San Alberto de Sicilia

San Alberto de Sicilia
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Religión o MitologíaCatolicismo
Día celebración7 de Agosto
País o región de origenTrápani, Sicilia Bandera de Italia Italia
Venerado enLa Iglesia Católica y la Orden de los Carmelitas

San Alberto de Sicilia. Nació en Trápani, Sicilia (Italia). Sus padres —Benito d degli Alberti y Juana Palizi— llevaban veintiséis años de estéril matrimonio. Fervorosos crisitanos, habían prometido a la Virgen de Trápani consagrar al servicio del Señor al hijo que les concediera.

Biografia

Benito Degil Abatti y Juana Palizi eran un matrimonio modelo que vivían cerca de la ciudad de Trápani, en la bella Sicilia. Allí, en Trapani, tenían un convento los religiosos carmelitas que gozaba de un gran renombre por la santidad de los religiosos que allí moraban.

Este matrimonio profesaba una tierna devoción a la Virgen María que en aquella iglesia se veneraba. A ella le hicieron un día esta promesa:

«Madre, ya llevamos 26 años casados y sin tener descendencia. Si ha de ser para gloria de tu hijo y tuya y para bien de la humanidad os rogamos nos concedáis descendencia y os prometemos consagrarla a vuestro servicio».

Los dos estaban de acuerdo en aquella común oración que casi sin darse cuenta salía de los labios de ambos. Poco tiempo después les nacía un hermoso niño al que pusieron por nombre Alberto. Procuraron educarlo lo mejor que pudieron. Su padre, cuando todavía Alberto era muy niño, ya trataba de prepararle un ventajoso matrimonio, según era costumbre de la época, pero su esposa Juana le hizo desistir al recordarle el voto que habían hecho de común acuerdo.

Benito reflexionó y comprendió que Juana tenía razón y así expusieron a Alberto que eligiera lo que él quisiera. Que se sintiera completamente libre. Y, Alberto, después de una madura reflexión, dijo a sus padres:

«Dadme vuestra bendición porque veo con toda claridad que el Señor me llama a que forme parte de la Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo que habitan en Trapani».

De muy niño ingresó en el Carmelo de Trápani con el propósito de servir a Dios y a la Santísima Virgen, ha quien está consagrada la Orden del Carmen.

Era entonces la "edad de oro" del Carmelo, en la que el ideal eliano-mariano de la Orden se mantenía vivo a base de un justo equilibrio de la contemplación y acción apostólica. Desde que profesó en la Orden se distinguió por su fervor y austeridad de vida. Sus biógrafos nos dicen que sus ayunos eran continuos, que nunca tomó carne y que mezcalaba su parco alimento con ajenjos. Su cama era un zarzo de sarmientos y dedicaba largas horas del día y de la noche a la oración.

La obediencia era en él pronta y alegre, la pobreza le distinguía entre todos por su total desprendimiento y la castidad fue su flor preferida y mejor guardada, por eso se le representa con un lirio y un crucifijo en la mano, o el niño Jesús en brazos. Recibidas las sagradas órdenes, se difundió pronto su fama de religioso santo y de persuasivo orador.

Pasó algún tiempo en el convento de Messina, ciudad a la que libró del hambre causada por un asedio: algunas naves cargadas de víveres consiguieron llegar milagrosamente hasta los asedios. Fervoroso predicador, recorrió la mayor parte de los pueblos de la isla.

Fue nombrado provincial de Sicilia por el 1296, cargo que desempeñó con una entrega total al servicio de Dios y de las almas. Cuando visitaba los conventos, no llevaba otra cosa que un poco de pan, el báculo y un cantarito de agua. Fundó varios conventos y escribió algunos tratados, que no se han conservado.

Recibió del Señor la gracia de hacer milagros llegando a ser el gran taumaturgo y apóstol de Sicilia. Por eso su culto ha sido siempre muy extenso e intenso en toda la Orden, que lo ha venerado en todas sus iglesias y conventos. Sus reliquias se han esparcido por todo el mundo y con ellas se bendice el agua para los enfermos. Su fiesta se celebra el 7 de agosto.

Espiritualidad

Supo plasmar en su alma el verdadero espíritu del Carmelo viviendo el nada fácil equilibrio entre la vida contemplativa y la activa. Por la vivencia de este doble espíritu eliano fue venerado como uno de los primeros y más grandes santos de la Orden, de la que más tarde fue considerado Patrón y Protector. Compartía su celo y todo el anhelo de su candorosa alma entre la propia santificación y la del prójimo, dirigido todo a la mayor gloria de Dios.

Este mismo celo le hacía sentir una vocación fuerte y constante a la predicación de la divina palabra y Dios premiaba visiblemente sus fatigas apostólicas con la conversión de muchos judíos e infieles a la fe de Jesucristo. En sus sermones hacía hincapié en el amor de Dios y del prójimo, el odio del pecado, la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio, las espinas y la caducidad de los bienes temporales y la seguridad de los eternos.

Milagros

Todos quedaban admirados de los progresos que hacía y todos pronosticaban que el Señor obraría cosas grandes por medio de aquel pequeño carmelita. Una vez ordenado sacerdote, los superiores lo destinaron al convento de Messina donde realizó muchos prodigios, sobre todo alimentando a toda la ciudad cuando estaba sitiada. Sin saber cómo ni de dónde, pero él hacía que llegasen cargamentos llenos de alimentos para toda la ciudad. Todos quedaban atónitos al oírle predicar de las grandezas del Señor y de la Virgen María.

Muerte

Lleno de méritos, el 7 de agosto del 1307, partía a la eternidad con la jaculatoria en sus labios:

«A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu».

Dicen que dos ángeles entonaron las palabras iniciales de la Misa de Confesor: Os justi meditábitur sapientiam.

Iconografia

La iconografía lo pinta con el Niño Jesús en sus brazos porque gozó de la compañía de este Divino Niño con efluvios de amor y con mucha frecuencia. Gozó de gran fama de obrador de milagros. Son innumerables los que se cuentan que el Señor obró por su medio: Curaba enfermedades corporales y espirituales. Echaba demonios. Sanaba aguas envenenadas. Sobre todo se hizo famosa el agua que él bendecía, Con ella curaban de toda clase de enfermedades, especialmente acudían a él las jóvenes que estaban a punto de dar a luz y tenían peligro de perder su descendencia o de morir ellas. Las bendecía, bebían de aquella agua milagrosa y quedaban curadas o daban a luz con la mayor facilidad y sin dolor, alguno.

Su mensaje

  • Que seamos generosos con el Señor desde el principio.
  • Que con celo vivamos y propaguemos nuestro carisma.
  • Que el amor a los pobres y alejados arda en nuestro corazón.
  • Que la pureza y la oración fortifiquen nuestras almas.

Oración

Señor Dios nuestro, que hiciste de San Alberto un modelo de oración y de pureza y un fiel servidor de la Virgen María; concédenos que, imitando sus virtudes, podamos participar del banquete eterno de su gloria. Amén.

Fuentes