Turberas

Turberas
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son humedales formados por la acumulación de turba y que poseen una vegetación actual formadora de turba.


Turberas : Es un tipo de humedal ácido en el cual se ha acumulado materia orgánica en forma de turba. Las turberas son cuencas lacustres generalmente de origen glaciar que actualmente están repletas de material vegetal más o menos descompuesto y que conocemos como turba de agua dulce

Características

En estas áreas se deposita materia orgánica en distintos estados de degradación anaeróbica (sin presencia de oxígeno). Estos depósitos se forman en depresiones de terreno o sobre sustratos rocosos oligotróficos, donde se acumula agua o ésta fluye lentamente bajo un régimen pluvial (lluvias) permanente (Schlatter, 2004).

En estos lugares, una vez rellenos de material vegetal que sobresale generalmente del nivel freático, se forma un estrato superficial biológicamente activo, conformado por asociaciones de vegetales, entre las que predomina Sphagnum sp., planta hidrófita con gran capacidad de retener humedad. Estas plantas tiene la capacidad de absorber iones básicos y liberar iones hidrógeno selectivamente, incrementando así la acidez del medio. Esta acidez, combinada con una baja disponibilidad de oxígeno, inhibe la supervivencia de varios organismos, incluyendo a los descomponedores. Es por esto que la materia orgánica tiende a acumularse, formando así la turba.

Según su alimentación

Dependiendo del tipo de alimentación que reciben la turberas se clasifican en:

  • TURBERA OMBROTRÓFICA : es aquella cuyo régimen hidrológico y suministro nutricional derivan directamente y de forma exclusiva de la precipitación atmosférica.
  • TURBERAS MINEROTRÓFICAS : reciben al menos parte del agua y de los nutrientes de las aguas subterráneas y de la escorrentía superficial .

Otros datos

Al drenar las turberas, la turba se descompone y se libera carbono a la atmósfera en forma de gas de efecto invernadero. Ya se ha drenado el 15 % de las turberas del planeta. Aunque esos 65 millones de hectáreas de turberas degradadas representan menos del 0,4 % de la superficie terrestre del planeta, son responsables de un 5 % de las emisiones antropogénicas de dióxido de carbono.

En cambio, las turberas no drenadas, que abarcan más de 300 millones de hectáreas en todo el mundo, secuestran hasta 100 megatoneladas de carbono cada año. Estas turberas vivas desempeñan una importante función en la regulación del clima mundial al acumular carbono en su suelo de turba.

Es posible reducir considerablemente las emisiones de gases de efecto invernadero rehumidificando y restaurando turberas drenadas. Así, estas pueden volver a brindar otros importantes servicios de los ecosistemas, tales como la retención de agua y servicios relacionados con la biodiversidad.

Importancia

Las turberas prestan importantes servicios ecosistémicos, esto significa que entregan beneficios a las personas y al planeta como ejemplo:

  • Conservación de la biodiversidad: desempeñan un papel fundamental en la conservación de la biodiversidad, puesto que son refugio de algunas de las especies más raras e inusuales de la flora y fauna dependiente de los humedales (Ramsar, 2004).
  • Regulación del ciclo hidrológico: intervienen en el ciclo hidrológico, debido a su gran capacidad de retener agua. Estos ecosistemas son recargados por precipitaciones y el agua que es captada se libera gradualmente hacia las cuencas. También influyen directamente en la calidad del agua, ya que operan como filtro natural hacia las aguas subterráneas, reduciendo la movilización y transporte de sedimentos y fijando compuestos nocivos como metales pesados (Martínez Cortizas et al., 2009).
  • Almacenamiento de carbono: gracias a la acumulación de las capas de turba, participan en la fijación de carbono (en mayor medida que los bosques). Contienen aproximadamente 1/3 de las reservas de carbono del mundo, las cuales son el resultado de un lento proceso de acumulación (Clymo et al. 1998), siendo Sphagnum el principal género involucrado (Gerdol et al., 1996).
  • Archivos paleoambientales y arqueológicos: a través de la acumulación de turba constituyen archivos paleoambientales que sirven para reconstruir los cambios paisajísticos del pasado y los climas anteriores. También es el tipo de humedal más importante para el patrimonio cultural, especialmente por su capacidad de preservar restos arqueológicos y el registro paleobiológico sumergidos en agua y en condiciones de desoxigenación (Ramsar, 2004).
  • Productos comercializables: tanto la turba como el Sphagnum vivo es usado en horticultura como retenedor de nutrientes, se utiliza además como aislante térmico, como piso orgánico, como filtros y como combustible fósil (Henríquez, 2004).

Consecuencias de su destrucción

La extracción del musgo vivo y la explotación de turba han iniciado una preocupante degradación de estos ecosistemas, afectando directamente los servicios ecosistémicos que prestan. Se pierde biodiversidad endémica; se elimina valiosa información científica que se ha almacenado durante miles de años; desaparece una belleza paisajística singular con gran potencial turístico y recreativo, entre muchos otros servicios afectados.

La sobreexplotación y las malas prácticas de cosecha, llevan a un agotamiento del recurso, no hay regeneración y en consecuencia se perderá esta actividad económica en la isla.

Otro elemento importante es el rol de reservorios de agua dulce, ya que la Isla Grande no tiene un suministro de agua a partir de deshielos de montañas como ocurre en el continente, su única fuente de agua proviene del almacenamiento de las precipitaciones de lluvia (Zegers et al., 2006) y bajo el contexto climático actual, en un escenario donde el nivel de precipitaciones ha bajado, el almacenamiento de agua y gestión de los recursos hídricos es vital para la isla.

Finalmente, las turberas han secuestrado y almacenado carbono atmosférico durante miles de años, pero a nivel global la degradación de las mismas es responsable de más de 3000 millones de toneladas de dióxido de carbono por año, lo que representa cerca del 10% de todas las emisiones antropogénicas globales.

Los suelos de turba son inmensos almacenes de carbono, que guardan cerca de 550 Gt de este elemento, una cantidad similar al disponible en las reservas de carbón de origen fósil (585 Gt), y dos veces la biomasa forestal global. Cuando los suelos de turba normalmente húmedos entran en contacto con el aire comienzan a oxidarse y descomponerse, liberando dióxido de carbono (Joosten & Couwenberg, 2008), lo que revierte su rol de fijadores de carbono, transformándose en emisores de CO2 y contribuyentes nocivos al cambio climático.

Importante tener en cuenta

Tener en cuenta es que las tuberas son grandes “almacenes de carbono” y su uso sustentable y correcto manejo, deberían ser prioridad para la mitigación del cambio climático, entre otras cosas. La degradación de estos ecosistemas, causa emisiones de carbono, por lo que investigadores y científicos del área discuten en considerarlas o no como fuentes importantes de emisiones de gases de efecto invernadero. Esto sería a causa de una mala gestión de los cultivos y tratamientos de efluentes, o por su descuido y degradación.

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