Wamba

Wamba
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Rey de los Visigodos
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Reinado 672 hasta el 680
Nacimiento 646
Fallecimiento 688
Predecesor Recesvinto
Sucesor Ervigio

Wamba. Rey de la España visigoda. Fue el último rey que dio esplendor a los visigodos. Con su muerte comienza la decadencia. Asistió a varios concilios de Toledo. Su política interior se caracterizó por un intento de reforzar el poder de la corona en contra de los nobles y el clero; por ello dictó nuevas leyes y modificó otras del Liber Iudicorum.

Síntesis Biografica

Con la muerte de Recesvinto, fue electo a Wamba como rey, ya que era la única persona capaz de encarar los problemas del reino con la energía necesaria. Negándose éste a aceptar la corona a causa de su avanzada edad, un oficial del palacio le amenazó con la espada, diciendo que sólo saldría de la sala en que se encontraba, o hecho rey, o bien muerto. En tales circustancias, Wamba aceptó la corona y fue ungido por el obispo Quirico en Toledo, el 19 de septiembre del año 672.

Reinado

Su reinado no fue fácil pues lo pasó casi enteramente sofocando las luchas internas de la nobleza contra la monarquía, los nobles entre sí, los católicos contra los arrianos y la población hispano romana contra los visigodos. Además tuvo que sofocar una rebelión de los vascos y en el 672 tuvo que enfrentarse a un nuevo y desconocido peligro: la invasión del pueblo árabe en el norte de África, que desde allí hicieron una intentona de pasar a la península por Algeciras, acción militar que supieron rechazar las tropas visigodas.

Conquistas

En la región de Septimania en la Galia (al sureste de la actual Francia), en el año 673 tuvo lugar una revuelta de algunos nobles visigodos encabezada por Hilderico, gobernador de Nimes, que se había proclamado rey. Estaba apoyado por Gunhildo, obispo de Maguelona; los ejércitos por él reunidos y un numeroso grupo de judíos, que estaban descontentos por las medidas antisemíticas que se habían llevado a cabo con anterioridad, aprovecharon la ocasión para tomar las armas contra sus opresores. La cruel conducta tomada por Hilderico motivó las protestas de Gunhildo, que fue encerrado y sustituido por Ranimero al frente de la diócesis. Wamba mandó sofocar la rebelión en la Galia al astuto general de origen griego Pablo, el cual, nada más llegar a Nimes, convenció a sus propios oficiales de que se rebelaran contra el anciano e incapaz rey. Los rebeldes de Hilderico hicieron causa común con Pablo, que fue aclamado como rey por sus oficiales y coronado en la iglesia de Gerona.

Wamba, que estaba combatiendo una insurrección de los vascones, después de conseguir su sometimiento se dirigió con todos sus ejércitos hacia Narbona; en pocos días rindió casi todas las plazas fuertes, quedando por último Nimes, donde se había refugiado Pablo. Esta ciudad fue vencida después de un sangriento asalto el 3 de septiembre de 673.

Restablecida la paz y asegurado el gobierno de la Galia, Wamba volvió a Toledo, donde entró triunfalmente, a la usanza de los césares romanos, seguido por los prisioneros sublevados con la cabeza rapada y los pies descalzos, y entre ellos Pablo, vestido como un rey de burla. Estos sucesos dieron lugar a que Wamba reorganizara su ejército proclamando una ley que obligaba a los nobles y eclesiásticos (bajo pena de muerte, confiscación de bienes y exilio) a acudir con las tropas en caso de invasión o rebelión. Fue la llamada Ley militar, que suavizaría bastante su sucesor Ervigio.

Según la tradición, el rey Wamba, después de derrotar la rebelión de Narbona, trajo desde allí las reliquias del mártir san Antolín, príncipe visigodo ejecutado en Toulouse a fines del siglo V. Se depositaron en lo que después fue la cripta de San Antolín de la catedral de Palencia.

Durante su reinado hubo un intento serio de desembarco de tropas árabes en el sur; Wamba hizo fracasar la intentona, hundiendo 270 barcos de la flota invasora.

Fallecimiento

El 14 de octubre del año 680, Wamba sufrió una afección que le dejó inconsciente. El obispo Julián de Toledo le hizo partícipe de la penitencia pública que recibían las personas que estaban en trance de morir, le fue afeitada la cabeza y se le vistió de monje, y se hizo sobre su cuerpo con ceniza, la señal de la cruz, como era costumbre de la época, según la cual los que exhalaban el último suspiro en esta disposición obtenían la gracia en la otra vida.

Pasadas veinticuatro horas, Wamba recuperó el conocimiento y, al comprender lo sucedido, reconoció que, según el derecho godo, que impedía reinar a los que hubiesen vestido hábito, debía renunciar al trono, dejando la corona a Ervigio. Se piensa que esta estratagema para alejarle del poder sin causarle la muerte estuvo planeada por Julián, obispo de Toledo e historiador de la primera parte del reinado de Wamba, y por el propio Ervigio, que habría sido quien le suministró el brebaje.

Ervigio fue ungido como rey en Toledo, y Wamba se retiró a un monasterio para el resto de sus días. A su muerte, su cuerpo fue enterrado en la puerta de la iglesia de Pampliega.

Fuentes