Villa Manuelita

Villa Manuela
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Obra Arquitectónica
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Descripción
Localización:Calzada de Managua No 65. Mantilla Arroyo Naranjo
Uso actual:Vivienda particular
Datos de su construcción
Inicio:1913


Villa Manuela Casa quinta situada en la Calzada de Managua, número 65 en la localidad de Mantilla del actual municipio Arroyo Naranjo. En ella vivió el patriota cubano Juan Gualberto Gómez Ferrer con su familia, desde el año 1917 hasta su muerte acaecida en el año 1933. Hoy habitada por su biznieta Mercedes Ibarra Ibáñez.

Ubicación

Villa Manuela se encuentra ubicada en el número 65 de la Calzada de Managua, esquina a Luna, donde comienza a empinarse la senda que conduce a la localidad habanera de Mantilla, en el municipio Arroyo Naranjo.

De Villa Esther a Villa Manuela

En [[1912 el Sr. Hollingsworth vendió al Sr. Francisco Maribona los solares dieciséis, quince y catorce de la manzana número 9 del Reparto Alturas de Arroyo Apolo .

A principios de 1913 el Sr. Maribona solicita licencia de construcción para una “casa de madera y cubierta de papel del conocido por fibra volcánico, con portal en todo su alrededor... marcada con el número sesenta y cinco, nombrada Villa Esther. Ësta termina de construirse en el año 1914 .

No se sabe si por encargo o por selección propia, el señor Maribona hizo construir esta casa muy singular, de un estilo ecléctico que iba desde el techo con marcada influencia oriental, los aleros que rodeaban la casa formados por exquisitas filigranas en madera, las balaustradas de los portales en madera torneada, las paredes interiores del portal pintadas imitando ladrillos color marrón. El interior de la casa, de 11 habitaciones, estaba inusualmente empapelado.

Las cercas que delimitaban la propiedad estaban constituidas por muros formados por piezas art nouveau de artesanos catalanes, sobre los capiteles de las 2 columnas principales de la entrada, sendos bustos de mujer y en los capiteles de las columnas restantes, copas y adornos en circunferencia de estilo clásico; la verja de la entrada y las rejas sobre los muros forjadas a la usanza imperante en la primera década del siglo XX.

Su pavimentada vereda que iba desde la verja de entrada hasta el portal del frente estaba bordeada de canteros con floridos rosales. En una palabra, así como se contaba en la época, la casa era un verdadero capricho ideado para acoger al feliz matrimonio de la joven Esther, el cual nunca se realizó por razones desconocidas para nosotros. En 1914 el Sr. Maribona vende al Sr. Víctor Álvarez del Busto la casa y el terreno.

En el año 1917 el matrimonio formado por el patriota Juan Gualberto Gómez Ferrer y la andaluza Manuela Benítez Mariscal de tránsito por la carretera Habana - Managua, distante del centro urbano de la capital, quedan impresionados por la hermosura de una casa pintoresca y deciden comprarla a su dueño el Sr. Víctor Álvarez del Busto. Su precio de compra fue de 4 000 pesos pagaderos en 1 000 al momento de la transacción y el resto de 3 000 en dos plazos validados por hipoteca sobre el propio terreno. Fue así como de Villa Esther pasó a ser Villa Manuela que tomó su nombre en honor a su nueva dueña.

La presencia de Juan Gualberto Gómez en Villa Manuela

Esta morada significaría para Juan Gualberto y su esposa Manuela - en un principio- sitio de descanso donde acudir en temporadas más o menos breves: pero después, él la acomodaría a sus intereses de periodista y hombre público y ella para materializar sus gustos de andaluza por la naturaleza.

Así transcurrieron los primeros años, de siembra por parte de la pareja de toda suerte de árboles frutales y de otro tipo, al punto que alguien les comentó un día el aspecto de bosque que adquiría el sitio, a lo cual le respondió Juan Gualberto que justamente eso era lo que se querían

Esta morada significaría para Juan Gualberto y su esposa Manuela - en un principio- sitio de descanso donde acudir en temporadas más o menos breves: pero después, él la acomodaría a sus intereses de periodista y hombre público y ella para materializar sus gustos de andaluza por la naturaleza.

