Salvador Mazza

Salvador Mazza
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NombreDr. Salvador Mazza
Nacimiento6 de junio de 1886
Buenos Aires, Bandera de Argentina Argentina
Fallecimiento9 de noviembre de 1946
Monterrey, Bandera de los Estados Unidos Mexicanos México
NacionalidadArgentina
CiudadaníaMexicana
OcupaciónMédico

Salvador Mazza (Buenos Aires, 6 de junio de 1886Monterrey, México, 9 de noviembre de 1946). Fue un médico argentino, destacado por haber dedicado casi toda su vida al estudio y combate de la tripanosomiasis americana (enfermedad de Chagas-Mazza) y otras enfermedades endémicas.

Síntesis biográfíca

Nació en la ciudad de Buenos Aires aunque su infancia transcurrió en la ciudad bonaerense de Rauch. Era hijo de Francesco Mazza y Giuseppa Alfise, inmigrantes italianos procedentes de la ciudad siciliana de Palermo.
Aventajado alumno, Salvador Mazza, a los diez años pudo iniciar sus estudios medios en el Colegio Nacional Buenos Aires. Al concluir sus estudios medios intentó ingresar en la Escuela Naval Militar pero fue rechazado durante la revisión médica. Decidió entonces inscribirse en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires, lo cual concretó en 1903.
En 1914 se casó con Clorinda Brígida Razori, quien sería su compañera y asistente por toda la vida.

Infancia y juventud

En 1910 se graduó como médico en la Universidad de Buenos Aires. Durante su formación, no sólo se dedicó a la bacteriología, la química analítica y la patología, sino que se desempeñó también como Inspector Sanitario y participó de las campañas de vacunación en la provincia de Buenos Aires. Se doctoró en la misma universidad y fue nombrado bacteriólogo del entonces Departamento Nacional de Higiene. Estuvo a cargo de la organización del lazareto de la isla Martín García (lugar donde los inmigrantes hacían cuarentena antes de entrar al país), un laboratorio cuya función era la detección de portadores sanos de gérmenes de cólera.

A partir de 1916 ocupó el cargo de Profesor suplente de la cátedra de Bacteriología del Dr. Carlos Malbrán, y se hizo cargo de su titularidad cuando el eminente médico renunció. Fue también Jefe del Laboratorio Central del Hospital de Clínicas de Buenos Aires y, durante un corto período, trabajó desde las filas del Ejército en la modificación de la vacuna antitífica que se inoculaba entonces a los conscriptos.

A partir de 1916, realizó varios viajes a Europa y Africa: visitó los más conocidos centros científicos de Londres, París, Berlín y Hamburgo; trabajó durante algunos meses en el Instituto Pasteur de Argelia, y, en Túnez, conoció e inició una gran amistad con el Premio Nobel de Medicina Charles Nicolle, entomólogo y bacteriólogo que cobró notoriedad por sus investigaciones sobre el Tifus Exantemático a quien definió como "el padre espiritual de todos mis trabajos"

En 1925, cuando Nicolle llegó a la Argentina con el fin de estudiar las patologías regionales y al tanto de las deficiencias del sanitarismo nacional decidió apoyar a Mazza en su proyecto para la creación de un instituto que se ocupara del diagnóstico y tratamiento de las enfermedades endémicas del país, especialmente las de noroeste, como por ejemplo el Mal de Chagas. Así nació la Misión de Estudios de la Patología Regional Argentina (MEPRA), la institución más importante ocupada de las endemias en el país que alguna vez hubo.

Otras etapas importantes de su vida

Precisamente, la página principal del accionar científico de Mazza se ligará con la MEPRA y el Mal de Chagas. Esta enfermedad, que actualmente afecta a 24 millones de personas en Latinoamérica y provoca 45 mil muertes cada año, es causada por un parásito denominado Tripanosoma cruzi.

El parásito llega al ser humano a través de la "vinchuca" (Triatoma infestans), un insecto que encuentra especiales condiciones para desarrollarse y multiplicarse en las deficientes estructuras habitacionales de vastas regiones de América.
El Tripanosoma cruzi efectúa parte de su ciclo biológico en el tubo digestivo de la vinchuca y su período final de evolución se realiza en la parte terminal del intestino del insecto. En el momento en que la vinchuca pica y succiona sangre en el ser humano, expulsa el parásito sobre la piel; la picazón y rascado posterior facilitan su penetración e ingreso al torrente sanguíneo.

