Western


Western (cine)
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Concepto:Género cinematográfico típico del cine estadounidense que se ambienta en el viejo Oeste estadounidense.

Western. Género cinematográfico originario de EE.UU que narra la vida en los estados fronterizos del país en la segunda mitad del siglo XIX.

Origen

El padre del western cinematográfico fue Edwin S. Porter, quien, en 1903 realizó “Asalto y robo de un tren”. En 1903, estrena “Asalto y robo de un tren” (The great train robbery), película que inició el género del western. Puede ser considerada como la primera obra importante, con argumento de ficción, del cine americano.

La película emplea de forma algo rudimentaria el montaje paralelo y aunque la acción suele transcurrir de cara al espectador, se observa un uso narrativo de la profundidad. Su última escena, un primer plano de un pistolero disparando sus armas hacia el espectador, causó una impresión parecida a la que pudo hacer en su día el tren de los hermanos Lumiére. La película fue un gran éxito.

Etimología

La palabra western, originariamente un adjetivo derivado de west («oeste», en inglés), se sustantivó para hacer referencia fundamentalmente a obras cinematográficas, aunque también existen en la literatura (novela del Oeste). En castellano, western es un anglicismo aceptado por el Diccionario de la Real Academia Española y aunque el término esté aceptado la Real Academia lo escribe todavía en cursiva, como se hace con todo extranjerismo. Las traducciones más habituales son película del Oeste y película de vaqueros.

Género cinematográfico

El western ha sido usado a menudo por el cine estadounidense para escribir la épica de su propio país, una narración legendaria del proceso de fundación de los Estados Unidos protagonizada por héroes que encarnan algunos de los valores más arraigados de su cultura, siempre bajo la inspiración del destino manifiesto y con una iconografía característica (sombrero tejano, pistolas, chalecos, caballos, desierto, ciudades-calle, saloon, ranchos, diligencias, indios...).

Dentro del western es habitual diferenciar diversas tendencias o subgéneros, tales como el llamado western crepuscular o "revisionista" (Arthur Penn y Pequeño gran hombre; Sam Peckinpah y Mayor Dundee; Clint Eastwood y Unforgiven o Lawrence Kasdan y Silverado), el spaghetti western, cuyo más señalado director fue Sergio Leone (El bueno, el feo y el malo, Once Upon a Time in the West, etc.) o el chili western realizado en México en locaciones de Durango y Zacatecas.

Algunos directores y actores se especializaron en el género hasta el punto de convertirse en iconos modernos de este tipo de cine, como por ejemplo John Ford, Randolph Scott o John Wayne.

Temas típicos del western

En la película El hombre que mató a Liberty Balance (1962), dirigida por John Ford, el editor alcohólico del periódico Shinbone Star esboza en pocas frases la historia del Oeste americano, desde sus principios con el hacha de guerra, el arco y las flechas hasta la época de los pioneros, los granjeros y la ley de las pistolas. Ahora, la ciudad quiere protección para sus granjas, escuelas para sus niños y el progreso con el ferrocarril y las carreteras.

Prácticamente todos los westerns, desde los primeros como The Great Train Robbery (1903), de Edwin S. Porter, hasta los más recientes como Bailando con lobos (1990), dirigida por Kevin Costner, y Sin perdón (1992), dirigida por Clint Eastwood, han tratado esta temática y examinado la historia estadounidense a la luz de las actitudes actuales, ofreciendo una mezcla de hechos reales, mitología y confirmación de valores básicos.

La mayor preocupación de los westerns es la conquista de los territorios americanos. Las películas como La caravana de Oregón (1923), de James Cruze, y “Caravana de paz” (1950), de Ford, destacan el espíritu de los pioneros que intentaban encontrar una nueva tierra y una nueva vida. “El caballo de hierro” (1924), dirigida por Ford, ambientada en una época posterior, examina cómo la aparición del ferrocarril abre nuevos horizontes en un país en desarrollo. Uno de los primeros ejemplos del cine sonoro es “Cimarrón” (1931), dirigida por Wesley Ruggles, adaptación de la novela de Edna Ferber, primer western que obtuvo un Oscar a la mejor película.

A pesar de que este tipo de escenas ya había sido rodado con anterioridad, especialmente en “El hijo de la pradera” (1925), de W. S. Hart, la secuencia de la carrera de diligencias y caballos a través de los grandes espacios abiertos de Oklahoma para conseguir un terreno donde establecerse, sigue siendo una de las más memorables, desde el punto de vista visual, de la historia del western. La agilidad narrativa, que enlaza generaciones y paisaje (una de las principales características de la novela popular americana de autoexamen), vuelve a hacerse patente en películas como “Unión Pacífico” (1939), con Barbara Stanwyck y Joel McCrea, en un relato típico de Cecil B. De Mille sobre la construcción del ferrocarril. El aspecto mitológico de la película queda reforzado por la introducción de elementos verídicos, ya que la compañía de ferrocarril Union Pacific proporcionó documentos originales y ayudó en las investigaciones.