Así transcurrieron los primeros años, de siembra por parte de la pareja de toda suerte de árboles frutales y de otro tipo, al punto que alguien les comentó un día el aspecto de bosque que adquiría el sitio, a lo cual le respondió Juan Gualberto que justamente eso era lo que se quería.

El matrimonio vivió en la casa de Lealtad 106 desde 1905 hasta 1932 , y no la abandonaron al comprar Villa Manuela pues en ella radicaba su radio de acción. Manuela, después de tantos años de permanencia en el lugar, no podía prescindir de su entorno doméstico formado por sus canarios, sus objetos, su reata, sus plantas de olor, todo su mundo familiar y de amistades. Nunca logró superar esa atadura y no fueron muy prolongadas sus estancias en la casa de la Calzada de Managua.

Juan Gualberto, en cambio, permanecía por tiempos más prolongados dirigiendo las adaptaciones de la vivienda, que ejecutaba Domingo Encinoso de Abreu, carpintero, ex esclavo - cuya historia es capítulo aparte- y donde también intervenía Leonardo Ibáñez, su yerno, casado con su hija Juanita. En las ausencias de Juan Gualberto, la casa quedaba al cuidado de su hija Juanita y de su esposo, así como de Valeriana, una isleña que fungía de sirvienta-ama de llaves-dama de compañía, y de Lucas Evangelista Junco, descendiente de esclavos y mambí que Leonardo trajo de Cienfuegos luego de su boda con Juanita. Estas personas, y muchas otras que auxiliaban en las labores domésticas por temporadas, eran los custodios de Villa Manuela.

En los primeros tiempos después de la compra, el objetivo primordial era reforestar aquellos espacios que rodeaban la casa, en una superficie de 40 X 40 metros. Juan Gualberto adquiría posturas escogidas de árboles frutales y algunas de las plantas en tiestos que Manuela tenía en su reata de Lealtad 106 pasaron a la nueva morada.

Así, en pocos años, aquellos patios desolados se fueron poblando de lujuriosos tonos de verde y sus habitantes y visitantes amigos comenzaron a disfrutar de las frutas de Villa Manuela: mangos macho, toledo, manzano, mangas amarillas y blancas, de seda; mameyes, zapotes, ciruelas, guanábanas, chirimoyas, caimitos morados y blancos, aguacate morado y verde, guayabas del Perú, toronja rosada, anón, mamey de Santo Domingo.

Segunda etapa de 1922 a 1927

En una segunda etapa, entre 1922 y 1927, Juan Gualberto emprende la construcción de los cuatro pabellones exteriores en madera que constituirían dos bibliotecas, una pequeña habitación contigua y otro aposento auxiliar después convertido en garaje para guardar el auto que le alquilaba de vez en cuando y en la década del 30 para guardar el Roll Royce de Leonardo, el esposo de Juanita. Por las paredes de las bibliotecas, de puntal alto, se desplazaba la escalera rodante por sus altos anaqueles. Este era el lugar de presencia más asidua de Juan Gualberto, quien acostumbraba a trabajar allí hasta altas horas de la noche, muchas veces acompañado de su hija Juanita.

Por su parte, las bibliotecas no fueron ajenas a la presencia infantil pues Juan Gualberto permitía a sus nietos, que revolotearan de vez en cuando por la estancia, sin hacer muchos estragos, “pues los niños –decía- tienen que acostumbrarse a estar en contacto con los libros”. También alguna vez, en Día de Reyes, sus rincones sirvieron de escondrijo de juguetes que “trajeron los Reyes Magos a los niños que se portaron bien'’ y que luego descubrían discretamente guiados por el abuelo. Él disfrutaba tanto de esos momentos que Manuela decía: “Juan parece más muchacho que los propios niños”

De esa época es la construcción de la cisterna para depósito de agua potable que traía el pipero Quintana en su enorme carro pipa tirado por dos mulas, pues no fue hasta 1953 que el reparto contó con el servicio público de agua potable corriente y alcantarillado. Para facilitar el paso desde la casa hasta los pabellones del fondo y la entrada de la pipa de agua, se cementaron algunos pequeños espacios abiertos contiguos al fondo de la casa para esparcimiento de niños y apéndice de la cocina; se trazaron canteros en torno a los árboles más próximos, se hicieron caminos cementados, una vereda con contenes desde la puerta del garaje con acceso a la carretera de [[Managua; se mejoró el tendido eléctrico de casa y bibliotecas, y se instaló el teléfono.

