Julio I

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San Julio I
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Papa de la Iglesia católica
6 de febrero de 337 - 12 de abril de 352
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Papa No.35 de la Iglesia Católica
PredecesorMarcos
SucesorLiberio
Información personal
Nombre secularJulio
Nacimiento¿?
Roma Bandera de Italia Italia
Fallecimiento12 de abril de 352
Roma Bandera de Italia Italia

San Julio I. Papa No. 35 de la Iglesia Católica. Su pontificado es recordado principalmente por su firme y juiciosa intervención en las controversias arrianas. [1] Fijó para la Iglesia de Oriente la solemnidad de Navidad el 25 de diciembre en vez del 6 de enero, junto con la Epifanía. Se le considera el fundador del archivo de la Santa Sede, porque ordenó la conservación de los documentos. [2]

Frente a los ataques de los arrianos, custodió valientemente la fe del Concilio de Nicea, defendió a San Atanasio, perseguido y exiliado, y reunió el Concilio de Sárdica.[3]

La lealtad a la fe y la búsqueda de la justicia en el esclarecimiento de los hechos fueron sus ejes en toda la controversia posnicena contra el arrianismo. Su paciente gobierno contribuyó a la clarificación de la ortodoxia fortaleciendo la primacía y autoridad de la Sede Romana.[4]

Síntesis biográfica

Primeros años

Nació en Roma, Italia, en fecha desconocida, se conocen pocos datos de su vida antes de la elección como Sumo Pontífice.

Pontificado

Fue elegido papa el 6 de febrero de 337, después de 8 meses de sede vacante después de la muerte del Papa Marcos. Dentro de sus primeras actuaciones estuvo la lucha contra el arrianismo quien le acompañó en todo su reinado.

A la muerte del Emperador Constantino, regresan a sus respectivas diócesis los obispos que se encontraban en el destierro, dentro de ellos el obispo Atanasio quien vuelve a su sede de Alejandría, sin embargo los arrianos habían elegido obispo de esa sede a Pisto comenzando así las intrigas y el conflicto, al que pone fin Julio favoreciendo a Atanasio.

Los arrianos enviaron al Papa Julio una embajada pidiéndole que admitiera a Pisto a la comunión con Roma, enviando además las decisiones del Concilio de Tiro en el año 335 probando que la destitución de Atanasio era válida. Este último por su parte envió mensajeros a Roma para entregar una carta sinodal al papa.

Eusebio de Nicomedia, Patriarca arriano con sede en Constantinopla, envía una embajada a Roma solicitando del papa la convocatoria de un sínodo. Por su parte, Atanasio -recuperadas ya sus facultades de gobierno- ha reunido un importante sínodo y manda al papa las actas que condenan decididamente el arrianismo y una más explícita profesión de fe católica. Julio I, informado por ambas partes, convoca el sínodo pedido por los arrianos. Pero estos no envían representantes y siguen cometiendo tropelías.[5]

A la muerte de Eusebio, es sucedido por Acacio en el arrianismo, un nuevo sínodo arriano celebrado en Antioquía, depone a Atanasio y es nombrado en su lugar Gregorio de Capadocia en lugar de Pisto y Atanasio vuelve de nuevo al exilio partiendo hacia Roma donde es recibido por el papa junto a Marcelo de Ancira.

Se lleva a cabo entonces la convocatoria del sínodo en el otoño del año 341, al que los arrianos continúan sin asistir a pesar de haberlo solicitado, siendo considerados por el papa como rebeldes. En dicho sínodo, son declarados inocentes Atanasio y Marcelo de Ancira, mandando el Papa una encíclica a los obispos de Oriente donde comunicaba el resultado y añadía paternalmente algunas amonestaciones, al tiempo que mantenía la primacía y autoridad de la Sede Romana.

