Álvar Núñez Cabeza de Vaca

Álvar Núnez
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NombreÁlvar Núnez Cabeza de Vaca
Nacimiento1490
Jerez de la Frontera, Cádiz, Bandera de España España
Fallecimiento1560
Sevilla, Bandera de España España

Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Fue el primer hombre blanco que viene a Ojinaga, llegando en 1535 en compañía de otros dos españoles, y un moro, Estebanico, los únicos sobrevivientes de un naufragio frente a las costas de Florida en 1528. Era el segundo al mando en la expedición nefasta de Pánfilo de Narváez, encargada de explorar Florida y reclamar su territorio para España. Su valor, constancia y resignación en los trabajos, así como la humanidad con que trataba a los indios, prueban que tenía tan excelente y bondadoso corazón, como aventajadas dotes de guerrero.

Síntesis biográfica

Nació en Jerez de la Frontera Cádiz hacia 1490, y era nieto Pedro de Vera, a quien los Reyes Católicos, Doña Isabel y Don Fernando, concedieron la conquista de las Islas Canarias, en cuya empresa, que no consiguió llevar a cabo. De adolescente participó en las guerras de Italia.

Tuvo dos hijos. Uno de ellos fué padre de Álvaro, habido con Doña Teresa Cabeza de Vaca, señora de ilustre linaje. En sus primeros años debió emplear en servicio del estado, puesto que ejercía el cargo de tesorero del rey en Sevilla en 1527, cuando se decidió a partir para las Indias con Pánfilo de Narváez, que se dirigía a conquistar la Florida. Partió la expedición, en la cual ejercía los destinos de tesorero y alguacil mayor, del puerto de Sanlúcar de Barrameda el 17 de junio de 1527, y después de haber llegado sin novedad particular a su destino y batido en un primer encuentro a los Indios Apalaches, tuvo tan mala fortuna, que los seiscientos españoles que la componían perecieron, excepto cuatro, que fueron Álvar Nuñez, Alonso del Castillo Maldonado, Andrés Dorantes, y el esclavo negro Esteban de Azamor "Estebanico", quienes debieron el salvar la vida al estado de flaqueza y extenuación en que estaban, por lo cual no los creyeron los indios de provecho para comérselos.

Trayectoria

En 1527 fue miembro de una expedición que tenía por finalidad la búsqueda de oro, integrada por 300 hombres y capitaneada por Pánfilo de Narváez. Dicha expedición llegó a la bahía de Tampa hacia abril de 1528, y de allí se dirigieron por tierra hacia México. Fueron muriendo muchos de los integrantes de este grupo, por lo que se convirtió en jefe de estos conquistadores. En una isla los indígenas los capturaron.

Álvar Núñez en su recorrido por México

Cuando Narváez perdido sus barcos y sus hombres, y luego desapareció, Cabeza de Vaca se hizo cargo del puñado de sobrevivientes, cuyo número se redujo a casi nada por ataques de los indios, el hambre, las enfermedades y accidentes, hasta que sólo los cuatro hombres que finalmente hizo su camino a Ojinaga se quedaron.

Se dedicó en tan lamentable situación a curar las enfermedades de aquellos naturales, en lo cual tuvo tal suerte, que logró captarse el aprecio y respeto de aquellas tribus, que lo miraban, así como á sus compañeros, cual á seres sobrenaturales, pero lo que no admite duda es que con la fama que adquirieron los cuatro españoles, pudieron gozar de completa seguridad y correr la tierra, siendo perfectamente recibidos en todas las tribus, y de una en otra vinieron a parar a San Miguel de Culhuacán, en la costa del mar del Sur, después de una peregrinación de cerca de diez años: de allí pasaron a Méjico, de donde regresó a España.

No conforme con los anteriores adversos sucesos, solicitó y obtuvo del emperador Carlos V la gobernación del Paraguay con título de Adelantado, obligándose a continuar el descubrimiento, conquista y población de aquel territorio. Partió nuevamente de Sanlúcar a 2 de noviembre de 1540 con 700 españoles y un buen número de aventureros hidalgos, y después de haber reconocido el cabo de San Agustín, el puerto de Santa Catalina y la entonces casi desierta Buenos Aires, continuó por tierra su camino, explorando todo el país, y llegando a La Asunción el día 11 de marzo de 1542, tomó inmediatamente posesión de su gobierno.