Tercera etapa de 1927 a 1933

En esta etapa se mejoraron o concluyeron algunos de los trabajos emprendidos anteriormente; se acometió la construcción en mampostería de una biblioteca, contigua a las de madera y se instaló un tanque alto para agua (que no duraría mucho pues se desplomó debido al peso excesivo sobre el precario techo del aposento en mampostería).

El agua fluía hacia la casa desde este enorme tanque de hierro el cual recibía el agua de la cisterna por impulso de un motor para nutrir la red hidráulica de la casa por ley de gravedad hasta que su peso dañara techo y paredes de la biblioteca de mampostería.

La carretera de Managua, ceñida a ambos lados por frondosos algarrobos supo también de la presencia de Juan Gualberto en Villa Manuela cuando la rivalidad entre la advenediza ruta ‘Modelo’ y la legendaria Ruta 4 , entonces ruta Esperanza-Mantilla. Ésta contó con su apoyo y solidaridad quien convocara a vecinos y correligionarios para que utilizaran sólo el primer medio de transporte que circuló en Arroyo Apolo.

En 1927 fue creada la Unión Nacionalista , que agrupaba a hombres de todos los partidos para librar batalla contra las pretensiones machadistas de modificación de la Constitución de 1901 , y así legalizar la prórroga de poderes a su favor. Su primer Manifiesto “Al País” fechado el 26 de marzo de 1927, fue redactado íntegramente por Juan Gualberto Gómez y las bibliotecas de Villa Manuela fueron testigo de ello.

En su libro Un gran olvidado Sergio Aguirre señala en su página 185 que Juan Gualberto, al igual que Enrique José Varona y Manuel Sanguily no aceptó la pensión perpetua del Estado con grado de brigadier del Ejército Libertador de 12,000 pesos que en su carácter de Veterano de la Guerra de Independencia le correspondía. En su lecho de enfermo, Gerardo Machado encomienda a Octavio Zubizarreta, compañero de prisión de Juan Gualberto en Ceuta , de llevarle de regalo 2,000 pesos con el propósito de granjearse su confianza, los cuales fueron rechazados por éste no obstante su precaria situación económica.

Otros documentos como la exposición presentada al Senado el 11 de abril de 1927 , el Manifiesto dirigido Al Pueblo del 26 de abril de 1930 y muchos otros más publicados en hojas sueltas y sin pie de imprenta por temor a la represión, también fueron gestados en Villa Manuela, donde en nota del Diario de Información conservado en el archivo familiar se consigna que el 4 de diciembre de 1932 se efectuó una reunión en Villa Manuela de los principales directores de la Unión Nacionalista con los coroneles Mendieta, Hevia, Cosme de la Torriente, Roberto y Alfredo Méndez Peñate y Juan Gualberto Gómez.

Ese mismo año de 1932, pero el 25 de marzo, su esposa, Doña Manuela, fallece en su casa de Lealtad 106 y Juan Gualberto, hombre sin fortuna y que carecía casi de lo indispensable para sostenerse él y su casa, decide cerrar su morada de Lealtad 106 y trasladarse definitivamente a Villa Manuela, donde podría contar más de cerca con el apoyo de familiares y amigos, ya en esa época aquejado de Asistolia .

Su última foto, tomada en instantánea ya enfermo, de pie, en camisa informal de ropa de casa con su inseparable tabaco en una mano y en la otra El Heraldo de Cuba , diario que sirvió de tribuna en su polémica con Orestes Ferrara, otrora su correligionario y entonces portavoz machadista. No poco disgusto le causó esta foto, tomada en instantánea por el fotógrafo y amigo Generoso Funcasta , años más tarde Premio Nacional de fotografía, “pues no estaba vestido adecuadamente”.

De esa etapa queda el testimonio de su hija Juanita, quien notó como su padre revisaba papeles de su biblioteca y tras leerlos, los apilaba y luego los quemaba..., más tarde se sabría de qué se trataba. Su padre reuniría posteriormente a sus hijas y les diría que si después de su muerte quedaba entre sus papeles alguno que pudiera mancillar el buen nombre de alguno de los grandes de la Patria, estaban en el deber de destruirlo inmediatamente. ¡Y así se hizo!

