Teatro Brunet

Teatro Brunet
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Obra Arquitectónica  |  (Teatro)
Teatro Brunet.JPG
Ruinas de Teatro Brunet en la actualidad.
Descripción
Tipo:Teatro
Estilo:Neoclásico
Localización:Trinidad, Sancti Spíritus, Bandera de Cuba Cuba
Uso inicial:Teatro
Datos de su construcción
Inicio:1839
Demolición:1901
Otros datos
Arquitecto(s):Juan Cadalso Piedra


El Teatro Brunet. Poseía la forma de coliseo, imitaba en su frente a la famosa Scala de Milán, con palcos en los alrededores de sus paredes interiores, bellas lunetas, amplio escenario cubierto con un lujoso telón de damasco, así como se extendía por todo el piso, desde el vestíbulo hasta el escenario, una alfombra roja del mismo material, del techo pendía una gigantesca lámpara araña de cristal de Murano, y sus instalaciones de gas permitían una total claridad, solo interrumpida al comenzar las funciones”.

El teatro

El concepto de teatro es amplio y ha significado mucho a lo largo de la historia de la humanidad. Tuvo un gran arraigo desde las antiguas civilizaciones hasta la actualidad y en su contenido dramático se han reflejado innumerables ideas políticas, sociales, culturales y filosóficas, haciendo partícipe desde las clases más pobres hasta las más ricas y su fin siempre ha sido fomentar y promover la cultura del ser humano. Constituye una manifestación sociocultural ya que es “el reflejo del proceso sincrético cultural de una región determinada. Su esencia radica en las formas de expresión del individuo en la sociedad. La necesidad de comunicarse, de exteriorizar patrones de conducta, despierta al individuo colectivo, que lo lleva a confrontar maneras de pensar, formas de convivencia que marca huella en la vida tradicional de un pueblo”.

Si se considerara al teatro como una rama de la literatura o sólo como una forma más de narrativa, se estaría olvidando gran parte de su historia. En algunos períodos o culturas se ha dado más importancia a la literatura dramática (obras de teatro), pero en otros hay una mayor preocupación por los aspectos de la producción escénica. En algunas culturas se valora el teatro como medio para contar historias; en otras como manifestación religiosa, espectáculo o entretenimiento.

El teatro no es sólo un local improvisado, o una institución donde representar obras dramáticas, el teatro lo es todo, es literatura, es música, es danza, es folclor. En él se pone a prueba todas las enseñanzas que ha recibido el actor si es formado profesionalmente y si no lo es, pone a prueba la inteligencia y el sentido común del mismo, es entonces cuando el espectador se deja llevar por la trama y se hace partícipe de ella, llorando o riendo junto al intérprete; el teatro es sin lugar a dudas como dijo José Martí “(…) el reflejo de la época en que se produce”.

Historia del Teatro Brunet

Después de haber tenido dos teatros en la primera mitad del siglo XIX, la sociedad culta, refinada y rica, de la Trinidad de esa época y aficionada a las representaciones teatrales, se tenía que construir un buen teatro y surgió el proyecto de levantarlo como el mejor del Departamento Central, del cual Trinidad, era la ciudad capital.

Se fundó una compañía que dirigió el Conde Brunet, celebrando él y otras personas de la ciudad un contrato que, el 1 de julio de 1839, fue apoyado por el Gobernador y aprobado por el Capitán General, el 1 de octubre de 1839, otorgándosele un privilegio por nueve y diez años. Este inmueble está considerado por los entrevistados como la obra cumbre del movimiento teatral trinitario de la época reflejando la gran opulencia de una sociedad rica tanto en lo económico como lo cultural.

Hacia 1840, se termina la construcción, dirigida por Don Juan Cadalso Piedra, el producto final llevó por nombre Teatro Brunet en homenaje a su ingenioso autor. Este era distinto al de la calle Gloria, puesto que se regía por el ayuntamiento ya que era de su propiedad, mientras que el de Brunet, era administrado por su dueño en particular. Lo hizo a su costo y lo administraba, entendiéndose el municipio solamente en la parte que le competía conocer. Se encontraba localizado en la calle Gutiérrez entre Desengaño y Rosario.

El Teatro Brunet fue un coliseo moderno y de estilo neoclásico, similar al de Tacón. Tenía cuatro pisos, con la posibilidad de poner a un mismo nivel el escenario y la platea para transformarlo en salón de baile. Costó $40.000, contaba además con patio y vestíbulo, buenas decoraciones y una hermosísima luneta del mejor gusto y que proporciona sobrada claridad”.

En este teatro, Trinidad tiene al máximo exponente de la cultura de una de las ciudades más prósperas que tenía el país en el siglo XIX. En cuanto a arquitectura y arte no poseía rival según las opiniones de los investigadores e intelectuales, constituyó uno de los más costosos.

