Tántalo

Tántalo (Mitología griega)
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Raza de Mitología Griega
300px-Tantalus Gioacchino Assereto circa1640s.jpg
Creador (es):Mitología griega
Características
Dios asociado:Zeus

Tántalo. En la mitología griega, era rey de Lidia, extraordinariamente rico y famoso, era hijo de la oceánida Pluto (Ninfa del océano y Tetis) y de Zeus (aunque muchos piensan que su padre era Tmolo, el dios con corona de roble que gobernaba el reino de Lidia.

Historia de Tántalo

Tátalo tenia muy buena relación con Zeus, por lo que fue invitado por él a la mesa de los dioses en el Olimpo, pero Tántalo traicionó la confianza de los dioses difundiendo ciertos secretos a los que había tenido acceso en el Olimpo, llegando incluso a robar el néctar y la ambrosía de los dioses para dárselos a los hombres. También se le presenta como perjuro por negar haber recibido de Zeus el perro de oro que este le había confiado y que Zeus conservaba desde su infancia.

Los dioses, que andaban de viaje por Asia Menor, le pidieron hospedarse en su palacio, Tántalo quiso corresponder a los dioses y les invitó a un banquete que organizó en el monte Sípilo, en el cual cometió el mayor de las ofensas sirvió la carne de su propio hijo Pélope, a quien había descuartizado y guisado, para probar la omniscencia de los dioses. Los dioses descubrieron inmediatamente la naturaleza del manjar que se les ofrecía y lo rechazaron horrorizados. Todos excepto Deméter, que devoró hambrienta un hombro del desdichado joven sin darse cuenta de nada. Los dioses resucitaron a Pélope y reemplazaron su desaparecido hombro por otro de marfil.

El suplicio de Tántalo

Tántalo había colmado la medida de su maldad por lo que los dioses lo arrojaron al Hades, donde fue sometido a terribles tormentos. Estaba en un estanque cuya agua le llegaba hasta la barbilla, y sin embargo sufría una sed devoradora, sin poder jamás alcanzar el líquido que tan cerca tenía. En cuanto se agachaba para llevar la boca hasta el agua, ésta se secaba y el oscuro suelo aparecía a sus pies; parecía como si un demonio hubiese vaciado el lago. Padecía además de un hambre cruel. Detrás de él, en la orilla del estanque, se elevaban magníficos frutales, cuyas ramas se curvaban sobre su cabeza. Cuando se incorporaba, se reflejaban en sus pupilas jugosas peras, manzanas de roja piel, relucientes granadas, apetitosos higos y verdes olivas; pero cada vez que cada vez que trataba de cogerlas con la mano, soplaba un viento tempestuoso y repentino que levantaba las ramas hasta las nubes. A este suplicio infernal se unían un constante pavor de la muerte, puesto que había una roca enorme suspendida en el aire sobre su cabeza y que amenazaba desplomarse a cada momento. Así aquel ofensor de los dioses, el desalmado Tántalo, se vio condenado a sufrir un triple y eterno martirio en los infiernos.

El sacrilegio de Tántalo pesó sobre toda su descendencia. Su hija Níobe, cuyos hijos morirían bajo las flechas de Artemisa y Apolo, ha quedado como el símbolo del dolor materno inconsolable. También, el monstruoso festín se reproduciría generaciones después, cuando Atreo, hijo de Pélope, hizo comer a su hermano Tiestes la carne de sus tres hijos. La fatal herencia se transmitiría marcando sangrientamente el destino de la familia de Agamenón, hijo de Atreo, materia trágica de la que Esquilo extraerá su trilogía la Orestíada.

Interpretaciones

Diversos autores ven en este mito un rotundo rechazo de la religión olímpica a los sacrificios humanos, que si bien eran habituales en los primeros cultos, sobre todo a Deméter en su primitiva encarnación como Gran Diosa, se consideraban entonces un tabú. Los griegos de la épica acusaban a Tántalo de intentar engañar a los dioses olímpicos para devolverlos a sus antiguas identidades ofreciéndoles un banquete-sacrificio de carne humana. Tántalo cometió además los tres grandes pecados de la mitología griega: ofender a un huésped, hacer daño a un niño y desafiar a los dioses. Alternativamente, Tántalo es retratado como una autoridad prometeica que divulgaba secretos divinos a los mortales y presidía ceremonias sagradas de iniciación, consistentes en la muerte y transfiguración místicas.

Fuentes