Solón

Solón
Información sobre la plantilla
Solon1.jpg
Filósofo griego
NacimientoSalamina
FallecimientoChipre
OcupaciónFilósofo
PadresExecestides


Solón, hijo de Execestides, natural de Salamina, quitó a los atenienses el gravamen que llamaban sisactia, que era una especie de redención de personas y bienes. Se hacía comercio de personas, y muchos servían por pobreza. Se debían siete talentos al patrimonio de Solón; perdonó a los deudores, y movió a los demás con su ejemplo a ejecutar lo mismo. Esta ley se llamó sisactia, la razón de cuyo nombre es evidente. Pasó de allí a establecer otras leyes (cuyo catálogo sería largo de formar), y las publicó escritas en tablas de madera.

Hechos más relevantes de su vida

Célebre fue también otro hecho suyo. Se disputaban con las armas los atenienses y megarenses la isla de Salamina, su patria, hasta que habiéndose ya derramado mucha sangre, comenzó a ser delito capital en Atenas proponer la adquisición de Salamina por medio de las armas. Entonces Solón, fingiéndose loco repentinamente, salió coronado a la plaza donde, leyendo por medio de un pregonero a los atenienses ciertas elegías que había compuesto sobre Salamina, los conmovió de modo que renovaron la guerra a los megarenses y los vencieron, por esta sutileza de Solón.

Indujo también a los atenienses a que tomasen el Quersoneso Táurico. Para que no pareciese que los atenienses habían tomado Salamina sólo por la fuerza y no por derecho, abrió diferentes sepulcros e hizo ver que los cadáveres estaban sepultados de cara al Oriente, lo cual era rito de los atenienses en enterrar sus muertos. Lo mismo demostró por los edificios sepulcrales, construidos de cara al Oriente y con los nombres de las familias esculpidos; lo cual era propio de los atenienses.

Desde entonces tuvo en su favor a la plebe, que gustosa quisiera fuera su rey ; pero él no sólo no consintió sino que, como dice Sosícrates, aun se opuso vigorosamente a su pariente Pisístrato cuando supo que procuraba tiranizar la República. Estando congregado el pueblo, salió en público armado con peto y escudo y manifestó los intentos de Pisístrato. No sólo esto, sino que aun se mostró dispuesto al socorro, diciendo: «Oh atenienses, yo soy entre vosotros más sabio que unos y más valeroso que otros; soy más sabio que los que no advierten lo que fragua Pisístrato, y más valeroso que los que lo conocen y callan por miedo». El Senado, que estaba por Pisístrato, decía que Solón estaba loco.

No queriendo, pues, Solón sujetarse a Pisístrato, que finalmente tiranizó la República, dejó las armas delante del Pretorio, diciendo: «¡Oh patria!, te he auxiliado con palabras y con obras». Navegó a Egipto y Chipre. Estuvo con Creso y, preguntándole éste a quién tenía por feliz, respondió que «a Teyo Ateniense, a Cléobis y a Bito» con lo demás que de esto se cuenta. Dicen algunos que habiéndose adornado Creso una vez con toda clase de ornatos, sentado en su trono, le preguntó si había visto nunca espectáculo más bello, a lo cual respondió: «Lo he visto en los gallos, faisanes y pavos, pues éstos resplandecen con adornos naturales y maravillosa hermosura».

De aquí pasó a Cilicia; fundó una ciudad que de su nombre llamó Solos, y la pobló de habitantes atenienses, los cuales, como andando el tiempo perdiesen en parte el idioma patrio, se dijo que solecizaban. De aquí que se llamaran éstos solenses, y los de Chipre solios. Sabido que Pisístrato perseveraba en el reinado.