La enfermedad que transmiten las deyecciones del parásito es simultánea a la picadura, que no produce dolor. Se vincula a un cuadro agudo más o menos inmediato y a otro crónico, alejado en el tiempo y de más gravedad. El primero puede no notarse en una gran mayoría de casos, y responde bien a las drogas, que logran una curación completa. De esta fase, que presenta manifestaciones mínimas y puede pasar desapercibida, se pasa lenta y silenciosamente a la más seria que es la fase crónica: entonces se producirán lesiones en el corazón, en el aparato digestivo y en el sistema nervioso central que caracterizaran con diversas manifestaciones a lo que conocemos como enfermedad o mal de Chagas.

El Mal de Chagas fue descubierto en 1909. El brasileño Carlos Justiniano Ribeiro das Chagas era entonces un joven científico comisionado por el Ministerio de Salud Pública de Brasil para estudiar la presencia de focos de paludismo en el nordeste de su país. Haciendo este trabajo Chagas detectó enfermos que en la sangre presentaban un parásito, tripanosoma, al cual denominó cruzi en honor al investigador brasileño Oswaldo Cruz. Chagas consiguió infectar y reproducir en monos la enfermedad que él observaba en humanos mediante la inoculación de tripanosomas extraídos de la sangre de sus pacientes.

Cumplió así los postulados clásicos necesarios para caracterizar a una enfermedad infecciosa: el aislamiento del germen, su asociación con manifestaciones y lesiones que se reiteran y finalmente la reproducción de la enfermedad mediante la inoculación del germen a un animal.
Se ha considerado con justicia a la enfermedad de Chagas como una enfermedad socioeconómica típica, siempre vinculada a la pobreza y el subdesarrollo, ya que existe una relación directa entre la proliferación de los insectos y las viviendas precarias donde pueden establecerse, alimentarse y multiplicarse.

En 1912 presentó la enfermedad por él descubierta y el resultado de sus estudios realizados en Brasil en los ambientes científicos de Buenos Aires. Pero inmediatamente, cuando se comprobó que su descripción de la sintomatología de la enfermedad era parcialmente errónea, el científico cayó en el descrédito y la comunidad científica argentina supuso que la presencia de este parásito en la sangre era un hallazgo casual y no representaba necesariamente una enfermedad. Hasta que el médico la redescubrió y la dio a conocer a nivel mundial. Mazza no se había mantenido indiferente a los estudios de Chagas y a su transitorio fracaso en Buenos Aires. Quizá los datos aislados y contradictorios que había recibido sobre la nueva enfermedad se sumaron a sus propias investigaciones en animales y lo llevaron a sugerir la creación en nuestro país de un instituto que se dedicara a estudiar las enfermedades propias de la región. Así, en 1928, con el apoyo de Nicolle, organizó la primera Sociedad Científica de Jujuy, entidad dedicada al estudio de las enfermedades propias de la región y que pronto tendría filiales en la mayoría de las provincias del norte, oeste y este argentino.
Luego de este importante paso inicial, en 1928 se creó oficialmente la MEPRA, organismo dependiente del Instituto de Clínica Quirúrgica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.

Bajo la dirección de Mazza, la MEPRA contaba con un equipo multidisciplinario que se ocupó de todas las patologías regionales humanas y animales, realizando múltiples actividades terapéuticas, de investigación y docencia. Entre sus múltiples funciones realizaba estudios de laboratorio para los casos clínicos, impulsaba y secundaba reuniones con los médicos de la zona en verdaderas jornadas de extensión universitaria, efectuaba medicina y cirugía experimental en animales, no descuidaba la docencia y atendía sus propias publicaciones.

Jamás, hasta la creación de la MEPRA, se había encarado en la Argentina un relevamiento e investigación biológicos de esta magnitud en el campo de las patologías regionales y con un equipo profesional multidisciplinario, coherente y de tal calidad. Los logros de la Misión trascendieron las fronteras argentinas y se difundieron a países limítrofes, además de ser reconocidos por numerosos científicos de todo el mundo.

