Dayaniguas


Ensenada de Dayaniguas
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Ubicación Geográfica:Los Palacios, Pinar del Río, Cuba

Ensenada de Dayaniguas zona baja y cenagosa casi abierta al mar, espacio que se enmarca entre la desembocadura del río Bacunagua o Santo Domingo y el río San Diego o Caiguanabo, frente al llamado Golfo de Batabanó. Lugar por donde comenzó el proceso de colonización de nuestro territorio.

Características Geográficas

La Ensenada de Dayaniguas está ubicada al sur del actual municipio Los Palacios, comprendida entre la desembocadura del río San Diego y la punta o Estero de Carraguao, es una ensenada en forma de herradura, con ángulo abierto, muy baja y fangosa visible desde mar adentro, en ellas las aguas turbias tanto del Río San Diego, como del Río Los Palacios en temporadas lluviosas penetran por ambos extremos; los mangles en todas sus variedades, patabanes e infinidades de especies costeras sirven como regulador controlador del reservorio de humedal sureño donde la biodiversidad es palpable.

Conquista y colonización

Cuenta la historia que la india Yaniguá se encontraba en sus quehaceres de recolección y pesca cuando a mediados del siglo XVI, unos hombres invadieron su territorio y comenzaron a transformarlo todo. Unos dicen que fue apresada y sojuzgada. Otros que fue mujer de uno de ellos y tuvo descendientes. Lo cierto es que nadie sabe qué sucedió ciertamente, pero su nombre quedó insertado en la Historia. Los españoles nombraron al sitio con el nombre de Yaniguá, otros con Hayaniguas y los últimos con Dayaniguas. Esteban Pichardo (siglo XIX) planteó que se le llamaba Hayaniguas o Dayaniguas. Hoy los coterráneos la llaman La Yanigua cuando la pronuncian, más escriben Dayaniguas.

El 8 de Enero de 1569 Juan Gutiérrez Manibaldo, solicita el sitio nombrado Dayaniguas o Hayaniguas, según el Prontuario de Mercedes de Rodrigo Bernardo y Estrada; Gutiérrez Manibaldo planteaba que conocía el lugar siete años antes y lo solicitaba para poblar de vacas mansas. El otorgamiento de ese Hato Dayaniguas próximo al mar constituye el primer contacto europeo con la zona, apareciendo como constancia escrita.

En el año 1594 el almirante Cristóbal Colón bordeó nuestras costas y en 1509 Sebastián de Ocampo navegó por esas aguas. Hay criterios y conjeturas que cuando Hernán Cortés zarpó del puerto de Jagua rumbo al poniente desafiando al Gobernador Diego Velázquez penetró río arriba del Caiguanabo y ocultó sus carabelas, en recuerdo a aquel hecho se le nombró al lugar Hernán Cortés.

Al analizar el repartimiento de mercedes de tierra en la llanura centro sur de Vuelta Abajo se comprobó que las primeras otorgadas son las más próximas al mar hasta ocupar tierra adentro y firme pero esa ocupación paulatina tuvo un sitio que es sin dudas La Ensenada de Dayaniguas y rió arriba, el San Diego o Caiguanabo.Los siglos XVII y XVIII fueron los más favorables al desarrollo de Dayaniguas.

Las comunicaciones marítimas

Las comunicaciones marítimas hacia tierra firme perfilaron el camino transversal más importante de la zona conocida desde Dayaniguas hasta las lomas o San Pedro de las Galeras (hoy San Diego de los Baños), múltiples caminos se abrieron paso pero todos iban hacia la ensenada o embarcadero de Cortés. Próximo a este se comenzaron a levantar algunas chozas en terrenos relativamente altos donde el río San Diego hace un ligero recodo, allí desde principios del Siglo XVII era lugar obligado a todo transeúnte, en la propia medida que las haciendas prosperaban la salida al mar, era más necesaria y recurrente.

Presencia de Corsarios y Piratas

En las últimas décadas del siglo XVII en Dayaniguas era frecuente la presencia de corsarios y piratas que atraídos por el contrabando fundamentalmente de pieles y cebo, incursionaban en la zona; base de refugio y asecho eran los números esteros desde Punta del Gato, Carraguao, y Bacunagua entre otros.

