Rogelio Pina

Rogelio Pina y Estrada
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NombreRogelio Pina y Estrada
Nacimiento14 de noviembre de 1892
Sancti Spíritus, Bandera de Cuba Cuba
NacionalidadCubana
OcupaciónAbogado y economista
TítuloDoctor en Derecho, Economista
CónyugeEvangelina Pérez, Guillermina Enríquez
HijosRosa Pina Pérez y Mercedes Pina Pérez
Obras destacadasLos Presupuestos del Estado, El trabajo, el desempleo y el problema del jornal

Rogelio Pina y Estrada. Fue un abogado y economista cubano que se destacó en la primera mitad del Siglo XX. Ocupó cargos en organizaciones internacionales y en Cuba.

Trayectoria

Nace en Sancti Spíritus, ubicada en la región central de Cuba. Desde niño se traslada a La Habana, donde realiza los estudios de la enseñanza primaría, bachillerato. Contrajo matrimonio con Evangelina Pérez, de cuya unión nacieron, Rosa Pina Pérez y Mercedes Pina Pérez, luego tuvo por esposa a Guillermina Enríquez. Estudia derecho en la Universidad de La Habana, graduándose también en economía. La oficina de trabajo estuvo ubicada en la calle Compostela en la Habana Vieja.

Obras

Escribió varias obras, entre ellas, se citan, Ante la Patria, publicado en Cuba Contemporánea, en marzo de 1917. En los años 1933-1934, al ocupar la secretaría del trabajo, realiza un documento denominado, Informe sobre la situación legal y social de los inmigrantes antillanos en Oriente y Camagüey en Cuba, publicado en la Revista Mensual en febrero de ese año. Este texto contiene el discurso pronunciado por el propio Pina en junio de 1934, al presidente Mendieta y al Consejo de Secretarios sobre la inmigración haitiana y jamaicana.

En 1936 publica el trabajo, El desempleo y el problema del jornal. En 1938 escribe el trabajo, Los presupuestos del estado. En septiembre de 1939 publica en carteles el trabajo, El Senado de Elección Gremial Mixta - Siguen las Adhesiones. Otro de los trabajos realizados es, ¿Cómo se debe extirpar la venalidad administrativa?, publicada como parte de los Cuadernos de la Universidad del aire en los años 1949-1950. En el período de 1949 a 1951, al desempeñarse en la Organización Mundial de Scouts, publica en unión de Salvador Fernández Beltrán y Miguel Ángel Quevedo, el libro de Scouts y Guías en Cuba: Asociación de Scouts de Cuba.

El juego del enemigo

Dentro del libro, Los Presupuestos del Estado, recoge la conferencia El juego, enemigo del ahorro, pronunciada en el Instituto Nacional de Previsión y Reformas Sociales, donde insta a combatir el vicio del juego que agobia al pueblo cubano. Sobre esta conferencia, el etnólogo Emilio Roig de Leuchsenring, expresa;