Como síntesis de la acción de la MEPRA puede decirse que esta entidad no sólo ratificó la enfermedad de Chagas cuando ésta era negada tanto en el orden nacional como internacional, sino que logró grandes adelantos en el estudio de los síntomas y lesiones causados por la enfermedad.
Además de conducir la MEPRA, Mazza logró que le construyeran un vagón de ferrocarril y que le otorgaran un pase libre para transitar con él por todo el país. Con este vagón equipado con un laboratorio y un consultorio completos que él mismo diseñó,

Recorrió innumerables regiones argentinas. En su extenso itinerario investigó y asesoró a muchos médicos que requerían su ayuda. ecorrió el país desde el Lago Argentino hasta el cerro Zapaleri, desde Caleta Olivia hasta Puerto Irigoyen, explorando, enseñando, estudiando sin descanso y sin tregua, haciendo todo de a centenares: extracciones de sangre, cultivos, exámenes serológicos, inoculaciones, biopsias, etc..

Todo lo realizó sin preocuparse por la precariedad de los medios o por lo difícil de las situaciones: desde una punción lumbar en una carpa de un campamento de obreros ferroviarios, hasta una autopsia realizada en el suelo, al aire libre, en una toldería indígena. Se lo podía ver también en villorrios, dando clases o haciendo demostraciones prácticas para uno o dos médicos a fin de interesarlos en el estudio de las endemias rurales.
En el año 1942 Mazza se contactó con Alexander Fleming, descubridor de la penicilina, con el objeto de obtener un cultivo de penicilio original para intentar la producción experimental del nuevo antibiótico en Argentina.

Después de varios fracasos y sorteando muchas dificultades, en 1943 la MEPRA logró producir penicilina. Inmediatamente la institución envió muestras al extranjero y así se comprobó que el medicamento obtenido en Argentina estaba a la altura del producido en otras partes del mundo. Sin embargo, el gobierno argentino mostró una total indiferencia ante este logro; lo que resulta asombroso en un momento donde no había en el país ni una ampolla del antibiótico y toda la producción extranjera era requisada para atender las necesidades de las tropas de la guerra europea.

Logros en la investigación con fines de cura al más débil

La organización del lazareto de la isla Martín García. Allí los inmigrantes que llegaban a estas tierras con el sueño de hacerse la América, pasaban su cuarentena antes de entrar al país, y Mazza trabajaba en la detección de portadores sanos de gérmenes de cólera.

- Fue profesor de Bacteriología en la cátedra del Dr Carlos Malbran, y Jefe del Laboratorio Central del Hospital de Clínicas de Buenos Aires.

- Su labor desde las filas del Ejército en la modificación de la vacuna antitífica que se inoculaba entonces a los conscriptos.

- Viajes y mas viajes de actualización profesional a Europa y África, donde se desempeña, por ejemplo en el Instituto Pasteur de Argelia. Es en Túnez, donde conoce al Premio Nobel de Medicina Charles Nicolle, entomólogo y bacteriólogo que cobró notoriedad por sus investigaciones sobre el Tifus Exantemático. El mismo Salvador lo admira y define como "el padre espiritual de todos mis trabajos".

- Es justamente su amigo Nicolle quien lo apoya, en su viaje a la Argentina con el fin de estudiar las patologías regionales, al tanto de las deficiencias del sanitarismo nacional. Este apoyo en el proyecto de Mazza para la creación de un instituto es fundamental. En este instituto se llevó a cabo el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades endémicas del país, especialmente las de noroeste. Así nace en 1928 la Misión de Estudios de la Patología Regional Argentina (MEPRA), la institución ocupada de las endemias más importante en toda la historia del país.

Muerte

Murió el 9 de noviembre de 1946 mientras asistía a unas jornadas de actualización sobre la Enfermedad de Chagas en México. A partir de su muerte, la institución por él fundada sufrió una serie de avatares político-institucionales que concluyeron con su cierre definitivo en 1958.

Fuentes