Desamortización

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Concepto:Desamortización: boletín oficial de ventas de bienes nacionales

Desamortización. Nombre con el que se conoce el proceso de venta de bienes propiedad de manos muertas, llevado a cabo durante los últimos años del siglo XVIII y todo el XIX, con objeto de conseguir recursos para financiar la deuda pública.

Surgimiento

Nombre con el que se conoce el proceso de venta de bienes propiedad de manos muertas, llevado a cabo durante los últimos años del siglo XVIII y todo el XIX, con objeto de conseguir recursos para financiar la deuda pública. La introducción de modernas técnicas de estudio, basadas en la informática, permite el manejo de un número elevado de datos, lo que ha contribuido a facilitar la realización de estudios sobre el tema. Como ejemplo de metodología para el estudio de la Desamortización hemos de citar el artículo de Pascual Marteles, «Para un método de estudio de la Desamortización en España» (en Agricultura, comercio colonial y crecimiento económico en la España contemporánea, pp. 90-99, Barcelona, 1974).

A mediados del siglo XVIII surgen las primeras voces contra los bienes poseídos por las manos muertas, principalmente por la Iglesia y los Ayuntamientos. Hasta 1737, los bienes de la Iglesia habían tenido considerables ventajas fiscales sobre los de particulares, pero desde este año el concordato firmado con Roma permitirá hacer contribuir a la Iglesia. Estas disposiciones tardarán mucho en ponerse en práctica, y sólo en 1749 se redacta la instrucción para el cobro. Los bienes comprados por eclesiásticos y manos muertas después de la firma del concordato contribuirán de la misma forma que los particulares. Con todo, a lo largo del siglo XVIII la Iglesia continúa acumulando rentas, que en Aragón a fines del siglo representan aproximadamente el 30 % del total.

Por lo que respecta a los municipios, la decisión del corregidor-intendente de Badajoz de entregar en arrendamiento las tierras municipales a los vecinos del lugar, fue ampliada por una real provisión de 29-XI-1767, a todo el territorio de la monarquía. El objeto del reparto era que tuviesen tierras el máximo número posible de vecinos, y que no quedasen tierras sin repartir. Cada lote no podía exceder de 8 fanegas (5 Ha.), prefiriéndose en el reparto a los vecinos sin tierras propias. Estas disposiciones fueron derogadas en 1770, pero siguieron vigentes los arrendamientos hechos hasta entonces. Es posible que se arrendasen algunas tierras de propiedad concejil.

La segunda fase de la Desamortización tuvo lugar durante el gobierno de Godoy. Las cuatro guerras llevadas a cabo durante su estancia en el poder provocaron varios empréstitos que hubo que financiar mediante medidas como el gravamen de los bienes de la Iglesia y la venta de bienes urbanos de propios y arbitrios. En 1806, el papa concedió al rey la facultad de enajenar la séptima parte de los predios de la Iglesia, mediante una recompensa de una renta del 3 % sobre el valor de los bienes. En 1813, las Cortes de Cádiz aprobaron una memoria de Canga Argüelles por la cual diferentes tierras quedaban afectas a la venta para sufragar empréstitos.

La tercera fase de la Desamortización tuvo lugar con los Diputados en el trienio liberal (1820-1823). Se trata de la fase menos estudiada hasta este momento, aunque parece ser que el volumen de ventas no fue muy elevado (según Francisco Simón Segura, lo vendido en esta fase y la anterior fue sólo el 12 % del total desamortizado en el siglo XIX). Desconocemos los efectos de estas medidas en Aragón.

El cuarto período ha sido estudiado mucho más a fondo. Las medidas fueron impulsadas por el ministro Juan Álvarez Mendizábal, y se conoce como Desamortización de Mendizábal este período de la Desamortización. Las disposiciones más importantes fueron la de 19-II-1836, en que se declaró en venta todos los bienes que hubiesen pertenecido a corporaciones religiosas suprimidas, la instrucción de 1 de marzo de este año, para llevar a cabo tal enajenación; y las de 8 de marzo, por las que se suprimen los monasterios y se reduce el número de conventos de monjas.

A partir de este momento comenzamos a tener estudios parciales sobre la Desamortización en Aragón, estudios basados en los boletines oficiales provinciales, que aportan la descripción de las fincas con numerosos datos: definición, origen, municipio, partida, linderos, cabida, contenido y cultivos, cargas y gravámenes, arrendamiento, renta anual y precio. Asimismo es de interés la utilización de la Gaceta de Madrid -que desde 1841 sólo incluye las fincas de mayor cuantía-, y de los protocolos notariales.