El 24 de febrero de 1933 , ocho días antes de su muerte, en el asta situada en su jardín, Juan Gualberto izó la bandera cubana que tradicionalmente se izaba en la casa en fechas significativas. Allí se encontraba una amiga querida de la familia y particularmente devota de los principios de Don Juan, la joven María Antonia Funcasta, sobrina del fotógrafo y amigo Generoso Funcasta. Ayudado por la joven, subió a un banco bajo y con su auxilio, izó la bandera. Luego le dijo: “Mírala bien, a ésta hay que defenderla hasta con la propia sangre”. Por largos años esas palabras se mantuvieron vivas en la memoria de María Antonia.

Días y noches en vela, constante entra y sale en Villa Manuela: su médico de cabecera el Dr. Aníbal Herrera -quien le había diagnosticado su padecimiento de asistolia en un encuentro fortuito en la Casa Wilson de la calle Obispo-, sus otros dos médicos, el Dr. Castillo y el Dr. Iduate, las visitas constantes de sus hijas y sus esposos: Manuela Bichelé, Alejandrina, María Ana, su hijo Vicente, sus nietos y nietas, la atención permanente de Juanita en compañía de su esposo Leonardo, en fin, todo aquel vinculado a Juan Gualberto por algún motivo.

Muerte de Juan Gualberto Gómez en Villa Manuela

El 5 de marzo de 1933 , pasadas las seis y cuarto de la mañana murió Juan Gualberto Gómez en Villa Manuela, y allí mismo se tendió su cadáver. La biblioteca interior sirvió de cámara mortuoria. El féretro, entre cuatro cirios, estaba cubierto por la bandera cubana, al frente un crucifijo de pie y el conjunto reposando sobre una alfombra persa que se conserva. La primera guardia de honor fue por su hijo Vicente y sus yernos Leonardo, Plácido y Rafael.

Un emisario del presidente presentó a los dolientes la invitación de Machado para que Juan Gualberto fuera velado en el Capitolio Nacional y brindarle los honores oficiales, lo que no fue aceptado por sus hijas, conocedoras de las firmes convicciones antimachadistas de su padre.

La primera habitación de la casa fue convertida en despacho, y el cuarto contiguo al garaje, transformado en la biblioteca, donde estuvieron la mayor parte de los libros del patriota, hasta 1944 . En Villa Manuelita se reunían con frecuencia los directivos de la Unión Nacionalista y otros opositores al gobierno de Gerardo Machado.

Juan Gualberto Ibáñez Gómez nieto del patriota, apunta: «Mi abuelo adquirió la casa cuando ya tenía 63 años. Aquí vivió hasta su muerte en 1933; pero lejos de ser un lugar para el retiro espiritual como muchos pensaban, Villa Manuela se convirtió en un núcleo donde prosiguió las luchas por la independencia y la consagración al periodismo».

La ceiba del Parque de la Fraternidad en Villa Manuela

Manuela trajo de Lealtad 106 sembrada en un barril una mata de ceiba que le había regalado Hortensia Manfredy, maestra pública de Guanabacoa.

De visita a la casa, Carlos Miguel de Céspedes , Secretario de Obras Públicas, del gobierno de Machado, pidió se le cediera la joven ceiba para la inauguración de la VI Conferencia Internacional Americana de 1928 donde, en ceremonia solemne, sería plantada en el Parque de la Fraternidad y regada con la tierra y el agua de las 21 repúblicas americanas.

Aunque en un principio la pareja había accedido a la petición, fue tanto la demora en pasar a recogerla en su tiesto, que Manuela se valió de un amanuense y la plantó en su traspatio, “mi Juan –le dijo- se corría el peligro de que se secara si se demoraba el trasplante”, argumentó Manuela para justificar su decisión.

Y la ceiba que debió haber sido sembrada en el Parque de la Fraternidad, sigue en pie, en el patio de Villa manuelita.

En Villa Manuelita vive hoy Mercedes Ibarra Ibáñez biznieta del patriota Juan Gualberto Gómez y Manuela Benítez.

Fuente

  • CABRERA, PAUSIDES Y ALBERTO RIESGO. Villa Manuela. Luces en las afueras. –En Tribuna de La Habana. –La Habana, 5 DIC. 2004.
  • Padura Fuentes, Leonardo. El viaje más largo. Ciudad de La Habana: Ediciones Unión, 1994.
  • Testimonio de Mercedes Ibarra Ibáñez, La Habana julio del 2012.