Acueducto de Albear

Revisión del 20:57 1 jun 2019 de Javiermartin jc (discusión | contribuciones) (Texto reemplazado: «<div align="justify">» por «»)
Acueducto de Albear
Información sobre la plantilla
Obra Arquitectónica  |  (Acueducto)
AcueductoAlbear.jpg
Descripción
Tipo:Acueducto
Localización:La Habana
Datos de su construcción
Inicio:1858

Acueducto Albear: Notable obra de ingeniería construida en La Habana en la segunda mitad del siglo XIX, estimada como una de las más sobresalientes de su tiempo a escala mundial, que hoy continúa suministrando alrededor del 15 % del agua requerida por la ciudad. Considerada una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana y poseedora de la condición de Monumento Nacional.

Historia

Por ser Cuba una isla larga y estrecha de aproximadamente 114.000 kilómetros cuadrados de extensión, con ríos poco caudalosos, el abastecimiento de agua constituyó un problema vital desde los inicios de la colonización española. Esta circunstancia fue de gran influencia en el desarrollo de las primeras villas, como puede apreciarse en la fundación de San Cristóbal de La Habana, cuya postrera ubicación de 1519, en la zona occidental de la bahía del mismo nombre, respondió en buena medida a la necesidad de agua.

Durante las primeras décadas, los habitantes de la villa se abastecieron de los pozos de su entorno, favorecidos por las características de un subsuelo rico en aguas subterráneas, y por la escasa profundidad del manto acuífero. Uno de los más nombrados, cuya explotación se inició en 1559, fue el denominado de La Anoria, cuyas aguas, a unos ochocientos metros del puerto, eran abundantes y de buena calidad.

Otras fuentes de agua aprovechadas desde los primeros tiempos fueron las del río Luyanó, que desembocaban en la propia bahía, y las del río La Chorrera (actual Almendares), distante unos diez kilómetros al oeste. El primero era una fuente de escaso caudal y dependiente de las lluvias, cuya composición, muy alta en sales, la hacía poco adecuada para el consumo humano. Las aguas de La Chorrera, de superior calidad, se tomaban del Pozo de la Madama, distante poco más de dos kilómetros de la desembocadura del río, y eran trasladadas en toneles por pequeñas embarcaciones que, partiendo de la bahía, bordeaban el litoral, o mediante tinajas y botijas que a lomo de mulos debían recorrer un camino de difícil tránsito.

Desde 1592, la definitiva capital de Cuba dependió en lo fundamental del suministro de agua a partir de la Zanja Real, canal descubierto de unos diez kilómetros de longitud, y más tarde del Acueducto de Fernando VII, concluido en 1835, que pasaría a formar parte del sistema de acueductos de La Habana colonial. Sin embargo, ni en cantidad ni en calidad esas vías garantizaban el abastecimiento adecuado de una ciudad que, a mediados del siglo XIX, poseía ya una población de 100 000 habitantes.

Así, a solicitud del capitán general de la Isla, el coronel de ingenieros Francisco de Albear y Fernández de Lara presentó, en 1855, una Memoria acerca del Proyecto de conducción a La Habana de las aguas de los manantiales de Vento, que proyectaba un sistema de acueducto de mampostería, cerrado, que conduciría por gravedad las aguas de dichos manantiales hasta su destino final, a una distancia de once kilómetros. En la Memoria, Albear realizó un estudio de los antecedentes y las posibilidades de aprovechamiento de los acueductos anteriores, efectuó un cálculo de la dotación de agua para la ciudad, valoró las dificultades para lograr la obra de captación en Vento y propuso el trazado del canal hasta el depósito.

Atendiendo a la extraordinaria complejidad de la obra y a las dificultades de su ejecución, en el convulso período de la Guerra de los diez años, Albear elaboró y presentó en 1876 dos nuevos documentos: la Memoria del Proyecto de depósito de recepción y de distribución de las obras del Canal de Vento, y la Memoria del Proyecto de la distribución del agua de Vento en La Habana. En la primera valoraba los aspectos relativos a la ubicación, altura, capacidad y dimensiones del depósito, así como otros aspectos tecnológicos; mientras que en la segunda se argumentaban las condiciones requeridas para un buen sistema de distribución, dividido en dos partes (interior y exterior), así como las particularidades y aportes de cada una de ellas.

Archivo:Acueducto1.jpg
Acueducto de Albear

La inauguración del Acueducto de Albear, denominado finalmente así tras la muerte de su artífice el 22 de octubre de 1887, no ocurriría hasta seis años más tarde, el 23 de enero de 1893, en medio de condiciones políticas y económicas sumamente adversas, plagadas de dificultades no sólo topográficas y tecnológicas, sino incluso higiénicas, en momentos en que las llamadas «fiebres de Vento» diezmaban a sus constructores. La etapa final de las obras, a cargo de la firma Runkle, Smith and Co., de Nueva York, y encabezada por el ingeniero Sherman Gould por la parte norteamericana, fue dirigida de acuerdo con los proyectos originales por un discípulo y continuador de Albear, el coronel de ingenieros Joaquín Ruiz. No obstante, su artífice llegó a tener en vida la satisfacción de ver su proyecto premiado con Medalla de Oro en la Exposición Universal de París de 1878, donde se la consideró como una obra maestra de la ingeniería del siglo XIX.

Construcción

Esta monumental construcción de gran precisión técnica está integrada por las obras de captación en los manantiales de Vento, el túnel en el río Almendares, el Canal de Vento, los depósitos de Palatino y el sistema de distribución. El proceso comienza cuando el agua de unos 400 manantiales de Vento, se recoge en una gran taza de cantería, conocida como Taza de Vento. Uno de los lados de esta taza colectora sirve de muro de contención frente a las aguas del Río Almendares durante sus crecidas.

Por debajo del lecho del río se encuentra un túnel con dos conductoras que conectan la taza con el canal, hasta los tanques de distribución de Palatino. Más de 20 torres cilíndricas sirven para el registro e inspección de la obra y la circulación del aire en el conducto, por medio de rejas ventiladoras. Después de su viaje, el agua llega a los tanques de Palatino construidos con el propósito de depositar la cantidad de agua necesaria para el consumo de un día, sin interrupción del servicio. Cada lado tiene su aliviadero a la zanja de desagüe y todas esas operaciones se efectúan por medio de compuertas.

Resultados del Proyecto

Plaza de Albear en honor a Francisco de Albear y Fernández de Lara

En esta obra todo es singular: la precisión técnica, la belleza de sus construcciones civiles, la garantía de un agua sana y la seguridad de su funcionamiento, que no necesita combustible y sólo requiere desinfección mediante cloración. Este proyecto incluye entre sus elementos:

  • El canal de conducción.
  • La red de distribución.
  • Una presa.
  • El paso del río.
  • Obras en la cañada de Vento.
  • El canal de toma y derivación.
  • El depósito de almacenamiento.
  • Su estanque de captación y reunión de los manantiales.
  • Casa y estanque de compuertas y maniobras de los sifones del paso del río.

A más de 100 años de su construcción, el Acueducto de Albear continúa prestando un invaluable servicio a la población de la capital cubana al aportar casi el 20 por ciento del consumo de agua de La Habana.

Fuentes