Wilfredo Pagés

Wilfredo Pagés Pérez
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NombreWilfredo Pagés Pérez
Nacimiento21 de mayo de 1935
Manzanillo, Granma
Fallecimiento27 de diciembre de 1958
Santiago de Cuba, Cuba

Wilfredo Pagés Pérez. Mártir de la localidad de Manzanillo. Revolucionario cubano, integrante del Movimiento 26 de Julio.

Síntesis Biográfica

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Wilfredo Pagés Pérez nació en esta ciudad de Manzanillo el día 21 de Mayo de 1935. La madre, Rosa Luisa Pérez, honesta y abnegada esposa. Ella sirve aún a la sociedad, trabajando en el sanatorio de esta ciudad. El padre Juan Pagés empleado de una poderosa empresa, fallecido antes del triunfo de la Revolución.

Cursó los estudios primarios en la escuela intermedia Enrique José Varona habiendo obtenido el séptimo grado, ya en otro centro de enseñanza. Contando solo con 14 años de edad, el deseo de ayudar a sus padres para incrementar la economía de su hogar, hizo que dejara los estudios y comenzó a trabajar en un taller de mecánica. Pronto a su inteligencia, su interés y su vocación le llevaron a dominar la difícil técnica, especializándose en tornería con el elogio de sus maestros.

Vida

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Era un joven apuesto, de agradable carácter, atento y caballeroso siendo simpático a cuantos le conocieron. Era sobre todo, hijo y hermano ejemplar, gustaba de los deportes, siendo su distracción favorita la pelota. A todos estos rasgos de su carácter unía una gran modestia, virtud inherente a todo revolucionario cabal. Porque en aquel muchacho afable y cariñoso que adoraba a sus padres y cultivaba con esmero la amistad, era Wilfredo un combatiente ejemplar.

No podía aquella clara mentalidad revolucionaria sustraerse el sentimiento general de repulsar al régimen de corrupción y crimen, prevaleciente y pronto le vemos militando en la ortodoxia.

Al surgir el Movimiento 26 de Julio pasó a esta organización más radical fundado por Fidel Castro Ruz.

En la Sierra Maestra, el Ejército Rebelde y los revolucionarios en la ciudad operan con sus mejores esfuerzos en la gloriosa gesta. Pronto necesitan en la Sierra los servicios de un mecánico, “Wilfredo Pagés” se brinda de manera inmediata, saliendo frecuentemente y regresando a veces a altas horas de la noche, lo que llama la atención de los esbirros de la tiranía.

En el propio hogar ignoraban a donde se dirigía en sus frecuentes salidas, pues en ese aspecto guardaba la más estricta reserva hasta con la autora de sus días, su madre.

Pero los esbirros pudieron conocer por sus confidentes, a donde iba aquel joven, que regresaba tarde y que además de realizar trabajos de mecánica en territorio libre, era portador de mensajes para los revolucionarios que en la ciudad dirigían la lucha clandestina. Ya resultaba imposible ante los esbirros justificar la razón de aquellas salidas. Por otra parte, ardía en deseos de convertirse de una vez en soldado rebelde, de combatir por la libertad y la justicia, con las armas. Y el día 19 de Marzo de 1958 abandonó la tranquilidad de su hogar a su adorable madre y partió hacia la Sierra Maestra a incorporarse a la lucha activa. Pero sus conocimientos su técnica le hacían más necesario en la retaguardia y muy a su pesar es ubicado en el taller de armería del Ejército Rebelde, a las ordenes del entonces capitán Luis Crespo, jefe de la columna # 1 José Martí en el campamento Santo Domingo, sus trabajos siempre fueron admirados.

De Santo Domingo al Naranjo y del Naranjo a la Miel, prestando su eficaz cooperación técnica. Pero ya el Ejército Rebelde libraba batalla tras batalla liberando pueblos cada día y el veía como caían sus compañeros, mientras el estaba lejos de las bajas, el quería pelear, ardía en deseo de participar en la lucha al lado de los que caían.

Última etapa y muerte

Así lo hizo saber a sus jefes y con la aprobación de estos, rebosante de entusiasmo revolucionario, empuña una metralleta y en un Jeep, con un grupo de compañeros, parten al asalto de cuartel de la guardia rural del pueblo de Maffo, en Contramaestre, Santiago de Cuba. Al fin va a escribir su bautismo de fuego, va a combatir.

Entran en combate, la bala de un sicario atraviesa su cuerpo, corre su sangre generosa sus compañeros le creen muerto, pero se incorpora, saca fuerzas de su coraje extraordinario, se yergue con su metralleta y abre fuego contra el enemigo. Una ráfaga de ametralladora segó su vida de combatiente, seguramente su último pensamiento fue para su idolatrada madre y para su más caro ideal, la Revolución y la Patria. Esto sucedió el 27 de Diciembre de 1958, tan sólo a 4 días del triunfo de la Revolución, no pudo disfrutar lo que sucedió el 1ro de Enero de 1959, donde todo el pueblo se lanzó a las calles para gritar con libertad ¡Viva la Revolución!.

Aquel régimen de ignominia y de crimen, contra el cual peleo ejemplarmente Wilfredo, fue derrotado. El día 3 de Enero de 1959 fueron trasladados sus restos a estas ciudad natal, donde el Ejército Rebelde y el pueblo le rindieron los honores a que se hizo acreedor por su fecunda vida y su gloriosa muerte, la Revolución Cubana inclina sus banderas de luchas y de victorias ante su nombre y le fija de manera indeleble entre los héroes eternos de la Patria.

Recordamos unas palabras suyas que dan la dimensión de su firmeza revolucionaria y de su valor, como soldado de la patria. Alarmado por sus frecuentes salidas que realizaba con sorprendente serenidad y audacia, advirtió uno de sus parientes, que no se arriesgara tanto “Wilfredo le miró fíjamente y con entera calma le contestó: “Esta Revolución le hará felices a todos los cubanos y por esa libertad y por esa felicidad hay que pelear y morir si es necesario”.

Palabras y gestos de un hombre ardido por ansias de redención, un hombre en el que alertaba un héroe y los héroes no conciben la libertad personal y la felicidad personal en una patria esclava y “Wilfredo Pagés Pérez” era eso, un héroe.


Fuentes

  • Archivo Histórico de Manzanillo