"Al comienzo de su conferencia hace resaltar el doctor Rogelio Pina la enorme contradicción que supone la actitud de nuestros gobernantes, admitiendo por un lado «la licitud del juego de envite y azar, y al mismo tiempo que lo organiza y dirige en las variadas formas de lotería, instituye la Caja Postal de Ahorros".
"Y es ante esa contradicción que el doctor Pina titula la conferencia que le fue pedida por la Secretaría de Comunicación es creadora y mantenedora de dicha Caja Postal de Ahorros -al Instituto Nacional de Previsión y reformas sociales".
"El juego, enemigo del ahorro. He ahí otro vicio criollo: la contradicción; tanto, que a Cuba se la ha llamado el país de las contradicciones o, de los viceversa".
"Es en la vida pública donde más resalta la contradicción criolla, debido sin duda a que nuestros gobernantes, tanto los coloniales como los republicanos, han gobernado sin programas ni orientaciones definidos y fijos, sino a salto de mata, cambiando constantemente de rumbo y rectificando hoy lo hecho ayer o procediendo de modo totalmente diverso en medidas y disposiciones gubernativas o administrativas tomadas un mismo día. Esta flagrante contradicción se nota de manera singular en la actualidad en que los ismos constituyen el plato de sensacionalismo permanente. Y así encontramos disposiciones oficiales, propias del comunismo o del fascismo, dictadas por los mismos centros oficiales con pocas horas de diferencia".
"Y como el vicio del juego y la virtud del ahorro se contradicen y destruyen mutuamente, y todo buen ciudadano desprovisto de intereses particulares o partidaristas, desea el bienestar y progreso de su patria, es natural y lógico que el doctor Pina, imitando a los esclarecidos cubanos del pasado que fustigaron con su palabra y con su pluma los vicios coloniales, formule ahora su «yo acuso», espantado «ante la creciente inmoralidad, que habrá de retardar, si no impedir, la consolidación de nuestra incipiente cultura y de las instituciones republicano-democráticas en que ha cifrado su bienestar y felicidad el sufrido pueblo cubano», y en un gesto de sano y viril patriotismo «recoja la bandera de los grandes reformadores del pasado, la de la Sociedad Económica de Amigos del País, la de Saco, la de Luz Caballero, la de Martí, y arremeta contra vicios hoy más amenazantes y peligrosos que en los tiempos de Tacón y Vives porque entonces se trataba de gobernantes extraños venidos a nuestra propia tierra, con poderes omnímodos en busca de botín para enriquecerse rápidamente, mientras que dueños ahora de nuestro país y únicos responsables de sus males, tenemos más derecho a exigir de los hombres que lo dirigen la disciplina mental y moral, el orden y la probidad necesarios para que exista entre cubanos el debido respeto y tenga la masa popular, todavía confundida y comprensiva por la ausencia de una sana directriz, normas y ejemplos que la guíen en el camino de su redención".
"El cubano no es ahorrativo porque es imprevisor y jugador, porque vive al día y jamás piensa en el mañana; porque no tiene fe y confianza en los destinos de su propio país; porque contempla el ejemplo pernicioso del desbarajuste y despilfarro que ayer como hoy, en la colonia como en la República, le han dado gobernantes; porque no ha podido comprobar todavía la estabilidad de nuestros regímenes políticos y económicos, pues unos y otros están sometidos a los vaivenes y alternativas de las luchas políticas partidaristas y personalistas o al capricho inconsulto de los hombres que ocupan los altos poderes de la nación; porque los llamados a aconsejar normas de buen gobierno y a advertir a los gobernantes sus errores y sus tropiezos, no cumplen con estos deberes fundamentales del buen ciudadano, sino que se dedican, ayer como hoy, a guataquear de manera servil y con el propósito de recoger después en dineros o en prebendas y en negocios el resultado de su guataquería".

Prosigue Roig en el análisis del texto de Pina;

"En Cuba sólo practican el ahorro las hormigas criollas, y de manera especial nuestras laboriosísimas bibijaguas, que si bien es verdad no parecen cubanas por poseer en grado sumo la virtud del ahorro, tienen muchos puntos de contacto con nuestros políticos y gobernantes, por aquello de arrasar con cuanto encuentran a su alcance, dejándolo todo a palo limpio".
"También practican el ahorro, pero en forma viciosa y nociva, nuestros grandes ricos, que por ello se convierten en detestables avaros, y, como bien afirma el doctor Pina, «sustraen a la circulación e inutilizan recursos que deben ingresar en la corriente de la producción, del transporte y del consumo para la mejor satisfacción de las necesidades», y así vemos a esos nefastos personajes de nuestra sociedad, inmovilizando sus capitales en los bancos nacionales o en el extranjero o prestando dinero en hipoteca a interés y con procedimientos que no tienen nada que envidiarles nuestros vulgares garroteros".
"El ahorro es, como el doctor Pina sostiene, «el primer fenómeno de carácter económico que se reveló en el hombre y que demostró su inteligencia y su naciente sentido de previsión, así como el dominio de sí mismo, y resulta un complemento necesario del trabajo para que éste sea eficaz y trascendente. La práctica del ahorro no requiere, ni mucho menos, la privación, no ya de todo cuanto sea necesario para la vida, sino tampoco de aquellas satisfacciones y comodidades a que todo hombre moderno tiene derecho a aspirar".

Más adelante concluye Emilio Roig de Leuchsenring en la valoración sobre el artículo antes mencionado;

"Sin el ahorro, y demás virtudes concordantes -declara el doctor Pina- «será muy difícil conseguir que el cubano vuelva a la tierra y ponga en su trabajo la esperanza del bienestar y de la riqueza». Y agrega esto que es una verdad más grande que el Capitolio: «mientras el Estado estimule el juego y lo convierta en la base indispensable de todas sus posibilidades, se alejará -cada día más nuestra regeneración moral y económica y el cubano seguirá siendo un paria en y su propia tierra".

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Fuentes