Las patentes de corzo expedidas a los hermanos Juan y Blas Miguel en 15 de octubre de 1681 por el oidor de la audiencia de México, Juan de Aréchaga, tenían un interés marcado para preservar las costas pinareñas pues su padre era dueño de grandes extensiones de tierra y ganado en el territorio que hoy ocupa el municipio Los Palacios y otros colindantes; Juan era hermano de las muchachas que fundaron el Convento de Santa Catalina de Sena y las mismas que posibilitaron la tierra para que se fundase el Curato del Ciego a partir de 1705 y que después en 1760 se fundara el pueblo de Los Palacios.

El comercio

Desde principios del Siglo XIX la posibilidad de contar en el territorio con una salida al mar permitió la interrelación con todas las zonas vecinas. El incremento de las vegas de tabaco, el paulatino cultivo del café fundamentalmente en la Zona de Candelaria, las plantaciones cañeras y la fama de los Baños de San Diego hacen que el embarcadero de Dayaniguas, Cortés y Hato Las Vegas se fusionen como centros de exportación e importación en la navegación de cabotaje. Fue así que la compañía naviera del sur Bustamante y Cagigal se interesa hacia 1841 para realizar frecuentes viajes de Batabanó a Dayaniguas que continuaban hacia La Coloma, Punta de Carta y Bailén, este itinerario era seguido de igual manera durante el regreso facilitando intercambios mutuos de mercaderías entre las zonas, también un flujo de exportación de las riquezas; miles de pieles y toneladas de cebo salían hacia La Habana, por otra parte; lencería, vajillas, cristalería y gran cantidad de objetos eran transportados hacia tierra adentro pinareña.

Compañías navieras

La compañía naviera Bustamante y Cagigal amplió su interés en la zona y mandó a construir un muelle de 300 varas en la propia ensenada que facilitara el manejo de la mercancía, construyó grandes almacenes y facilitó otros en el embarcadero de Cortés en el margen del río Caiguanabo.

En 1841 el vapor Sirena visitó la Ensenada de Dayaniguas y en 1842 Don José Bustamante abría la barra del río San Diego y oficializa el embarcadero de Cortés, mandó a construir el Camino Real de Cortés a Santa Mónica y mejorar el ya existente. En 1843 Don José Antonio Aispurúa construyó grandes almacenes en Dayaniguas y un mejor puente flotante en el embarcadero.

Turismo de salud

Los famosos baños de San Diego eran visitados por ilustres familias habaneras, extranjeros, viajeros de toda índole. Un marcado interés económico hizo que se construyeran importantes Hoteles como el Hotel Bustamante de la propia compañía, Hotel Cabarruy y el Hotel Soto entre otros a mediados del siglo XIX. Paso Real de San Diego, asentamiento este perteneciente a Don Diego de Sayas servía de intersección entre el camino Carretero Central a la Vuelta Abajo y el camino del embarcadero a San Diego de los Baños, todo cuanto se movía en la zona proveniente de cualquier lugar de la Isla o del extranjero era obligado transportarlo por Dayaniguas.

El gobierno colonial no estaba ajeno a esos intereses pues las aguas del río San Diego rivalizaban con las mejores del mundo, nombró un teniente alcalde de mar con residencia en Paso Real de San Diego y se comenzó a construir el Balneario de San Diego de los Baños oficialmente con edificio público.

El constante fluir de bergantines era aspecto cotidiano. Batabanó, Trinidad y puntos más distantes permitían el comercio de Sal, losas, café, lencería etc., que facilitaba que los costos se redujeran a la mitad del valor de aquellos que se conducían por tierra, pues las comarcas de Consolación del Sur, Consolación del Norte (hoy La Palma), Los Palacios, Paso Real, Santa Cruz, San Cristóbal y otros requerían de múltiples productos más los suministros constantes a San Diego de los Baños que tenía demandas altas en temporadas veraniegas.

Desarrollo económico y social

La comunicación marítima en Dayaniguas con un punto al norte de sobremanera atrayente como era San Diego de los Baños, propició que el poblado intermedio de Paso Real de San Diego prosperara rápidamente, pues, en el propio año 1838 el caserío tenía 10 tiendas mixtas, 4 panaderías, 2 fondas y posadas, billar y café, 1 botica, una pulpería, una taberna, así como un sin número de volantas, quitrines, carretas, carretones dedicadas tanto al comercio como al tráfico de viajeros. En esta etapa Don Luis Pedroso y, Don Diego de Zayas, Cirilo Villaverde, Tranquilino Sandalio de Noda y la Casa Fernandina ejercían gran influencia en la zona.