Se compara con los teatros que tuvo la Cuba del siglo XIX de más prestigio como El Tacón en La Habana y El Caridad en Santa Clara, dándole a Trinidad la oportunidad de disfrutar de lo más selecto del arte teatral que llegaba a la Isla y de la gran variedad de funciones que propiciaba un local como aquel. Su estructura daba la oportunidad de poner el escenario al mismo nivel de la platea para realizar los bailes de disfraces o de máscaras muy populares en aquel tiempo.

Según la literatura y el testimonio oral la principal causa de la construcción del Teatro Brunet fue la promesa de amor que le hizo el Conde a una artista cómica llamada Amalia Armenta, pues si ella regresaba, tendría un bello inmueble para representar sus obras teatrales. Este acto de amor fue muy atrevido por su parte aunque hay que detenerse en varios aspectos: Trinidad era una de las ciudades más bellas y de gran importancia económica de la Isla, mandar a construir un teatro era un negocio al que se le podía sacar gran cantidad de dinero y lograr un alto prestigio dentro de la sociedad de la época y todo esto lo logró Brunet y años después rifa el inmueble y pasa a manos de Doña Monserrate y Don Germán Cantero.

En sus inicios se presentó la compañía de Iglesias Robreño, ocupando una temporada considerable en el teatro. Estuvieron en la ciudad compartiendo con la población en fiestas públicas y codeándose con las familias más acaudaladas. Pusieron en escena obras de la autoría de sus dueños y dando a conocer lo mejor de las producciones del teatro español y francés.

También difundió en la escena a nombres tan importantes del movimiento actoral trinitario como lo fueron Adela y Carlota. Después siguieron viniendo otras compañías como las del prestidigitador Julio Bosco; la compañía dramática de Julio Segarra, en abril de 1876; Eusebio Perales, en 1877, hasta que el Secretario del ayuntamiento señor Andrés Maynou, muy aficionado al teatro y sus representaciones cómicas, decidió con otros aficionados componer el edificio, lo que hicieron con éxito.

Después el teatro pasa a manos de Don Justo Germán Cantero y Doña Monserrate de Lara y Cantero en 1849 y lo querían vender, cosa que no llegó a consumarse; lo adquirieron por el precio de $17,000. El teatro fue hermoseado y en su interior decorado por el artista y sus auxiliares italianos que fueron contratados para este fin y por el aprendiz trinitario Marcelino Berroa.

Pese a todas las dificultades, el Teatro Brunet siguió funcionando con diversas compañías dramáticas, de comedia, ópera, zarzuela y variedades por lo que puede observarse en los periódicos de la época la concurrencia era escasa por deficiencia del conjunto actoral, como sucedió con la función del domingo 11 de diciembre de 1853, sobre la cual el cronista El Correo informa que quedó desierto el teatro en la representación de la comedia “La mujer de un artista”.

El teatro mantuvo una activa vida artística en los años anteriores a la Guerra del 68. Al término de esta fue declarado en estado de ruinas, por haber cedido al arrastramiento de los muros, ya reforzados con cadenas de hierro. Los peritos consideraron que el edificio amenazaba ruina inminente en su techumbre y por no ser ya suficientes las cadenas y por estar sus paredes en el último tercio de su altura fuera de su aplomo más de dos tercios de su espesor. Además de estas causas principales, también las secundarias, de desperfectos graves en las vigas, muchas de ellas destruidas, en el entablado que soporta el tejado en mal estado y por último el mismo tejado a causa del resbalamiento y rotura de las tejas.

El inmueble, cuya construcción se hizo apresuradamente, tuvo problemas desde su inauguración. Aparte la mampostería, así como la carpintería parece haber sido defectuosas desde su establecimiento, pues se encuentran ensambladuras indebidamente aplicadas. Esto es en lo relativo en el cuerpo principal del edificio, pues en cuanto a la parte de la fachada resulta que a consecuencia de haberse destruido las bases de las columnas, ha bajado el arquitrabe en la parte de su techo.

Con todas estas noticias se recomendaba que se cerrara el teatro o que se procediera a la inmediata destrucción para prevenir una catástrofe. Nada se concibió por varios años, privando a la ciudad de un local de prestigio para realizar las actividades teatrales aunque en la sociedad La Tertulia se hacían actividades al igual que en las plazas y casas de las familias de más prestigio. Otra vez se volvía al principio de la historia: no existía en Trinidad un local destinado especialmente para desarrollar el teatro como se requería.

En año 1880 se empieza a manejar la idea de restaurar el teatro, que por una de las razones por las que no se había hecho era que no existían los recursos que llevaba una reconstrucción de esa magnitud. Se manifestó que el segundo cuerpo del pórtico necesitaba reparación porque las columnas de madera, cuyos pedestales descansan sobre mampostería habían disminuido de altura por estar carcomidas o podridas en la base. Al inspeccionarse el local, la comisión expresa todo lo contrario, que está en buenas condiciones y así continúa sus funciones. En 1888, se compone la fachada por la eliminación de las columnas del pórtico y la construcción de muros sólidos con pilastras adosadas.