Variaciones

Las posibilidades y la flexibilidad del género western han producido numerosos subgéneros y parodias, pero también ha servido como vehículo para el análisis social y político. Aunque algunas películas mediocres han estado destinadas a audiencias de segunda clase, otras han reflejado los debates internos de Estados Unidos sobre sus valores y su moral. Algunos temas políticos, como el periodo McCarthy o la guerra de Vietnam, han sido frecuentemente llevados a la pantalla. Carl Foreman, guionista del primer ‘western adulto’ Solo ante el peligro (1952), dirigida por Fred Zinnemann, califica este relato de alegoría política.

La revista Variety en un comentario sobre “Soldado azul” (1970) afirmaba que “era obvio que el director, Ralph Nelson, intentaba relacionar este incidente histórico con eventos de mayor actualidad”. Con frecuencia, dentro del género se aprecia otro tipo de debates. Así, por ejemplo, la película “Cazador de forajidos” (1957), de Anthony Mann, presenta algunas similitudes con “Solo ante el peligro”: una comunidad nombra sheriff a un personaje débil e inexperto (Anthony Perkins), esto da lugar a que el matón de la localidad pronto se tome la justicia por su cuenta.

Igual que en “Solo ante el peligro”, los ciudadanos honestos no desean involucrarse en este asunto. Solamente un extranjero, un antiguo sheriff experimentado (Henry Fonda), reconoce el peligro de esta situación y ayuda al sheriff actual para que aprenda a imponer su autoridad. “Cazador de forajidos” muestra cómo un western, aparentemente convencional, puede dar lugar a un debate más amplio, ya que el problema del racismo, eje de la película, es el que motiva la mayor parte de su acción.

Anthony Mann describió el western como “una forma primitiva” que no se ajusta a la regla; según él, “es leyenda y la leyenda produce el mejor cine...”. Afirmaba que su estructura se acercaba a la de la tragedia griega y calificaba a su narración heroica “El Cid” (1961) como ‘un western español’ y a “La caída del Imperio romano” (1964) como ‘algo más que eso’. La temática puede llegar a influir a otros géneros, como en el caso de “Gigante” (1956, George Stevens), “Las uvas de la ira” (1940, John Ford) o incluso “El cazador” (1978, Michael Cimino), que están imbuidas de su sentimiento característico. Otras películas como “Pursued” (1947), dirigida por Raoul Walsh, Johnny “Guitar” (1954), dirigida por Nicholas Ray, y “El rostro impenetrable” (1961), dirigida por Marlon Brando, con sus sombrías caracterizaciones y su atmósfera depresiva, son dignas de psicoanálisis.

Evolución general

Algunos directores y actores han estado muy asociados al western. En la época del cine mudo sobresalieron ‘Bronco Bill’ Anderson, Tom Mix, Tim McCoy, Hoot Gibson, Buck Jones y Ken Maynard, aunque el más destacado de entre ellos, William S. Hart, utilizó menos revólveres y más caracterizaciones y detalles realistas en sus historias. Sus largometrajes, como “Hell’s Hinges”, “La mujer que mintió” (ambos de 1916) y “The Toll Gate” (1920), ejercieron una gran influencia en la evolución de este género. A finales de la época muda la carrera de todos ellos se encontraba en pleno declive.

El primer western importante del cine sonoro, “En el viejo Arizona” (1929), dirigido por Raoul Walsh e Irving Cummings, rompió la barrera entre realismo y fantasía. Por un lado, se destacaba el realismo a través de su ambiente y la cuidadosa utilización de efectos sonoros: el fuego crepitaba, el viento ululaba y se conseguía un espacio virtual tridimensional haciendo que el galopar de los caballos se fuera apagando lentamente a medida que desaparecían en el horizonte. Por otro, Warner Baxter en el papel de Cisco Kid interpretaba ‘al cowboy cantante’, abriendo así el camino a los vaqueros de segunda clase como Gene Autry, Roy Rogers y Tex Ritter, en cuyas películas la guitarra era igual de importante que los revólveres.

El auténtico western sobrevivió tanto al western musical como a las excelentes parodias tipo “Arizona” (1939), dirigida por George Marshall, y “Sillas de montar calientes” (1974), dirigida por Mel Brooks. En la primera, con James Stewart como el sheriff sin revólver, Marlene Dietrich reaparece en una ligera variante de sus anteriores papeles como cantante de salón. En la segunda, un western en el que se emplea un lenguaje especialmente malsonante, se parodia a la Dietrich de Arizona, y la orquesta, normalmente un elemento de la banda sonora, aparece en la pantalla en medio del desierto.