La vía marítima era la más cómoda y segura, las goletas de cabotaje se demoraban, en el recorrido por la zona costera del sur, una semana completa. Desde 1841 existían 3 vapores de hélices en la costa sur, General, Armero y el Veguero se destinaban a viajar tocando embarcaderos desde La Habana por el Norte, doblando el Cabo San Antonio hasta Dayaniguas, quedando así abrazada toda la periferia por líneas de vapores.

El vapor General Concha y las goletas el reemplazo, Constancia y otras era común verlas entrar y salir de Dayaniguas, en la propia medida que aumentaban los bañistas a San Diego según la temporada.

Presencia militar

Una vez entrada la Isla en la guerra por el glorioso grito de La Demajagua, el 10 de Octubre de 1868 en busca de su independencia, el gobierno español fortaleció mucho más su presencia militar en Pinar del Río, numerosas tropas se alimentaban y estrenaban aquí para después operar en las provincias orientales.

Dayaniguas y otros sitios del sur pinareño recibían el flujo constante de soldados españoles, pero estas operaciones que parecían de rutina tenían un trasfondo estratégico militar, pues se encargaban de asegurar al gobierno colonial el apoyo logístico de fuentes de abasto como era la carne, grasa, tabaco y otros productos necesarios para el abastecimiento de La Habana en primer término de las fuerzas que participaban en la guerra.

Decadencia del embarcadero

Es de resaltar la importancia que, entre 1868-1878, significó la Ensenada de Dayaniguas pero el camino de hierro del oeste fue el factor principal de su decadencia. Por real decreto del 5 de octubre de 1858 se había concebido la construcción y explotación del Ferrocarril del Oeste, Empresa ésta que se proyectó y donde Luis Pedroso, propietario de San Diego de Los Baños, hombre de cuantiosa fortuna, invierte parte de su capital en el referido proyecto. Esta Empresa proyectó su construcción en tramos y en ella participaban fuerza de trabajo esclava, jornaleros, culíes chinos y otras que el propio Pedroso facilitaba. El proyecto de las paralelas del oeste que arribó a la Soledad en 1878 fue quien provocó que menguara sus viajes la Naviera Marítima del Sur; pues una compañía asumía de inmediato lo que otra practicaba durante 37 años. Otro de los factores determinantes fue la gran inundación de Vuelta Abajo, entre finales de Septiembre y principios de Octubre de 1895, pues el río San Diego en su desbordamiento provocó la desaparición total de los puentes flotantes del Hato Las Vegas y Cortés y también hizo grandes daños en los almacenes que ya apenas funcionaban al finalizar la guerra de 1898.

En el Siglo XX

Familia Palaceña en Dayaniguas

Dayaniguas, que fuera en un inicio propiedad de Juan Gutierrez Manibaldo, posteriormente pasó a formar parte del patrimonio de los Condes de la Fernandina que lo dedicaron a la cría de ganado. Años después fue adquirido por Mr. Hedges (Estadounidense) quien lo dedicó a la agricultura principalmente al cultivo del algodón y el arroz.

A inicios de 1920, Dayaniguas fue transformándose en lugar veraniego muy frecuentado por los palaceños. Las familias más pudientes poco a poco construyeron allí sus residencias veraniegas, los menos pudientes construyeron humildes casas de madera y guano. Era tal la afluencia de palaceños a la playa Dayaniguas que en los años 1957 y 1958 existía un ómnibus desde Paso Real de San Diego hasta el lugar. Los baños quedaban abiertos tres meses al año.





Después del Triunfo de la Revolución

Vista actual de Dayaniguas

Con el triunfo revolucionario de 1959 la afluencia de personas a la playa Dayaniguas fue en aumento, pues los beneficios de sus aguas y fangos minero-medicinales, al desembocar en ella el río San Diego, fueron reconocidos en todo el país. Desde lo largo y ancho de la isla se han trasladado hasta hoy miles de personas para tratarse enfermedades reumáticas y de la piel.

Reconocidas personalidades del arte cubano de la talla de Miguel Gutierrez y Emilio del Valle hicieron presencia en la playa de los palaceños. Hoy en día importantes empresas del territorio han contribuido con el mejoramiento de la misma construyendo villas de recreación que sirven de estimulación a sus trabajadores en determiandas épocas del año. 



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