Sus ideas

  • «Ni soy yo el primer ateniense que se alzó con el reino, ni me arrogo cosa que no me pertenezca, siendo descendiente de Cécrop. Me tomó lo mismo que los atenienses juraron dar a Codro y sus descendientes, y no se lo dieron. Respecto a lo demás, en nada peco contra los dioses ni contra los hombres, pues gobierno según las leyes que tú mismo diste a los atenienses, observándose mejor así que por democracia. No permito se perjudique a nadie; y aunque rey, no me diferencio de la plebe, excepto la dignidad y honor, contentándome con los mismos estipendios dados a los que reinaron antes. Separa cada ateniense el diezmo de sus bienes, no para mí, sino a fin de que haya fondos para los gastos de los sacrificios públicos, utilidades comunes y guerras que puedan ofrecerse. No me quejo de ti porque anunciaste al pueblo mis designios, puesto que los anunciaste antes por el bien de la República que por odio que me tengas, como también porque ignorabas la calidad de mi gobierno, pues a poder saberlo, acaso te hubieras adherido a mi hecho, y no te hubieras ido. Vuelve, pues, a tu casa, y créeme aun sin juramento que en Pisístrato nada habrá ingrato para Solón. Sabes que ningún detrimento han padecido por mí ni aun mis enemigos. Si gustas ser uno de mis amigos, serás de los más íntimos, pues no veo en ti ninguna infidelidad ni dolo. Pero si no quieres vivir en Atenas, haz como gustes, con tal que no estés ausente de la patria por causa mía:» Hasta aquí Pisístrato.
  • Dice Solón que «el término de la vida son 70 años». También parecen suyas estas ilustres leyes: «Quien no alimente a sus padres, sea infame, y lo mismo quien consuma su patrimonio en glotonerías. El que viviere ocioso, pueda ser acusado de quien acusarlo quiera.» Lisias dice en la Oración contra Nicia que Dracón fue quien dejó escrita dicha ley, y que Solón la promulgó. También que «quien hubiese padecido el nefas fuese removido del Tribunal».
  • Reformó los honores que se daban a los atletas, y estableció que a quien venciese en los Juegos Olímpicos se le diesen quinientas dracmas; al que en los Ístmicos, 100; y así en los demás certámenes. Decía que ningún bien se seguía de engrandecer semejantes honores; antes bien, debían darse a los que hubiesen muerto en la guerra, criando e instruyendo a sus hijos a expensas del público, pues con este estímulo se portarían fuertes y valerosos en los combates, Policelo, Cinegiro, Calímaco y cuantos pelearon en Maratona. Lo propio dijo de Harmodio, Aristogitón, Milcíades y otros infinitos. Pero los atletas y gladiadores, decía, además de ser de mucho gasto, aun cuando vencen son perniciosos, y antes son coronados contra la patria que contra sus antagonistas.
  • Fue también autor de aquella ilustre ley de que «el curador no cohabite con la madre de los pupilos», y que «no pueda ser curador aquel a quien pertenezcan los bienes de los pupilos, muertos éstos». También que «los grabadores de sellos en anillos, vendido uno, no retuviesen otro de igual grabado». Que «a quien sacase a un tuerto el ojo que le quedaba, se le sacasen los dos». Igualmente: «No tomes lo que no pusiste: quien hiciere lo contrario, sea reo de muerte». «El príncipe que fuese hallado embriagado, sea condenado a pena capital».
  • Escribió para que se coordinasen los poemas de Homero, a fin de que sus versos y contexto tuviesen entre sí mayor correlación. Solón, pues, ilustró más a Homero que Pisístrato, como dice Dieuquidas en el libro V de la Historia Megárica.
  • Decía que «las palabras son imagen de las obras. Rey, el de mayores fuerzas. Las leyes, como las telarañas; pues éstas enredan lo leve y de poca fuerza, pero lo mayor las rompe y se escapa. Que la palabra debe sellarse con el silencio, y el silencio con el tiempo. Que los que pueden mucho con los tiranos son como las notas numerales que usamos en los cómputos; pues así como cada una de ellas ya vale más, ya menos, igualmente los tiranos exaltan a unos y abaten a otros.» Preguntado por qué no había puesto ley contra los parricidas, respondió: «Porque no espero los haya». ¿De qué forma no harán los hombres injusticias? «Aborreciéndolas los que no las padecen igualmente que los que las padecen.» Que «de las riquezas nace el fastidio, y del fastidio la insolencia» ). Dispuso que los atenienses contasen los días según el curso de la luna. Prohibió a Tespis la representación y enseñanza de tragedias, como una inútil falsilocuencia .
  • Consta que escribió Leyes, Oraciones al pueblo, algunas Exhortaciones para sí mismo, Elegías, Sobre las repúblicas de Salamina y Atenas, hasta cinco mil versos; diversos yambos y épodos.

Floreció principalmente cerca de la Olimpíada XLVI, en cuyo tercer año fue príncipe de los atenienses , como dice Sosícrates, puesto que entonces instituyó las leyes.

Fallecimiento

Murió en Chipre el año 80 de su edad, dejando a los suyos orden de llevar sus huesos a Salamina y, reducidos a cenizas, esparcirlas por toda la ciudad.

Enlaces externos

Diccionario filosófico

Referencias


Fuentes

  • Historia de la Filosofía. Tomo I. Historia de la Filosofía Premarxista. Segunda edición. Ed Progreso. Moscú 1983. Pag 54.