En los años 1882, 1893 y 1894 se dieron funciones por parte de artistas aficionados, en el Teatro Brunet ya reconstruido, como son los casos de Juan Peñones, Eusebio Barceló, Chévere García y Panchito Caseles que formaban un cuarteto que cantaba guarachas y canciones bajo la dirección de Don Pío Daniel Cadalso que además también tenía una compañía de aficionados para representar sólo comedias. Esta compañía estaba integrada por las señoritas Gabriela y Herminia González, los hermanos Luis y Manuel González, Fernando Arteaga y el cuarteto antes mencionado.

Durante la Guerra del 95, los españoles le quitaron las cadenas de hierro para convertirlas en balas, lo que provocó el derrumbe del techo. Ya hacia el año 1898 no se reportan funciones en los anuncios periodísticos de la época.

El techo del Teatro Brunet se derrumbó en 1901 y se afirma que fue por habérsele cortado desde sus principios, una crujía o cintón que sujetaba su techumbre de pizarra. Además sirvió para dar bailes públicos, funciones acrobáticas y asambleas o mítines de carácter político como por ejemplo el acto con motivo de la vista a esta ciudad de la plana mayor del Directorio del Partido Autonomista, se colmó el teatro de público, desde las personas más representativas hasta las más humildes ansiosas por oír las grandes tribunas que fueron preparando el camino hacia la guerra.

Este teatro dio gran brillo, auge y esplendor a la ciudad y acogió muchas compañías dramáticas, cuyas obras españolas aún se recuerdan con animación y admiración por el valor tan grande que poseían. Se realizaron estupendas fiestas públicas, por la reina Gobernadora Isabel de Borbón el 6 de febrero de 1844, bajo la gobernación de Don Pedro de la Peña que remplazó a Narciso López el 19 de septiembre de 1841; la inauguración de la Cárcel, las fiestas de Santa Ana, la del Cuartel de Carreras, funciones de abono y beneficencia, bailes, presentaciones de las manifestaciones de moda de la época, representaciones de piezas dramáticas (comedias y dramas) locales, nacionales e internacionales, pasando lo mejor del arte en el siglo XIX. Las mismas aportaban cultura al público y a la ciudad y la mayoría de las veces se hacían a teatro lleno.

El Teatro Brunet cumplió a carta cabal su función económica, social, cultural, política. Fue la expresión del refinamiento y buen gusto de la cultura cosmopolita que tenía la élite trinitaria del siglo XIX. Es el emblema de la cultura trinitaria de la época y se encargó de ser un incansable promotor y divulgador cultural. Sirvió de puente entre Trinidad y otras áreas geográficas del planeta. Mantuvo un equilibrio local y elevó la espiritualidad del trinitario común. A él arribó la excelencia en lo que a artistas y compañías se refiere y participaron en sus espectáculos desde personas de color y pobres hasta la élite de la ciudad.

El movimiento teatral trinitario

Trinidad, desde su fundación, fue una villa donde sus pobladores tuvieron intereses culturales, acrecentándose con el esplendor azucarero y ganadero de fines del siglo XVIII. En los albores del siglo XIX, es notoria la presencia de grandes personalidades como el Barón Alejandro de Humboldt, con su acompañante Aimé Bonplad, en 1801, llevándose una buena impresión de la ciudad y complacido por la tertulia en la cual fueron agasajados en la casa Padrón, donde otorgaron un lugar destacado a la belleza de las mujeres y la vida cultural.

También se disfrutó de la presencia de otras personalidades artísticas destacadas, tales como: el poeta Plácido, en 1836 y 1843, Francisco Covarrubias en 1842, Ramón de la Sagra en 1859, Gertrudis Gómez de Avellaneda en noviembre de 1878 y Samuel Hazard, pintor norteamericano y autor de “Cuba a pluma y lápiz”.

Las primeras manifestaciones culturales de las cuales se tienen noticia en la villa son el Corpus Christie, en la tercera década del siglo XVIII, que se suspende hacia 1784 y no reaparece hasta 1815, etapa en la que surgió el Carnaval trinitario. También están las festividades de la Semana Santa con carácter religioso y hasta profano; todas estas actividades eran financiadas por las familias más acaudaladas de la ciudad.

De las primeras manifestaciones teatrales se conoce que empezaron a desarrollarse hacia 1778. Estas eran escasas y de poca relevancia y las puestas en escena eran de otros territorios, el elenco actoral era de alto rango social y las obras se representaban en casas particulares, plazas o plazoletas, así como en instituciones que fueron creadas para este fin.