Continúan los arrianos en rebeldías y revueltas, y en el propio año reúnen un nuevo sínodo en Antioquía reiterando la condena a Atanasio. El Papa Julio entonces decide convocar un concilio universal con el apoyo de los emperadores Constancio y Constante, hijos de Constantino quienes demuestran estar de acuerdo con el encuentro de obispos arrianos y católicos. Dicho concilio fue celebrado en Sárdica actual Sofía, ciudad principal de la provincia de la Dacia Mediterránea, en el otoño del año 343. Julio envió como sus representantes a los sacerdotes Arquidamo y Filóxeno y al diácono León.

En este concilio se establecieron unos cánones para la reforma de la disciplina eclesiástica en línea con el Concilio de Nicea, y se afirmó un concepto que sentaría la base de la consolidación de la posición preeminente de la sede de Roma en materia disciplinaria, jurídica y de fe: se estableció que toda decisión tomada por concilios o por individuales sedes episcopales, fuera ratificada por Roma, y sólo entonces asumiría valor definitivo. [6]

Fueron los obispos arrianos los primeros en llegar, dirigidos por Osio, obispo de Córdoba y consejero del emperador, sin esperar la llegada de los católicos dan inicio al concilio renovando la exclusión de Atanasio y los obispos católicos, lo que provoca que los legados que dan legitimidad al congreso se nieguen a tomar parte en la deliberación y convoquen a otro sínodo en Philipópolis, haciendo allí otra nueva profesión de fe y renovando la condenación de Atanasio.

Se celebra por fin el verdadero Concilio en Nicea, en el que se declara la inocencia de Atanasio sin embargo no es repuesto en su cargo hasta la muerte de Gregorio de Capodocia. Los obispos Ursacio de Singidunum y Valens de Mursia, quienes debido a su arrianismo habían sido depuestos por el Concilio de Sárdica, hicieron una retractación formal de su error ante el Papa, quien, les citó a una audiencia y después de recibir una confesión de fe firmada, los restauró a sus sedes episcopales.

Altar de San Valentín

‎El propio Julio escribió a los obispos de oriente las siguientes palabras:

«Cuando surjan cuestiones, según la costumbre, en primer lugar hay que escribir a nosotros para que, con justicia, resolvamos el problema»[7]

Estas continuas posturas se hicieron necesarias en consideración de los reiterados intentos de ingerencia por parte del poder imperial, en cuestiones a menudo estrictamente religiosas.

Durante el reinado de Julio I hubo un incremento del número de creyentes en Roma, se erigieron dos nuevas basílicas: la iglesia titular de Julio, actualmente Santa María en Trastevere y la Basílica Julia en la actualidad la Iglesia de los Doce Apóstoles. Además de éstas, se construyeron tres iglesias sobre cementerios fuera de las murallas de Roma: una en la carretera a Porto, otra en la Vía Aurelia y la tercera en la Vía Flaminia en la tumba del mártir San Valentín.

En los 15 años de papado de Julio I, sobresalió su gobierno leal. La lealtad a la fe y la búsqueda de la justicia en el esclarecimiento de los hechos fueron sus ejes en toda la controversia posnicena contra el arrianismo.[8]

Muerte

Murió el 12 de abril del año 352 en Roma, Italia. Su cuerpo yace en la iglesia romana de Santa María en Trastevere.

Referencias

  1. Papa San Julio I. Disponible en: Enciclopedia Católica Online Consultada el 22 de septiembre de 2014
  2. San Julio I. Disponible en: Portal Oremos Juntos Consultado el 22 de septiembre de 2014
  3. San Julio I. Disponible en: Blog Los Papas consultado el 22 de septiembre de 2014
  4. San Julio I. Disponible en: Portal Vidas ejemplares Consultada el 22 de septiembre de 2014
  5. San Julio I. Disponible en: http://www.vidasejemplares.org/sanjulioI.htm Portal Vidas ejemplares] Consultada el 22 de septiembre de 2014
  6. San Julio I. Disponible en: Sitio web Juaank Consultado el 22 de septiembre de 2014
  7. San Julio I. Disponible en: Sitio web Juaank Consultado el 22 de septiembre de 2014
  8. San Julio I. Disponible en: Portal Vidas ejemplares Consultada el 22 de septiembre de 2014

Fuentes