientes. Reunió a todo el personal y nos mandó a parar a los tres compañeros que había designado como jefe de las guerrillas y nos planteó las misiones: Clodo, como jefe de la guerrilla que actuaría en la costa norte, con René el Rubio de segundo; Luis Valdivia López, con Oscar Rodríguez de segundo, para la región de San Cristóbal y Candelaria; y yo, con Pedro A. Rodríguez Esperón de segundo al mando, para actuar en el territorio que comprendía la zona del Jobo, la loma Gobernadora, Zayas, Guanajay, el Esperón, hasta los límites con La Habana. Fue la guerrilla que más cerca actuó de la Capital. Ahí es que me ascienden a teniente, por orden del comandante Escalona.» [2]

El 28 de diciembre, Payret, una vez informado de que los comandantes Menocal y Pantoja, jefes de los escuadrones de San Cristóbal y Guanajay, respectivamente, harían un recorrido con carros patrulleros y escoltas, partiendo de Guanajay, por las carreteras del Jobo y Cayajabos, hasta Artemisa, escogió un pequeño grupo de combatientes con armas automáticas y a partir de las 21 horas se emboscaron en un lugar con condiciones de tiro y de maniobralidad, en el entronque de ambas carreteras. Pasadas las 24 horas se les comunicó que el recorrido estaba pospuesto. Fueron al poblado de Cayajabos y caminaron por las escasas calles, gritando consignas revolucionarias sin tirar un tiro y haciendo estancia en la tienda de El Moro, donde compraron las mercancías que podían trasladar hasta el campamento, en el río San Francisco.

A través de Cicho Sotero recibieron la orden de Escalona de prepararse para una caminata para apoyarlo en una operación de desembarco de armas tan pronto se les avisara. El 31 de diciembre se encontraban acampados en el Charco del Mamey, en el río San Claudio, al pie de la loma de Borrego, ultimando detalles para una marcha.

El 1 de enero, alrededor de las 5 de la madrugada, se apareció corriendo al campamento Ture Rivera, con la noticia de que Batista había huido del país. Una vez confirmada la información, y dada la confusión reinante, partió con parte de la tropa y tomaron sin resistencia el campamento El Cangre, de Masferrer, cerca de San Diego de Núñez, ocupándoseles alrededor de 30 armas largas de distintos tipos, con las que regresaron al campamento.

El 2 de enero, cuando se recibió la orden del Comandante en Jefe Fidel, a través de la radio de avanzar y tomar las plazas militares, ocuparon el Escuadrón 64 de Bahía Honda. Posteriormente tomaron otros escuadrones y cuarteles; y por último, apoyaron al comandante Escalona en la ocupación del Regimiento Rius Rivera, de Pinar del Río. La Revolución había triunfado.

A partir del triunfo de la Revolución, Rogelio Payret Silvera, el Capitán Claudio en la guerrilla, desempeñó disímiles actividades en el Ejército Rebelde y el Ministerio del Interior.

Muerte

Vista de la placa conmemorativa ubicada en una tarja en su honor en Las Ánimas.

Al morir el día 9 de julio de 2003, era Coronel (R) del Ministerio del Interior, y reconocido como fundador del Frente Guerrillero de Pinar del Río y fundador del Partido Comunista de Cuba.

Testimonios

Según testimonio de Rogelio Payret, los momentos más difíciles y amargos que tuvo que enfrentar durante la guerra revolucionaria, fueron los siguientes:

  • Cuando se le orientó dejar el alzamiento en Cacarajícara, cuestión esta que no aceptó y decidió regresar con su gente a El Rubí.
  • Cuando fue gravemente herido Waldo García (Tite), en el ataque al cuartel de Las Pozas.
  • Cuando accidentalmente resultó gravemente herido el combatiente Pedro Nuevo Lozano (Ruborosa) que le había enviado Machaco, desde La Habana, sintiéndose impotente al no poder encontrar ningún médico que subiera al campamento a darle atención, por lo que se vio obligado a enviar a Rubén Torres (El Gancho), hasta Jovellanos, en Matanzas, quien localizó y trajo a un tío de Evelio Peña, estudiante del último año de medicina, luchador clandestino. Pero a pesar del esfuerzo ya era tarde. Ruborosa falleció el mismo primero de enero, al trasladarse hacia el hospital Calixto García.
  • Cuando recibió la orden de suspender las acciones temporalmente en los precisos momentos en que las fuerzas de la tiranía realizaban la masacre en Cabañas, en venganza por una de sus acciones.

Entre los momentos más felices que experimentó estuvieron aquellos en que miraba marchar a sus guerrilleros a cumplir cualquier misión por difícil que resultara o aquellos momentos en que los observaba conversando en grupos, bromeando entre sí o limpiando sus armas.

Entre los momentos más tranquilos y seguros estuvieron aquellos en que llegaban al campamento colaboradores, en su mayoría hombres de campo y monte, como Nicolás Yañez, Ture Rivera, los hermanos Tonito y Tití Arteaga, entre otros muchos que, además de garantizar el sustento de la tropa por distintas vías, los mantenían informados del movimiento del enemigo y de la situación existente en el territorio.

Referencias

Fuentes

  • Autobiografía del coronel del MININT, Rogelio Payret Silvera.
  • Testimonio escrito por el teniente coronel (R) René González Novales, miembro de la columna guerrillera No. 2 Ciro Redondo.
  • Enrique Garcés Montero: Pastor Valente: el más político de la guerrilla. Ediciones Unicornio, Artemisa, 2021.