Pascual Marteles trabajó sobre la Desamortización de Mendizábal en el partido de Tarazona («El estudio de las ventas de la desamortización como un proceso dinámico. Análisis de un partido judicial», en Gonzalo Anés y otros: La economía agraria en la historia de España, 1978, pp. 157-180). El trabajo estudia las ventas hasta julio de 1840, destacando el hecho de que el segundo comprador suele ser el definitivo. Posteriormente, el mismo autor dedicó su tesis doctoral al estudio de la venta de los edificios eclesiásticos en la ciudad de Zaragoza (La desamortización de 1836 a 1851 en Zaragoza). Aurelio Biarge trabajó para esta época en la provincia de Huesca («La desamortización de bienes eclesiásticos en la provincia de Huesca (1837-1851)», en Estado actual de los estudios sobre Aragón; Zaragoza, 1979, vol. 1, pp. 545-546). Aquí, la actividad desamortizadora no comienza hasta 1838, realizándose después una rápida enajenación de fincas, con un máximo en 1839 y 1840, disminuyendo después su volumen; se destaca asimismo la importancia de los bienes de la Iglesia (en Huesca, aproximadamente, una de cada tres casas era del cabildo).

El Diccionario de Pascual Madoz e Ibáñez nos permite esbozar una primera aproximación a los resultados de la Desamortización de este período en Aragón. Según estos datos, hasta julio de 1845 habían sido vendidas, en todo Aragón, 11.888 fincas, y quedaban por vender 5.455. Las fincas vendidas sumaban en tasación 95.772.660 reales de vellón y 206.902.170 en remate, con una cotización media del 216 %, representando el 6 % de las ventas en todo el Estado. De las fincas que quedaban por vender, su valor en tasación era de 19.299.780 reales de vellón. Los foros y censos, en número de 25.558, sumaban 129.017.430 reales. Algo menos de dos tercios de los bienes eran de rústica.

El último período de la Desamortización fue obra del Bienio Progresista, y en especial de uno de sus ministros: Pascual Madoz; y comenzó en 1855. Podemos seguir las ventas realizadas durante este período mediante boletines editados con el propósito de publicar las subastas, como el Boletín Oficial de Ventas de Bienes Nacionales de la Provincia de Zaragoza, que aparece en 1856. Se contiene en él una somera descripción de las fincas, especificando sus límites, anterior propietario, extensión, arriendo y precios.

Luisa María Frutos estudió las ventas realizadas entre 1856 y 1879 en la comarca de Zaragoza («Notas sobre la desamortización de bienes eclesiásticos y civiles en la comarca de Zaragoza durante la segunda mitad del siglo XIX», en Libro homenaje a J. M. Casas Torres; Zaragoza, 1972, pp. 141-146). La desamortización afectó a 34.319 Ha., es decir, el 11 % de la extensión comarcal. Las ventas masivas comenzaron en 1860, y hasta 1864 salieron a la venta el 62,2 % de todas las expropiaciones. La gran mayoría procedía de bienes de propios (92,3 %) y el resto de instrucción pública (4 %), clero (2,8 %) y otros civiles (0,8 %). La mayor parte de las fincas urbanas pasaron a propiedad particular, y sólo una pequeña porción a sus inquilinos. La mayor parte de los compradores eran de Zaragoza y Zuera, y también había intermediarios. En cuanto a los bienes de propios, algunos no se vendieron y siguieron siendo de disfrute común. Casi las nueve décimas partes de lo vendido estaban constituidas por dehesas y montes de secano.

Encarnación Moreno del Rincón ha realizado estudios para la provincia de Zaragoza, para el período 1855-57. Basándonos en los datos de Francisco Simón Segura (La Desamortización Española del siglo XIX; Madrid, 1973), podemos obtener un balance de lo vendido en esta desamortización. De 1859 a 1895 se vendieron en todo Aragón 21.823 fincas, con un valor de tasación de 47.811.240 ptas. y un valor de remate de 86.963.383 ptas., que representan el 4,91 % de lo vendido en todo el Estado. Entre 1859 y 1868, el 57,4 % de lo vendido procedía de bienes de propios, seguidos por los del clero (26,5 %), Estado (7,1 %) y beneficencia (6,4 %), aunque había también cantidades menores de bienes procedentes de instrucción pública. Para todo el período comprendido entre 1836 y 1895 (es decir, las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz), se vendieron en Aragón 38.055 fincas, con un valor de tasación de 312.102.542 reales y uno de venta de 595.522.224 reales, que representan el 5,27 % del total de ventas en todo el Estado.

Una gran cantidad de bienes (más de 38.000 fincas en todo Aragón) propiedad de manos muertas, sobre todo de ayuntamientos y clero, fue puesta nuevamente en circulación, provocando importantes inversiones de capital (600 millones de reales, en Aragón), que de esta forma no pudieron ser dirigidos a la industria. Si bien la Desamortización fue un éxito desde el punto de vista fiscal, sus resultados fueron negativos al privar a los pueblos de sus bienes de propios, que en muchos casos eran fuente casi única de ingresos. Por otra parte, el mayor porcentaje de tierras fue comprado, no por sus cultivadores directos sino por la Burguesía de las ciudades, atrasando con ello el proceso de industrialización y perpetuando la estructura de la propiedad agraria.

Fuentes