Procedió al arreglo de la colonia, nombrando su Maestre de Campo a Domingo Martínez de Frala, a quien encargó proseguir los descubrimientos hasta ponerse en comunicación con el Perú: hizo salir una expedición al mando de su sobrino Alonso Riquelme á conquistar la provincia del Ipané, y por último, marchó con otra en persona a explorar el país y buscar minas.

Después de seis años de cautiverio, él y otros tres expedicionarios lograron huir en 1535, y recorrieron el sudoeste estadounidense y norte de México hasta llegar a un poblado a orillas del Río Sinaloa. A su regreso a España en 1537, la corona lo nombró Adelantado Gobernador del Virreinato del Río de la Plata. Entre 1541 y 1542 estuvo al frente de una expedición que recorrió el sur de lo que es hoy Brasil, hasta Asunción. En esta expedición descubrió las Cataratas de Iguazú. En 1544 volvió a España bajo arresto por oponerse al uso de tanta barbarie hacia los indios, allí lo desterraron y enviaron al África, hasta 1556 en que obtuvo el perdón por parte de Felipe II, quien lo nombró presidente del tribunal supremo de Sevilla. Tomó los hábitos y se radicó en un monasterio sevillano.

Desavenencias y prisión

Durante sus viajes tuvo serias desavenencias con los oficiales reales, particularmente con el contador Felipe de Cáceres, hombre inquieto y mal acondicionado, quien estaba al frente de una conspiración dirigida a despojarle del mando. En efecto, no bien regresaron a la Asunción, cuando, aprovechando los conjurados la ocasión de hallarse enfermo en cama, le sorprendieron en su posada.

Resistió a ello, hasta que Jaime Requin, uno de los amotinados, le puso una ballesta armada al pecho, le amenazó con la muerte. Entregó entonces su espada a Francisco de Mendoza; en seguida, asiendo de él, le pusieron un par de grilletes y encerraron en una oscura cuadra de la casa de García de Venegas, juntamente con su sobrino Riquelme, el Alcalde Mayor, Pedro de Estupiñán, y otros capitanes y caballeros a quienes prendieron también, poniéndoles cincuenta soldados de guardia. Apoderados del gobierno, nombraron Capitán general a Domingo de Trala, quien, aunque se excusó cuanto pudo, hubo de ceder a la fuerza, admitiendo el mando para evitar mayores excesos, el 15 de diciembre de 1543.

Sus enemigos formularon el proceso, y terminado éste al cabo de diez meses de sufrir una dura prisión, le embarcaron para España, acompañado del Veedor Alonso Cabrera y el Tesorero García Venegas, encargados de sostener ante el Consejo de Indias la acusación. Llegaron a España después de sesenta días de navegación, y el emperador mandó poner presos a Cabrera y Venegas, de los cuales el primero enloqueció y el segundo murió en la cárcel antes de sentenciarse el proceso, del que salió sentenciado a privación de oficio y a seis años de destierro en Orán con seis lanzas; pero apeló, y fue en revista absuelto. Allí vivió hasta su fallecimiento.

Muerte

Muere en 1560 rehabilitado por Felipe II; gozando del aprecio general, pues ejerció la primacía del Consulado con mucha honra.

Obra

Escribió dos obras, una la relación de su expedición á la Florida, con el título de Naufragios, que se imprimió el año de 1555 en Valladolid, y la segunda los Comentarios de su gobierno, que extendió el escribano Pedro Fernández, y vio la luz pública juntamente con la anterior; libro curiosísimo y en extremo apreciable para conocer el modo de vivir y costumbres de los indios de las tribus salvajes en tiempo de la conquista.

 «Sacra, Cesárea, Católica Majestad: Entre todos los príncipes que ha habido en el mundo, creo que no se podría hallar ninguno a quien hayan procurado los hombres servir con tan verdadera voluntad, con diligencia y deseo tan grandes, como vemos que sirven hoy a Vuestra Majestad...» 

Prólogo del libro "Los Naufragios".

Homenaje

Estatua de bronce de Álvar Núñez

En Ojinaga, se le recuerda por haber plantado la cruz, que es el símbolo por el que se identifica en las pinturas y dibujos de él, en la cumbre de la cercana Sierrita de la Santa Cruz - que se deriva el nombre de la cruz y que actúan.

Cada año en Ojinaga, en el día de la fiesta de la Santa Cruz (La Santa Cruz), en mayo, los bailarines matachines cabo en una ceremonia que probablemente se remonta a la época de su llegada y antes, cuando no era probable una celebración de la vieja religión india que se aprobó en la parafernalia de la religión católica después de la hora de Cabeza de Vaca.

Fuentes