En el siglo XVIII, las funciones teatrales se realizaban de modo espontáneo, por aficionados y en la mayoría de los casos sin fines lucrativos, con obras relacionadas con asuntos religiosos. Pero el teatro se fue separando de lo sacro para incursionar en lo profano. En 1778, José de Miranda, Francisco Viladomat, Antonio Poncel, Francisco de Viena, Miguel de Herrara y Miguel de Vera organizan una compañía teatral para representar comedias personalmente y con la máquina de muñecos, eligen como director a Lorenzo de Javalera y Mendoza. Esta compañía fue el embrión de un teatro profesional.

Entre 1824 y 1827, los pobladores de la villa se divertían con el permiso de las autoridades en el llamado “Teatro pintoresco de mecánica” donde se representaban experimentos científicos, espectáculos de mimos y maromas, exposiciones de estatuas y objetos, funciones de prestidigitación y títeres alternando con escenas de comedias y sainetes. Se realizaron funciones en los patios de las casas de personas influyentes como Doña Merced Gascona, Doña Rosalía y en plazas como la de Armas, y la Plazoleta de Paula.

El movimiento teatral trinitario del siglo XIX no fue otra cosa que la actividad cultural realizada en la localidad promovida por artistas aficionados o profesionales y con un repertorio de obras locales o foráneas. Estuvo acompañado por instituciones (Teatro Candamo, Teatro Provisional, Teatro Brunet) o espacios propicios para su desarrollo (patios de casa, plazas, plazoletas o plazuelas) que lo promovieron.

Se caracterizó por ser elitista en su proyección como fenómeno social aunque privado en su práctica en familias de mayor posibilidad económica; las compañías dependían de las familias ricas por la complejidad de las obras. También existió un movimiento más popular que era básicamente aficionado y se manifestó en tertulias, sociedades de recreo y casas particulares. El movimiento profesional se ve reflejado en las compañías de magia y prestidigitación, en las dramáticas, líricas y de zarzuelas más famosas nacional e internacionalmente que visitaron la gran plaza cultural en que se convirtió Trinidad en el siglo XIX.

Aunque existan varios puntos de vista acerca del fuerte movimiento teatral trinitario, lo cierto es que ubica a Trinidad a la altura de otras ciudades dentro y fuera del país. Se expusieron obras como óperas, zarzuelas, dramas, comedias, piezas bufas y se presentó la orquesta sinfónica. Forma parte del nuevo concepto de urbanidad de las grandes ciudades ya que no se concebía ninguna sin una plaza y un teatro. Se concentraban en él las manifestaciones artísticas de moda (ópera, sinfonía).

Existieron dos vertientes dentro del teatro, la de las grandes élites y la de la clase pobre, aunque a las representaciones en las instituciones asistieron todas las clases sociales. En la parte superior se sentaban los grandes señores y en la parte baja la clase pobre y aún así se educó estéticamente a la población y mantuvo un ambiente cultural durante todo el siglo XIX trinitario.

Es bueno aclarar, que en la peor situación en la que se encontraba la urbe trinitaria, provocada por la crisis económica del año 1860, aún así, se siguieron dando innumerables funciones dramáticas y variedad de actividades que tenían o no éxito, pero siempre siendo aplaudidas por el respetable público, agradeciendo que la ciudad fuera visitada por lo mejor del arte teatral.

Características del teatro trinitario durante la primera mitad del siglo XIX

  • Sirvió de tribuna política: para incitar a la población e informarla sobre las diferentes cuestiones políticas de la época.
  • Cumplió función cultura porque allí se representaron obras teatrales de la cultura universal y también de la cultura nacional y local, también porque lo visitaron compañías extranjeras, nacionales y hasta aficionados de Trinidad.
  • Cumplió función social porque se hacían actividades en beneficio de la ciudad (arreglos de calles, escuelas, hospitales, para auspiciar la Semana Santa.
  • Fue reflejo del degustar de las familias poderosas (representación de murales, majestuosas decoraciones).
  • Se reunían los esclavos para conspirar o realizar cualquier otra actividad ya que tenían que acompañar a sus amos y no se podían ir hasta que la velada cultural no se acabara.
  • Unificó elementos de la cultura universal con elementos de la cultura tradicional y costumbrista de la Isla.
  • Fue escenario de lujo, opulencia de las familias poderosas y también del gusto por el arte, de todas las capas sociales.
  • Se agruparon allí todas las manifestaciones artísticas (circo, bailes, homenajes a prestigiosas figuras locales o de visita, recitales de poesía, guitarra, presentación de sopranos, de la sinfónica, ballet, trovadores, lotería, magia).
  • Tuvo un fuerte arraigo cultural en la villa, pues la cultura trinitaria fue muy bien representada a través del teatro y de varias manifestaciones culturales.


Fuentes