Ecúmene

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Ecúmene
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Concepto:Antes parte habitada de la Tierra y hoy conjunto del mundo y culturas conocidos. Ecúmene significa literalmente mundo, mundo de hombres y mujeres que se relacionan a través de la cultura y el conocimiento, más allá de donde físicamente estén.

Ecúmene. De oikos: morada, oiken: habitar, y (está sobreentendido ge) oikumené: Tierra habitada. Noción relativa al "sentido y al objeto de la geografía humana", para retomar el título del artículo de Paul Vidal de la Blache que abre los Príncipes de géographie humaine.

El objeto es la Tierra como morada de la especie humana, y el sentido interroga la relación de interdependencia entre la humanidad y su hábitat. La perspectiva "ecuménica" está desigualmente explícita en las obras de geografía humana. Está explicitada cuando el autor tiende a dar a su propósito un valor ético u ontológico, y ambiciona refundir el proyecto de la geografía humana, volviendo a los orígenes y subrayando la novedad.

Antigüedad

De la ecúmene como noción de referencia al conocimiento propiamente geográfico, la geografía occidental antigua de fundación es griega en su lengua y en su problemática.

La cultura griega se cuestiona acerca del mundo habitado a partir de su situación en la parte oriental del mundo mediterráneo. La geografía es etnocéntrica, y la Tierra poblada por los griegos, incluso dispersos, es el corazón del mundo habitado. Sobre las márgenes de este mundo habitado se dibujan los confines eschatia, frecuentados por criaturas, que no son forzosamente humanas. A partir de una manera griega de habitar humanamente la Tierra, caracterizada por la vida sedentaria, la institución de la ciudad y de los santuarios, se evalúan los otros modos de residencia, de los no griegos, bárbaros y "exóticos" que se distinguen por su hábitat. Heródoto (490-425 a.n.e.) es representativo de este punto de vista: él considera que los confines de la Tierra habitada son la sede de lo maravilloso, natural y cultural. El punto de vista geográfico se confunde aquí con un punto de vista etnográfico, al clasificar tanto los pueblos que habitan como sus territorios.

Representación del ecúmene según Eratóstenes en el siglo III a.n.e.

La construcción de la carta alejandrina o de Eratóstenes, denominada del mundo habitado, puede ser considerada como una afirmación positiva del punto de vista geográfico. Constituye una ruptura, puesto que a partir de la identificación de la Tierra como esfera con dimensiones, su parte habitada será localizada, delimitada. Y, en filigrana será planteada la cuestión de la posibilidad de otras ecúmenes en la esfera terrestre.

el geógrafo debe describir el mundo habitado en sus partes conocidas, ignorar las comarcas desconocidas, así como lo que se halla fuera de su alcance.

Este punto de vista analítico y autolimitado define lo que es la corografía: un conocimiento del mundo habitado en sus partes, pero que se niega a una reflexión sobre el sentido del hábitat.

La Geografía Clásica y la noción de Ecúmene

El conocimiento de la esfera terrestre, su "descubrimiento por las culturas europeas revela otros espacios desiertos y habitados, desigualmente poblados, y otras maneras de habitar. El inventario cartográfico contribuye a precisar las localizaciones y las distribuciones; las escuelas geográficas nacionales desarrollan sus intereses y sus métodos. El punto de vista ecuménico de una sola Tierra habitada se deja de lado por la profusión, el parcelamiento de los saberes. Queda sin embargo preservado por una desvelo "filosófico". E. Kant se encuentra en esta perspectiva cuando expone el deber del cosmopolitismo: habitar la Tierra es comportarse como un ciudadano del mundo.

La conciencia de la unidad terrestre, su conocimiento y su práctica por el viaje: el comercio en el sentido de la visita converge en el cosmopolitismo. Se puede leer el empleo o la vuelta al uso de la noción de ecúmene en la geografía clásica como un efecto de herencia cultural que une la antigua noción helénica y la posición cosmopolita de la filosofía de las Luces: Alejandro de Humboldt, con nombre helenístico y autor del Cosmos, sería un jalón plausible en este paso. La cuestión de la ecúmene está reformulada en forma más precisa cuando se vislumbra la geografía humana como un campo particular de análisis y de reflexiones.

Por encima del localismo, del cual se inspiran las concepciones anteriores, las relaciones generales entre la Tierra y el hombre se actualizan (...). Las sole'dades oceánicas dividieron a las ecúmenes durante mucho tiempo, ignorándose unos a otros (...). Hoy en día todas las partes de la Tierra entran en relación, el aislamiento es una anomalía que parece un desafío.
Mapa de Claudio Ptolomeo de alrededor de 150 d.C., republicado en 1482.

La evolución que conduce de una humanidad dividida en varias ecúmenes múltiples a una ecúmene unida, si no unificada, satisface al principio de la unidad terrestre que funda la geografía humana, el cual asegura la extensión de la ecúmene. Los espacios pioneros se integran a la ecúmene a través de un proceso de colonización.

Max Sorre La Tierra es ante todo un hábitat en el sentido biológico, donde el género humano vive y se reproduce. Este género humano está dividido en sí mismo en razas adaptadas a los diferentes medios. Esta perspectiva se continúa con el estudio del poblamiento, de las densidades y de las discontinuidades de la ecúmene, de las migraciones como reordenamiento de ésta, del hábitat como materialidad de la ecúmene, y de las estructuras sociales y políticas como armaduras de la ecúmene. "Es posible poner de relieve algunas visiones generales sobre la constitución de la ecúmene; finalidad última de la geografía humana". De la biología a la cultura, Max Sorre hace de la ecúmene una noción clave de la geografía humana, entendida en una perspectiva clásica y enciclopédica.

De L’oekumene a La Ecúmene: ¿cambio de ortografía y/o mutación de perspectiva?

Desde fines de los años 80, el término cambió de ortografía. Perdió sus letras griegas por una grafía latinizada, como economía y ecología salidas de la misma raíz. la ciencia de la ecúmene, es decir, de la Tierra en tanto que ella está humanizada: habitada, ordenada, representada, imaginada por las sociedades humanas.

La ecúmene es el conjunto y la condición de los medios humanos en lo que tienen propiamente de humano, pero no menos de ecológico y de físico. Ésta es la ecúmene, que es plenamente la morada (oikos) del ser, de lo humano. Se trata precisamente de una mutación de perspectiva que rompe con el horizonte positivista, incluso unido a una tonalidad humanista. Si la ecúmene es el espacio humanizado, este hábitat no está apartado de las manifestaciones brutales más o menos previsibles de la naturaleza.

Está expuesta a éstas y se puede considerar que las irrupciones de los procesos físicos en el espacio habitado son "acontecimientos de la ecúmene". El concepto de ecúmene tiene aún una pertinencia positiva, puesto que se puede considerar que no hay más espacios vírgenes sobre el planeta. La humanidad no existiría sin las huellas de sus rechazos a las altas latitudes y alturas y a los océanos, está presente en todas partes. La Tierra en su totalidad es ecúmene y no hay más espacios fuera de ésta. Si el concepto guarda un valor, éste reside en la relación del hombre con su planeta, el único habitable para él, y esta particularidad merece su atención.

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