El atractivo comercial de la combinación de espectáculo y mitología quedó confirmado en “Buffalo Bil”l (1936), dirigida por Cecil B. De Mille, con Gary Cooper como Wild Bill Hickok y Jean Arthur como Calamity Jane. De Mille intentó conseguir un escenario refinado, rodado en gran parte dentro de los estudios Paramount, idealizando el tema y entretejiendo los hilos de la narración con gran habilidad. Tras esta película llegó el primer western sonoro de John Ford, “La diligencia” (1939), que consagró a John Wayne como el héroe arquetípico y monosilábico y al Monument Valley como su paisaje natural.

La influencia de John Ford

Los westerns elegiacos de Ford a partir de 1939 consiguen dotar a la acción de caracterización y sentimiento. La problemática de “Pasión de los fuertes” (1946), “La legión invencible” (1949), “Caravana de paz” (1950), “Centauros del desierto” (1956), “Dos cabalgan juntos” (1962) y “El hombre que mató a Liberty Balance” (1962) se centra en el nacimiento de Estados Unidos. La acción pasa a un segundo plano, destacando las relaciones humanas, el desarrollo de las ciudades y un sentido de responsabilidad colectiva.

Las serenas imágenes de “Pasión de los fuertes” no se parecen a las de “Duelo de titanes”; son las de una comunidad que baila en el andamiaje de madera de una iglesia que está siendo erigida o las de un grupo de teatro itinerante que intenta mantener un cierto grado de decoro en una ciudad salvaje en la que sólo un hombre, Doc Holliday (Victor Mature), aprecia sus intentos de interpretar a Shakespeare.

En las películas de Ford lo importante son los pioneros que se quedan después de haberse establecido la ley y el orden, una vez que los héroes y los fuera de la ley han desaparecido. Existe una conciencia de la brutalidad ejercida por los granjeros blancos contra la comunidad india, y con frecuencia las películas se centran en la unión de razas y nacionalidades para formar una nueva nación. La principal fuerza es el darwinismo social, ya que no existe espacio para aquellos que no cumplen los nuevos requisitos de la sociedad. Personajes como el individualista Ethan Edwards en “Centauros del desierto”, con su odio irracional hacia los indios, acaba desapareciendo de la historia de la nación sin descendencia. En “La legión invencible” (1949), película que obtuvo un Oscar por su fotografía, Nathan Brittles (John Wayne) se retira tristemente preguntándose sobre el sentido de su misión de someter al pueblo indio.

Las películas de Ford han sido fuente de inspiración para muchos directores. Howard Hawks se ha centrado especialmente en “Río Rojo” (1948), “Río Bravo” (1959) y “El dorado” (1967) para estudiar la forma en que la lealtad masculina puede dominar un sentimiento de caos. Los héroes de Anthony Mann (interpretados a menudo por James Stewart o Gary Cooper) son con frecuencia seres solitarios obsesionados con una cierta confusión moral. Sus películas “Winchester 73” (1950), “Colorado Jim” (1953), “El hombre de Laramie” (1955) y “El hombre del Oeste” (1958) proponen deliberadamente dilemas shakespearianos. Sus héroes no sólo se cuestionan sus peores sentimientos, sino también los mejores, y la resolución de sus conflictos interiores puede acabar con sus propias vidas. Budd Boetticher, cuyas películas como “Seven Men From Now” (1956), “Buchanan Rides Alone” (1958), “Ride Lonesome” (1959) y “Estación Comanche” (1960), todas con Randolph Scott, analiza el coste de ‘seguir en marcha’, de no aceptar obligaciones sino tener sólo principios, todo ello en un paisaje que a menudo es sólo espacio abierto.

El western típico americano ha muerto repetidas veces; fue enterrado a principios de la época del cine sonoro; desapareció a principios de la década de 1940; volvió a desaparecer tras las películas de Sam Peckinpah “Duelo en la Alta Sierra” (1962) y “Grupo salvaje” (1969), que, envueltas en un ambiente de desilusión y con vaqueros antiguos y agotados interpretados por Randolph Scott, Joel McCrea, William Holden, Warren Oates y Edmond O’Brien, parecían estar escribiendo su epitafio. Sin embargo, el western ha sobrevivido a la maldición del spaghetti western y al desastre comercial de “La puerta del cielo” (1980), dirigida por Michael Cimino, resurgiendo con películas como la canadiense “El zorro gris” (1982), dirigida por Philip Borsos, y otras actuales como “Bailando con lobos” y “Sin perdón”.

Vease también

Fuentes

  • Artículo: Western. Disponible en: Solo free.